Capítulo 22: El Conquistador Vs El Amo De La Tierra Y El Cielo
1
"¡SÍÍ!, ¡BIEN HECHO SETH!" celebraban la victoria los dioses al tiempo que Seth se dirigía a la salida de los dioses.
Mientras tanto los humanos quedaron perplejos por el combate, fue extremadamente rápido, pero les costaba mucho tiempo asimilar lo que había pasado.
- Lo sabía -dijo Richard desde su celda que bajaba la vista con decepción.
Geir entró en un pequeño trance, no podía creer que Eliot perdiera y junto con él pereciera su hermana; fueron los sollozos de ira de Fleck lo que la hicieron volver en sí.
Fleck se mantenía de pie mirando fijamente la arena sollozando con fuerza y apretando los puños. Geir se acercó a ella e intentó tomarla en brazos, pero antes de que pudiera hacerlo, Fleck se volteó violentamente.
- ¡NO ME TOQUES! -gritó apartando de un golpe la mano de Geir asustándola a ella, a Hefesto y a todos los demás humanos que estaban cerca de ellos- ¡POR TU CULPA MURIÓ HERVOR!
- Tr-tranquia Felck, -intentó calmarla Hefesto.
- ¡NO ME DIGAS QUE ME TRANQUILICE! ¡YA MURIERON TRES DE MIS HERMANAS EN EL MISMO DÍA!
- Fleck, esto no es diferente al Ragnarok pasado ...
- ¡CLARO QUE SÍ, GEIR!, ¡TODAS CREÍAMOS QUE NO VOLVERÍA A CELEBRARSE OTRO RAGNAROK! Confiamos en los humanos y, ¡¿Qué pasó?! Volvieron a cometer los mismos errores de siempre... Tal vez sí merezcan su extinción.
- Fleck, pero Brunhilde nos encargó-
- ¡¿BRUNHILDE?! Es verdad que nos encargó cuidar de ellos, pero, ¡¿qué hay de nosotras?! ¡¿Acaso le importó qué era lo que nosotras queríamos?!, ¡Solo nos envió como cerdos al matadero al igual que tú lo haces ahora! ¡Jamás te perdonaré a ti y a ella por lo que nos han forzado a hacer! No me importa el legado que nos dejó Brunhilde y, ¡no quiero saber nada de ti ni de los humanos ni de tu estúpida causa!
Fleck le dio un empujón a Geir y se marchó.
- Espera... -dijo Geir llorando mientras estiraba su brazo en un intento por alcanzar a su hermana sin éxito- Fleck... Regresa... Por favor... No me dejes sola...
Geir se derrumbó en el suelo y lloró sin cesar. Hefesto no sabía que hacer por lo que se limitó a estar en silencio.
2
Seth ya había entrado a la salida por dónde había llegado a la arena cuando fue interceptado por Amón e Isis.
- Has hecho un buen trabajo, Seth -dijo Isis cruzada de brazos y con una sonrisa de orgullo.
- Felicidades Seth, -dijo Amón rechinando los dientes y extendiéndole la mano.
Seth, estaba aturdido, tenía vértigo y casi no podía oír, cuando intentó estrechar la mano de Amón cayó de bruces al suelo.
- ¡Tenemos que llevarlo a la enfermería! -exclamó Amón cargando a Seth de uno de sus brazos.
Enseguida Isis lo imitó y lo llevaron a la enfermería.
3
- ¡EL MARCADOR INDICA TRES VICTORIAS DE PARTE DE LOS HUMANOS MIENTRAS QUE LOS DIOSES LOS SIGUEN CON DOS PUNTOS! -anunció Heimdall- ¡¿ACASO SEGUIRÁN LLEVANDO LA DELANTERA LOS HUMANOS?! O, ¡¿SERÁ QUE LOS DIOSES PUEDAN ALCANZARLOS CON UNA VICTORIA MÁS?! ¡LO DESCUBRIREMOS CON EL SÉPTIMO COMBATE QUE SE SUSCITARÁ DENTRO DE DIEZ MINUTOS! Mientras tanto, los dioses se encargará de retirar la arena.
