Capítulo 1: Un Aliado
1
Geir entró en la misma sala donde alguna vez su hermana Brunhilda se sentó a reclutar e invocar a los participantes del Ragnarok anterior. Podía recordar cómo siempre estaba a su lado, asustada por el destino de la humanidad y por lo intimidantes que eran los dioses. Una pequeña lágrima se asomó por su ojo. Se paró a un lado del asiento que usó Brunhilda y lo miró con melancolía.
- ¿Geir? -rompió el silencio una voz cálida- ¿Estás bien?
Era Fleck, la hermana mayor de Geir que se puso a su lado y le tomó el hombro. Geir se secó las pocas lágrimas que dejó salir y se sentó.
- Sí, gracias Fleck.
- No tienes por qué ocultarlo Geir... Todas la extrañamos.
Ambas se abrazaron y lloraron por todas sus hermanas caídas: Brunhilda, Prour, Reginleif y sus otras tres hermanas*. Cuando ambas se calmaron Flek habló.
- Hermana... Hay algo que me inquieta... Si no mal recuerdo en el torneo del Ragnarok hay 7 participantes humanos y siete participantes dioses. La única forma en la que los humanos pueden rivalizar contra los dioses es que nosotras nos unamos a ellos en alma para poder brindarles armas, y en el anterior ragnarok murieron varias de nosotras... ¿Cómo es que planeas ganar con esa desventaja?
- Tienes mucha razón Flek, pero hay algo en lo que te equivocas... No somos las únicas capaces de brindarles armas a los humanos.
- ¿A qué te refieres?
- Tenemos un aliado Fleke, uno de los dioses se ha aliado a nosotros.
- ¿Quién?
- Perdón por la tardanza Geir -en la habitación entró un hombre grande, con una voz gruesa y rasposa, vestía un sucio delantal café.
- No hay cuidado. Flek, permíteme presentarte a Hefesto, el dios de la forja.
Flek pudo apreciarlo bien, era alto y robusto, tenía gran barba, su rostro al igual que su delantal y todo su cuerpo parecía estar sucio y sudado. Hefesto le tendió la mano y Fleke la estrechó; sus manos eran grandes y ásperas.
- ¿Cómo es que tenemos dioses de nuestro lado Geir?
- Permíteme contestarte pequeña, -habló Hefesto- en mi caso me estoy rebelando a los dioses por todo lo que me han hecho a mí, me dejaron cojo y mataron a mi hija pandora... Alguien tiene que hacerlos pagar por ello. Es por eso que le ofrecí mis servicios a Geir para crear las armas que falten para los humanos.
- Ya veo... Pues nos da mucho gusto tenerlo de nuestro lado señor Hefesto. -contestó Flek haciendo una reverencia, Hefesto se halagó.
- En fin, -dijo Geir- menos charla y más trabajo. Hefesto, solo tenemos un día para preparar todo, crees poder-
Hefesto la interrumpió.
- Tú no tienes por qué preocuparte Geir, todo estará antes de tiempo. ¿Ya elegiste a los participantes?
- Sí, y los que te pido que ayudes son...
Una vez más Hefesto la interrumpió.
- No, yo mismo los elegiré, es la única condición que tengo, ¿lo recuerdas?
- Oh sí... Lo siento. Pues adelante- le dijo indicándole que eligiera a los participantes de la lista que ella convocó. Geir empezó a recordar cómo conoció a Hefesto.
2
Faltaba una semana para la votación milenaria de los dioses y Geir estaba preocupada. Al igual que su hermana mayor estaba dispuesta a poner frente a los dioses pidiendo un nuevo Ragnarok pero había un problema: no había suficientes valquirias para pelear junto a los humanos. Fue cuando se le ocurrió pedir ayuda a los dioses, aquellos a los que se iba a enfrentar una vez más. Pensó inmediatamente en los cíclopes, los creadores del rayo de Zeus, el tridente de Poseidón y la lanza de Hades, pero estos yacían encerrados sin ningún acceso... <<Solo queda Hefesto>> pensó y enseguida fue a visitarlo.
Hefesto vivía en una lejana cueva del reino de los dioses, podría considerársele como un ermitaño y le tomó a Geir 2 días llegar con él.
La entrada de su cueva era lúgubre, húmeda y hedía un olor que provocaba nauseas. Geir entró y solo hubo oscuridad, hubo un momento donde se sintió perdida y quería salir de ahí, no encontraba la salida, quiso ir en dirección contraria y solo se topó con pared, decidió retomar su camino y encontrar a Hefesto por mucho que le asustara la cueva.
