Él es mi empleado, y algo más
Dedicado a LexMontiel8
Una de las partes más interesantes de descubrir a la hora de trabajar en una empresa son los compañeros. Conocerlos, entablar amistades, aprender de quien te tienes que mantener alejados y a quienes acercarte.
Pero también tienes que aprender que a veces tienes que ocultar secretos.
Estos suelen ser pequeños, como la manía de oler las bolsas de té que usas antes de tirarlas, que a veces te rascas los huevos en el turno, de forma literal, o que tu eres el que se acaba todos los sobres de azúcar de la cafetería. Suelen ser secretos pequeños, insignificantes, y que apenas repercutirían en tu vida laboral.
Eso es hasta que tu secreto es que en realidad estas en una relación con uno de tus empleados.
Poseidón siempre tuvo que mantener las formas y fingir, dando el mismo trato frio y distante a su novio Kojiro como se lo daba al resto de los empleados. Su relación empezó cuando Kojiro llegó a la empresa en el momento que Poseidón era simplemente un empleado senior. Tras muchos meses de convivencia y colaboración, la personalidad jovial y dicharachera de Kojiro lo habían terminado por cautivar. En el pequeño apartamento que compartían llevaban una vida tranquila. Era el único lugar donde Poseidón podía soltarse y relajarse, aunque su concepto de "relajarse" era simplemente hablar con Kojiro con tranquilidad y con algún comentario cariñoso de vez en cuando, en lugar de la morralla de jefe recto y algo amargado que le daba en el trabajo. Pero todo cambió cuando Poseidón fue ascendido a supervisor de planta. La empresa no permitía relaciones entre superior y subordinado, por lo que las pequeñas y tiernas sonrisas fugaces y los furtivos roces de manos tuvieron que desaparecer por completo. Poseidón podía con ello, pero con lo que no podía era con ella.
Esa arpía asquerosa, petulante y altanera.
Afrodita.
Siendo la proclamada como "Belleza del edificio", el apodo que realmente le pegaba era el de la puta de la esquina. Esa tipa se había acostado con casi todos los empleados, para conseguir favores o por simple aburrimiento, a excepción de los supervisores de planta, puesto que esto se podría considerar un intento de conseguir favoritismo. Era una tipa que jugaba con los sentimientos de todo hombre en el que posaba la mirada, que como borregos la halagaban y consentían. Por momentos pensaba que esas enormes tetas estaban llenas de las neuronas de todos los que le hacían favores y cubrían sus turnos. No la soportaba, pero cuando realmente empezó a odiarla fue cuando se dio cuenta de que había puesto sus asquerosos ojos en Kojiro.
Ya fuera por simple atracción física, o por suponer un reto por no causarle atracción, esa bruja siempre buscaba estar con Kojiro, hablando con tono seductor y con más botones abiertos de lo normal.
Era asqueroso.
- . . .dón ¡Poseidón!- Kojiro alzó un poco la voz y Poseidón salió de su estado de semi-sueño.
Miró a su alrededor. La tele mostraba anuncios, iluminándolo mientras se encontraba recostado en el sofá con Kojiro abrazado a su lado.
- ¿Qué?- Aún algo adormilado, preguntó.
- La película se ha acabado, te has perdido el final.- El chico de coleta negra le informó algo disgustado.
- Perdón. Creo que es hora de ir a dormir, mañana tenemos trabajo.- Dijo Poseidón tratando de levantarse.
- Antes que eso- Kojiro extendió la mano hacia la mesita de café y cogió una pequeña caja.- Feliz aniversario.- Extendió la caja con una sonrisa.
Poseidón se dio cuenta. Había pasado casi un año desde que empezaron a salir. Por unas fracciones de segundo su cerebro entró en pánico, hasta que recordó que había comprado el regalo hacía tiempo. Tomó la caja y sacó una pulsera plateada con detalles azules. En un lado había una inscripción.
- Mi señor del mar. ¿Por qué?- Preguntó con una ligera risita.
