Capítulo I

Recomiendo colocar la canción en cuanto vean el primer "»";  Noble Maiden Fair




El rocío de la mañana aún se encontraba presente en la mayoría de las plantas, lo que provocaba un agradable olor de tierra mojada al igual que de pasto fresco con cada paso que daban, aún era temprano y para Elhîth parecía una mañana perfecta para una nueva instrucción para su pequeña de ya seis años.

Elaera correteaba una mariposa ante la atenta mirada de su madre, el tiempo había transcurrido rápidamente hasta el punto en el que la niña se había vuelto más curiosa y llena de energía por querer conocer más allá de La Comarca. Llevaban ya seis años junto a Bilbo y Frodo Bolson, aquel favor que le había pedido a Bilbo había sido el que le acogiera a ella y a su hija si es que este aceptaba, Bilbo no se negó, les recibió con los brazos abiertos y desde entonces los cuatro vivían juntos como una familia.

Naneth alae —Elaera señaló un árbol a unos cuantos metros lejos del lugar en el que andaban, la elfa dirigió la vista a dicho árbol curiosa por ver lo que había fascinado de tal manera a su hija para que dejase de perseguir a la mariposa. Sonrió enternecida al ver un nido en los que vislumbraban pequeños pájaros de colores rojizos, regresó su mirada a la pequeña quien seguía absorta de todo mirando el nido, aquello era algo que Elhîth adoraba de su hija y le recordaba de cierta manera a su esposo, la manera en la que ambos veían hasta las cosas más pequeñas como si estas fuesen lo más fascinante e intrigante que hayan visto jamás.

Elhîth no pudo evitar nuevamente pensar en las características que su hija tenía de su amado, si bien la niña parecía ser la viva imagen de la mujer con sus rasgos finos, el cabello rubio que tiraba ligeramente al blanco por la luz del sol, además de los ojos plateadas que asemejaban un par de estrellas que caracterizaba a las dos. Pero la niña también tenía rasgos de su progenitor como los rizos que comenzaban a tomar forma en el cabello de la pequeña mismos que eran pocos comunes en los de su raza, los hoyuelos que se formaban cada que la niña reía o sonreía, además de que tenía la misma impulsividad del hombre, cosa que en más de una ocasión hizo a Elhîth sentir su corazón pender de un hilo.

—Naneth, ¿porque todos tienen ada y yo no? —la niña no había hecho tal pregunta con el afán de molestar u entristecer a su madre, sino que comenzaba a notar la falta de este, le había preguntado a Frodo sobre aquello, pero el ahora joven Hobbit de diecinueve años había tenido que cambiar de tema al no tener respuesta. Elaera era demasiado observadora para su edad y no había tardado en darse cuenta de que cada Hobbit de La Comarca tenían un padre y una madre, lo mismo ocurría con los animales que había logrado ver con regularidad, pero ella solo tenía a su madre además de su tío Bilbo y de su primo Frodo.

—Oh mi pequeña êl. Que no puedas ver a tu adar no significa que no lo tengas —se acercó a la pequeña y le tomó en brazos—. Cuando la noche cae podemos ver las estrellas, ¿cierto? —la niña asintió efusivamente—. En el día no es posible verlas todas, pero eso no significa que estas no estén ahí —Elaera le miró varios segundos sin pronunciar palabra, Elhîth creyó que quizá había utilizado un ejemplo demasiado complejo para su pequeña, pero aquella idea se fue tan rápido como Eleana habló.

—¿Eso significa que podré ver a mi Adar? Así como en las noches vemos las estrellas —Elaera sonreía esperanzada, ante la idea de que en algún momento conocería a su padre, Elhîth sintió un peso sobre su corazón recordando a su esposo, la última vez que le había visto este le había prometido que regresaría a ellas y ella deseaba creer que así sería.

