Capítulo 12: Pesadilla

ADVERTENCIA
El contenido mostrado a continuación -así como la obra en general- no es apto para personas sensibles. Se recomienda discreción.

1

Gilles de Rais rio maniáticamente después de haber abierto a su oponente, miraba al cielo y en poco tiempo le dolió el estómago. Cuando se calmó, bajó la mirada a Buda, lo veía con lástima.
- Ahhh... - Gilles pateó el rostro de buda- Jamás pensé que volvería a tener esta sensación... Hace cientos de años que no la experimento... Te lo agradezco, Buda... 
El barón se quedó mirando a la nada recordando su juicio y sus últimas palabras.

2

El 15 de octubre de 1440, Gilles de Montmorency-Laval fue arrestado debido a un descuido garrafal que cometió.
Era una mañana tranquila, como cualquier otra y el barón sentía la lujuria recorrer su cuerpo una vez más, necesitaba saciar sus apetitos sexuales y pronto. Gilles alistó su armadura, se vistió y salió al pueblo que estaba cerca de su castillo. Se paró en la plaza central y pronunció:
- Necesito jóvenes fuertes para labores domesticas en mi castillo a tiempo completo, se les ofrece hospedaje con desayuno comida y cena incluidas y paga semanal. 
Muchas de las familias con hijos desconfiaban de la oferta; el barón ya había reclutado a muchos jóvenes del pueblo, incluso de pueblos vecinos, sin embargo, nunca se volvía a saber de ellos.
Al ver que nadie se ofrecía, Gilles eligió a cuatro jóvenes que se encontraban ahí. El barón se los llevó en una carreta a su castillo.
El castillo era rodeado por una pestilencia insoportable a muerto incinerado, uno de los jóvenes reconoció inmediatamente el olor -ya que alguna vez quemó caballos enfermos- y al ver que no había ningún tipo de ganado, entró en pánico y huyó. 
- ¡¿A DÓNDE CREES QUE VAS?! -gritó Gilles desenfundando su espada y se fue tras el.
Los demás jóvenes reaccionaron al instante y se abalanzaron sobre el barón. 
- ¡QUITÉNSE DE ENCIMA MALDITOS BASTARDOS! -gritó iracundo.
Gilles se los quitó por medio de golpes y procedió a degollarlos; al morir dieron un ensordecedor grito de terror y agonía advirtiendo al joven escapista que al voltear vio a un  demonio bañado en sangre con espada en mano tras y con tres jóvenes asesinados a su espalda.
El muchacho corrió lo más rápido que pudo llorando y gritando desesperadamente por ayuda. 
Muchos pueblerinos lograron escuchar los gritos del joven y vieron cómo era perseguido por Gilles blandiendo su espada. Lograron detenerlo sin que este asesinara al muchacho y lo llevaron a la corte real. Enseguida, un representante de esta, fue a revisar el castillo y lo primero con lo que encontró fueron con los cadáveres de los tres jóvenes que Gilles mató antes de ser detenido siendo llevados por los sirvientes, los arrestaron también. Al entrar al castillo todo parecía normal, sin embargo, en el sótano había enormes rastros de sangre, sin mencionar la peste que olió el joven que sobrevivió y un enorme pentagrama en la pared manchado de sangre con grilletes en cada punta.
Gilles de Montmorency-Laval fue llevado a un juicio de diez días en el que sus sirvientes declararon (testimonios reales): 
"A veces les cortaba la cabeza a los muchachos; otras, solo la garganta, y en otras ocasiones les rompía el cuello a golpes. Después de que las venas estaban cortadas para que languidecieran mientras su sangre se derramaba, Gilles a veces se sentaba en las barrigas de los niños y sentía placer. Inclinándose sobre ellos, los veía morir". 
Otros testigos cuentan cómo abría los cuerpos de niños y tenía relaciones sexuales con ellos mientras sus cadáveres todavía estaban calientes.
Gilles confesó el 25 de octubre ser culpable completamente de los asesinatos, alegando que sentía un gran ardor y placer cometer dichos actos y que lo orilló a llevarse la vida de más de cien niños, además de haber usado jóvenes para rituales satánicos en los que intentaba "revivir a Juana de Arco". Gilles no mostró ningún rastro de demencia o arrepentimiento.
Al día siguiente, 26 de octubre de 1440, por los crímenes de pedofilia, sodomía, asesinato y satanismo, fue llevado a la horca, dónde pronunció sus últimas palabras.
- Yo soy una de esas personas para quienes todo lo relacionado con la muerte y el sufrimiento tiene una atracción dulce y misteriosa... -testimonio real- Una fuerza terrible que empuja hacia abajo... Yo hice lo que otros hombres sueñan... Yo soy... Vuestra pesadilla.
El barón de Rais murió , solo con la frustración de no haber podido asesinar a aquel joven que escapó de sus manos. Su cuerpo se quedó colgado frente a una enorme multitud que no podía creer que el héroe de guerra que creían conocer, era en el fondo un demonio en vida... La maldad pura encarnada.

