Ultimo Aliento y Juramento
La salvación ante un Monstruo.
Ella sufría un duro golpe, sintiendo aquello que Asiria sufrió cuando le quito aquello que más amaba, Su dizque hermano tenia en sus manos a Medo quien fue asesinado por el Principado de Anshan, un seudónimo que el persa uso para acercarse a ella, el dolor la embargo a tal punto de dejar de lado su búsqueda de venganza para tener luto por la perdida de uno de sus hijos...
Sufrió aquello que hizo sentir a Asiria.
Durante varios periodos en los cuales existía un claro peligro tomando más poder ella paso sus días de luto, sintiendo un enorme vacío en su corazón al ver a su descendencia descansando en paz, la causa de muerte parecía una pesadilla. La misma que causo el deceso de Ninive, una coincidencia enorme.
547a.C
Tras la caída de Lidia y el pronto avance del enemigo ella despertó a la realidad, estaba acorralada por un enemigo que de por si conocía todas sus tácticas, el persa se acercaba peligrosamente más y más a ella lo cual le provoco temor y miedo, un miedo que la obligo a buscar ayuda de Egipto, parecía un buen chiste para el egipcio que ella quisiera su ayuda cuando se mofaba frente a el que su ejercito era muy superior al suyo. Egipto le negó la ayuda y era de esperarse.
¿Podrias ayudar a tu peor enemigo después de lo que te ha hecho?.
Tendría que arreglárselas sola.
539a.C.
El persa de algún modo había entrado al corazón de su Imperio, de su ser y la ataco sin compasión alguna, la mató y posteriormente entre los pasillos del gran castillo la enfrentó, era él, el mismo que hizo de su vida la peor de todas y era el causante del deceso de su hijo, había odio en sus ojos, fuego infernal en sus pupilas mientras daba un intrépido alarido empuñando con fuerza el mango de su espada.
Fue una ardua lucha, el persa conocía a perfección el palacio, lo conoció gracias a su espionaje, gracias a los relatos de Asiria y gracias al impulso de una pequeña entidad que había captado su atención, tan maltratado, marginado y torturado avivaron el fuego de la liberación que buscaba con su lucha conseguir. Aquel niño al cual ella había humillado en reiteradas ocasiones durante los entrenamientos ya no existía, era un maestro en el arte del manejo y empuñadura de la espada que sus movimientos la dejaban como aprendiz, odiaba aquella sensación de frustración que la envolvía y le quitaba la atención que requería el combate, entre el baile de la muerte que ambos generaban en el gran salón era estupendo y glorioso, el choque del acero, el juego de miradas fulminantes y el sonido de los gritos de guerra hacían de la escena una inolvidable.
En aquel baile un tropiezo culminaría con la muerte de uno de ellos y ese uno seria Ella.
Sintió el frío roce del acero incrustándose en su vientre con fuerza, el amiento escapaba de sus labios a medida que se apoyaba sobre el hombro de su rival, de aquel bastardo al cual siempre guardo odio y rencor, caía por el cansancio que se apoderaba de su cuerpo ayudada por el persa a caer rendida en el suelo donde la sangre de su cuerpo empapaba su vestidura y manchaba el suelo en el cual "bailo" hasta morir.
Vio al persa quitar de su cuerpo de un solo tirón aquella espada que acabó con su vida pero ella no lo dejo, mantuvo un fuerte agarre en aquella rojiza mano que empuñaba el mango de la espada evitando que pudiera sacarla, lo miro de la misma forma que lo hizo Assur, de la misma forma que lo hizo Asiria al verse derrotada, lo maldecía en silencio tal cual lo había hecho aquel supuesto dios, aun en las ultimas se dedico a verlo con aires de superioridad, verlo con repudio y odio mezclados al mismo tiempo, sus labios temblaban y se abrían para lanzar lo que se llegaría a convertir tal vez en un presagio o juramento, nadie podría decirlo pero aquello se quedaría en la cabeza de quien en el futuro adoptaría el nombre de Aqueménida.
—Te juró por lo poco que me queda que acabaras peor que yo, perderás respetó y sobre todo acabaras humillado por lo que me has hecho, es una promesa... —suspiro mientras que los ojos se le cerraban y su vida se escapaba de sus manos.
Su cuerpo, aun caído en el frío suelo del gran salón del palacio empezó a convertirse en polvo, polvo de la tierra que alguna vez la vio nacer y que le dio la oportunidad de crecer y hacerse fuerte....
Aqueménida había salvado al mundo de seguir bajo el manto de tiranía y miedo que generaba Babilonia siendo ella la precursora de la tiranía y crueldad que otros Imperios podrían tomar como gran ejemplo de poder.
El mundo tenia un monstruo menos del cual preocuparse...
Babilonia...
[Fin.]
(Bandera del Imperio Babilónico).
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