𝐂𝐎𝐈𝐍𝐂𝐈𝐃𝐈𝐑
El reciente encuentro entre Kohaku y Rin, provocó diferentes emociones y reacciones en cada uno.
Por una parte en Matsuoka género una especie de alivio y felicidad al ver a su amiga de infancia que hace muchos ayeres dejó en su pasado junto con la niñez. No había oído ni una sola palabra sobre ella desde que decidió irse a Australia para poder perseguir sus sueños, aun así, esperaba encontrarse con ella en algún momento de su vida.
La vida ya le había quitado a Rin personas importantes, no estaba dispuesto a que Kohaku entrara en esa lista.
Sin embargo, a Kohaku no causó ni el más mínimo sentimiento que afloraron cuales árboles de sakura en el pecho de Rin, en ella, una amargura se instaló, una agria expresión se alojó en su bello rostro denotando el disgusto que sentía al ver a la persona que frente a ella.
–Ko... – mencionó en un susurro Rin al tener a su amiga de la infancia frente a él.
–Rin... – hablo de igual manera la femenina, esperando no tener que entablar una conversación con Matsuoka. –Necesitas algo– agregaste con frialdad en tu voz.
Ese tono que usaste dejó en blanco a Rin, ya que el te conocía o eso quería pensar, pero era más que evidente que no querías hablar con él.
–Yo... quería saber como estas, hace mucho que no– quería continuar con su balbuceo de palabras debido al nerviosismo, no obstante, se vio interrumpido.
–No tengo tiempo para eso Matsuoka–hablaste severa, con un filo en tu voz que cortó el sentir de Rin. –El capitán me necesita, deberías de prepararte, van a tomar nuevos tiempos, si me disculpas.
Y sin más te retiraste a tu tarea que te fue asignada dejando a Rin perplejo por tu actuar.
Una oleada de recuerdos le llegó a la mente causándole escalofríos por su columna, ya que se vio reflejado en ti, le asustó el hecho de que a pesar que te tuvo enfrente, no fue capaz de reconocerte.
No reconoció a la que fue su amiga por tantos años, no quedaba ni un rastro de su amiga Kohaku quien fue su fiel compañera de natación, con la que solía competir por quién de los dos era más veloz en el agua.
–¡Matsuoka! – Un grito del capitán Mikoshiba sacó del trance a Rin.
Por lo que sacudió su cabeza buscando despejar su mente de los pensamientos que flotaban en su mente y se dirigió a uno de los podiums que estaban disponibles esperando su turno de salida.
Pasaron unos cuantos compañeros antes que él, sin embargo, no prestó atención a aquellos que se encontraban en el agua, mucho menos dio palabras de aliento a su kohai Ai cuando llegó el momento de que se sumergiese en el agua.
Rin solo se quedó mirando un punto fijo en el suelo, tratando de procesar lo que acababa de suceder.
–¡Rin-senpai!– llamó Aiichiro mientras salía de la alberca para dejarle el carril libre al mencionado. –Es su turno.
El de cabellos bermellón colocó su gorra de natación en su cabeza, metió unos cuantos mechones rebeldes dentro del gorro y por último se puso sus goggles de aquella manera icónica que solo él solía hacer desde que tiene memoria.
Dio un gran estirón al elástico dejando que chocara con su nuca y ya estaba listo para nadar.
–En sus marcas– dijiste con neutralidad y concentración para tomar de una manera adecuada el tiempo. –Listo – tu voz provocó que Rin se tensara y su mente se distrajera, no obstante, su cuerpo pareció reaccionar sin que él se diera cuenta de ello. –Fuera.
El fornido cuerpo de Matsuoka se inclinó más, dándole el ángulo perfecto para zambullirse en el agua, con fuerza dio un empujón con su pierna derecha y de una forma magistral se adentro en el agua, causando que quedaras embelesada.
El tiempo comenzó a correr en cuanto Rin dejó el podium, aunque hubieras querido evitarlo, no pudiste dejar de ver cómo nadaba el que alguna vez fue tu amigo.
Fue impresionante volver a ver cómo una vez que su cuerpo estuvo en contacto con el agua, tomó una velocidad impresionante, duró unos segundos bajo el agua que solo lograron darle la estabilidad y velocidad que necesitaba y en cuanto menos te lo esperabas, comenzó a dar sus firmes y constantes brazadas, una tras otra, tomando solo un instante para tomar el aire que sus pulmones necesitaban y seguir en su nado.
Solo fue cuestión de 15 segundos y Rin ya estaba al otro lado de la alberca de 50 metros, a una distancia considerable, dio una vuelta bajo el agua cambiando el curso de su nado y volviendo a tomar el impulso que perdió al detenerse por la pared.
