Capítulo 14: La Cuarta Ronda

1

Geir, aún en el suelo, no conseguía detener su llanto, no pudo ver cómo Buda se convertirá en polvo. Sollozaba fuertemente; la valquiria se secó las lágrimas con sus mangas y luego de un largo suspiro se levantó, vio a la arena y al encontrarla solo con Heimdall fijó su vista en los humanos quienes igualmente estaban llorando por la partida de Buda. Geir se compadeció y miró al cielo recordando la ocasión donde Buda y Brunhilde se encontraron, cuando Buda se opuso valientemente a los dioses y sobre todo su último mensaje.
Hefesto la miraba con empatía, Geir le había contado en pocas palabras lo que pasó en el anterior Ragnarok así que entendía por qué era tan importante Buda para ella.
Geir volteó con una mirada seria y determinada, pero aún con lágrimas en los ojos.
- Tenemos que seguir... -Geir avanzó con un poco de desánimo- Los dioses han obtenido su primer victoria y nosotros aún necesitamos cinco más...
- ¿Ya tienes a alguien en mente?
- Ni siquiera va a ser necesario pedirle que pelee...
Ambos se dirigieron a las salas personales de los participantes donde se encontraba una mujer esperándolos en la puerta.

2

Heimdall había dado 10 minutos de receso antes de iniciar la siguiente ronda y ese tiempo ya había acabado.
Amón ya estaba por levantarse cuando Seth lo devolvió a su asiento.
- ¿A dónde piensas ir?
- A la arena por supuesto, es mi turno.
- ¡No si yo llego primero!
- ¡Maldita sea, Seth, sabes que me toca a mí!
Ambos se levantaron de golpe y entre empujones intentaron salir del podio para llegar a la entrada de los dioses, no obstante Heimdall ya estaba anunciando a quien representaría a los dioses en la cuarta ronda.
- ¡¿Qué?! -dijeron ambos al unísono mirándose el uno al otro.

3

Geir hizo una llamada rápida mientras se dirigía a las salas de los humanos junto con Hefesto. Geir se oía un poco inquieta y caminaba a prisa por lo que a Hefesto le costaba seguirle el paso.
Justo al pie de la entrada de una de las salas, ya les esperaba Juana de Arco.
- Me es todo un honor conocerle señorita de Arco... -Geir extendió su mano y la doncella la estrechó- He de suponer que sabe por qué estamos aquí ahora...
- Así es... Ya estoy preparada para ser la siguiente en combatir.
Geir le había contado a Hefesto un poco de las habilidades y capacidades de cada uno de los trece participantes para que él pudiera elegir a los humanos a quienes les crearía armas. Entre los trece hubo algunos a los que en especial les llamó la atención al dios de la forja, estos eran H. P. Lovecraft, Bruce Lee y Juana de Arco, quienes aunque eran personas extraodinarias, Hefesto no podía crearles armas, debido a que si querían aprovechar al máximo sus habilidades, esos humanos en específico, necesitaban un volund.
La joven de 19 años que tenía al frente tenía la capacidad de tener visiones del futuro. Hefesto no creía mucho en los oráculos humanos; sabía de la existencia de brujas y profetas, pero sus visiones no siempre eran cien por ciento exactas y al igual que todos los oráculos, sus predicciones parecían acertijos. No obstante, la joven supuestamente podía ver e interpretar claramente lo que iba a pasar.
- He oído que eres capaz de ver el futuro -Hefesto dio un paso al frente.
Juana sintió pena y algo de culpa por lo que no dijo nada.
- Dime... ¿Quién va a ganar el Ragnarok?
- Yo... -Juana veía al piso- No lo sé...
A Geir se le heló la sangre por un segundo.
- ¿Al menos sabes si vas a ganar este combate?
- Yo...
- ¡Deja de molestar a la joven! -Hrist, la segunda de las hermanas valquirias había aparecido, empujó a Hefesto sin importarle que fuera un dios y se interpuso entre él y Juana lanzándole una mirada desafiante.
- Oh Hrist... -Geir abrazó a su hermana, Hrist le devolvió el abrazo y en ese momento la más joven de las valquirias recordó cómo hace mil años ella por poco moría asfixiada por el abrazo de la misma hermana a quien tenía en brazos ahora; Geir se alejó de inmediato por miedo a ser nuevamente asfixiada- Gracias por venir.
- No es nada hermanita, vine lo más rápido que pude para practicar el volund.
- Sí, esto es algo que nunca habíamos hecho así que tenemos que apresurarnos.
- ¿Estás diciendo que nunca habían hecho volund con una humana? -preguntó Hefesto.
- Somos conocidas principalmente por llevar a los guerreros al Valhalla, -contestó Geir- nunca habíamos conducido a mujeres, por lo que nuestro vínculo es más fuerte para con los hombres.
- Eso quiere decir que puede que la unión entre almas se puede desvincular o en el peor de los casos, puede que ni siquiera se puedan unir.
- Necesitamos sí o sí hacer el volund... -Hrist calmadamente tomó la mano de Juana y la miró a los ojos- Sé que podemos.
Juana asintió y lograron hacer el volund resultando en una espada larga y delgada.
Geir estaba más tranquila, temía que no lograsen hacer el volund, pero no fue así, no obstante, aún existía la posibilidad de que se llegasen a desvincular como había dicho Hefesto.
Después de empuñar y observar detenidamente el arma, la doncella la enfundó, entró rápidamente a su sala para recoger su casco.
- Estoy lista.
Geir asintió y la condujo a la entrada de los humanos.

