04. Trampa

###

JJ le escribió al supuesto "Rey pez", fingiendo ser Portis al decirle que atrapó a dos de nosotros. El hombre respondió pidiendo que le enviara la dirección de donde nos encontrábamos.

— ¿Quiere saber dónde estamos? — Pope frunció las cejas.

— Si, es lo que queríamos. Ten, mira — JJ le lanzo el teléfono a John B.

— No podemos darle nuestra ubicación — se negó Cleo —, dile un lugar cualquiera.

— ¿A donde lo enviamos — JJ cuestionó a nadie en específico.

— ¿Y las postas de caballos? Las vi ayer, es un espacio abierto — ofreció Pope, encogiéndose de hombros —. Podríamos vigilar desde ahí.

— ¡Eso es! ¡Estamos trabajando en equipo! — grito el rubio —. Y si tenemos que escapar, usamos los caballos, ¡con armas!

— No, no vamos a cabalgar con armas — el pecoso formó una mueca ante la idea sin sentido del rubio.

Los chicos empezaron a hablar entre ellos, ideando un plan, ya que todavía no teníamos nada pensado.

— Me envió otro mensaje — susurro JJ, luego camino hacia nosotros —. Tengo un anuncio. "No Importa, ya rastreé tu ubicación. Enviaré a mis hombres, llegarán en diez minutos para recogerte"

Solté un suspiro entrecortado, poniéndome de pie.

— Un momento, ¿apagaste la ubicación? — John B escrutó a JJ.

El chico negó y todos saltaron encima de él para apagar la supuesta ubicación del teléfono. Ahora estábamos todos completamente alterados, y por mi parte estaba al borde de entrar en pánico. Moriríamos, esta vez si que nos matarían.

— ¡Cálmense todos un momento! ¡Pensemos! — rogó John B, llevándose las manos al cabello con estrés.

Preguntas y respuestas al aire, pero ninguno tenía idea de que hacer. Aquellas personas venían en camino y a nosotros no se nos ocurría nada.

JJ de repente se colocó a mi lado, sosteniendo un sombrero que se llevaron de la casa de Portis.

— Bueno, se que no querrán escucharlo, pero tenemos la ventaja del lugar. Podemos cambiar las cosas — se colocó el sombrero y se ajustó las tiras —. Vamos a tenderles una trampa.

— ¿Y si escapamos? Podemos idear un buen plan estando a salvo — ofrecí, abrazándome a mi misma cuando me entró un escalofrío

— No vamos a escapar. Es la mejor oportunidad de recuperar a Kiara — JJ rechazó mis palabras, pero al darse cuenta del miedo que irradiaba mi rostro, llevo una mano a mi hombro como consuelo — Funcionara. Hay diez minutos, vamos.

###

El plan comenzó perfectamente, JJ conseguiría que uno de los hombres lo siguiera hasta arriba, donde Sarah y John B estarían atados, entonces el hombre caería al enorme pozo cubierto por plantas. Cleo, Pope y yo estaríamos esperándolo abajo, lo golpearíamos para quitarle el arma, así teniendo un punto a nuestro favor.

Mientras Pope y Cleo peleaban con el hombre armado, otro de ellos apareció, acorralándolos a ambos y también a JJ.

Para ese momento, yo aún seguía escondida detrás de una pared, esperando el momento indicado para entrar, y definitivamente era ese. Camine sigilosamente por detrás del hombre, en cuanto estuve cerca utilice mi codo para encestarle un golpe en la espalda y dejarlo en el suelo.

JJ aprovechó y corrió a tomar el arma en el suelo, apuntándoles a ambos hombres. Nos encargamos de atarlos mientras JJ les tomaba una foto para enviársela al Rey Pez.

— Quiero ver esas caras, se la enviaré a tu jefe, amigo — guardo el teléfono apenas enviar la foto —. ¿Saben que? Ellos pensaban que este plan no funcionaría — el rubio nos señaló a todos. Alce una ceja, sin ignorar el pequeño resentimiento en su voz —. Ahora el paso tres, intercambio de rehenes. Voy a llamar a tu jefe, así que esperen.

