❝Mariposa ━ O7❞

Desde la muerte de casi toda su familia, la vida había perdido la gracia para Sanemi. Encerrado en aquel lugar, mientras esperaba la llegada de cualquier persona que lo salvara, él observaba caviloso a todos los niños que allí disfrutaban del cálido ambiente que su nuevo hogar temporal les proporcionaba.

Pero él no se sentía feliz. Ni siquiera al ver a su hermano menor jugando con otros niños, disfrutando la paz efímera que estos le habían ofrecido.

Porque después de todo lo que había pasado, después de haberse visto a sí mismo cubierto de la sangre de sus amados, temblando y aturullándose al intentar hablar, mientras su hermano lloraba en una esquina de la habitación, escondiéndose entre sus piernas, no podía ver la diversión en nada.

Se preguntaba cómo se encontraba su hermano menor. Quería saber si aquella actitud era veraz, o era una simple faceta que había creado para esconderse a sí mismo para esconder lo que realmente sentía.

Durante aquellos días, Sanemi apenas había comido. Todo le sentaba mal y lo acababa vomitando. Genya se había mostrado genuinamente preocupado por él, no obstante, no le habían permitido permanecer cerca de su hermano mayor, quien no quería tenerlo cerca durante un buen tiempo.

Porque temía verlo, y ver en sus ojos el terror de las reminiscencias de aquel día.

Habían pasado ya dos meses. Genya y él prácticamente no habían hablado, y el menor empezaba a frustrarse.

Entonces, durante una noche, se acercó a su hermano y lo tomó de la mano. Le alegró que no lo rechazara, pero le entristeció notar que su hermano mayor estaba ensimismado observando en silencio al cielo. Probablemente reparó en su presencia, pero no le prestó atención.

— Nemi, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que hablamos.— Forzó una sonrisa y un tono afable, sin embargo, ambos salieron inseguros y adoloridos.— ¿Qué ha sucedido?— La curiosidad lo estaba matando.

Pero no recibió una respuesta en ese instante. Con tristeza, se acercó más a su hermano y observó al mismo lugar que él.

— ¿Sabes? Probablemente mamá y los hermanos nos estén viendo desde allí arriba.— Comentó en su inocencia, queriendo romper el incómodo silencio que inundaba la habitación. Sintió la mano temblorosa de su hermano mayor, por lo que la apretó con firmeza.— No les gustaría vernos separados en esta situación. ¿No crees que lo mejor es que permanezcamos juntos?— Una mariposa azul cruzó frente a ellos.

Era hermosa. Desprendía una refulgencia única y elegante, atractiva para ojos nunca vistos, y que quedó grabada en las memorias de ambos hermanos.— Probablemente... No, no les gustaría.— Habló en un susurro el joven de cabello blanco, quien con el tiempo se había vuelto taciturno y había perdido el único brillo de sus ojos.— Pero, no sabes lo duro que es para mí, Genya. Lo siento por ser tan débil.— Su hermano mayor prorrumpió en llanto antes de caer sobre sus rodillas.

Llevaba tanto tiempo reteniendo esa angustia que llegada a cierto punto era insoportable. Y ya no podía cargar más con ella. Sentía que iba a estallar.

Genya se arrodilló a su lado y lo abrazó. Rodeó su cuerpo con sus brazos y lo atrajo a él con todas sus fuerzas, como si no quisiera soltarlo.

Como si hacerlo significara perder a la única persona que le quedaba.

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