San Valentín estrellado con olor a azufre
Dedicado a @FlowersDolly
Hércules miró y remiró por enésima vez el cristal del escaparate, consiguiendo los mismos resultados que en los últimos nueve vistazos a esa tienda. Suspiró y salió de la tienda al cielo gris y encapotado. A pesar de que ya habían dejado enero atrás y febrero estaba llegando a su fin, el clima frio y lluvioso no había cambiado, con chubascos espontaneos que a veces se transformaban en chaparrones y a veces en neblina, lo cual hacía muy molesto el caminar por las calles sin resbalar, empaparse los zapatos en un charco o perder el ánimo de encontrar un regalo a tiempo para San Valentín. Su maldito descuido y holgazanería, dejando el asunto para más tarde con la excusa de que "tenía tiempo" había conseguido que llegara el 12 de febrero y él estaba sin un regalo para su novio. Sabía que estaba mal, pero aquel juego de luchas online había robado toda su atención desde que Ares se lo prestara, y cuando quiso darse cuenta casi se le había pasado el arroz.
Pateó una roca, frustrado. Ni siquiera se le ocurría que podía comprarle, y preguntarle ahora no solo sería demasiado obvio sino que demostraría que era un idiota que no podía tomarse en serio algo tan importante como San Valentín. Además, conociendo a Loki, sabía que le haría bromas sobre esa situación durante meses. La vergüenza del error era suficiente, por mucho que Loki no se molestara por ello. Giró en una esquina, pisando un charco que se había formado y que, afortunadamente para sus zapatos, no era muy profundo, pero que solo sirvió para fastidiarlo más. Aceleró el paso, viendo como las gotas empezaban a caer e intentó llegar a casa antes de que terminara empapado, cosa que no consiguió del todo y que causó que entrara en su apartamento con el ceño fruncido y dando un portazo, goteando.
- ¿Has tenido suerte?- Ares preguntó sin mucho interés, sus ojos fijos en la pelea de la pantalla y sus dedos pulsando botones.
Hércules se dejó caer pesadamente en el sofá al lado de su amigo. Miró la pantalla del televisor. Ares estaba jugando el mismo juego que lo había distraido tanto tiempo, haciendo que suspirara con fuerza. Se pasó las manos por la cara para intentar calmarse y pensar, pero la frustración volvió a hacerse presente, soltando un quejido exasperado.
- Tomaré eso como un "no".
- ¡Es que no sé que hacer!- Exclamó el pelirrojo.- Loki siempre está cambiando de gustos. Un día le gustan los perros, al siguiente los gatos. En un momento dice le encanta una sudadera que se ha comprado y dos segundos semanas después la desecha porque dice que no combina con él ¡No hay manera de comprarle nada!
- Y el hecho de que casi todas las tiendas estén cerradas tampoco ayuda.
- Sí... Gracias por recordarmelo.- Hércules dejó caer la cabeza sobre las manos.
Ares pausó el juego por primera vez desde que su amigo había llegado, dejó el mando en la mesa de café y se giró hacia Hércules. Su rostro era serio y decidido, y Hércules supo que se venía la peor idea posible. Sin embargo, no tenía muchas opciones que no fueran estúpidas en ese momento.
- Mira, si Loki es tan caótico como dices, usa eso. Tengo una idea para que le saques a una cita a mediados de mes, una en la que no se espere lo que vas a hacer ¡Es infalible!
- Es seguramente lo más estúpido que he oido en mi vida.- Hércules lo miró con el ceño fruncido.
Ares se encogió de hombros.
- ¿Tienes una idea mejor?
Hércules alzó un dedo y abrió la boca para objetar, pero ninguna idea le vino a la mente. Se quedó como un pescado muerto, durante unos segundos, buscando una respuesta antes de cerrarla y darse por vencido.
- No.
- Bien, pues escucha.
Lejos de allí, sin que ellos lo supieran, un chico peliverde se encontraba en el mismo problema que su novio. Loki, que para variar no había hecho ningún plan para San Valentín, daba vueltas en la habitación mientras se masajeaba las sienes. Thor, recostado en el sofá con un libro en las manos, no parecía molesto ante aquella situasión que había visto tantas veces.
