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CHAPTER ONE
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Uno de los pasatiempos favoritos de Mirai es disfrutar de la abrazadora calidez del sol mañanero mientras cuida las plantas de su pequeño jardín. Sin importar las estaciones los rayos de la enorme estrella diurna siempre saludan a su humilde hogar como si le desearan un buen día.

Muchas veces perdía la noción del tiempo por estar sumergida en su propia mente.

Asi como en ese momento.

—Mamá ¿Has visto mis zapatos? Los blancos...— un pequeño de cabellera azabache alborotada se asomó por la entrada con los ojos adormilados y bostezando— No los encontré.

Mirai dejó de quitar las malezas que atormentan a las plantas y lo miró, sonrió al ver a su retoño somnoliento.

Tenía el cabello tan desordenado como siempre, igual al de él.

—¿Ya revisaste bajo la cama?— se levantó del suelo quitándose los guantes de jardinería para acercarse a su hijo y darle un beso de buenos días en la frente.

El niño de diez años negó, volviendo a bostezar.

—No, ya iré a revisar— con lentitud se marchó hasta su habitación dejando atrás el eco de sus pasos sobre el suelo amaderados.

Mirai cerró los ojos enternecida soltando una risa suave.

Es igualito a tí— miró el vasto cielo con nostalgia, las nubes que lo adornaban estaban siendo arrastradas por el viento, logrando cubrir el sol por unos instantes— Ya ha pasado mucho tiempo ¿Cuándo volverás?

Después de que su marido muriera a manos de su malvado hermano mayor, tuvo que esperar tan solo un año para volverlo a ver. Estaba agradecida con la existencia de las esferas del dragón, unos artefactos mágicos que tienen la cualidad de cumplir cualquier deseo. Y gracias a ellas es que él volvió a la vida.

Para volver a marcharse.

—¿Estás bien mamá?— la voz del pequeño Son la volvió en sí— ¿Quieres que te traiga algo?

Dejando de mirar hacia arriba centró su atención en el menor.

—Estoy bien— volvió a curvar los labios en una sonrisa, Gohan imitó el gesto más tranquilo.

No era la primera vez que veía a su madre tan pensativa mientras miraba el cielo. Podía asegurar que sabía en quien estaba pensando, porque el también lo hace, todos los días, en todo momento.

—Será mejor que desayunes pronto, el profesor ya vendrá— recordó la adulta a la vez que entraba a casa siendo seguida por su retoño.

No pasó por desapercibido el hecho de que lo vio apretar los puños.

Guardó silencio por unos instantes cuando abrió la alacena, miró al menor por el borde de la puerta del mueble, no parecía muy contento. Algo muy raro en él.

—Gohan... ¿Cómo es tu profesor?— decidió indagar minuciosamente mientras sacaba la vajilla y la dejaba sobre la mesa de madera.

Nervioso el niño dio un respingo.

—A-Ah... Bueno...— dudó en si hablar con la verdad.

"—No creo que quieras decepcionar a tu madre ¿Cierto?"

Las mismas palabras dichas por el adulto que viajaba casi todos los días a su casa para impartirle clases y prepararlo para ingresar a la escuela retumbaron en su mente, jamás había ido a una porque desde que tiene memoria; gran parte del tiempo estuvo entrenando y peleando para salvar a la tierra. Y para cuando tuvo la oportunidad el miedo por convivir con más niños y el temor a herirlos por que no sabe medir su fuerza fueron la causa principal porque estudia en casa.

Estaba agradecido por tener a una madre comprensiva que entiende la situación y la diferencia que hay entre él, y un niño humano ordinario.

La sangre sayiajin que corre por sus venas aveces era una condena.

Por esa misma razón agachaba la cabeza y soportaba los insultos y malos tratos del único profesor que aceptó subir y bajar un monte en medio de la nada. Además, era consciente de que hay dinero en juego y que su madre trabaja arduamente por conseguirlo y así pagarle un tutor.

No quiere defraudarla.

—Es un buen maestro— fingió una sonrisa— Tenias razón mamá, necesitaba ayuda para poder seguir avanzando.

Mirai asintió, no muy convencida y sirvió unos platos con comida ligera para la mañana, conocía el gran apetito de los sayiajin por lo que se aseguró de cocinar para tener de sobra.

—Hijo, sabes que puedes decirme lo que sea— se sentó en la silla qué estaba al lado del menor, quien agachó la mirada— Cualquier cosa que te suceda, estoy yo para ayudarte. Y si el señor Zhou Sai'aku te hace algo-

—De verdad mamá, es un buen profesor— repitió Gohan ahora sonando más seguro de sus palabras— No tienes que preocuparte. Además...— elevó su brazo e hizo una flexión en un intento de mostrar los bíceps— Soy fuerte.

Sin poder evitarlo Mirai rió con ternura.

—Por supuesto, eres muy fuerte Gohan— desordeno el intento de peinado que el infante se había hecho— Igual de guapo y fuerte que tu padre.

—¡Mamá!— se quejó Gohan mirando los mechones de cabello rebeldes desparramados por su frente.

Los integrantes de la familia Son rieron formando un ambiente ameno que los abrazaba y consolaba por la ausencia de un marido, un padre y un buen amigo.