3

Gilles se inundó en un gran éxtasis, sin embargo, algo le pareció extraño: no podía escuchar a nada ni a nadie, no hubo ninguna clase de ovación o abucheo, ni siquiera a Heimdall anunciando su victoria y no recordaba haber visto cómo el cuerpo de Buda se convertía en polvo.
El silencio fue interrumpido por un débil "lup-dup" proveniente del cuerpo de Buda.
Gilles volteó lentamente hacia él. Ahí estaba aún, lleno de sangre, destripado y completamente inmóvil en el suelo, justo como lo había dejado. Nuevamente se escuchó el lup-dup, esta vez más fuerte. Era el latido del corazón de Buda.
- ¿Qué demonios? -Gilles se acercó lentamente y con su pie pateó la pierna sana de Buda. 
Lup-dup, lup-dup, lup-dup.
El sonido retumbaba en los oídos y mente del barón, se tapó las orejas, no obstante, el sonido se intensificó. "¿Cómo es posible? No puede ser... ¡No puede ser verdad!, ¡YO LO MATÉ!" Se dijo a sí mismo Gilles, comenzaba a sudar y la frustración se apoderó de él, como cuando no logró matar al niño que lo encaminó a la muerte.
El sonido sonaba cada vez más rápido, el barón se retorcía, era un sonido insoportable para él, temía que en cualquier momento Buda se levantaría. Gilles empezó a jadear y miró con rabia de nuevo el cuerpo de Buda, no se movía pero sabía que aún tenía vida.
- ¡YA CÁLLATE! 
El barón se inclinó violentamente al cuerpo y con un cuchillo apuñaló varias veces en el cuello a Buda, le sacó el corazón y lo aplastó con su pie. El sonido había cesado.
Gilles se secó el sudor y exhaló profundamente. El cuerpo desapareció.
- ¿Por qué tan tenso? -preguntó una voz calmada y serena detrás del hombro del barón.
Gilles volteó sorprendido. Era buda, que estaba de pie sin ninguna herida.
El barón se reincorporó de golpe y esbozó una ligera risita confundido.
- Yo te maté... ¡¿Por qué no estás muerto?!
Buda encogió los hombros y le lanzó al barón su cadena al suelo. Gilles la levantó y corrió hacia el iluminado, le pateó la pierna haciendo que se inclinara, posteriormente, el barón le dio un fuerte golpe en la cara, haciendo que Buda cayera de espaldas y Gilles le enredó la cadena en el cuello, comenzó a asfixiarlo hasta que su cuello tronó.
Lup-dup, lup-dup, lup-dup.
- ¡OTRA VEZ ESE MALDITO SONIDO!
Gilles pateó el cuerpo volteándolo y procedió a pisotear la cara de Buda frenéticamente.
Tal cual relato de Edgar Allan Poe, Gilles se volvía loco al escuchar el latido. Nuevamente jadeaba y después de dejar irreconocible el rostro del iluminado, el sonido paró.
- ¿Por qué tan tenso? -Buda nuevamente apareció detrás de Gilles y le dio una patada.
Lup-dup, lup-dup, lup-dup.
- ¡AAGGHHH! -Gilles se abalanzó sobre Buda y con dos cuchillos abrió a Buda, le sacó las tripas y las picó para pasar después con el corazón que no paraba de latir.
Una mano tocó el hombro de Gilles.
- ¿Por qué tan tenso? -Buda golpeó en la cara a Gilles, el barón sacó de su cinturón un pequeño maso, y con él abolló la cabeza de Buda; el iluminado cayó al suelo y Gilles aprovechó para romperle las costillas a punta de mazazos; el barón no paraba de gritar.
Lup-dup, lup-dup, lup-dup, lup-dup. Cuando una de las costillas perforó la piel de Buda saliendo a la luz, Gilles la arrancó y con ella atravesó el corazón del iluminado.
- ¿Por qué tan tenso?