- ¿Te acuerdas cuando fuimos a la playa y una ola te dejó unas algas en la cabeza?- Kojiro dijo con una sonrisa pícara.
Poseidón puso una sonrisa algo enojada y se levantó.
- Oye, lo siento. No era mi-
- Voy por tu regalo, tonto. Por cierto, me has copiado la idea.- Dijo Poseidón mientras sacaba una caja de una alacena.
- El stan de las especias, no es un misterio que no lo encontrara.- Dijo Kojiro.
Abrió la caja y sacó una pulsera muy similar a su regalo.
- Mi inigualable bajo los cielos ¡Aww! ¿Ves como puedes ser tierno cuando te lo propones?-
- Lo que tu digas, pero creo que la guardaré para cuando salgamos.-
- Espero que no pase como con la camiseta que te compré por tu cumpleaños.-
- Esa camiseta era horrible y lo sabes.-
- Pero aún la usas como pijama.-
Poseidón sonrió y le dio un pequeño beso.
- Por cierto. Hay algo más que quería decirte.- Kojiro cambió su tono, lo que hizo que Poseidón ladeara la cabeza confundido.- He decidido que quiero dejar el trabajo y empezar una tienda de pasteles tradicionales. He estado viendo las posibilidades y hablando con algunos amigos, y creo que ahora es el mejor momento para iniciar. Además, así no tendremos que esconder más nuestra relación.-
- De acuerdo. Si necesitas ayuda, avisame.- Poseidón respondió con confianza.
Ambos se fueron a dormir justo después, aunque Poseidón se quedó despierto un poco más, abrazandolo. No iba a dejar que esa furcia le hiciera daño.
~0~
- Kojiro, el informe de esta tarde ¿Dónde está?- Poseidón preguntó entre el ruido de oficina.
- Lo he mandado a imprimir hace 5 minutos. Iré a comprobar.- Contestó Kojiro.
Se levantó de su puesto y dirigió sus pasos hacia la sala de impresión. Abrió la puerta y no encontró a nadie.
-¿Habrá ido a su descanso?-
Ocupó el ordenador para observar si el archivo había llegado. Allí estaba, sin abrir. Mandó el archivo a la impresora y esperó. Con la lata de habichuelas que tenían por impresora eso perfectamente podía llevar un cuarto de hora o estar listo en unos minutos.
- Vaya, no esperaba verte aquí.- Una voz femenina y conocida sonó desde la puerta.
Al girarse vio a una mujer alta, de cabellos rubios dorados con unos labios carnosos y rojizos, y con unos pechos grandes que casi no cabían en la camisa medio desabrochada. Sus ojos azules miraban al joven con una mezcla de intriga y deseo. Caminó hacia él, haciendo resonar sus tacones y contoneándose para resaltar su atractivo.
- ¿Tardará mucho lo tuyo?- Preguntó Afrodita con una voz risueña y juguetona.
- No sé, espero que no mucho.- Kojiro respondió con su alegría inocente habitual.
Afrodita sonrió y puso en marcha su plan. se acercó un poco más y fingió un tropiezo. Kojiro rápidamente la agarró para evitar que se cayera, tomándola por los hombros.
- Gracias. Vaya, tienes unos brazos más fuertes de lo que pensaba.- Dijo mientras acariciaba su antebrazo cubierto por su camisa. Sin embargo, notó también la pulsera.
- ¿Segura que estas bien?- Preguntó Kojiro.
- Si, gracias. Por cierto ¿Vas a ir a la fiesta?- Afrodita preguntó como si fuera algo de dominio público.
- ¿Qué fiesta?-
- Una pequeña fiesta que hay entre compañeros de la oficina. Ten, aquí está la dirección.- Afrodita le extendió un pedazo de papel.
- No lo sabía, pero creo que iré.-
- Muy bien, te veo allí.- Afrodita se despidió con una sonrisa.