Los demás integrantes del equipo vitoreaban a Matsuoka, solo el capitán Mikoshiba y Kohaku poseían concentración. El capitán tenía que ver si su posible sucesor daba lo máximo de sí como siempre, como al mismo tiempo estaba en busca de una falla en lo cual él pudiera aconsejarle.
Por otro lado Kohaku estaba en un dilema personal y profesional, por un lado quería ver a Rin como nadaba con esa pasión que siempre lo caracterizó, ver como sus brazos, piernas, torso, se coordinaban formando una máquina imparable.
Logrando que a las costas de la mente de Ko llegará una ola suave pero fría de lo que una vez fue tener esa pasión que tanto quería recuperar, más que ya la dio por perdida de tanto luchar contra corriente, siendo que este siempre fue su propio miedo.
Y por el otro lado, tenía que estar atenta al cronómetro para marcar con exactitud su nuevo tiempo. Lo quería hacer, más se le estaba complicando demasiado el no poder concentrarse como ella desearía, le molestaba el hecho de tener a Matsuoka cerca, ya que eso causaba un desbalance en su ser, no podía controlar aquello por más que quisiera.
Al cabo de 45 segundos, Rin volvió a la orilla de la alberca recibiendo felicitaciones de todos por lograr una nueva marca personal. Obtuvo un eligió de todos, menos de la persona que él quería escuchar.
Entre la multitud trato de buscarte, deseando que al menos hicieras el intento de querer acercarte o por lo menos dirigirle una insípida mirada pero no.
Te vio no tan lejos de él, pero cerca del agua.
Te acercaste inconscientemente a la orilla de la alberca, te pusiste de cuclillas, como si tuvieras miedo del agua, sin embargo, tus ojos decían todo lo contrario, en ellos se veía un anhelo y nostalgia inigualable. Llevaste una de tus manos al agua, sumergiste levemente tus dedos y la removiste, como si buscaras conforte en ella.
Un tenue brillo apareció esporádicamente en tus orbes hermosos como el mar, un deseo se ocultaba dentro de ellos, pero era cubierto un gran manto de miedo que no sería fácil de quitar.
Al final del día,tu primer día como la nueva manager no fue como lo esperabas, sino mucho mejor, todos te aceptaron y te hicieron parte del equipo desde el momento cero, lo cual te alegro.
Al cabo de las 6 de la tarde, todos ya se habían retirado a sus dormitorios, solo quedaban el capitán Mikoshiba y tú. Te encontrabas en la pequeña oficina terminando de organizar algunos documentos necesarios, mientras que Mikoshiba revisaba que no hubiera nadie más en el recinto para poder cerrarlo e irse.
–Ko-chan – llamó el hombre entrando a la oficina. –, ¿todo está listo?– pregunto recargándose en el marco de la puerta.
–Solo me falta guardar unos documentos– hablaste mientras hacías aquella acción que indicaste.
–Déjame ayudarte Ko-chan.
–No se preocupe Mikoshiba-senpai– dijiste mientras dejabas lo que estabas haciendo para poder voltear a verlo y asegurarle que tu podías sola. –, solo son unos cuantos documentos, además, debe de estar cansado, debería irse, yo puedo con esto, en cuanto termine me iré y cerraré el pabellón.
Tener todo tan planeado sorprendió a Seijuro, reafirmando una vez más que había hecho una buena elección escogiendo como manager.
–¿Estás segura?– pregunto solo para querer asegurarse.
–Completamente– afirmaste con las comisuras de tus labios elevadas.
Esto le dio más seguridad a Mikoshiba, por lo que se acercó a ti, elevo su mano y revolvió tu cabello con una de sus tantas brillantes sonrisas que tanto lo caracterizaban.
–Muy bien, confío en ti, me voy– giro sobre su eje y comenzó a caminar en dirección a la salida del pabellón. –, no tardes demasiado, regresa a los dormitorios a tiempo.
Indicó el mayor antes de salir del recinto.
Seguiste terminado de organizar algunos documentos por unos cuantos minutos más, cuando Rin salió de los vestidores.
El capitán Mikoshiba ya le había dicho que debia de apurarse ya que pronto tendría que retirarse, por lo que Matsuoka solo tardó unos minutos más y salió de los vestidores.
Cuando este salió, el recinto estaba solo y ya no quedaba ni una luz prendida, tal como le había advertido el capitán Mikoshiba, solo quedaba una luz encendida, esta era de la oficina donde tenían diferentes documentos y de donde provienen algunos sonidos, prueba de que aún quedaba alguien en el pabellón.
Así que con cautela se acercó a la oficina solo para verificar quien era el que se encontraba en ella. Cuando llegó al marco de la puerta vio aquella cabellera larga negra en la que había estado pensando todo el entrenamiento.