Marco los números y todos observamos impacientes.

Señor Portis, ¿tiene a los amigos de la señorita Carrera? — el Rey Pez contestó rápidamente.

JJ se quedó mudo, sin saber que responder, así que John B le arrebató el teléfono y se decidió por hablar el.

— Si, los encontramos — murmuró nervioso. Cleo le indicó que continuará ante el repentino silencio —. Mire, me llamo John Booker Routledge. Tenemos a sus hombres atados, y vamos a ser muy, muy, pero muy... — nos miró en busca de ayuda, Sarah le indicó que fingiera mas crueldad —, muy malos con ellos, si no nos regresas a Kiara en este momento. Y lo digo enserio.

— Mátenlos — el hombre soltó una carcajada.

Todos compartimos una mirada, sin creer lo que estábamos oyendo.

— ¿Que? — musitó el pecoso.

— Mátenlos — repitió —. Adelante, mátenlos, John Booker Routledge. No me importa. Solo deberían saber que, si lo hacen, el hotel está rodeado. Todos ahí van a morir.

Nos acercamos a los umbrales para verificar que dijera la verdad, y así era, justo en ese momento más de veinte hombres se adentraban al lugar, todos y cada uno portando armas de fuego.

Comenzamos a correr sin pensar en nada más. Nos cruzamos con un balcón, y como era imposible saltar por ahí, retrocedimos e intentamos descender por las escaleras, pero por ahí subían los hombres.

Pope encontró el agujero de un ascensor, llamando nuestra atención. Abrí los ojos desmesuradamente al caer en cuenta de que quería bajar por ahí, solo sosteniéndose por una cuerda de metal.

Los tres chicos comenzaron una discusión sobre quién bajaría primero. En mi mente rondo la idea de que sería como balancearse en lianas, y sin pensarlo di un salto, sosteniéndome de la cuerda para bajar poco a poco.

Sentí que las cuerdas se movían al momento en el que Cleo y Sarah me siguieron el paso. Solo faltaban los chicos.

— ¡Bajen de una vez! — espete en un grito que llegó hasta donde estaban los tres.

— ¡No es tan fácil! — respondió Pope.

— ¡Claro que es más fácil que enfrentarse a esos hombres armados! — me queje, ya casi por poner los pies sobre la tierra.

JJ y Pope sacudieran agresivamente las cuerdas al saltar. Agradecí ya haber llegado al suelo, porque de otra forma hubiera caído sin poder evitarlo.

John B fue el último en bajar, un hombre lo diviso y disparó directo a la cuerda, cortándola. Los tres chicos cayeron en picada al duro suelo, soltando quejidos por lo bajo.

Los ayudamos a levantarse y retomamos la carrera hasta las afueras del edificio. John B distrajo a un hombre que se encontraba vigilando, y así logramos evitarlo para seguir nuestro camino.

###

Llegamos a un pueblo cercano, Cleo parecía conocer el lugar, así que nos guió con total confianza hacia un establo. Nos adentramos a un espacio vacío, tristemente sin caballos dentro, me hubiera gustado ver uno de cerca.

— ¿Cual es el plan B? Agitamos el avispero, pensemos algo rápido.

— JJ, cálmate — Pope le pidió, al ver lo alterado que se encontraba su amigo.

— ¿Que me calmé, Pope? — se acerco —. Atacamos a sus hombres, le harán algo a Kie.

— ¡Pero fue tu idea! — Sarah culpo a JJ.

— Se que fue mi idea, ¿si? — grito y Cleo le pidió que bajara el tono para que no nos descubrieran, por lo que susurro lo siguiente —. Muy mal, me equivoqué.

— No hay que echarnos culpas — me acerqué a JJ, tomándolo por los hombros —, sabíamos que podía fallar, no te carcomas la cabeza con eso, ¿bien?