-Vamos Geir, -se dijo a sí misma- ¡ya no eres una niña que se asusta hasta con el pasar de una mosca! Debes ser igual de valiente que Brunhilda.
Caminó lentamente a tientas, sin poder ver nada en línea recta. Al poco tiempo sintió calor y a lo lejos pudo ver un resplandor rojo y caminó hacía él con más prisa.
Cuando alcanzó el resplandor se encontraba en lo más recóndito y en el final de la cueva. Ante ella había una sala pequeña con una chimenea encendida y lo que parecía ser un sillón frente a la chimenea, en él se encontraba sentado Hefesto mirando el fuego y a lado de él se encontraba una pequeña mesa de té con un mazo sobre ella.
- S- ¿Señor Hefesto? No hubo respuesta.
- Mi nombre es Geir... -continuó acercándose lentamente al sillón- Soy una valquiria.
- Es irrespetuoso irrumpir en el hogar de un dios y hablar sin su permiso -dijo al fin Hefesto con una voz intimidante.
- Lo sé señor, me disculpo, pero-
La interrumpió Hefesto.
- ¡¿Qué es lo que quieres?!
Para cuando Hefesto gritó Geir ya estaba a lado de él y pudo ver cómo no despegaba la vista del fuego. Enseguida Geir se arrodilló ante él.
- ¡He venido a pedir su ayuda mi señor! -gritó por los nervios. No hubo ninguna respuesta de parte de Hefesto y Geir continuó hablando- Verá mi señor, la fecha de la votación está aproximándose, y quiero que los dioses accedan a realizar el Ragnarok-
Hefesto la volvió a interrumpir.
- Con eso no tendrás mucho problema. Ellos accederán a realizar el torneo, son tan orgullosos... Además de que su vida necesita un poco de emoción, están tan aburridos que no dudo que accederán. No necesitas mi ayuda para eso, ¡Vete ya!
- Yo también sé que los dioses realizarán el torneo, pero hay un problema mi señor. Nosotras las valquirias-
- ¡Hablas demasiado, ve al maldito punto!
- Los humanos necesitan armas para enfrentarse a los Dioses mi señor... -Geir levantó la mirada y vio disgusto en la expresión de Hefesto- Verá, hace mil años ya hubo un ragnarok y fuimos las valquirias quienes proporcionamos las armas con nuestras vidas, algunas de nosotras murieron y ahora no somos las suficientes para los participantes... Por eso vine para pedirle sus servicios.
Hefesto se levantó dando un suspiro.
- ¿Qué te hace pensar que los ayudaré?
Geir también se levantó.
- Sé que usted y los demás dioses no tienen una buena relación. Le han hecho muchas maldades. Sobre todo Zeus y Ares.
Hefesto la miró y caminó alrededor de su sala pensando y meditando en las palabras de Geir.
- ¿Y eso qué? Dices que ya habido un ragnarok y apuesto lo que quieras a que esos dos ya participaron y no lo volverán a hacer.
- Zeus participó en el ragnarok anterior, sí, pero Ares no. Y yo puedo asegurarle sin temor a equivocarme que él participará representando a los griegos.
Hefesto se detuvo y la volteó a ver con mucho interés.
- Señor Hefesto -continuó Geir tomando el mazo de la mesa y tendiéndoselo a Hefesto- La oportunidad de vengarse de Ares con sus armas.
Hefesto tomó el mazo y se quedó observándolo por un momento. Recordó a su exesposa Afrodita y apretó su mazo con fuerza.
- De acuerdo -dijo al fin mirando a Geir a los ojos- Puedes contar con mi apoyo, pero con la condición de que yo elegiré a los participantes que les crearé sus armas.
- Esta bien -contestó Geir y junto con Hefesto estrecharon manos.
3
Después de que Hefesto terminase de elegir a sus participantes Geir rápidamente escribió un mensaje en un papel y lo enrolló. Hizo lo mismo con un papel más, en este había escrito más cosas.
- Flecke, necesito que vayas con nuestras hermanas y les entregues este mensaje -dijo dándole el rollo de su mano derecha- y este rollo dáselo a Zeus - le dio el rollo de su mano izquierda- por favor.
Ella asintió y salió corriendo de la habitación.