4

- ¡Te haré pagar por lo que le hiciste a esos niños! -había gritado Buda.
La única persona -o cosa- que lo había hecho llegar a tal nivel de ira fue Hajun al insultar a su amigo Zero y al igual que con Hajun, haría pagar al barón.
Gilles venía hacia el, Buda se concentró y juntó las palmas expulsando una onda de energía invisible a su alrededor. Cuando el barón fue alcanzado por ella, entró en trance.
- ¿Qué pasó? -Hefesto preguntó extrañado.
- ¡Maldición! -exclamó Geir al ver cómo Buda extendió su palma- Es la palma de Buda.
- ¿Qué dices? -Hefesto volvió a mirar la arena y ya no estaba Gilles- ¿A dónde...? Ah... Está usando su chi, ¿Verdad?
- En efecto. Esa habilidad que posee le permite crear una especie de ilusión para su contrincante y literalmente, distorsionando la realidad, tenerlo en la palma de su mano.
Hefesto examinó atentamente a Buda y en su palma logró ver que se encontraba un diminuto Gilles de Rais.
La humanidad no sabía qué estaba pasando por lo que Heimdall procedió a explicarlo.

5

- Vaya, sí que puso en aprietos ese humano a Buda. -dijo Amón con confianza- Pero es su fin, no puede escapar de eso.
- No te apresures. -Seth lo tomó por el hombro- Lo que está haciendo Buda es un arma de doble filo... Es verdad que tiene al humano en su mano, sin embargo, no puede dañarlo ni mucho menos matarlo... Además, no podrá mantenerlo así por mucho tiempo; ya perdió mucha sangre y en cualquier momento se acabará su chi. Y en cuanto ese momento llegue... El humano lo atacará con todo.

6

- Ya llevan parados ahí por diez minutos. -dijo Enlil cansado- No sé cómo es que Buda puede continuar así, con el estado en el que se encuentra.
- Si me lo preguntan... -Mictlantecuhtli habló- Fue una jugada muy arriesgada... No sé cómo se las arreglará para cuando el humano salga de su ilusión... De todas formas... Buda ya está con un pie en la tumba... Puedo verlo...
- Es verdad que Buda está por morir: -Ereshkigal se inclinó hacia adelante- toda esa sangre que ha perdido y tomando en cuenta toda la energía que está consumiendo, se le está acortando rápidamente la vida... Pero... Estoy segura de que tiene una razón para encerrar al humano en su palma ... ¡Ah!
- ¿Qué sucede? -preguntaron al unísono.
- ¿No lo ven? Está meditando.
- Está juntando energía de nuevo... ¡Ja!
Buen trabajo.