4
Amón e Isis lograron llevar a un Seth herido de gravedad a tiempo a la enfermería. Había perdido mucha sangre por los disparos de Eliot, sin embargo, fue gracias a Amón que lograron estabilizarlo debido a qué no dudó ni un segundo para donarle sangre. Ya habían pasado más de cinco minutos desde que terminó la quinta ronda y Amón lo sabía a la perfección así que se dirigió a la salida de la enfermería.
- ¿A dónde vas? -preguntó Isis al ver cómo se levantaba de su silla que estaba a lado de la camilla de Seth.
- A la arena, es mi turno.
- Estás mal si crees que vas a pelear así. No estás al cien porciento de tu integridad, Amón.
- ¡Pero es mi turno!
- ¡Nos harás perder de nuevo si sales sin litro y medio de sangre! ¡Debes recuperarte un poco!
- ¡Maldita seas Isis, ya van tres rondas que me niegan!
- ¡Es tu culpa! ¡Para empezar tú no parecías querer ir a pelear!
Amón reconoció su culpa y se sentó de nuevo.
- De acuerdo... Pero en el siguiente sí pelearé.
- Pelearás cuando hayas recuperado fuerzas, puede que tarde un combate o dos.
- ¡¿Qué?! ¡Agh!
- Además hay algo que quiero hacer contigo antes de que vayas a la arena... -mencionó casi susurrando la diosa con aire misterioso.
Amón se quedó pensando un poco reflexionando en lo que quiso decir la diosa alada.
- Entonces, ¿quién peleará ahora?
- Sé de alguien que tiene muchas ansias de combatir... ¡Hermes!
En cuestión de segundos, como un rayo, Hermes entró a la habitación. Seguía vistiendo su elegante traje negro y mantenía sus modales al inclinarse con respeto ante los egipcios.
- Dígame señorita Isis, ¿qué puedo hacer por usted?
- Necesito que envíes un mensaje por mí... Dile al espejo humeante que Amón le ha cedido su turno para pelear.
- ¿Y el patrono de los egipcios está de acuerdo? -preguntó volteando hacia Amón.
- Pff, como sea -contestó.
- De acuerdo, le daré el mensaje de inmediato.
Hermes desapareció de inmediato.
- ¿No crees que es demasiado pronto para que el Jaguar pelee?, Además, sabes cuál es mi relación con él.
- Para nada, Amón. Los humanos deben recordar lo temible que es la presencia de un dios -contestó Isis sonriendo.
5
Geir aún se mantenía arrodillada llorando cuando su teléfono vibró. Entre sollozos Geir miró su teléfono.
"El siguiente dios será el Jaguar de México" decía la notificación. Geir estaba por levantarse del suelo para ir en búsqueda del siguiente peleador cuando recordó las palabras de su hermana: "¡Solo nos envió como cerdos al matadero al igual que tú lo haces ahora!" <Fleck tiene razón... Solo estoy enviándolos a una muerte segura, a los humanos... ¡A mis propias hermanas!... ¿Realmente... vale la pena pelear por los humanos?...> Geir se quedó reflexionando en el suelo por un minuto hasta que volteó a ver a Hefesto con la mirada perdida.
- Señor Hefesto... Hágame el favor de decirle a Gengis Kan que es su turno de pelear...
- De acuerdo... ¿Estarás bien?
- No lo sé...
Hefesto se dirigió en silencio a la sala del conquistador mirando hacia atrás con algo de preocupación por la valquiria.
6
- ¡ES HORA DE EMPEZAR CON LA SEXTA RONDA DEL RAGNAROK, EL COMBATE DIRECTO ENTRE DIOS Y EL HOMBRE POR LA SUPERVIVENCIA HUMANA! ¡EN ESTA OCASIÓN TENEMOS A UN GENERAL MONGOL! ¡AQUEL QUE POR POCO CONQUISTA TODA ASIA! ¡EL CONQUISTADOR! ¡GENGIS KAN!
