Capítulo 20: Motivación

1

Seth se acercaba rápidamente hacia Ness que no se molestó en cubrirse siquiera; con su cetro, Seth golpeó el estómago de Eliot sacándole el aire. Ness se encorvó hacia adelante y dejó salir una gran cantidad de saliva, enseguida, Seth volvió a blandir su cetro y golpeó a Eliot en el rostro dos veces, posteriormente, Seth levantó a Ness tomándolo de la camisa y lo lanzó.
Eliot rodó en el suelo por dos metros metiéndose la arena en sus pantalones; Ness escupió sangre aún en el suelo y se quedó ahí contemplando los granos de arena.
"- Ya no tengo por qué vivir... Mi trabajo... Mi esposa... Mi integridad... Todo se ha ido...
- ¿Realmente se fue todo señor Ness? -le dijo Hervor.
- Mi hijo..."
A lo lejos, entre la multitud humana se encontraba la exesposa de Eliot junto a su hijo, y junto con su padre, ambos empezaron a recordar la primera vez que Eliot experimentó el terror.

2

Corría el año de 1931, tres meses antes de que el detective del tesoro, Eliot Ness capturara a él traficante de alcohol, Alfonso Capone.
Después de haber realizado un fuerte golpe a la mafia de Al Capone, el detective Eliot Ness junto con su escuadrón de 11 hombres se congregaron en la oficina de Ness.
- Buen trabajo, muchachos. -dijo Eliot- Estoy seguro que muy pronto pondremos tras las rejas a esa sucia rata italiana.
A pesar de que la mayoría de los 11 hombres de Ness vitoreaban uno de ellos no.
- Hay un problema Ness, -pronunció Johny, un oficial contador parte del escuadrón- sabemos completamente que Al Capone ha traficado alcohol, y ha mandado a matar gente, de eso no hay duda alguna... Sin embargo, no podemos inculparlo de eso.
- ¿Por qué dices eso Johny? Tú mismo lo dijiste, no hay ni una sola duda.
- No tenemos pruebas físicas de ello, Eliot.
- ¡Qué más da! -exclamó Eddie, un gran pistolero- Nosotros podemos seguir saboteando sus embarques y entregas hasta que quede en la ruina.
- Eso no va a ser suficiente. -reconoció Eliot- Aunque sigamos frustrando sus planes, va seguir libre, ¡libre señores! Es una persona que indiscriminadamente ha roto las reglas, las reglas que nos hacen funcionar como sociedad, ha asesinado y engañado a decenas de personas. Si solo nos limitamos a detener su tráfico, se irá impune porque no pudimos encerrarlo... ¡Necesitamos ponerlo tras las rejas y pronto, señores! Hay que buscar la forma de incriminarlo.
- Afortunadamente Eliot, podemos hacerlo, -contestó Johny- verás-
- ¿Puedo pasar? -interrumpió un hombre regordete asomándose por la puerta.
- Adelante señor secretario de defensa -contestó cordialmente Eliot.
- Ness, quiero hablar contigo... A solas.
- De acuerdo... Muchachos... -contestó el detective indicándole con su mano a sus hombres que salieran.
En unos cuantos segundos los once hombres de Ness salieron.
- Quiero felicitarte por el gran trabajo Ness, -dijo el secretario estrechándole la mano gustoso a Eliot al mismo tiempo que dejaba un gran y regordete sobre en el escritorio del detective.
- ¿Qué es esto? -Eliot tomó el sobre y lo abrió revelando una gran cantidad de cientos de dólares.
- Oh, bueno, es una recompensa para ti Ness, -contestó con una gran sonrisa fingida de oreja a oreja- esto es para que tú y tus hombres dejen el caso...
- ¿Ah sí?
- Completamente.
Eliot dejó el sobre su escritorio y se dirigió a la puerta.
- Pueden entrar muchachos. -los once entraron y enseguida llenaron la sala dejando acorralado al secretario- Quiero que sepa esto secretario. ¡No quiero su mugriento dinero, y le aseguro que ninguno de mis hombres tampoco! Estamos aquí para hacer que se cumpla la ley y que esté aquí, sobornándonos me da lastima. ¡Así que lárguese de mi oficina ahora!
Eliot le lanzó el sobre de billetes en la cara con ira haciendo que el secretario retrocediera un par de pasos.
- ¡¿Quién te crees que eres tú y tus hombres?!, ¡¿Los intocables?!
Eliot recogió el sobre y se lo puso al secretario de un manotazo al pecho.
- Ahora que lo dice es un buen nombre, secretario. Mis hombres y yo somos Los intocables.
- ¡Es una pelea que no vas a ganar, Ness!
- ¡Eso ya lo veremos, ahora lárguese! ¡Y no quiero volver verlo por aquí nunca más!
Eliot lo corrió de su oficina a empujones y cuando salió le azotó la puerta en la cara.
- Johny.
- ¿Sí?
- ¿Cómo encerramos a la escoria de Al Capone?
- He revisado sus estados de cuenta y he visto que hay números que no cuadran, podemos inculparlo por evasión de impuestos, pueden encerrarlo por hasta doce años.
- Ese maldito debería ser encerrado por asesinato y tráfico de alcohol... Pero es algo, y lo vamos a utilizar muchachos.
- ¡Sí! -contestaron todos al unísono.
Esa misma tarde, Eliot regresó a casa con una caja de regalo en mano; era el cumpleaños número diez de su hijo Joseph. Eliot le había comprado un auto de carreras de madera a escala.
Antes de entrar a su casa, Eliot se percató de algo extraño.
Un auto estaba estacionado justo al frente de su casa y dentro de él había un hombre de traje grisáceo fumando un puro.
- Es un día especial, ¿No es así señor Ness?
- ¿Quién es usted?
- Oh, solo soy un hombre que va de paso... Oh vaya, ¿es un regalo para su muchacho? -preguntó señalando la caja que traía Ness- Será mejor que se apresure señor, eso si quiere celebrar el cumpleaños del muchacho junto a él...
Eliot se alejó rápidamente del auto y entro desesperado a su hogar dejando atrás el regalo de su hijo.
- Carol, ¡¿Dónde está Joseph?!
- Acaba de subir a abrir un regalo que dejaron en la puerta. ¿Qué sucede?
Eliot enseguida subió las escaleras, entró al cuarto de Joseph y lo vio sentado en el piso examinando el contenido de la caja. Sin dudarlo, Eliot agarró la caja y la lanzó por la ventana, en segundos la caja explotó.
- ¡AY POR DIOS! -exclamó Carol, la esposa de Ness.
- ¡¿Estás bien hijo?! -Eliot examinó a Joseph de pies a cabeza en búsqueda de heridas, no encontró ninguna.
- Sí -contestó el pequeño llorando.
Eliot lo abrazó fuertemente y comenzó a lagrimear. Por un segundo creyó que la vida de su hijo acabaría estrepitosamente.
- Ya, ya mi niño. -dijo tiernamente mientras acariciaba la cabeza de Joseph- Papá siempre te va a cuidar... Papá acabará con los malos...
Esa noche, el secretario de defensa, junto con el encargado del suministro de alcohol con el que acabó Eliot Ness y sus once hombres terminaron muertos sobre una mesa de un restaurante por un balazo en la cabeza. Tres meses más tarde, Al Capone fue llevado a juicio por evasión de impuestos, trató de sobornar al jurado sin éxito alguno y fue condenado a once años de cárcel.