7

Gilles se pasó matando a una infinidad de Budas por más de 10 horas, sin embargo parece que para él habían pasado días.
El barón terminó exhausto, se recargó sobre su espada, ya se había hartado de matar al mismo sujeto una y otra vez.
Lup-dup, lup-dup, lup-dup, lup-dup.
Buda estaba de pie frente a él y formuló la misma pregunta que ha hecho por más de diez horas.
- ¿Por qué tan tenso?
- ¡¿POR QUÉ DEMONIOS NO TE MUERES?!
De repente, Gilles sintió una perturbadora presencia detrás de él. Volteó y se encontró con un gigantesco Buda, no tenía el ojo izquierdo y el otro lo tenía cerrado, aunque no tuviera vista Gilles sabía que lo miraba, el barón estaba parado en la palma de su mano. Era impresionante, sin embargo Gilles solo sintió más frustración.
- Conque lograste expulsar tu chi... ¡PUES NO ME VOY A DAR POR VENCIDO HASTA QUE ESTÉS MUERTO!
Gilles corrió a toda velocidad sobre el brazo de Buda hasta llegar a su hombro y cuando llegó a su cuello lo cortó de un tajo.
En un parpadeo, el barón nuevamente estaba en la palma de Buda, furioso gritó e intentó matar a Buda de nuevo sin éxito alguno. Lo volvió a intentar tres veces más y el resultado fue el mismo, aparecía siempre en la palma de Buda. Nunca logró siquiera subir por el brazo, solo daba vueltas en su mano.
- ¡AAAGGGHHH! -harto, Gilles de Rais enterró su espada en la mano de Buda.
Gilles sintió un leve temblor. Sonrió y la siguió enterrando en diferentes partes. La sangre comenzó a salir y al ver esto, el barón rio como loco de nuevo.
- ¡YA DI EN EL BLANCO! -Gilles procedió a cortar los dedos del enorme Buda, dejándolo solo con el pulgar y de esta forma la ilusión se rompió.

8

Todos los espectadores veían a Buda intrigados, los humanos aún no terminaban de entender qué estaba pasando, salvo unos pocos que se daban la idea.
El iluminado había logrado sentarse cruzando las piernas, estaba recto, mantenía su mano derecha abierta en palma al frente suyo y la otra palma se mantenía vertical a su pecho. De pronto, el iluminado hizo un gesto de dolor y molestia. De su palma derecha comenzó a brotar sangre, unas cuantas gotas cayeron al suelo incrementando el tamaño del charco de sangre que se había formado por la pierna de Buda.
- ¡AGH! -gritó Buda sacudiendo su mano derecha, la postura del iluminado se había roto y a unos metros de él se manifestó Gilles de espaldas a el iluminado.
Todos se espantaron al verlo.
Gilles comenzó a examinar al público para asegurarse de que no estuviera en otra ilusión. Cuando escuchó la voz de Heimdall anunciando su regreso se convenció de que estaba en la realidad. Habían pasado once minutos desde que había entrado en la palma de Buda.
Gilles volteó lentamente con una sonrisa macabra en su rostro y vio a Buda sentado a unos metros de él, tenía la pierna empalada, no tenía el ojo izquierdo y en su mano derecha ya no tenía el dedo índice y medio, su anular y meñique le colgaban de la mano, estaba sentado pero temblaba por el dolor, el tono de su piel se volvió pálido, estaba sudando y jadeaba.
- Ah... Ahí... Estás... -dijo muy lentamente Gilles en un tono siniestro e inclinó la cabeza al lado izquierdo cuando dio la vuelta hacia él- ¿Por qué tan... Tenso?
Muchos niños -víctimas del barón- rompieron en llanto aterrorizados al ver a Gilles de esa forma; recordaron cómo el barón los miró y les formuló la misma pregunta sosteniendo un cuchillo para después asesinarlos y profanarlos, la pesadilla había regresado.

