Concepción del Poder

Desligada del Reino de Macedonia empezó a crear su propia historia llena de proezas como de derrotas, gloria y humillaciones, sangre y Victoria.

El apogeo de su grandeza derivación de la sombra que ha dejado la muerte del gran Reino, su muerte dejó al mundo antiguo atónito ¿Cómo alguien tan imponente y temido término desapareciendo? No era sorpresa, grandes han caído en la guerra y ninguno de ellos se humilló para implorar perdon ni misericordia, el orgullo era más fuerte que la sumisión, era el potente grito que acallaba a aquella pequeña voz sensata que pedía desesperadamente seguir viviendo, seguir respirando un día más siquiera.

Ha comprendido que en los momentos en los que se está entre la espada y la pared, momentos en los que ya no queda nada más porque seguir o el momento de la desesperación, recurrir a los más cercanos y aliados puede y llega a ser una gran pérdida de tiempo ¿Quien en su sano juicio se entrómetería en una disputa de dos?, ¿Quien se arriesgaría en participar de aquel peligroso juego mortal en que es todo o nada? Exacto, nadie.

Puede maldecirlos, puede decirles mil y un barbaries y aun así ellos ni se inmutarian por su desaparición, sabe perfectamente como es vivir eso aún cuando no es en carne propia. Lo ha visto, lo entiende y no se arrepiente.

—Querida, te ofrezco un jugoso trato ¿te apetece oírlo?.—su tono de intriga llama la atención de su "prisionera", dama que más que estar por voluntad propia frente a su merced lo esta por obligación, obligada a muerte.

—No tengo otra alternativa ¿o si?.—respondió desafiante recibiendo un fuerte empujón que la deja arrodillada y con la cabeza inclinada frente a la presencia de la emperatriz.

Ella río sosamente, una efímera sonrisa diabólica y espeluznante que a más de uno le provocaría horror.

—Un intercambio personal. Parte de tus territorios y un buen " regalo" a cambio de mi "amistad" ¿te parece justo?.—ofreció con una petulante sonrisa, se levantó de su trono y se encaminó hacia su "sumisa" presencia.—¿aceptas?.

No tenía otra opción, negarse supondría una conquista y su posterior encarcelamiento y ejecución, aceptar era su única salida aún cuando perdiese un poco de su poderío y extenuantes conquistas.

—De que clase de "regalo" estaríamos hablando?.—con la cabeza baja alcanzó a preguntar, aprentando sus manos hasta formar puños que descansan sobre sus muslos.

—Uno especial, enormes y corpulentos, perfectas máquinas de guerra, imponentes y sobre todo potencialmente destructivos.—ejemplificó haciendo ademanes y muecas que a más de uno de los presentes les causaba incomodidad.—hablo de tus elefantes, 500 de esas bestias serían un buen regalo para sellar nuestro pacto.

Miro a los escoltas dando una orden con la mirada, tomaron a la prisionera de los brazos y la levantaron del suelo para que diera cara a la emperatriz.

—¿Trato?. —volvió a extender su mano a la espera de una respuesta positiva.

En silencio, India, estrechó su mano en respuesta a su propuesta, que más podría haber hecho si negarse significaba la muerte (?).

—Perfecto!. Alejadla de mis vista,  gracias por tu visita y buena voluntad. —se despidió dando una última orden a los escoltas en su lengua materna, el griego.

Se regocijaba de alegría, lo que tanto había querido y deseado pronto estaría al alcance de sus manos. Ser el Imperio que deje atrás al Reino de Macedonia.

—A tu nombre Reino, pronto te convertiras en la sombra que en algún día llegue a ser. —alzó su copa con orgullo sobre su cabeza y de un solo sorbo absorbió todo el contenido carmesí de la misma.

𖣔𖣔𖣔𖣔

301 a. C.

Muy simple pero con un trasfondo que se desconoce. La batalla de Ipsos fue la oportunidad de estrenar sus nuevas adquisiciones, no tuvo problema al conquistar Anatolia y Siria. Nuevas entidades se forman, dichas entidades toman renombre como "hijas" aun cuando las mismas poca o nula relación sanguínea poseen con ella. Anatolia en Siria y Seleucia de Tigris al norte del territorio que alguna vez perteneció al Reino de Babilonia.

Su rápida expansión despierta al enemigo del desierto, El Egipto Ptelomeonico, un pariente cercano ha sentido envidia por sus proezas, ha sentido exclusión en el limitado campo de los imperios.

El primer roce fraternal, el primero entre muchos otros.

𖣓𖣓𖣓𖣓𖣓


281 a 246 a. C. Y a 238 a. C.

Invasiones constantes por parte de su hermano y de los ejércitos celtas se ha visto seriamente estresada y ansiosa. Nunca pensó sentir aquellas emociones ni mucho menos que ahora le estén jugando una mala pasada al momento de planificar estrategias y desplegar tropas. A todos estos problemas Exteriores se suman los internos, revueltas rebeldes es que exigen independencia, alzan su voz por los cielos proclamando, jurando y pregonando independencia con graciosa seguridad ¿Cómo aquellos insignificantes insectos se atrevían a retarla?. Tres provincias, tres cabecillas, tres representaciones de las cuales sobresale una, Partía, la futura engendedradora del Imperio Parto y posterior a ellos de la dinastía persa una vez más. Quizá en ese momento debió darle importancia a aquella avida mujer de melena oscura y piel pálida. Pero quien podría culparla, era tan insignificante su presencia que supuso que su importancia era prácticamente irrelevante.

Lamento amargamente que aquellos rebeldes la sometieran a firmar sus indepencias, empezaba a flaquear en su extenso territorio conquistado, flaquear era sinónimo de decaer y consigo culminaba en su disolución y extinción. Quizá si tan sólo le hubiese prestado más atención a aquellas zonas del oeste de su gran territorio se habría evitado mayores problemas y el surgimiento de nuevas entidades como lo fue Atálida, La dinastía Atálida.

Bactriana, una de las rebeldes de aquel trio, la insto a firmar su independencia, se negó pero aquel débil al mando se lo concedió. Halla por el año 245 a. C. Bactriana se convertía en un Estado independiente y fue bautizada en su libertad con el nombre de Reino Grecobactriano, con una fuerte influencia Cultural helenística.

Paralelamente a la independencia de Bactriana, Partía, la otra dama rebelde proclamó su independencia del yugo del Imperio Seléucida, lejos de las cadenas que la ataban a una cruel y egocéntrica emperatriz, pero aquella libertad tuvo un alto coste. Libre no tuvo la suerte de ser bautizada con un nuevo nombre al igual que Bactriana, sufrió mucho a manos de un tirano del Norte, el Arsácida no tuvo piedad alguna al momento de someterla y hacerla su amante y fruto de aquel infausto amor trajo al mundo un niño, niño que tomaría el poder de un nuevo Imperio. El Arsácida lo llamó: Parto, Imperio Parto halla por 238 a. C.

No era momento para lamentarse, tarde o temprano haría que aquellos revoltosos y aquellos invasores se arrepintieran de haberla subestimado.

Pronto se alzaría sobre ellos sin piedad alguna, con crueldad derramaría la sangre necesaria para estar en la cúspide de su grandeza y esplendor. Pronto sabrían quien es realmente el Imperio Seléucida.

Haría que se arrepientan de todo el daño que se atrevieron a hacerle y de la humillación que le hicieron pasar.

Ella no olvida ni perdona.

Un demonio con apariencia femenina ha despertado y solo uno sería capaz de detenerla.

"Imperio Seléucida."

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top