4

El eco de unos pasos se escuchaban a lo largo del pasillo de los dioses, una hermosa mujer se dirigía hacia la entrada de los dioses en la arena; a sus espaldas apareció otra mujer.
- ¿A dónde crees que vas? -Hestia (la diosa griega de la familia y del fuego) tomó por el hombro a la mujer- Sabes perfectamente que es el turno de Amón.
- Pues... Yo no veo que se presente... Ya sabes lo que dicen los humanos: "El que se fue a la villa perdió su silla". -dijo la mujer guiñándole un ojo a la diosa.
Hestia rio.
- Atenea, tu padre dijo que entrarías solo si era realmente necesario...
- Entiendo totalmente el miedo de mi padre por perderme, pero... Si puedo contribuir con una victoria más para los dioses lo haré. Es algo que le dejé muy claro en los campos Elíseos.
- Esta bien querida, ve. Solo ten cuidado.
Atenea asintió.
- De hecho, te iba a pedir un pequeño favor, tía...

5

-¡Damas, caballeros y deidades! -Heimdall habló por medio de su cuerno- ¡Es momento de continuar con la cuarta ronda del Ragnarok en la batalla definitiva por la supervivencia humana!
¡En esta ocasión, representando a los dioses...! ¿Eh?
Hestia se apareció en la arena caminando con ambas manos al frente. Heimdall se acercó a ella y le susurró.
- Creí que la siguiente en participar sería Atenea, de hecho, ella me avisó que así iba a ser...
- Oh, tú no te preocupes por mí, -contestó susurrando Hestia sacudiendo su mano- Yo solo estoy contribuyendo a la presentación...
- Emm... De acuerdo... -Heimdall se aclaró la garganta y prosiguió- ¡Del lado de los dioses tenemos a una formidable mujer! ¡Aquella a quien ayudó a diversos hombres como a Perseo y Odiseo! ¡Nacida de la misma cabeza de Zeus!, ¡LA DIOSA DE LA GUERRA, DE LA SABIDURÍA Y LA JUSTICIA! ¡ATENEA!
Hestia dio un gran suspiro, separó sus manos y en un rápido movimiento colocó su palma en el suelo de la arena provocando que brotaran enormes llamas de fuego solo dejando espacios libres en cada una de las entradas a la arena. En la entrada de los dioses, Hestia formó un camino de fuego por el que cruzó Atenea al centro de la arena. Atenea vestía una larga túnica blanca, tenía una pechera dorada que le cubría todo el torso así como grebas doradas con detalles plateados en sus pantorrillas así como escarpes en los pies con cierta plataforma; venía armada con una lanza dorada con una pequeña rama de olivo atada en la punta, un enorme escudo redondo de bronce con el rostro tallado de quien alguna vez fue su sacerdotisa; Medusa. Atenea tenía sobrepuesto un casco en su cabeza, sobre su ondulado cabello castaño.
Todos los dioses aclamaban fuertemente a Atenea mientras que Zeus la observaba seriamente desde su trono en el podio de los dioses.
- Esa chiquilla se pasó por el arco del triunfo mi orden.
- No debes preocuparte por ella, padre. -Hermes estaba a su lado- Después de todo, es una diosa de la guerra, seguramente hará trizas a su oponente en un santiamén.
