Alzamiento al poder y Etapa de Gran Imperio
El inicio del Imperio Babilónico.
Tras la caída de Ninive y con ella la de Asiria, ella se alzaba con el poder como nunca antes lo había hecho o tal vez hubiese imaginado lograr, el poder era una sensación embriagante, aquellos pequeños reinos que habían llegado a ser libres de Asiria ahora pagaban por haber deseado la derrota de la misma. Ella los volvía a someter al vasallaje por lo débil que resultaban sus fuerzas militares, por el instante el ya difunto Reino de Israel había dejado vástagos suyos usurpando un valioso territorio para contrarrestar a Egipto, quien alguna vez llego a aliarse con Asiria. Dos pequeños reinos cuyo antecesor había "ayudado" a que el ejercito egipcio nunca llegase a ayudar a la asiria estaban dispuestos a luchar contra ella, lástima que no pudiese matarlos.
Eran bastantes parecidos, ambos reinos tenían los mismos rasgos y el mismo color de ojos, solo la personalidad los diferenciaba, Reino de Israel en el norte era muy pacífico mientras que Reino de Juda en el sur era mas explosivo en cuanto a carácter.
605a.C/Batalla de Karkemis
¡Oh! Babilonia se mofaria de la derrota del así llamado poderoso Egipto en aquella guerra, después de todo pagaría por haberse osado aliarse con la mujer para sofocarla hasta el punto de extinguirla, ni siquiera el intento de coqueteo que el egipcio generaba a su persona fue suficiente para tener piedad, de la manera más humillante obligo al egipcio morder el polvo de la derrota, inclusive se rió en el rostro ajeno observando la ira en sus iris, Cannan ahora sumaba a su extenso poder en la región.
Pero Egipto haría lo imposible para que ella cayera derrotada y debilitada, debilitando su poderío sobre sus vasallos.
598a.C/Reino de Juda.
Egipto se metía en la cabeza de ese pequeño pero perspicaz y explosivo reino, metiendo en su cabeza el anhelo de la libertad que se podía alcanzar con una serie de revueltas que obligaran a la babilónica a presentarse ante ellos y la oportunidad de acabarla para ser libres, ideas que no pasaron de ser aquello ideas de un sueño que parecía utópico.
Su revelación le costo su salud dejándolo débil, poniendo en riesgo a aquella niña que ambos hermanos compartían como hija, Jerusalén.
Amenazado con ser exiliado o inclusive asesinado sofocaron la llama de la libertad que ardía en su corazón. Egipto nuevamente pondría al judío como su marioneta en un juego en el cual perder significa la muerte. No podía meterse en la cabeza de Israel, de algún modo seria perder el tiempo en un reino que es muy débil en valor.
587a.C.
Nuevas revueltas del mismo reino la sacan de quicio, cansada de amenazar al judío decide tomar cartas en el asunto. El pequeño ejercito de Juda esperaban armados la presencia de la babilónica para con su muerte conseguir su libertad, era muy bien conocido que Juda escuchaba a sus profetas antes de combatir y ahora hacia de oídos sordos ante las profecías de un profeta que traía en sus palabras el desaliento y el mal presagio de su batalla.
Ella lo miraba fijamente, observando en su mirar el miedo y el temor al fracaso que alimentaban en su ser al monstruo del cual todos sus pequeños vasallos temían despertar, Egipto estaba en aquel llamado intento de ejercito, el había sido el causante de nublar el buen juicio del judío.
En la mente del pobre judío estaba la profecía del profeta Jeremías que presagiaba que a menos que no dejara su convicción de luchar contra Babilonia perdería aquello que más amaba, Jerusalén moriría a manos de la mujer sino desistía de aquella lucha y si lo hacia salvaría a la misma. Su juicio nublado por la venganza lo había llevado a estas instancias sin retorno.
Babilonia acabo con el, derrotado y humillado se le fue obligado a arrodillarse frente a ella, no sintió mayor placer que sentir entre la yema de sus pulgares los ojos del judío, le haría pagar por su osadía de haberse revelado contra ella, de haberla provocado hasta llevarla a una guerra, sus gritos de dolor fueron la mejor musica que pudo escuchar. Lo dejo ciego para que fuera un ejemplo para los demás y que el mismo aprendiera una gran lección.
—Bienvenido a la oscuridad Juda.—susurró con malicia.
Más allá de Juda se alzaba en armas contra ella Tiro, una pequeña ciudad o tal vez reino que para ella no tenia importancia, influía a los demás a rebelarse contra ella y al igual que lo hizo con Juda sofocaría aquella revuelta a como de lugar sin tener la misma misericordia que tuvo con el judío. Lo mataría para ser el mejor ejemplo para todos.
Trece años de su vida le costo su asedio, trece años que se fueron a la basura al ser derrotada por el tirio, la fuerza naval de aquel hombre había sido por mucho superior a la suya lo que le llevo a darle un respeto ante su fiero combate. Firmo con satisfacción un acuerdo de paz consistente al vasallaje que realizaba ahí. El tiempo cobraría muy caro sus pecados, aquellas muertes y aquellas malas acciones que ejerció.
Vivía en el auge de su poder y del miedo que infundía en los demás, aquel miedo que nutrió a su poderío sobre los demás para que viviese feliz y prospera convirtiéndose en una de las más grandes maravillas del mundo Antiguo. Todos le temían, algunos la respetaban y otros ansiaban su caída, su derrota y con ella su muerte y/o humillación. Los dioses de aquellos que permanecían privados de libertad la harían pagar por sus crímenes y pecados. Ella pagaría por haberse mofado de la desgracia de aquellos que tuvieron el infortunio de cruzarse en su camino, de siquiera haberla provocado con su anhelo de libertad.
Ella cometía un gran error, obviaba la existencia de su así llamado hermano quien seria el castigo que los dioses de aquellos sometidos enviarían para liberar al mundo de una cruel tirana...
Aqueménida seria su castigó, el bastardo del cual se olvidó para demostrar a su padre que ella era mejor que aquel a quien llamaba "hijo".
Imperio Babilónico.
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