- Si sigues así, vas a cavar un agujero hasta China.- Dijo el pelirrojo sin levantar la vista del libro.
- Lo siento, pero tu no tienes que encontrar un buen regalo para tu pareja en dos días ¡Así que no me digas que hacer!
- No me importa tu vida amorosa, me importa el suelo. Lo estas rayando con tanto trote.
- ¿Y que quieres que haga? No tengo nada que darle y me quedan dos días. Todas las tiendas está agotadas. Esto es el fin.
La el sonido de utensílios en la cocina hizo que Loki girara la cabeza. Con el mismo grado de interés en sus problemas que su hijo, Odín se preparaba un café con calma, acostumbrado a las reacciones exageradas del peliverde.
- Esto no es el fin. Si ha aguantado contigo todo este tiempo seguramente sabe que a veces puedes ser así.
Loki soltó un jadeo, apretó puños y dientes y se dejó caer sobre un sillón, dejando escapar un quejido de desesperación largo y molesto. Ya fuera por pena o para no tener que escucharle lamentarse por las próximas horas, Thor cerró el libro y lo dejó a un lado para luego girarse y mirarlo.
- Mira, simplemente hazle algo que sepas que le gusta- Thor le señaló con un dedo-. Ve a lo seguro. Dime ¿Qué es lo que más le gusta?
Loki bajó la mirada pensativo. Cosas como los deportes, los videojuegos y la comida le venían a la mente, pero nada de eso podía ser lo bastante especial. Hércules siempre hablaba de como le gustaba pasear por el bosque por las mañanas, pero con lo encapotado y lluvioso que estaba el cielo estos últimos días, no había posibilidad de organizar un picnic en condiciones. Estaba a punto de rendirse cuando recordó algo que había escuchado. Sacó su telefono para confirmar y lo vio, justo ahí.
Un plan empezó a formarse en su cabeza.
Dos días después, Hércules esperaba frente a la estatua de la plaza. Sus pies alzaban de forma alternada puntas y talones, meciendo su enorme cuerpo con nerviosismo. El sudor le corría por la frente mientras sus brazos, con las manos en los bolsillos, intentaban disimular su chaqueta, más abultada de lo habitual. El pelirrojo miraba de un lado a otro, buscando ver a su novio hacercarse dando saltitos como solía hacer, al mismo tiempo que comprobaba que nadie le estuviera mirando fijamente. Se sentía como un niño que había robado una galleta, mirando para ver si sus padres lo habían descubierto.
Pronto, alguien llamó desde su izquierda. Loki se acercó con su típica vivacidad y una sonrisa en el rostro. Hércules sonrió a su vez y lo recibió con un beso en la mejilla, evitando darle un abrazo para que no se delatara la sorpresa.
- ¿Has esperado mucho?- Preguntó Loki, mirándolo con una expresión alegre.
- No, apenas he llegado hace un rato.- Respondió Hércules con una risa nerviosa.
Loki ladeó la cabeza confundido. Hércules siempre lo había recibido con un abrazo cuando se encontraban. Ese era uno de sus momentos favoritos, el sentír sus grandes brazos envolverlo como una manta y hacerlo sentirse seguro. Aquella risa tampoco le ayudó a no preocuparse. Hércules se veía nervioso, sudando a pesar de ser un día frio y buscando no sacar mucho las manos de los bolsillos. Era un comportamiento muy raro. Estaba a punto de preguntar cuando Hércules lo tomó de la mano y empezó a caminar por la avenida, con tanta prisa que casi lo hizo troperzar un par de veces. Hércules caminaba con apuro, casi como si corriera, algo muy extraño en el enorme muchacho. Por suerte, para cuando llegaron a una calle más cerrada y vacía, Hércules redujo el paso. Loki aprovechó para recuperar el aliento y desear haber hecho más en aquellos meses que su novio lo invitó al gimnasio en el que entrena.