Nadie más, ni nadie menos que Son Goku.

El sonido de un cristal roto hizo que Mirai dejara de pasar la aspiradora debajo del mueble que tenía sobre la palma de la mano. El porta retratos que adornaba la mesilla se había caído.

—Oh— fue lo único que logró gesticular antes de dejar la mesa donde estaba y que apagara el aparato.

Con cuidado sostuvo del borde el objeto para no tocar los fragmentos de vidrio. Frunció los labios en una línea recta cuando vio la fotografía.

Un recuerdo de hace ya mucho tiempo, del mismo día que Goku y ella llegaron a casa como recién casados. Él vestía un lindo traje, blanquecino al igual que el vestido que ella traía puesto.

Eso fue hace once años.

El tiempo pasa volando pensó, centrando la mirada en quien la abrazaba por los hombros y hacia una seña de paz en dicha fotografía— No sabes las ganas que tengo por golpearte. Mira tú que abandonarme otra vez, tonto...

—¡Detente chiquillo, hazte para atrás! ¡Señora Mirai su hijo quiere golpearme!

La voz grave del único hombre adulto que estaba en casa resonó por las paredes, dejó el portarretratos en la plana superficie de la mesa y a paso acelerado se dirigió a la habitación de su hijo. No esperó a tocar y solo entró.

—¿Todo bien?— preguntó desde el marco de la puerta con la mano sujetando la perilla de metal.

Un asustado señor Zhou estaba siendo arrinconado por Gohan.

—Todo bien mamá— dijo el Son con inocencia.

Sai'aku carraspeo.

—¿Qué clase de educación recibió este niño para comportarse así?

—¿Disculpe?

—Ese no es el comportamiento de un niño normal.

Mirai dejó de prestarle atención al maestro y miró a su hijo.

—¿Sucede algo hijo?— preguntó preocupada acercándose a él.

El infante no hizo más que agachar la mirada y negar con la cabeza tragándose las palabras.

—De seguro es por culpa de su fracasado padre— dijo Zhou, Mirai tensó la mandíbula sin dejar de estar al tanto de su hijo.

—¡Mi papá no tiene la culpa de nada!

—¡Guarda silencio!— con un látigo en manos el profesor no dudó en golpear al menor.

Más Mirai no lo permitió.

—¿Quién se cree qué es usted...?— miró con dureza al hombre sosteniendo el brazo de este, Zhou intentó zafarse del agarre pero le fue imposible— ¿... Para venir a golpear a mi hijo?

—M-Mamá...

—¡Señora le pido que me suelte o-

—¿O qué?— apretó el agarre.

El hombre estaba comenzando a preocuparse ¿Acaso todos en la familia Son eran así de fuertes? Primero el hijo y ahora la madre.

—¡S-Señora Mirai!

—Sospechaba que algo sucedía por el comportamiento extraño que estaba teniendo Gohan— sus cejas se fruncieron, furiosa consigo misma— Perdóname hijo ¿Qué clase de madre permite que traten a su hijo de esa manera?— dejó de lamentarse y volvió a mirar al maestro, a este punto el niño estaba enmudecido por la valentía de su madre— Le permití entrar a mi hogar porque dijeron que era un buen profesor y alguien de confiar... veo que no es así.

—Señora ya es momento de que me vaya, le pido amablemente que me suelte o tendrá que abstenerse a las consecuencias de la ley— Zhou se acomodó los lentes— Esto es agresión física y por lo tanto-

La carcajada de Mirai lo calló.

—Agresión física dice— murmura con el entrecejo fruncido, arrastró al hombre entre quejas hasta llegar a la ventana y la abrió de un solo empuje— ¡Demandeme si es que quiere!

Son Gohan podía afirmar que a lo largo de su corta vida jamás había visto a su madre enojada, hasta se atrevía a decir que ella era la definición de la palabra tranquilidad.

Así que no tenía palabras para lo que acaba de presenciar.

La rata que tiene como tutor había sido lanzado por los aires sin mucho esfuerzo y estrellado a varios metros lejos de casa. No recordaba que su madre tuviera tanta fuerza.

—¡Mujer bruta y rural, no me sorprende que no sea diferente al mono que tiene como esposo!— gritó medio adolorido— ¡No saben de él hace tiempo y aún lo esperan, siento pena por ustedes!

—Además de estúpido, metiche— murmuró Mirai— Este maldito idiota.

La malas palabras afectaron a Gohan, dejándolo más que sorprendido. El fino y elegante lenguaje que su madre siempre emplea había sido remplazado por insultos.

Mirai sostuvo el borrador que estaba sobre el escritorio del menor y lo lanzó con fuerza hacia Zhou Sai'aku. Quien no soportó el impacto y volvió a caer.

Por un simple objeto escolar.

—Métase en sus asuntos viejo decrépito!

Y sin más el maestro huyó despavorido.

La mano de Mirai descansó sobre el hombro de Gohan, ambos mirando por donde el hombre se fue.

—Hijo.

—¿Si mamá?

—No vayas a repetir nada de lo que dije.

—A-Ah ¡S-Sí!













- ↻d a t o c u r i o s o ;

❛Goku y Mirai se casaron después de que él se la llevara del opresivo y tradicional hogar en el que vivía❜

βye :hans_zero: βye

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