El retumbar de varios tambores gigantes que tocaban los soldados mongoles hizo temblar el coliseo que llevaban un tono estremecedor y lento y era seguido por el sonido de los morin juur* que sonaban estrepitosa y violentamente anunciando la entrada del general, que salió por la entrada de los humanos montado en su caballo café dirigiéndose estoicamente hacia el centro de la arena. Gengis Kan bajó del caballo fácilmente y procedió a esperar a su oponente en silencio; llevaba una armadura de acero en su mayoría con piezas como las hombreras y la pechera con revestimiento de oro, así como todos los bordes de la armadura. Era un hombre de complexión un poco corpulenta y de estatura mediana, mantenía una mirada sería e intimidante, tenía la tez blanca y poseía una barba fina y lacia así como su bigote. Su casco tenía lana por dentro y sobre la frente del hombre además, en la parte superior tenía un largo lechón rojo al igual que la capa que poseía el humano. Venía armado con una larga espada enfundada en su cinturón.
Toda la humanidad gritó y aclamó su nombre con entusiasmo.
- ¡AHORA BIEN!, ¡REPRESENTANDO A LOS DIOSES EN ESTA SEXTA RONDA ESTÁ EL PODEROSO DIOS AZTECA DE LA OSCURIDAD! ¡EL AMO DEL CIELO Y LA TIERRA! ¡EL JAGUAR, EL ESPEJO HUMEANTE! ¡TEZCATLIPOCA!
Nuevamente el sonido de tambores se hizo presente, pero estos mantenían un tono más rítmico e iba acompañado del sonido de cascabeles y un silbato que daban una sensación siniestra y escalofriante, estos instrumentos eran tocados por las deidades Tlaloc -el dios azteca de la lluvia-, quien tocaba el tambor, Mictlantecuhtli que desde el podio de los dioses hacia sonar los cascabeles y el mismo Tezcatlipoca que tocaba el silbato.
La entrada de los dioses se cubrió de humo de incienso y parecía que la oscuridad de la entrada lentamente se iba esparciendo hacia la arena a pesar de que marcaba más del medio día. De la oscuridad salió un inmenso hombre moreno bastante fornido de una gran estatura de aproximadamente dos metros. Iba descalzo. Vestía un gran tapa rabos con colores como el verde y el naranja, una pechera con los mismos colores, llevaba brazaletes dorados y rojizos tanto en sus tobillos como en sus muñecas, así mismo, tenía tatuajes de manchas blancas semejantes a las de un jaguar y su rostro parecía llevar un antifaz azul, sin embargo, era pintura que tenía en los ojos y en su boca, en su cintura traía consigo un cuchillo de obsidiana, y una cerbatana de madera así como una pequeña bolsa café de cuero y sobre su cabeza llevaba un majestuoso penacho con sus largas y características plumas verdes de quetzal montadas en una base de oro que tenía la forma de la cabeza de un jaguar rugiendo, estaba decorada con piedras preciosas como rubíes y esmeraldas, y, sobre la frente del jaguar había una hermosa pieza ovalada de obsidiana de la cual emanaba el humo de incienso.
En ese momento, cuando los antiguos mexicas, toltecas y olmecas vieron la presencia del dios se sintieron intimidados y estuvieron muy tentados a inclinarse ante el desde sus lugares.
Tezcatlipoca dejó de tocar el silbato y miraba fijamente a Gengis Kan. Cuando llegó al centro de la arena y se posó frente al mongol, los tambores y los cascabeles dejaron de sonar.
- ¡COMIENCEN!
Gengis Kan se había sentido un poco intimidado por el imponente Dios que tenía al frente y se quedó paralizado por unos segundos, quería sacar su espada pero sus músculos no respondían. Tezcatlipoca era un dios al que debía tener mucho cuidado, todo movimiento que pensara hacer debía ser fríamente calculado para no morir, él lo sabía intrínsecamente. Mientras tanto, Tezcatlipoca se mantenía igualmente inmóvil frente al humano, lo miraba fijamente, esperando a que hiciera algún movimiento, no obstante, a pesar del temor de Gengis Kan hacia el dios, mantenía una mirada fría y desafiante.
Finalmente, después de analizar cada movimiento que planeaba realizar, Gengis Kan desenvainó su espada y estaba por darle una estocada al dios, no obstante, de la obsidiana del penacho de Tezcatlipoca comenzó a salir una inmensa cantidad de humo que se convirtió en una densa niebla en la que el dios desapareció.
Glosario
Morin Juur: instrumento musical mongol parecido a una biwa pero con la acústica semejante a un chelo.
Próximo capítulo 19 de julio.
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