Capítulo 41: Una Reunión Secreta
1
Heimdall anunció el ganador de la novena ronda, Ra se había alzado con la quinta victoria para los dioses empatando así con la humanidad a costa de su vida en un combate que duró 7 minutos con 45 segundos. Nadie puso atención a las tartamudas palabras del dios nórdico. El coliseo se había atiborrado de un silencio abrumador que helaba la sangre. El centro de la arena había desaparecido por completo, lo último que quedó de los contendientes fueron el Necronomicón de Howard y la sangre que Ra había derramado -al ser llevado a las fauces de la monstruosidad que se lo llevó a un mundo nefasto- las cuales se mantenían sobre la invisible barrera del dios Vishnu.
Seth, quien aún estaba al pie de la salida de los dioses miraba estupefacto la sangre, se negaba a aceptar lo que había acontecido, había perdido a su amigo, una triste lágrima brotó de su ojo izquierdo pero fue rápidamente extinta por su mano. Se alejó del lugar mirando al suelo.
2
Sonia se dirigió lentamente hacia su asiento. Ulthar le seguía manteniendo la cola en alto, emitía fuertes maullidos dirigidos a la mujer de cabello castaño, ella lo ignoró.
- Permiso... Perdón, con permiso... -le decía a los espectadores al pasar entre ellos para llegar a su asiento.
Sonia logró llegar, no había notado que le brotaban lágrimas de los ojos, se sentó y dió un último vistazo a la carta de Howard que había sido arrugada por la fuerza de su mano al caminar. Extendió la hoja, sus manos temblaban, no pudo contener más su llanto, sus lágrimas cayeron sobre la arrugada hoja, se encogió sobre ella y lloró en silencio; Ulthar se impulsó y subió a su regazo y emitió un maullido. Al escucharlo, sin levantar la mirada, Sonia lo tomó en brazos y ambos sufrieron la pérdida.
3
Geir aguantó las intensas ganas que tenía de llorar, dio media vuelta y comenzó a caminar sin un rumbo fijo, Tyr la seguía en silencio.
"No, no puede ser. Tiene que ser algún truco, una ilusión... -se decía Geir en su interior sin dejar de ver la arena de combate- No, no es una ilusión, todo fue real... ¡MALDITA SEA! ¡Lo tenían todo para ganar!, ¡Tenían magia y el poder de un dios! ¡¿Cómo es posible que no hayan podido ganar?! ¡YA TENÍAN LA VICTORIA EN LA PALMA DE LA MANO, POR TODOS LOS CIELOS! -refunfuñó iracunda Geir apretando fuertemente sus puños hasta tal punto que comenzaron a sangrar, Geir sintió la sangre, abrió su palma y la vio- Hubieran ganado si no nos hubiera traicionado Nyarlathotep... Göndul seguiría viva si yo no hubiera reclutado a Lovecraft... Mis hermanas seguirían vivas si no hubiera desafiado a los dioses..." Sin darse cuenta, Geir se encontraba al frente de la enfermería. Las puertas estaban abiertas y pudo ver a su madre dentro mirándola con empatía, a su lado se encontraba Fleck aún en la cama dormitando.
Geir no lo soportó más y se abalanzó al regazo de su madre quien la recibió con los brazos abiertos. Geir lloró desconsoladamente mientras que Freya le acariciaba en silencio la cabeza, también ella lloró la pérdida de su hija.
4
- ¿Qué crees que estás haciendo? -había preguntado una gruesa voz detrás de Prometeo.
Al titán se le heló la sangre al escuchar la reprenda, volteó de reojo y pudo ver cómo una figura imponente estaba detrás de él, enseguida quiso escapar, no obstante la figura lo sometió cubriéndole la boca y se posó a un lado de la puerta, Prometeo se retorcía violentamente.
- Shh... ¿Quieres que nos descubran?
Afuera de la habitación se oían los pasos de alguien que se acercaba con ira, paulatinamente los pasos se iban alejando, Prometeo se liberó y se asomó, Enlil era el dueño del sonido. Al perderse de la vista del titán, Prometeo volteó hacia la habitación, confundido pudo divisar a un hombre fornido, alto y de tez azul que vestía un tapa rabos blanco, un enorme collar dorado y un majestuoso penacho con la forma de un colibrí; el dios Huitzilopochtli estaba frente a él.
Prometeo examinó el resto de la habitación, había más dioses como lo eran Amaterasu, Thor y Deméter, así mismo, en la penumbra se escondía una deidad más que se mantenía en silencio.
- ¿Qué es esto? -preguntó Prometeo al ver a los dioses congregados al rededor de una mesa.
- Nos han descubierto, lo mejor será deshacernos de él. -pronunció el líder de los nórdicos.
- No, no te preocupes por él. -contestó Deméter.
- ¿Y si le cuenta a alguien que nos vio juntos? -propuso Amaterasu.
- El no dirá nada... -respondió Deméter- Él es de fiar.
- ¿Estás segura? -preguntó Huitzilopochtli.
- Están frente al primero en oponerse a la extinción humana en el consejo del Valhalla...
- Pero, ¿Qué hay con la información que ha enviado con su teléfono? -dijo Thor con seriedad.
Prometeo se mantenía en silencio viendo las reacciones de los dioses y al mismo tiempo buscaba una manera de escapar.
Huitzilopochtli le arrebató el teléfono de la mano y lo examinó.
- Se ha estado mensajeando con las valquirias Geir y Fleck.
- Sí, es verdad... -confesó el titán- Le informé a Geir que Tyr está bajo el hechizo de la diosa Hécate.
- Ya lo suponía. -Thor azotó su mano sobre la mesa con enojo.
- También les ha estado informando quiénes son los dioses que participan en sus respectivas rondas.
Los dioses intercambiaron miradas.
- Así es, yo he estado apoyando a los humanos desde el principio, y daría la vida por ellos incluso.
- Respóndeme algo, -habló Amaterasu- ¿Por qué no peleaste del bando de los humanos entonces?
- Porque puedo ayudarlos de una mejor manera siendo un espía de los dioses.
- ¿Estás conciente de que traicionaste a los dioses y por ello tendrás un castigo? -preguntó con seriedad Thor.
- Sí, y no me importa, de hecho estoy dispuesto a extinguirme en su lugar.
- ¿Por qué? -preguntó la deidad misteriosa.
- ¿No es obvio?, Por amor. Es verdad que cometen errores, provocan su misma destrucción pero aún así son la creación más bella, hermosa y valiosa que se pudiera haber concebido. De ellos han nacido hermosas baladas y canciones, conmovedores poemas y libros, emocionantes bailes y espectáculos, impresionantes creaciones científicas, todo lo que ellos hacen es maravilloso, no son perfectos pero mejoran con cada día, con cada año, década y milenio que pasa. Sin ellos, no existiría la más grande creación jamás concebida.
- La Novena sinfonía. -afirmaron los dioses al unísono.
- Así que si ahora he de morir por traición... -Prometeo dio un paso al frente hurgando en su bolsillo trasero- Aquí hay un cuchillo.
Prometeo dejó sobre la mesa un cuchillo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top