Kojiro recogió el informe impreso mientras se despedía de Afrodita, quien se quedaba en la sala. El resto del día transcurrió normal, con el típico ajetreo. Cuando el reloj marcó la hora de salida, Kojiro recibió un mensaje en su móvil.
- "Tengo que quedarme a terminar unas cosas. Ve yendo a casa, y no te quedes despierto."- Decía Poseidón en su mensaje.
- "Estaré en la fiesta de la oficina en esta dirección. Nos vemos allí."- Sabía que no lo miraría en un rato, pero quería asegurarse de que lo supiera.
Recogió sus cosas y pasó por casa para arreglarse un poco. Cuando llegó hasta la casa de la dirección, llamó a la puerta y esperó. Cuando la puerta se abrió, apareció Afrodita, vestida con una bata de tercio pelo borgoña.
- Hola ¿la fiesta es aquí?-
- Si. Disculpa, nadie a llegado todavía.-
Kojiro pasó y dejó unos snacks que había comprado en la mesa. Se sentó en el sofá y Afrodita se sentó a su lado. Era extraño, pensó que habría llegado gente para entonces. Sin embargo, su confusión fue mayor cuando sintió que Afrodita se apoyaba en su lado, poniendo su brazo entre sus enormes pechos.
Mientras tanto, en la oficina, Poseidón por fin había terminado. Miró el teléfono para ver la hora y notó el mensaje. No recordaba que se hubiera puesto ninguna fiesta, pero su confusión pasó a shock cuando vio la dirección que decía. Salió corriendo y se montó en el coche. Sabía que esa bruja lo intentaría tarde o temprano.
- Afrodita ¿Qué estas haciendo?- Kojiro preguntó.
- Simplemente me siento un poco sola. Me preguntaba si podrías aliviarme un poco.- Su voz podría haber seducido a cualquiera, pero entre sus gustos y su inocencia, Kojiro no pilló el mensaje.
- Tranquila, seguro que alguien llegará pronto.- Dijo con una sonrisa.
Afrodita infló los mofletes y dirigió su mano al muslo de Kojiro, intentando ser un poco más directa. Kojiro por fin se dio cuenta de la situación.
- Eh, disculpa, ¿Qué haces?-
- Llevo un tiempo intentando que te fijes en mi ¿No quieres pasar un buen rato?-
- Lo siento, pero . . . estoy en una relación con alguien.-
- Oh vamos ¿Qué puede tener ella que no tenga yo?-
- Es "él" para tu información.- Una voz severa y enojada se oyó desde la puerta.- No dejes la puerta sin cerrar completamente de noche.-
Cuando Afrodita giró la cabeza de golpe, vio a Poseidón parado frente. El rubio emanaba un aura asesina y sombría que hizo a la mujer apartarse automáticamente.
- ¿Tu?- Preguntó incrédula.
Poseidón se bajó ligeramente la manga izquierda, revelando la pulsera debajo del reloj, igual a la que Kojiro tenía en su brazo izquierdo. Kojiro se sonrojó al verlo usar su regalo, sabiendo que se había arriesgado a que se viera en su oficina llena de cotillas y preguntones. Aquel pequeño gesto le llenó el pecho de una calidez tierna.
- Vamos Kojiro.- Dijo el rubio con voz gruesa.
Kojiro se levantó presto y tomó la mano de su novio mientras salían, no antes de que Poseidón le dirigiera una última mirada asesina a la rubia. Ya en el coche dirigiéndose a casa, Kojiro no pudo contenerse más.
- Lo has usado en el trabajo.- Dijo con una muestra de sorpresa y orgullo.
- Me tranquiliza.- Fue toda la respuesta del rubio.
- No creo que esa se quede callada. Puedes meterte en problemas.-
- Ese trabajo me agotaba de todas maneras. Además, siempre tendremos tu tienda de dulces.-
Kojiro sonrió enternecido y dejó un beso en la mejilla de Poseidón.
Su señor de los mares.
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Y aquí está el siguiente one shot. Espero que os haya gustado. Hecho a petición de LexMontiel8
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