PRÓLOGO

Abre la escena en una penumbra oscura, un hombre negro de pelo cano, tamaño medio, quizás mide 1.78, ojos azules y nariz respingada se hace presente.

- Hace mucho tiempo, ví una de las historias más interesantes- Pensaba Mr.Moon mientras abría un diario, tomaba una pluma de halcón y empezaba a escribir con tinta negra.

- "Llegando a América, año 672" - La frase que Mr.Moon escribía como título a este episodio en su almanaque.

-Llevaban 3 meses a la deriva en un mar que no era amable con los pasajeros de aquel barco repleto de exploradores vikingos - Narraba Moon - Las aguas eran muy turbulentas como para pescar, y la carne, el pan y el trigo se habían acabado hace días pese haberlas racionado cuidadosamente.

Mr.Moon miraba la ventana de su sala, tomaba una bocanada de aire, y proseguía narrando.

- Habían partido con esperanzas de encontrar tierras lejanas a las cuales atracar, pero ahora estaban tan débiles que solo bastaba con encontrar tierra en la cuál caer y descansar.
Los Dioses a los que tanto rezaban parecían haber escuchado sus plegarias, finalmente, ante esos 21 hombres, tierra firme.
Este nuevo lugar era salvaje e inhóspito, sus sueños de encontrar tesoros y mujeres de pechos grandes se transformaron en deseos más simples, carne asada, atún rojo, incluso una ensalada sería suficiente para calmar su necesidad en está situación.

Mr. Moon sonríe levemente, toma agua y continua su narración.

- Por desgracia, la tierra que los recibió no era precisamente amable con los forasteros. Pasaron días sin encontrar un solo rastro de civilización, ni si quiera animales que devorar, un lugar desierto.
Querían marcharse de ese lugar maldito cuánto antes, pero el viento no estaba a su favor, no hoy; sus velas estaban más flácidas que los senos de una anciana.
Para suerte de aquel lider, Vötnip el bárbaro, hijo de Värntid el grande, recordó las historias que contaba su madre sobre su Dios, con la capacidad de alterar la brisa.

Mr. Moon voltea la mirada hacia una vieja figura de madera de una tribu antigua, un hombre de barbas y un solo ojo se veía esculpido en ella. Prosiguió.

- Vötnip sabía que su Dios, y otros tantos como el, solo voltean su mirada con una ofrenda, aunque estaba preocupado por que su Dios no los viera desde tan lejos.
Esa misma noche, con un cuchillo para carnes encendido en las brasas, Vötnip y todos sus hombres tratarían de llamar su atención con un homenaje a su tuerta deidad. Todos los hombres presentes se arrancaron uno de sus ojos.
Aún así, el viento no cambió, era claro pues, que necesitaban algo más extremo, así que la siguiente noche tomó a uno de los suyos, el más débil y escuálido de sus hombres, y lo ató de piernas y manos a una cama de madera, donde prenderían fuego a esta desafortunada persona hasta arder vivo.
Una locura, pero, aún con todo en contra, parecía dar sus frutos, pues sus velas empezaron a moverse, pero no lo suficiente.
Era aún más claro pues, que se necesitaba algo aún más extremo, después de todo, su Dios era un Dios de la guerra.
Erigió una escultura de su Dios, y tras decir unas palabras, todos sus hombres y el mismo empezaron a atacarse entre ellos sin piedad alguna como animales, las cabezas rodaron, la sangre se derramó, al menos 12 personas de su tripulación murieron esa madrugada, tiñó la arena blanca de esta tierra virgen con escarlata; pero, pese a que todo esto pareciera una locura, esto sin lugar a dudas dió frutos, pues sus velas se empezaron a levantar, el viento ahora sí estaba de su lado.
Tomaron todo y partieron sin dudar, tan rápido que ni siquiera pensaron en sanar sus heridas de combate.
3 meses después regresarón a su tierra natal, y ninguno de los hombres que estuvieron allí volvieron a pisar un barco, y tampoco, volvieron a hablar de esa tierra maldita.

Mr. Moon interrumpe una última vez su narración, respira un poco, estira ambas manos y ahora sí, finaliza su relato.

- 100 años después, otro Rey de tierra nórdicas llegaría a América con mucha emoción, rezando en agradecimiento a Odin, por permitirle conquistar estas lejanas tierras, sin darse cuenta que en realidad, no habría traído a su Dios consigo, si no que su Deidad ya se encontraba en este lugar antes de su llegada.

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