- Será mejor que vayamos a reunirnos con los participantes que elegiste.
- Yo tengo que preparar la forja, tú los traerás a mí.
- De acuerdo.
Así lo hizo Geir. Fue en busca de los 6 participantes y los llevó con Hefesto quien en tiempo récord les creó sus armas en menos de 24 horas.
A unos minutos de acabarse el tiempo, Geir estando en uno de los pasillos del coliseo del Valhalla, realizó una video llamada con su teléfono. En seguida esta transmisión llegó a cada una de las pantallas de las recámaras de los participantes humanos y comenzó a hablar
- De antemano quiero decirles que es para mí y mis hermanas un honor conocerles, también les agradezco de antemano sus servicios para participar en este torneo. -dijo haciendo una pequeña reverencia- Como saben y pudieron ver en el torneo pasado, está en juego el destino de la raza humana una vez más. Ustedes son los escogidos para proteger y salvar a la humanidad de ser destruida por la ira de los dioses, son lo mejor de lo mejor en la historia del ser humano, les pido que den su mayor esfuerzo y les deseo la mayor de las suertes. Geir finalizó la llamada.
En cuanto Geir terminó de hablar el suelo retumbó. Todos los espectadores habían sido invocados y los dioses junto con ellos. Hubo un gran escandalo por parte de los humanos, estaban asustados. Los que ya habían presenciado el primer ragnarok palidecieron y exclamaron "¡NO! ¡OTRA VEZ NO!" estaban preocupados de que en esta ocasión perdieran contra los dioses. Hubo cientos de miles nuevos espectadores que no sabían qué estaba ocurriendo pues era toda la gente que nació en el último milenio, afortunadamente algunos otros humanos "veteranos" les explicaron la situación.
También hubo humanos que se llenaron de orgullo y confianza y empezaron a jactarse
"¡Ja! ¡Una vez más les patearemos el trasero!" gritaban algunos.
- Malditos... -dijo entre dientes Enlil quien estaba sentado en el podio de los dioses líderes; junto a él estaban sentados los demás dioses líderes así como algunos de los dioses que sobrevivieron al ragnarok pasado entre ellos Shiva y Thor quienes miraban estoicos a su alrededor. Zeus y Buda por su parte estaban serios. Tezcatlipoca, Amaterasu y Huitzilopochtli miraban expectantes a los humanos.
- Nunca pensé que volvería a pisar esta arena siendo el comentarista... -dijo Heimdall con calma mirando y acariciando su cuerno- ¡Qué emoción!
4
Geir salió de una de las habitaciones de los 13 representantes humanos y se dirigió a su lugar en el estadio. Se cruzó de brazos y esperó al comienzo de este.
Los espectadores humanos estaban de un lado del gran estadio mientras que los dioses estaban en otro como en el Ragnarok anterior naturalmente; para evitar una confrontación directa entre estos se levantó un gran muro que separaba a los humanos de los dioses con un grosor de tres metros y una altura de 8 metros.
Dado el alboroto Heimdall tocó su cuerno por segunda vez en su vida, captó la atención de todos los espectadores y empezó a hablar.
- ¡Damas, caballeros y deidades!, ¡Les doy la bienvenida al segundo y último torneo del ragnarok!
Como ya sabrán las reglas son simples: 13 humanos contra 13 dioses, ¡el primer equipo que gane 7 combates será el ganador! ¡En esta ocasión está en juego el destino de la humanidad junto con el de sus protectoras las valquirias! ¡En caso de que los humanos ganen, no volverá a considerar la destrucción de los seres humanos!
El temor invadió a todos los espectadores humanos.
Geir pensó por un momento en la posibilidad de perder, no solo implicaba que matarían a los humanos y a las valquirias, sino que sus almas también serían destruidas, extuinguiéndose de la faz del universo. Dejó a un lado ese pensar, confiaba plenamente en los humanos y de lo que eran capaces.
- Teniendo esto en cuenta... ¡DA COMIENZO LA BATALLA DEFINITIVA POR LA EXISTENCIA HUMANA!
Hubo un gran grito de emoción por parte de los dioses y de algunos humanos que sucumbieron a sus nervios y ansias
Glosario
Este pequeño espacio es para aclarar ciertos detalles que son indicados por un asterisco. En este caso, la muerte de las Valquirias. En este capítulo hablé de dos muertes confirmadas y además de Brunhuilda, esto porque pienso que Brunhilde morirá en el manga original.
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