»Lo verás êl nin, lo veremos y estaremos los tres juntos de nuevo —acarició los cabellos de su pequeña provocando que esta recargase su cabeza en su hombro, Elhîth comenzó a tararear mientras se mecía ligeramente, Elaera sonrió al reconocer la canción que su madre le cantaba cada que tenía miedo o simplemente no podía conciliar el sueño, esta vez la elfa le cantaría con tal de rememorar al padre de la pequeña, él le había enseñado aquella canción—. A naeoidhean bhig, cluinn mo ghuth Mise rid' thaobh, O mhaighdean bhan. Ar righinn oig, fas as faic, Do thir, dileas fhein —Elaera disfrutó del canto de su madre mientras veía las hojas del árbol que danzaban con el viento, Elhîth por otro lado siempre que cantaba parecía escuchar al hombre con el que había unido su vida—. A ghrian a's a ghealaich, stuir sinn. Gu uair ar cliu'sar gloire. Naoidhean bhig, ar righinn og. Mhaighdean ua shaill bhan —la pequeña alejó su rostro del hombro de su madre y le miró de frente encontrando una mirada melancólica por parte de la mujer, a pesar de no conocer a su padre Elaera sintió aquel añoro por él, por lo que cantó a la par de Elhîth.

» A naeoidhean bhig, cluinn mo ghuth. Mise rid' thaobh, O mhaighdean bhan. Ar righinn oig, fas as faic, Do thir, dileas fhein —las dos se sonreían siendo cobijadas por el sol y rodeadas por el viento, sin notar la compañía de un Hobbit sentado al otro lado del árbol sintiendo aquella canción que también amaba escuchar de los labios de las que consideraba parte de su familia, Frodo recordó con una sonrisa a sus padres aun cuando desconocía el significado de la canción—. A ghrian a's a gheal-aich, stuir sinn. Gu uair ar cliu'sar gloire. Naoidhean bhig, ar righinn. Og Mhaigh-dean ua shaill bhan —Elhîth besó el rostro de su hija provocando la risa de esta en cuanto terminaron de cantar, un momento que quedaría en la memoria de los presentes.



Los rizos casi platinados rebotaban contra la espalda de la chica con cada paso y salto que daban, el recogido que la madre de la chica había hecho pulcramente ahora se encontraba algo suelto provocando que varios cabellos cayeran por el rostro de la chica de ahora veinte años, esta reía mientras intentaba huir de los que consideraba sus mejores amigos.

Merry y Pippin perseguían a Eleara a modo de juego, aunque esto les costaba siendo que esta tenía mayor agilidad y rapidez, además de la altura que sobrepasaba la de todos los Hobbits, pero aun así los tres se divertían. La risa de Eleara ya era algo común en la Comarca, ella era como un rayo de sol en un día nublado, alegrando los corazones de todos, sobre todo los de Bilbo y Frodo Bolsón, quienes ese mismo día cumplían años, 111 y 33 años respectivamente por lo que habría una gran fiesta para ambos.

—¡Vamos chicos! ¡Gandalf ha llegado! —Eleara soltó una carcajada en cuanto Pippin casi se golpea con un árbol, hacia poco que sabían de tal noticia, como acostumbraban habían estado corriendo mientras saludaban a quienes se cruzaban en su camino y en uno de sus descansos les fue dicha la noticia sobre la llegada del mago. Eleara no le conocía, nunca le había visto, pero tanto su madre como su tío si que le conocían, a Frodo y a ella le habían contado miles de veces como junto al mago habían luchado contra orcos, además de a ver visto con sus propios ojos al dragón Smaug en la montaña de Erebor, cuanto deseaba escuchar estas historias de la boca de Gandalf, ver el punto de vista de este sobre su madre y también sobre su tío.

—¡Te veremos en la fiesta, tenemos un plan para esta noche! —Merry cambió drásticamente su curso llevándose consigo a Pippin a sabiendas de que este posiblemente le abandonaría con tal de seguir a Eleara.