Tu no habías notado la presencia de Rin, por lo que seguiste guardando tus cosas para poder retirarte a tu dormitorio y no meterte en problemas por llegar más tarde de lo permitido.
Cuando giraste sobre tu eje con destino a la salida, encontraste a un hombre de alrededor de 1.80 metros de altura con cabellera bermellón y característicos dientes afilados viendote en espera a que salieras.
–Ko, ¿qué haces aquí?– preguntó con confusión Matsuoka.
–Eso debería de preguntar yo– hablaste mientras cerrabas la puerta con llave y volteabas otra vez en dirección de Rin. –¿El capitán Mikoshiba no te dijo que ya deberías de irte?
–Justo estaba saliendo pero vi la luz prendida y pensé que la habían dejado así por error.
–Mmm – musitaste no muy convencida. –Como sea, debemos irnos, andando.
Parecía que tal vez esa forma de hablar tan directa y fría era la nueva Kohaku que él no conocía, pero que por algún motivo, se negaba a aceptar.
Ambos salieron del pabellón, tu por tu parte procediste a cerrar la puerta con llave dándole la espalda a Rin, pensando en que el seguiría su camino a su dormitorio teniendo una pacífica y solitaria caminata nocturna, no obstante, eso no ocurrió.
Cuando giraste para bajar los escalones, Rin seguía ahí, esperándote.
–¿Qué haces?– preguntaste desconcertada.
–Esperándote– contestó con obviedad. –No quiero que camines sola de noche.
–No necesito que me acompañes, yo puedo irme sola– respondiste como siempre lo harías y comenzando a caminar por tu cuenta.
–Sé que tú puedes, aún así te quiero acompañar.
Lo miraste unos tratando de descifrar si habían algunas intenciones ocultas en su actuar, mas no pudiste descubrir nada más que su honestidad y manto protector que siempre solía tener contigo y al que tanto querías evitar.
–Como quieras– y sin más comenzaste a caminar despacio para no ser tan descortés.
En el rostro de Rin se elevaron las comisuras de sus labios y se apresuró a seguirle el paso.
Por unos segundos que parecieron eternos, caminaron en el completo e incómodo silencio, donde ninguno de los dos sabía si era correcto hablar o en su caso, el que decidiera hablar, ¿que se suponía que debía preguntar?
Así que Rin decidió irse por el camino más fácil.
–Ko– hablo tenue Rin.
–Mhm– aquel sonido de afirmación fue lo más obtendría en mucho tiempo.
–¿También te transferiste de otra escuela?– aquello fue lo único no tan personal que se le pudo ocurrir al de orbes bermellón.
–No, yo llevo los dos años aquí– respondiste concisa, sabías qué rumbo tomaría esta conversación y estaba muy cansada para afrontarla.
–Oh ya veo– dijo Rin ante tu tan escueta respuesta. –Yo me transferí, antes estaba en Australia.
No querías entablar una conversación con él, porque aquello significaba abrir un viejo capitulo de tu vida al que y habías decidido ponerle un punto final. Por lo que sólo emitiste un sonido de afirmación para comunicar que lo escuchaste mas no querías hablar.
Después de aquello ya nadie habló, había un tensión que se podría cortar con una tijera, para dar paso a aquella amistad que se fundó en la infancia y que debió de seguir creciendo conforme los años pero que se quedó en un punto final para Kohaku y un punto y coma para Rin.
–Amm ¿como esta tu mama? – ante aquella interrogativa cerraste los ojos con frustración. –Hace mucho que – pretendía continuar con su habla más se le vio interrumpido por la severa voz de Ko.
–Rin, ¿sabes que no es necesario que hagas esto verdad?– inquiriste un tanto severa que se notaba en tu voz.
–¿Qué?
–Esto– pronunciaste con frustración.
–Sigo sin entender a qué te refieres.
–A que no porque antes fuimos amigos puedes llegar a meterte en mi vida como si nada, han pasado años desde que hablamos por última vez, tu seguiste tu camino, yo el mio y separados estamos mejor– admitiste aquello con sinceridad, tanta que Rin tenía que admitir dolió un poco.
Para ese entonces ya estaban frente a los dormitorios femeninos, donde Kohaku tenía que entrar y Rin tenía que llegar al suyo antes de que fuera hora del toque de queda y se metieran en problemas.
La confusión y decepción se asomó en el rostro de Rin, quien empuñó sus manos sin que Ko lo notara y hablo.
–Pero– y nuevamente se vio interrumpido.
–Rin– llamó Ko firme. –No hay más que hablar.
2290 palabras.
N/A:
Waaa después de mucho he terminado el capitulo, espero lo reciban bien porque puse mucho esfuerzo en ello, luche contra mi bloqueo para poder escribirles esto.
Tengan un buen fin de semana.
Hasta luego, besitos tiburoncines<3
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