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9

Gilles dio un par de pasos al frente, Buda por instinto, aún sentado, retrocedió. Gilles se carcajeó al ver la reacción de Buda, agarró con fuerza su espada y corrió hacia él, la levantó sobre su cabeza y con una sonrisa macabra de oreja a oreja gritó:
- ¡MUEREE!
Buda extendió su mano derecha y abrió su ojo.
- ¡MUY TARDE! -desenfrenado, el barón gritó al ver el ojo ciego de Buda.
Gilles intentó descargar toda su fuerza en el tajo que cortaría en dos a Buda, no obstante, algo lo detuvo.
El barón se quedó de pie frente a Buda sosteniendo su espada sobre su cabeza sin poder moverla. Gilles gimió extrañado y volteó.
Un largo y delgado brazo negro salido del suelo agarraba con fuerza la punta de la espada del barón. Gilles jaló de ella pero la mano no cedía. El suelo empezó a zimbrar y decenas de manos negras salieron de él, se engancharon a los pies de Gilles y no lo dejaron moverse.
- ¡Tus ilusiones ya no funcionarán conmigo! -en un arranque de ira, el barón logró quitarle su espada a la mano que la tenía cautiva y la clavó al piso, sin embargo, se rompió.
- Esta no es una ilusión, Gilles -le contestó Buda exhausto.
- Q-qu ¿Qué? -preguntó el barón aterrorizado.
- Invocación de demonios.
El piso se abrió y de él surgieron docenas de demonios negros con el aspecto de todas las víctimas que mató Gilles.
"¡NO POR FAVOR, PARA!, ¡QUIERO A MI MAMÁ!" exclamaban los demonios, algunos otros emitían llantos de bebé, y chillaban.
Lup-dup, lup-dup, lup-dup, lup-dup, lup-dup, lup-dup, lup-dup, lup-dup. Escuchaba incensantemente el barón mientras los demonios lo manoseaban.
- ¡NO! ¡ALÉJENSE DE MÍ! -gritó horrorizado agitando su espada. Uno de los demonios lo detuvo y se la arrancó de la mano llevándose consigo su brazo izquierdo completo. Gilles gritó de agonía. Los demás demonios comenzaron a morderlo y a rasguñarlo.
Lup-dup, lup-dup, lup-dup, lup-dup, lup-dup, lup-dup, lup-dup hacía el corazón de Gilles.
Dos de los demonios lo despojaron de su armadura, le abrieron el estómago y le sacaron las tripas. La mayor parte de su sangre se derramó al suelo junto con sus órganos internos.
- ¡AYUDA! ¡AYUDA! -no paraba de gritar Gilles llorando y extendiendo su mano hacia Buda.
Buda lo veía sentado frente de él.
- ¡Guilles de Montmorency-Laval!, ¡Este es tu castigo por todos los crímenes que cometiste a lo largo de tu vida!
- ¡NO, POR FAVOR!
Un demonio diminuto escaló por su espalda y llegó hasta su hombro para susurrar:
- ¿Por qué tan tenso?
Gilles dio un estridente grito y fue arrastrado hacia abajo; el suelo se había convertido en una laguna de sangre y al barón lo hundían lentamente, cuando la mitad de su cuerpo estaba ya dentro, los demonios comenzaron a violarlo. Gilles extendió su mano al cielo y dio sus últimas palabras.
- ¡JUANA!, ¡JUANA! ¡AYÚDAME! ¡AYÚDAM-
Dos demonios le arrancaron la cabeza impidiendo que terminara la frase.
El suelo comenzó a volver a la normalidad, todos los demonios volvieron de dónde habían venido llevándose a Gilles de Montmorency-Laval. La mano derecha del barón se quedó erguida, saliendo del suelo y en pocos segundos se hizo polvo.
Todo el público se quedó atónito y completamente paralizado de miedo por lo que acababan de presenciar.
Los dioses gritaron de alegría por la victoria y algunos de las víctimas del demonio Gilles de Rais lloraron de alegría y satisfacción. Geir y Hefesto se mantuvieron en silencio, al igual que el resto de la humanidad que no sabían cómo reaccionar ante la victoria de Buda.
Mientras que Juana de Arco miraba su monitor sorprendida por el combate.

Próximo capítulo dentro de un par de horas

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