Primer invierno juntos
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Cariño, tienes que despertar —dijo un rubio desde el marco de la puerta.
Al no tener respuesta alguna, sonrió y decidió acercarse hasta estar sentado en el borde de la cama. Desde ahí se podía contemplar una cabellera revuelta color violeta; podía contemplarse claramente alguien enroscado en tres colchas muy mullidas y de apariencia caliente que apenas quedaban para aquél invierno tormentoso.
—Mnh-no-mh, déjame dormir un poco más.
—Toshi, Vamos a desayunar. Anda —comenzó amasarlo por encima de las sábanas—, es momento de levantarse.
Parecía que había funcionado su insistencia, ya que luego de abandonar la habitación, fue directo a la cocina teniendo un par de minutos después a un chico en pijama, con el cabello revuelto y ojos apenas abiertos para no chocar con cualquier elemento a su alrededor. Con ligeros pasos llegó al asiento más cercano y se desplomó sobre ella, cruzando brazos en la mesa y recostando su cabeza.
El otro chico sonrío al ver a su novio en ese estado, parecía un chiquillo que no quería ir a la escuela.
—¿Por qué me despiertas a estas horas, Den? Hay vacaciones, es invierno y la temperatura es de diez grados bajo cero.
—Bueno —colocó una taza de chocolate caliente frente a él —, ya que son vacaciones de invierno y la navidad está a un par de días, pensé que podríamos hacer compras para decorar nuestro departamento.
Shinsou detectó cierto nerviosismo por parte de su novio. Tal vez era el hecho que pasarían por primera vez juntos aquellas fechas o había alguna otra cosa que no podía entender. Le dio un sorbo a su bebida y prosiguió con la conversación.
—Claro, cariño. Iremos de compras, pero primero debes desayunar.
Una sonrisa se trazó ampliamente en el rostro del rubio. Hizo a un lado la silla y prosiguió a comer de manera relajada.
Aunque parecía todo ir de manera cotidiana, Shinsou había notado que cierto brillo en la hermosa mirada de su pareja estaba siendo opacada; ¿preocupación?, ¿miedo? Estaba a punto de preguntarle sobre su repentino cambio, sin embargo, cuando le otorgó una mirada totalmente diferente, desestabilizó su mente y solo pudo devolverle la sonrisa.
Tal vez solo eran ideas suyas.
Siguieron desayunando entre comentarios llenos de amor, dulzura y honestidad. Todo fue un mal momento o una interpretación equivoca de un gesto que quizá no estaba tratando de reflejar esa emoción.
—¡Es hora de irnos!
Al finalizar, parecía que el rubio había recargado energías; desbordando un brillo especial como el que suele tener siempre.
Juntaron lo que habían utilizado y de forma simultanea ingresaron a la habitación, donde las bromas, risas, chistes y demás no se hicieron esperar, tampoco los abrazos, la caída inesperada en la mullida cama y un beso pasional donde ellos indirectamente reflejaban lo perdidamente enamorados que estaban el uno por el otro.
—Te amo... —dijo susurrando Kaminari.
—Yo también te amo —correspondió Shinsou mirándole a los ojos.
Pero algo ocultaban de la misma forma: miedo, pero, ¿de qué?
Una alarma se hizo presente, haciéndoles dejar de lado sus muestras de cariño y apresurar paso al centro comercial más cercano. Kaminari había anticipado el escribir una pequeña lista compuesta de adornos y algunas otras cosas para cocinar ese día, pero lo divertido de las compras es ser también algo espontaneo y llevar algunos obsequios que han rondando por la mente.
Se sentía el espíritu de la armonía y paz en los lugares donde entraban. Los adornos navideños eran tan lindos que para Kaminari le era muy difícil escoger una sola pieza o dejar alguna otra que le había encantado, por lo que Shinsou tomaba la decisión de llevarse siempre lo que más le gustaba a su novio, sin importar que fueran dos o tres piezas distintas.
Con una sonrisa cómplice, fueron a distintas tiendas departamentales e hicieron un modelaje escogido especialmente por el otro, comprando varios conjuntos para lucir cómodamente en su nuevo hogar.
Cuando ambos se dieron cuenta, ya era algo tarde como para regresar a casa y cocinar, por lo que su opción más viable era encontrar donde comer, pues siendo un centro comercial grande y con mucha gente haciendo compras por vísperas de época, algunos se encontraban sin lugar por un tiempo, por lo que optaron a salir y buscar en un par de calles un restaurante bastante acogedor y algo más hogareño.
El amor fluía entre ellos enormemente, que parecía contagiar al resto de las personas del lugar con dicha y felicidad. Lo notaron de inmediato y Shinsou tomó la mano derecha de Kaminari y la beso suavemente con los ojos cerrados, depositando todo el cariño posible en ese movimiento, teniendo por respuesta del rubio la búsqueda de la mano restante enlazándolas tiernamente. Aquella burbuja de amor estaba emanando más y más su poder.
—Sabes que me encantas aún más cuando haces eso — le confesó el rubio.
