Capitulo #5: Reino de Macedonia

El surgimiento de una Leyenda.
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Era el alzamiento del alba el que brindaba a sus ojos el sano ideal de la existencia y la gran búsqueda de la grandeza, en su pequeño corazón helénico latía con fervor las ansias de alcanzar a la grandeza, tal vez en el futuro no muy distante podría obtenerla.

Era apenas un niño viviendo del pastoreo, tenia tres padres, dos de los cuales eran guerreros y uno se dedicaba al pastoreo, era él el hijo de la deidad suprema a quien rinde tributo de adoración. Basta decir que uno de los guerreros era una dama, la apariencia en ella era sumamente intrigante, sus padres tenían la tendencia de teñir un mechón de sus cabellos de colores llamativos y el de ella era el rojo, tenia el cabello oscuro y lacio, una mirada aguerrida donde decoran a su rostro sus cicatrices, aquella linea vertical en medio del ojo derecho seria lo mas llamativo de su rostro de finos rasgos.

Elimea, Oréstide y Lincestis, eran los nombres de sus padres, encontrado por ellos debajo de la sombra de un vetusto árbol que se inclinaba a un imponente sol, sus tierras eran bañadas por los rayos dorados del astro que les regalo un sentido a sus vidas. Sus llantos habían llamado la atención de aquellos hermanos que encaminados por una extraña voluntad habían sido conducidos hasta el pequeño en cuto rostro había estado plasmado la imagen del glorioso sol.

Ahora el estaba en aquel mismo lugar, bajo la sombra de aquel árbol observando el ocaso, junto con un pequeño borrego descansando sobre sus pequeños brazos de pequeñas manos blanquecinas, sus orbes esmeralda se maravillaban por lo que observaba anhelando ir más allá de lo que veía, más halla de las tierras de sus padres, añorando descubrir tierras jamás antes vistas, entablar su poderío sobre las mismas, alcanzar a la grandeza de la cual ha oído hablar mucho por sus padres.

—Ne mislite deka e prekrasno ... (No crees que es maravilloso...).—comentaba Lincestis mientras se sentaba a lado suyo.

Él lo miro con aquella inocencia impregnada en su esencia, aquella que nadie podía ver pero que si se podía sentir, era algo de otro mundo, era espectacular.

El asintió con la cabeza esbozando una tierna sonrisa infantil mientras se acurrucaba bajo el brazo de quien poseía la mirada perdida en el horizonte donde la débil corriente de aire mueven sus cabelleras, la suya dorada como el trigo y el oro y la de él del color de la ceniza con un mechón negro sobresaliendo de su amarre.

Makedonija ... pridružete mi se za moment (Macedonia...acompañame un momento).—mencionó con tranquilidad mientras tomaba su pequeña mano entre la suya.

Sus pequeños ojos brillaban de emoción mientras se encaminaba a la planicie de la montaña donde aquel borrego saltaba a medida que ambos caminaban, su padre era el más tranquilo de los tres, dedicado al pastoreo y al cultivo vivía su vida alegre y no se quejaba de ello, era el más sabio por decirlo así de todos, tal vez seria una más de sus tantas lecciones de vida que le brindaba más experiencia en su edad temprana.

Dojdete go moeto malečko i videte ... (Ven mi pequeño y observa...).—tomaba en sus manos un puñado de la tierra en donde estaba un pequeño brote de una flor.

El observaba atento aquella flor, pensando en que podría derivar la misma.

—Ovoj cvet gi pretstavuva našite životi, negovite koreni se naša ekspanzija, no bara žrtva, što znači da ostavime zad sebe, da go izgubime ona što najmnogu go sakaš ... koga ḱe umre, ḱe gi ispušti svoite livčinja i ḱe gi nosiš so vetreto kon moreto... (Esta flor representa nuestras vidas, sus raíces son nuestra expansión pero requiere un sacrificio que es dejar todo atrás, perder lo que más amas...al morir la misma dejara caer sus pétalos y los mismos serán llevados por la brisa hacia el mar...).—mencionaba mientras depositaba aquel puñado de tierra sobre sus pequeñas manos que temblaban por la emoción.—Koga ḱe umrete isto može da se sluči, samo ne plašete se i smirete se deka radosta na eden život dobro živeel e ladniot i sladok baknež na smrtta ... (Cuando mueras podría suceder lo mismo, solo no temas y mantente sereno que la dicha de una vida bien vivida es el frío y dulce beso de la muerte...).—concluyó regalándole un tierno beso en la frente y tomando una postura erguida mientras se dirigía a la cima de la montaña.

Él, aun siendo pequeño sintió que aquellas palabras eran las más sabias de todas y por más que pudiese sentir pavor por aquellas palabras se sentía emocionado por las mismas. Lo siguió de manera silenciosa sin perderle el rastro, sin saber que aquel día seria el ultimo de todos con aquellos que lo criaron como su hijo.

Durante la madrugada miro por ultima vez el cielo oscuro y estrellado en una tierra tan amena y pacifista, dio un hondo suspiro mientras intentaba con una de sus manos alcanzar una estrella, tal cual un niño poco más tarde y del otro lado del mundo lo haría, aun así ninguno de ellos lo habrían preparado para lo que deparaba.

Ambos padres habían tenido una junta, loa aires de grandeza de aquel pequeño los tenia preocupados, sentían que si alcanzaba el poder tal cual acabarían perdiendo al pequeño que cuidaron por muchos años y al cual amaron como su hijo, sabían que no podrían evitarlo pero podrían hacer algo que lograra dar a entender al pequeño el valor de las cosas, aquel del cual se abstiene a conocer. Quería cumplir sus sueños, unos que le costarían de seguro su alma.

Con el mas grande dolor de sus almas tomaban en sus manos en pequeño cuerpo del pequeño, montados en corceles de piel oscura dejaron sus tierras, cada uno llevaba un instrumento que serviría de ayuda al pequeño y como tal  para darse cuenta del verdadero valor de las cosas, que el valor de la familia era mucho mas valioso que el del poder...

—Mnogu ni e žal malku Makedonija, znaeme deka ḱe izlezete od ovie što ste silno i hrabro dete...prostete ni... (Lo lamentamos mucho pequeño Macedonia, sabemos que saldrás de estas por ser un niño fuerte y valeroso...perdonanos...).—suplicaban mientras entre un mar de amargas lágrimas daban cortos besos en la frente del pequeño.

Ambos hermanos se miraban entre si, culpándose por lo que hacían, dejando algunas armas y pequeñas cobijas para su pequeño que aprendería a hacerse hombro desde una temprana edad. El surgimiento de una leyenda se alzaba con aquel abandono, aquel que más tarde agradecería.






Así surgía Macedonia, solo tal cual había sido encontrado, el hijo de un dios que deparo para su futuro la grandeza. La misma gloria.

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