— ¿Porque salimos de la isla? — se lamentó, mirándome directo a los ojos. Me estremecí, dando un paso atrás.

No tenía tiempo para pensar en esto, por supuesto que no cuando habían problemas más importantes. Pero ya empezaba a extrañar la tranquilidad entre el mar y yo, porque solo éramos nosotros.

— Esperen, ya se, ¿y si me ofrezco como rehén? Escuchen, ¿y si entro a la fortaleza, como eso del caballo de Troya? ¡Así se ganan las guerras!

Fruncí el ceño hacia JJ, negando con la cabeza automáticamente.

— ¡No! ¡Los caballos de Troya no funcionan así! — lo detuvo Pope.

— Está bien, ¿qué plan tienes? Normalmente ahora se te ocurriría algo. ¿Recuerdas a Spock? Ahora nos vendría bien.

No supe identificar de que hablaban, así que me hice a un lado para revisar mi pierna herida. La venda improvisada ya se encontraba manchada de sangre, pero nada demasiado preocupante.

Pasados unos minutos, llegamos a la conclusión de que en ese estado no llegaríamos a nada, por eso decidimos descansar durante un rato. La mitad de los Pogues se acostaron, decididos a dormir, pero yo no podía hacer más que espiar los alrededores del establo, llenando mi mente de nuevos descubrimientos.

Divise más de cuatro caballos, cabe aclarar que eran animales realmente hermosos, podría decir que incluso lucían majestuosos. Había mucha gente transportando comida, paja, y unas cuantas cosas más que no sabía que eran.

De un momento a otro un sombrero se posó sobre mi cabeza y sonreí volteando a ver a JJ.

— ¿No estabas dormido? — alce una ceja.

— No puedo dormir — formó una mueca. Giro el rostro en dirección a las puertas del establo, por la lejanía se veía a un hombre acariciando a su caballo —. ¿Es muy distinto a la isla, no?

— ¿Tu que crees? — reí sarcásticamente, con cuidado de no despertar al resto —. Es todo más lindo de lo que imaginé.

— Me gustaría ver el mundo como lo haces tú— murmuró inesperadamente, volviendo a posar la mirada sobre mi.

Esas palabras me sorprendieron, y a la vez me entristecieron, porque a la inocencia que los demás veían en mi yo le encontraba un significado muy diferente. Era vergonzoso y patético, odiaba no saber nada y asombrarme al descubrir cosas, tal como lo haría un bebe. Solo deseaba tener mas conocimientos.

— Cuando eres un niño, se supone que todo es maravilloso, el mundo te fascina, o eso me dijeron — agache el rostro, sintiéndome repentinamente avergonzada por mis acciones —. No es que vea el mundo de buena manera, JJ, se que en realidad me estoy comportando como una niña.

El chico tomó un mechón de mi cabello entre sus dedos, jugando con él, sin quitarme los ojos de encima. No tuve las agallas para devolverle la mirada, pero presentía que estaba sonriéndome.

— No es cierto, puedo jurarte que no lo es. Muchos quisieran disfrutar las cosas como tú lo estás haciendo ahora, y se que es algo que con el tiempo perdurará en ti, porque noto como se iluminan tus ojos al descubrir cosas nuevas.

— Es vergonzoso, no puedo hacerlo sin sentirme una idiota — mi voz salió ahogada. 

Todo este tema me pesaba en el alma.

— Yo nunca te haría sentir así, solo ven y pregúntame lo que quieras. Así como en tu isla yo siempre pude acudir a ti — soltó mi cabello y con una sonrisa dejó una suave caricia en mi mejilla. Me sentí enrojecer —. ¿Estas bien?

Asentí, acomode el sombrero sobre mi cabeza y sonreí en grande. Divise como JJ entreabrió los labios para hablar, pero un sonido proveniente del teléfono lo distrajo.

Sacó el aparato de un bolsillo de sus pantalones y leyó un mensaje:

"Vayan a esta ubicación a las seis quince, P4L"

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top