—¡No hagan enojar a Gandalf! —les advirtió mirando sobre su hombro, estos no contestaron nada por lo que la chica esperaba que hayan escuchado su advertencia, siguió su camino hasta Bolsón cerrado recogiendo algunas flores en el camino para regalarle al recién llegado, a su tío y a su madre.

La de ojos cual estrellas casi chilló emocionada al ver frente al que era su hogar la carreta que contenía infinidad de fuegos artificiales mismos por los que era conocido el mago, además del hermoso caballo que se encontraba en la espera de su amo, Eleara se acercó al animal para contemplarle mejor, acarició el lomo de este hasta llegar a su melena en la que deslizó sus dedos con cuidado creando un lazo con este, nada peculiar para los elfos que parecían tener demasiada afinidad con los animales además de las plantas que les rodeaban.

Mae bein —la lengua élfica pareció relajar al animal que instintivamente acercó su hocico a la chica con tal de obtener mayor contacto, Eleara sonreía repartiendo mimos al caballo absorta del tiempo que pasaba ahí en vez de entrar a saludar al recién llegado, aunque esto cambio al escuchar risas dentro del hogar—. Boe i 'waen —el animal resopló disgustado ante la falta de caricias por parte de la chica, pero Eleara de igual forma se alejó a sabiendas de que si no lo hacía posiblemente pasaría todo el tiempo con el caballo.

Eleara intentó acomodar su cabello cuando estuvo frente a la puerta, aunque sus intentos fuesen inútiles, ya que varios rizos seguían cayendo con gracia sobre su rostro y también alisó su vestido que contaba con algunas manchas de tierra en la falda, este siendo del estilo de las mujeres de Hobbiton. Abrió la puerta e ingresó a la casa con una sonrisa en sus labios, esperó ver a su madre en el comedor junto a su tío y Gandalf, pero al no verlos caminó hacia la cocina en la que lograba escuchar las voces de los recién mencionados.

—Estoy en casa —habló sin levantar la voz a sabiendas de que sería escuchada por su madre.

—¡Eleara tula sinome! Gandalf, debes conocerla, ha crecido mucho — Elhîth se levantó emocionada por mostrarle cuanto había crecido su pequeña al que consideraba un buen amigo, Elhîth se movía con gracia por el lugar, conociendo ya de memoria dónde se encontraba todo, si bien fue un reto acostumbrarse ya que usualmente terminaba chocando con algo ante el reducido espacio, pero los años le ayudaron a acostumbrarse, tanto a su hogar como a la manera de vestir de los hobbits, dejando las vestimentas algo ostentosas por algo más cómodo y rustico como lo eran los vestidos que había aprendido a confeccionar con ayuda de varias mujeres de Hobbiton, ella había hecho cada uno de los vestidos de su hija y también los suyos.

Gandalf sonrió al ver los cambios que Elhîth tuvo, cuando le conoció era muy callada y seria, tanto que a veces era difícil entablar una conversación con ella, si bien la compañía de enanos se había encargado de sacarle de sus casillas en más de una ocasión al final lograron tener una amistad, tanto que la elfa lloró la perdida de Kíli, Fíli y Thorin, tras aquella perdida Elhîth se despidió de todos con tal de encontrar su camino y según se había enterado el mago lo había encontrado, se notaba en su manera de sonreír y su brillante mirada.

Nana —Eleara se lanzó a los brazos de su madre siendo recibida por Elhîth cariñosamente con besos en el rostro que provocaron las risas de la menor, un saludo bastante característico de ellas, aunque este fuese poco común en la raza élfica que no acostumbraban tanta efusividad, tras su saludo Eleara le dio las flores que había recogido para ella.

Hannon le, Eleara —acomodó unos mechones del cabello de su hija para después tomarle de la mano para guiarle hacia la cocina, ambas mujeres tuvieron que erguirse ligeramente al pasar por el arco de la entrada de la cocina, hasta por fin estar ante los ojos de Bilbo y Gandalf que habían estado esperándoles.