—A mí cuando te sonrojas como lo estás haciendo ahora — comentó con una pequeña sonrisa el peli-violeta.
Algo avergonzando, bajo la mirada atenta de Shinsou, Kaminari desvía su mirada hacia la ventana del local en un intento de disminuir el calor de su rostro, pero cuando la sonrisa que se había trazado segundos atrás se fue borrando pausadamente, se obligó a mirar el causante de aquella acción: una boutique exclusiva para bodas.
La fuerza de su enlace de menos disminuyó, casi pasando desapercibido por el hecho de que al tiempo llegó su pedido, obligándoles a separarse momentáneamente.
Aunque trató de cambiar su semblante, en esta ocasión el peli-violeta estaba seguro de que había una tensión entre ellos dos.
—Come, cariño, que se te enfriará —le llamó la atención el rubio.
No respondió, pero estaba seguro que no era el lugar para preguntar si existía algo qué le gustaría hablar con él.
Tal vez en casa sea el momento final. Pensó Shinsou mientras le daba un sorbo a su estofado.
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Al término de su comida, la noche había caído en la ciudad, dejando ver los recientes adornos colgados de los edificios, lugares, casas y demás alrededor, dando un espectáculo visual hermoso.
La magia podía transmitirse de esa forma tan brillante y hacer sentir calidez, pero por mucho que le gustara al peli-violeta, su mente y corazón estaban comenzando a plantearse que el día de hoy, tal vez sería el último con quien amaba.
Dirigió su mirada a Kaminari que no dejaba de estar fascinado con las luces con una sonrisa que resplandecía aún más que todo a su alrededor, apretó el puño derecho y decidió que no lamentaría este día, tenía que disfrutarlo y quizá adelantarse a sus propios planes.
Suspiró fuertemente y enlazó la mano izquierda con la derecha del rubio. Este último, algo sorprendido, correspondió aquella invitación.
—Deberíamos comprar algo para cenar —soltó Shinsou.
—Acabamos de comer y ya piensas en cenar —comentó juguetón Kaminari.
—Nunca está de más tener algo para picar más tarde.
—Bien. Me convenciste. ¿Te parece algo de verduras con solo unos trocitos de carne?
—Suena delicioso.
—Entonces, vamos al supermercado.
Aquella opacidad volvió a la mirada dulce de su novio, pero esta vez, no trató de ocultarla, sino todo lo contrario, parecía gritar a los cuatro vientos que la vieran.
Con un nudo en el estómago y un amargo sabor, acompañó a todos lados a su pequeño ángel, tratando de sonreír y estar firme a disfrutar su presencia en todo el esplendor, pero no podía fingir que estaba afligido por todo lo que transmitía el rubio y las ideas de ruptura en su cabeza se asomaban cada vez más y más.
Kaminari se percató de la actitud que invadía a su novio, por lo que en su mente no había ningún otro pensamiento que no fuera el hecho de que se había dado cuenta.
—Tengo que ir al sanitario, ¿me esperas un momento? —inventó el rubio cuando estaban caminando a la parada de autobuses.
—Por supuesto, ángel. Ve con cuidado.
Al estar frente al espejo del lugar, mordió su labio en un intento de controlar su llanto. Sintió como sus ojos comenzaban a picar y vio reflejado el repentino cambio de color blanco a rojizo.
—Es más difícil de lo que pensé —susurró para él mismo—, pero debo de hacerlo hoy mismo.
Trató de controlarse un par de minutos y no dejar rastro de aquél intento de salida por parte de sus lágrimas. Respiró un par de veces y se armó de valor para ir junto con Shinsou.
Al salir, notaba como el peli-violeta lucía algo desanimado viendo los locales de alrededor, sujetando sin ningún problema todas las compras de ese día. Sonrió triste, no habría más noches así.
Se volvieron a encontrar y emprendieron su viaje de regreso a casa, en un silencio de lamentación. Ambos trataban de ser fuertes, pero como es que hablarían de aquello que estaban preocupados si parecía que al hacerlo se quebraría su alma.
Al llegar a su hogar, Kaminari corrió a la cocina, se sujetó el cabello en una coleta y comenzó a organizar el material para la cena mientras que Shinsou, algo decaído, fue directamente a la sala, donde empezaría a colocar los adornos que habían comprado.
Sus distracciones aparentemente funcionaban a la perfección, pero éstas no serían eternas y sabían que terminarían en cualquier momento de la noche, por lo que entre más se daban cuenta que estaban a punto de finalizar, más enlentecían sus movimientos.
Un pequeño reloj cucú en la sala comenzó a sonar, dando a saber que eran las diez en punto. Kaminari sintió un escalofrío recorrer por toda su columna vertebral, como si predijera que algo sucedería. Cubrió su rostro con la mano derecha y cerró los ojos.
—Ángel —se escuchó desde la sala— ven un momento por favor. Quiero que veas algo.
Tragó sonoramente su saliva y comenzó su recorrido hasta donde estaba Shinsou.
Apenas puso un pie en el lugar indicado, no pudo evitar tener un choque de emociones, dejándolo sin habla.