- Es verdad que es una diosa de la guerra, -Ares se apareció detrás de ambos hablando con una voz grave y estremecedora- sin embargo, ella, a diferencia mía, se centra más en la estrategia que en el mismo combate, así que no esperes un combate tan visceral como los anteriores.
- Entiendo. Ojalá y sea un combate interesante como lo han sido los anteriores.
Zeus le lanzó una mirada asesina al dios mensajero. Hermes desvió la mirada.
Mientras tanto, del lado de los dioses egipcios se generó una discusión entre Amón y Seth.
- ¡Maldición, Seth! ¡Por tu culpa me ganaron el turno!
- ¡¿Mi culpa?! ¡Tú eres el holgazán que no se movió de su silla hasta que pasó el receso!
- ¡¿Y Por qué demonios querías usurpar mi turno?!
- Como vi que no movías ni un solo dedo para presentarte... Pensé que tal vez podía ir en tu lugar...
- ¡Eso no te da ningún derecho a-
- ¡Ya cállense! -interrumpió Isis (la reina de los dioses egipcios)- Seth, era el turno de pelear de Amón, así que no tenías derecho a quitárselo.
- ¡JA! -Amón le dio un pequeño empujón a Seth.
- No cantes victoria, Amón. Seth tiene razón, no mostraste nada de iniciativa para ir a la arena.
Amón no dijo nada y se sentó de nuevo en su trono.
- Me caías mejor antes de que te mataran con veneno -Seth le sacó la lengua al dios del sol.
- ¡¿Qué dijiste?! -Amón se levantó dispuesto a golpear a Seth.
- ¡BASTA! -gritó harta la reina.
Ambos se sentaron.

6

¡Ahora, quien representará a los humanos en esta ronda es una joven proveniente de Francia! ¡Con solo dieciséis años participó en la guerra de los cien años! ¡Se dice que ella puede ver el futuro! ¡La doncella guerrera! ¡JUANA DE ARCO!
Juana de Arco estaba esperando a que la anunciaran al pie de la entrada de los humanos, sin embargo, cuando Hestia levantó las enormes cortinas de fuego, Juana entró en pánico, recordó claramente cuando murió incinerada en la hoguera, retrocedió unos pasos y quería huir.
"¡Bruja! ¡Blasfema!" le habían gritado sin cesar mientras moría.
"No tengas miedo, -le habló Hrist desde su interior- esta vez no estás sola".
Juana se puso su casco y avanzó a la arena aún estando ligeramente nerviosa.
La doncella estaba completamente protegida por su armadura.
Los humanos dieron un grito de emoción al ver entrar a la joven.
Hestia salió de la arena deseándole buena suerte a su sobrina con la mirada, Atenea respondió el gesto asintiendo.
Cuando Juana se paró frente a la diosa desenfundó su espada.
- ¡COMIENCEN!
Atenea blandió su lanza con la intención de cortarle la cabeza a Juana, sin embargo, la doncella alcanzó a agacharse llevándose solo un ligero golpe que recibió su casco, Juana contestó el ataque lanzando un tajo al torso de la diosa. Atenea rápidamente se cubrió con su escudo.
- Nada mal, humana.

Próximo capítulo 28 de junio

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