- Menuda carrera- farfulló Loki entre jadeos mientras veía como su novio no parecía fresco como una lechuga-. La próxima vez que quieras entrenar para los 100 metros lisos, avisamé antes de empezar.
- Perdona, pero no quiero que se eche a perder la cita por algún curioso.- Respondió Hércules mientras se ajustaba la chaqueta.
- Cualquiera estaría curioso, teniendo en cuenta como actuas ¿Se puede saber que escondes ahí?
- Nada.- Hércules se encogió de hombros.
- ¿Tu te crees que soy tonto?
- Un poquito, pero así te quiero.
- Dime que tienes en la chaqueta.
- No. Es parte de la sorpresa, y no voy a arruinarla. Ahora tenemos que irnos, o no tendremos tiempo.
Loki siguió a su novio, un poco de mala gana, pasando por la cafetería que siempre vistaban para luego hacer el habitual recorrido por el parque de la ciudad y sentarse en sus bancos favoritos. Hércules siempre empezaba las citas con un itinerario marcado. Cafetería, bancos, paseo por la plaza, nunca fallaba.
Excepto aquella vez.
Hércules no lo llevó a la plaza, sino a la bolera. Loki había mencionado ir allí algunas veces, pero siempre como algo puntual y sin importancia, por lo que ir allí fue una sorpresa. No negaría que pasaron un gran rato, pero le extrañó el cambio de plan, casi tanto como el hecho de que en lugar de moverse en autobus, Hércules decidiera tomar un par de aquellas bicicletas públicas que siempre había por las calles y hacer una corta pero intensa carrera con él que terminó abruptamente para palparse la chaqueta, así como otras diversas actividades comunes y no tan comunes en sus citas. Todo aquello era muy extraño, sobre todo para alguien tan predecible como su novio, y era un problema. Había planeado que llegaran a cierto sitio a cierta hora, no después. Para una vez que quería ceñirse a un plan, a Hércules le daba la venada caótica y decidía cambiar todo. Se preguntó si así era como se sentía Hércules cuando a él se le metía un capricho entre ceja y ceja.
La noche había caido casi por completo cuando enfilaron el paseo exterior de la ciudad. Hércules masticaba un perrito caliente recien comprado en un puesto cercano, con una sonrisa manchada de grasa y mostaza. Loki mordisqueaba una de las patatas que quedaban en la cagita, buscando en su cabeza la manera de dirigir sus pasos al sitio indicado sin que sonara demasiado urgente. Les quedaba mínimo media hora y tardarían unos veinte minutos en llegar allí, por lo que el tiempo apremiaba. Respiró hondo y puso su sonrisa más natural.
- ¿Sabes? Me apetece a ir a la colina que hay a las afueras. Seguro que desde allí le podemos tirar piedras a algún cuervo.
- ¿Por qué esa obsesión tuya de tirarle piedras a los cuervos?
- No sé por qué, pero siento que me vigilan.
Hércules pareció pensar por unos segundos antes de asentir, y Loki hizo su mayor esfuerzo para no suspirar del alivio por que se hubiera tragado aquella excusa tan mala, pero sí trató de que aceleraran el paso. La colina estaba algo alejada de la ciudad, un promontorio de tierra cubierto por completo de hierba salvo por un estrecho y sinuoso camino que llevaba hacia una cima pelada que daba una gran vista tanto de la ciudad como del campo que había en sentido contrario. Loki sentía que las piernas le estaban gritando e insultando mientras subían la empinada senda, pero trató de que no se notara mucho. Habían llegado bien, con al menos cinco minutos de margen antes de que empezara la sorpresa, por lo que se dejó caer pesadamente en el suelo con un jadeo y un quejido. Hércules colocó los brazos en jarra mientras admiraba la vista, respirando el fresco aire nocturno con una sonrisa. Acto seguido, caminó en circulos por la cima, agachándose de vez en cuando para recoger piedras, una mano todavía escondia en el bolsillo de la chaqueta, como si temiera que se le callera algo. Cuando tuvo un buen puñado, se giró hacia Loki, quien seguía sentado.