—Te vi tan emocionado en las compras, que pensé en adornar el día de hoy y adelantar un poco la navidad para... al menos pasarla juntos.
El corazón de Kaminari se detuvo de forma inmediata, pero sus sentimientos no quisieron dejarse ocultar y comenzó a llorar.
—Cariño, ¿qué su-?
No pudo terminar de preguntarle, pues de forma inmediata el rubio se echó a correr fuera del lugar, con aquella simple chaqueta blanca.
Shinsou no pensó dos veces el tomar su bufanda y corrió tras de él.
—¡Denki, detente!
Se escuchó por las escaleras del edificio, pero el mencionado siguió con su ruta presuroso. Se detuvo cuando las lágrimas le impidieron ver claramente a su paso.
—¿Estás bien, ángel? —le tomó por los hombros y lo comenzó a inspeccionar—, ¿no te hiciste daño?
—No —apenas dijo entre hipidos y lágrimas desbordando.
—¿Qué pasó?, ¿por qué saliste de pronto corriendo?
Hubo un largo silencio entre ellos dos.
—Yo... no puedo escucharlo.
—¿Escuchar qué? —preguntó algo asustado.
—Que terminarás conmigo.
Aquello fue como un balde de agua fría. Su ángel creía que...
—¿Por qué piensas que iba a decirte eso? — asustado lo abrazó fuertemente y trató de transmitirle la poca calma que tenía.
—No fuerces algo, Shinsou. Desde hace días he notado un cambio en ti; te vas a otras habitaciones a contestar tus llamadas y evitas enviar algunos mensajes frente a mí.
No es necesario que finjamos tener una navidad juntos. Intenté ser fuerte este día y disfrutarlo, pero... es inevitable decirle algo al corazón. Aunque duela.
El peli-violeta quedó inmóvil por lo que sus oídos captaban. Kaminari se apartó poco a poco y colocó su mano derecha en el brazo izquierdo, desviando su mirada.
—Sé que no querías decírmelo de esta forma y mucho menos aquí, pero-.
—Tienes razón —interrumpió al rubio— no era la forma y menos el lugar, pero ya que dijiste lo que piensas, no me queda más que continuar lo que había planeado desde hace tiempo.
Por inercia, el otro cerró fuertemente sus ojos y espero escuchar lo que temía, pero nada se escuchó, solo sentía como su mano izquierda era tomada para luego ser colocada en su lugar.
—Abre los ojos, cariño.
El rubio algo confundido lo hizo e inspeccionó su mano, para luego desviar su mirada a la violeta del chico frente a él.
—¿Significa lo que yo creo? —Apenas formuló.
—Sí — tomó el rostro entre sus manos y sonrió—. Kaminari Denki, ¿me harías el honor de ser mi esposo?
—Yo creí que... No imaginaba que... —hizo una pausa—. Sí, acepto.
Bajo una calle iluminada por la luna brillante y los adornos de navidad, se dieron el primer beso como una pareja comprometida, dejando aquél rastro de miedo que en algún momento les invadió.
Las lágrimas del rubio no dejaron de fluir y aun en la misma posición, Shinsou limpió aquellos caminos marcados en las mejillas de su ahora futuro esposo.
—Creí que había dejado de gustarte —comentó con una risa triste el rubio.
—Cariño, sigues siendo la cosa más hermosa que he visto en mi vida. En cualquier sentido que imagines en tu cabeza.
Debí ser más cuidadoso al planear comprarte el anillo, pero quiero decirte esto y que jamás lo olvides: amarte ha sido la decisión más perfecta e irrefutable de mi vida.
Juntaron sus frentes y en ambas miradas, solo había el reflejo de amor y esperanza. Un mal entendido afectó sus corazones, pero para su fortuna, todo resulto para bien.
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¡Holaaaaaaa, mis lindos ángeles!
Ojalá les gustara este OS. Recuerden que lo hago con la conceptualización de los tiempos en Japón (aún sigue siendo invierno :'v)
Estos OS de "Primer: verano, otoño, invierno (y próximamente primavera) solo se realizan porque este tema se involucra hasta cumplir un año con el libro, posteriormente ya solo se publicarán OS que involucren estas fechas, pero no hablando como pasaron estas estaciones del año juntos <3.
Es como si la relación ShinKami hubiese comenzado oficialmente (en este libro) en junio 2020 :3
Buscaba hacerles sentir que algo malo ocurriría en este OS, pero nah, al final estuvieran aliviadas de que no pasaría nada más.
¿Les gustó?
Por cierto, por si no entendieron algunas partes, ambos sospechaban que el otro terminaría la relación. No solo era Shinsou o Kaminari.
Ambos estaban dispuestos a disfrutar ese día como el último en pareja. Shinsou quería arriesgarse con el anillo y Kaminari estaba dispuesto a enfrentarse con terminar. Querían que fuera lo más rápido y sin rodeos, pero Kaminari se quebró completamente, solo un par de segundos que Shinsou.
Y sí, el anillo era para navidad.
Esperen las actualizaciones de mis otros libros.
Sin mas que decir, cambio y fuera.
05/02/2021
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