Êl síla erin lû e-govaned vîn —Gandalf se colocó de pie con tal de mostrar respeto, Eleara sonrió no solo por ver a alguien casi de su altura por primera vez, sino porque también era la primera vez que escuchaba a alguien más que no fuese su madre hablar sindarin, la chica soltó el agarre de su madre para acercarse al mago, realizó una leve aceptando el saludo y haciendo uso de los modales que su madre le inculcó.

—Quel andune —estiró las flores hacia el mago y Gandalf aceptó el regalo con una sonrisa, la mirada de Eleara se posó en el hobbit que le sonreía y se acercó a este—. Tío Bilbo, también te he traído flores —le dio las flores y dejó un beso en la mejilla de este. El acento de Eleara al hablar la lengua del hombre no era remarcado como el de Elhîth, era más sutil, lo que era algo de esperarse al solo hablar sindarin lo justo con su madre.

—Muchas gracias —Bilbo admiró por unos segundos a la que consideraba su sobrina, aunque no fuese de sangre, le extrañaría no cabía duda en ello, le extrañaría a ella, a su madre y a Frodo. El hobbit se había planteado varios días en decirles que le acompañaran, pero no era capaz, no cuando Elhîth aún debía encontrar a su amado y cuando tanto Frodo como Eleara tenían mucho por aprender y vivir—. Estábamos por rememorar viejas aventuras, ¿deseas unírtenos?

—¡Claro que sí! —Eleara agarró el primer asiento que vio disponible colocándose de esta manera junto a Bilbo expectante a cualquier palabra que saliese de la boca de los mayores.

Gandalf sonrió ante tal energía, notó que Eleara a pesar de ser alta no lo era tanto como su madre, sus orejas no eran tan puntiagudas como la de los elfos comunes, pero tampoco llegaban a ser normales como las de los humanos, aun con ello la chica desprendía aquella majestuosidad y brillo de los elfos, por unos segundos vislumbró el rostro de un hombre y casi por inercia miró a la elfa quien se encontraba recargada en el marco de la entrada sin despegar su mirada de su hija.

Elhîth sonreía con melancolía no vio necesario mirar al mago, sabía que él ya se había dado cuenta, había llegado el momento de hablar con su hija sobre su padre, Eleara ya no era una niña y tenía todo el derecho de conocer más de su padre, si bien esta nunca le había hecho muchas preguntas ya que le bastaba con saber que este les amaba y que regresaría con ellas, pero no podría vivir siempre con aquella venda sobre los ojos y quizá la llegada de Gandalf era una señal de que debía decirse toda la verdad.



La música junto con los aplausos y las risas reinaban en la fiesta, Eleara reía al igual que su madre mientras ambas bailaban junto a los hobbits, ambas resaltaban no solo por su altura, sino por aquel brillo que desprendían con cada movimiento y risa, parecían dos estrellas que disfrutaban de la noche y la energía que esta les brindaba.

Tanto Elhîth como Eleara amaban la música por lo que no desperdiciaban tiempo sentadas, siempre que hubiese música ellas bailarían hasta ya no poder más, aún cuando no tuviesen pareja con la que compartir una danza, ellas sincronizaban sus movimientos disfrutando de cada nota tocada. Elhîth aún se reprochaba por los años que pasó sumida en su seriedad y rigidez por las reglas, su mejor decisión fue cuando aceptó ayudar a Gandalf y a la compañía de enanos, tras ese viaje comenzó a ver la vida con otros ojos, pero no fue hasta que conoció al padre de su pequeña que supo lo que era vivir realmente, amar con tal fervor que los años separados pesaban en su corazón como si realmente estuviese envejeciendo, lo único que le mantenía aun de pie era su hija, el fruto de su amor.