- ¿Listo para apedrear pajarracos?- Preguntó Hércules con una sonrisa.
- Dame un momento, estoy recuperando el aliento. Sientaté un rato conmigo y miremos las estrellas, que no hemos parado quietos en toda la tarde.- Loki dio unas palmadas en el sitio a su derecha.
Hércules hizo lo que le pedía. Ambos se quedaron así unos minutos, mirando el cielo nocturno y las estrellas que allí había. Los ojos de Loki se movían nerviosos de un lado al otro, buscando el más mínimo cambio ¿Habían llegado muy pronto? ¿Se habría equivocado de día?
- Oye, Loki- Dijo Hércules-. Hay algo que quiero enseñarte.
Loki sintió como el sudor frio empezaba a correrle por la frente.
- E-espera un poco. Quiero disfrutar esto un poco más.
Hércules lo miró alzando una ceja.
- ¿Seguro? Pensé que no te gustaba quedarte quieto.
- Ya te lo he dicho. Hemos estando moviéndonos todo el día. Quiero descansar.
Hércules frunció un poco el ceño, pero no había enfado en sus ojos.
- Estás un poco raro hoy.
Loki soltó una risita entre dientes
- Dijo la sartén al cazo. Llevas actuando extraño desde que nos vimos. El cambio en el itinerario, los rápidos cambios de euforia a preocupación ¡Oh, y no me hagas hablar de tu constante chequeo de tu chaqueta! -La sonrisa se le borró de la cara, sustituida por un gesto preocupado.- ¿Qué guardas ahí?
- No puedo decirtelo, es parte de la sorpresa que quiero mostrarte. Además, tu también has estado incomodo y mirando el reloj todo el rato, y también me has estado intentando llevar a esta colina. Sí, listillo, lo de tirarle piedras a los cuervos no se lo traga nadie ¿Por qué querías traerme aquí?
- Eso es parte de MÍ sorpresa...- La voz de Loki se cortó de improviso y miró hacia el frente, sus ojos abiertos como pelotas de golf.- Y parece que ya está empezando.
Hércules miró al frente alzando una ceja, antes de que la mandíbula se le descolgara. Una aunténtica cascada de luces cruzó el cielo, brillando con una luz breve pero deslumbrante en lineas rectas. Hércules no pudo apartar la mirada del espectáculo de estrellas fugaces, completamente enmudecido por la belleza de los destellos efímeros que viajaban por el firmamento, incapaz casi de respirar por lo que le parecieron horas. Apenas sintió la mano de Loki posándose sobre la suya, ni vio como el peliverde esbozaba una sonrisa tranquila, feliz por haber podido llegar a tiempo.
- Esta era mi sorpresa. Honestamente, tuve mucha suerte de que esto estuviera pasando justo en San Valentín. No tenía regalo y estaba desesperado, y sabía que a ti te encantan las estrellas.
Hércules no respondió, todavía obnibulado por la danza lumínica. Cuando por fin terminó, bajó la mirada al suelo para descansar la vista un poco. Tras eso, miró a la cara a su novio y le dedicó una sonrisa.
- Gracias.
Sus labios se posaron en los suyos en un tierno beso, antes de levantarse. Loki lo miró confundido por el repentino movimiento, pero pronto notó que Hércules estaba llevando sus manos a parte frontal de su chaqueta.
- Ahora que tu me has enseñado tu sorpresa, y como yo estaba en la misma situación que tu, de ahí lo raro de la cita; te he traido esto.
Hércules abrió la prenda, revelando dos grandes cajas de pirotecnia. Eran de los que hacían más luz que ruido, de los que le encantaban a Loki. El peliverde sonrió de oreja a oreja.
- ¿Qué me dices? ¿Crées que podemos superar ese espectáculo de luces?- Preguntó el pelirrojo con una sonrisa, mientras le extendía una mano.
Loki tomó su mano. Sacó de su bolsillo un mechero como toda respuesta.
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