3

- Joseph... -susurró en el suelo Eliot.
- ¡Tú puedes papá! ¡Puedes vencerlo! -era Joseph Ness quién gritaba entre el público de los humanos.
"Papá siempre te va a cuidar, papá acabará con los malos" recordó Ness.
- Sí... Esta victoria va para ti, Joseph.
Eliot se levantó. Y miró a Seth decidido a derrotarlo.
- Ah... Con qué ya has decidido pelear... ¡A darle!
Eliot desenfundó su pistola y le disparó a Seth en el hombro. Seth gimió por el dolor, sin embargo, siguió acercándose blandiendo su cetro. Eliot volvió a disparar, está vez una bala le dio a Seth en el abdomen y enmedio del pecho.
- Maldición, ¿Por qué no funciona? -dijo Ness al ver qué Seth no se detenía- Ya solo me quedan dos balas.
- AGH -Seth intentó azotar a Eliot con su cetro, sin embargo, el ex-detective esquivó el ataque. El golpe de Seth partió nuevamente el suelo. Eliot intentó disparar de nuevo, no obstante, Seth logró lanzarlo por los aires de un golpe con su cetro.
Eliot rodó en el suelo, se postró sobre una rodilla y disparó apuntando a la cabeza de Seth. Sin embargo, no pudo atinarle ya que Seth se agachó y corrió hacia él.
- ¡NO! ¡Solo me queda una bala!
Nuevamente Eliot apuntó a la cabeza del dios pero este le tiró el arma con un golpe de su cetro cayendo a un par de metros de él.

Próximo capítulo 14 de julio

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