Eleara tomó las manos de su madre al ver que esta se encontraba dispersa y por un momento dejaba de seguirle el paso, le hizo girar provocando un grito que fue inaudible para los demás, pero no para ella, Elhîth miró a su hija sorprendida para después estallar en risas con ella, regresaron su atención al baile, saltando y aplaudiendo cuando era necesario, sus pies descalzos sentían el retumbar de la tierra y llegó un momento en el que solo ellas bailaban al centro siendo animadas por los habitantes de Hobbiton, ambas bailaron con total sincronía hasta que la canción llego a su fin.

Amin anta est —la elfa se acercó a una de las mesas en la que reposaban sus copas, tomó de esta casi dejándole la mitad de su contenido, quizá para los hobbits era una bebida fuerte, pero para ella era casi como tomar agua—. Eleara, ¿has visto a Merry y a Pippin? —preguntó en cuanto notó la ausencia de ambos hobbits que usualmente se encontraban alrededor de su hija haciéndole reír, sobre todo Peregrin Tuk que en más de una ocasión le dijo a la elfa que algún día se casaría con Eleara.

—No les he visto desde esta tarde, dijeron tener un plan, pero no sé nada más —hizo una mueca para después tomar del contenido de su copa, a comparación de su madre solo dio un par de tragos, tenía buena resistencia al alcohol, pero no como su madre y prefería no conocer sus límites—. Les he advertido que no hiciesen enojar a Gandalf, espero me hagan caso, no sería la primera travesura del año —casi como si su voz fuese la de un vidente uno de los fuegos artificiales surcó los cielos llevándose consigo una carpa, al principio todos quedaron expectantes por la explosión de este, pero al ver que este regresaba hacia los habitantes todos corrieron—. Oh no —Eleara sabía que era obra de sus amigos, la madre de la chica le haló justo a tiempo para hacerla agacharse evitando el dragón de fuego que hizo a todos pasar un buen susto, este finalmente regresó al cielo para después estallar mostrando unos enormes y hermosos fuegos artificiales, a pesar del susto madre e hija estallaron en risas y aplaudieron ante tal espectáculo.

Mientras tanto Merry y Pippin admiraban su reciente travesura, el rostro lleno de hollín y el cabello alborotado al haber estado tan cerca al encender el fuego artificial que a su vez se llevó la carpa que les ocultaba, se miraron con complicidad listos para ir nuevamente a la carreta de los fuegos artificiales, pero Gandalf les atrapó antes de siquiera poder moverse.

—Les advertí sobre hacer enojar a Gandalf —Eleara apareció justo en el momento en el que los dos hobbits lavaban y acomodaban los platos que se habían utilizado, Merry refunfuñó mientras dejaba una buena cantidad de platos ya limpios junto a Gandalf, mismo que le sonrió a la chica mientras fumaba de su pipa.

—Pero a que ha sido divertido —Pippin atrajo la atención de la rubia, quien negó en primera instancia, pero al recordar los rostros de todos no pudo evitar reír y darle la razón.

—Lo ha sido, un poco, pero no significa que deban intentarlo de nuevo —sentenció al ver el brillo travieso en los ojos de Pippin, el hobbit haría cualquier cosa con tal de obtener la atención de la chica, aun cuando esto le llevase varias riñas, sobre todo por parte de Frodo que era algo protector con Eleara.

—¡Un discurso, Bilbo! —aquel grito provocó más en apoyo, Eleara se disculpó con un gesto con la cabeza para comenzar a caminar hacia su primo quien también animaba a su tío a dar un discurso, Frodo sonrió en cuanto notó la presencia de su prima, la chica tomó asiento con tal de prestar total atención a las palabras de su tío.

—Mis queridos Bolsón y Boffin, mis queridos Tuk y Bolger, Brandigamo, Cavada, Redondo, Madriguera, Corneta, Ciñatiesa, Tallabuena, Tejonera y Ganapié —virotes y aplausos se hicieron presentes con cada nombramiento por parte de Bilbo—. También mis buenos Sacovilla-Bolsón, a quienes doy por fin la bienvenida a Bolsón Cerrado. Hoy es mi cumpleaños centesimodecimoprimero: ¡tengo ciento once años! —Eleara se unió a los gritos y aplausos, no podía agradecerle más a los Valar por la longeva vida de Bilbo Bolsón—. Por desgracia ciento once años es un tiempo muy corto para vivir entre hobbits tan maravillosos y admirables. No conozco a la mitad de ustedes, ni la mitad de lo que querría, y lo que yo querría es menos de la mitad de lo que la mitad de ustedes se merece —la mayoría se volteo a ver al no entender del todo estas últimas palabras por lo que siguieron escuchando el discurso.

» Debo recordarles de igual manera, que no solo es mi cumpleaños, sino que también es el cumpleaños de mi sobrino y heredero Frodo. Hoy entra en la mayoría de edad y en posesión de la herencia —nuevamente los gritos y aplausos inundaron el lugar esta vez dirigidos a Frodo quien era abrazado por Eleara, quien le dejó libre en cuanto Bilbo siguió hablando—. Ahora, tengo mucho que hacer —para Eleara y su madre quien se hallaba mesas atrás, no pasó desapercibido el repentino cambio de humor de Bilbo, quien sacó algo de su bolsillo y le ocultó tras de sí—, algo que debía hacer mucho tiempo —nuevamente solo las rubias fueron las únicas que escucharon esas palabras que en particular fueron casi murmuradas—. Siento anunciarles a todos, que ahora ha llegado el final, debo dejarlos, me despido muy afectuosamente, adiós —de un momento a otro Bilbo desapareció, como si nunca hubiese estado ahí frente a ellos, Eleara tapó su boca sin creer lo que pasaba, miró a Frodo en busca de respuestas, pero ante la mirada que este le brindó sabía que estaba tan desconcertado como ella, la rubia buscó a su madre y no esperaba ver lo que vio, por primera vez en su vida Eleara vio a Elhîth asustada, esta se encontraba más blanca que de costumbre y parecía que en cualquier momento se desmayaría.

Elhîth sentía su corazón latir a mil por hora, miró a su hija siendo recibida por una mirada preocupada de Eleara, se puso de pie con tal de ir a Bolsón cerrado en busca de respuestas, aquello no pintaba nada bien y tenía el presentimiento de que el momento que tanto había evitado había llegado, en el que su camino se separaba del de su hija.






↠✩↞


Traducciones:

Naneth: madre

Naneth alae: Madre mira

êl: estrella

Ada: papá

Adar: padre

êl nin: mi estrella

Mae bein: Eres hermoso

Boe i 'waen: Debo irme

tula sinome: ven aquí

Nana: Mamá

Hannon le: Gracias

Êl síla erin lû e-govaned vîn: Una estrella brilla en la hora de nuestro encuentro

Quel andune: Buenas tardes

Amin anta est: Necesito descansar


Traducción de la canción: 

A naeoidhean bhig, cluinn mo ghuth Mise rid' thaobh, O mhaighdean bhan. Ar righinn oig, fas as faic, Do thir, dileas fhein. A ghrian a's a ghealaich, stuir sinn. Gu uair ar cliu'sar gloire. Naoidhean bhig, ar righinn og. Mhaighdean ua shaill bhan: Pequeña dama, escúchame, mi niña, contigo estaré. Mi señorita, florece y ve a tu propia Tierra fiel. Oh Sol y Luna, Guíenos Al tiempo de Gloria y Honor. Pequeña niña, mi noble dama, Doncella justa, audáz.



Me da tanto gusto, por fin poder subir este capítulo, le he tenido desde hace más de seis meses, pero no había podido encontrar el tiempo para poder buscar traducciones y que todo cuadrara, pero por fin lo he logrado. Espero les guste tanto como a mi <3




Pelirroja Weasley


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