🍄Chapter eight.

Llegó la noche siguiente, y Jimin se estaba preparando para la cena que tendría con Yoongi.

Él no sabía aún el motivo exacto por el cual el hada lunar había decidido invitarlo, mucho menos después de haberle cerrado la puerta en la nariz, pero no quería agobiarse pensando en ello mínimo por un rato.
Ya estaba lo suficientemente cansado de llorar como para seguir haciéndolo; incluso juraría que sus alas explotarían cuál foco fundido si continuaba sintiéndose mal.

Así que se tomó el día para relajarse.
Se preparó un té de camomila para que sus pensamientos lo dejaran de molestar, y congeló en su pequeña hielera dos bolsitas con agua para usarlas en sus ojos, pues estos estaban bastante hinchados y no creyó que aquello se vería bien en una cena.
Cocinó un poco de sopa de tomate caliente, recordando que es de las comidas más confortantes que se pueden hacer, y se sentó a mirar su ventana mientras la disfrutaba.

Dudó mucho en sí decirle a Taehyung sobre la cita que tendría con Yoongi, porque vamos, el día anterior lo había visto llorar un océano completo a causa de él, y que hoy se levantara a contarle que lo vería por la noche sonaría muy patético.
Pensó que quizá lo mejor sería guardar el secreto, al menos hasta confirmar que la cena hubiera salido bien.

A las seis de la tarde, Jimin comenzó a alistar su apariencia para estar listo a tiempo.
Yoongi le había enviado otro mensaje con Orión por la mañana, en el cual le especificaba que el mismo búho iría a recogerlo a las siete y treinta; digamos que el rubio no notó la alerta roja en tal hecho, siendo que el peli negro ni siquiera se había tomado la decencia de ir él mismo a su casa y en su lugar, mandaría un ave.

Para cualquier ser, hada o no, eso hubiera sido un rotundo "no iré, se cancelará", pero no para Jimin.
Para él fue más un "seguramente quiere dedicar el tiempo para cocinarme algo muy rico y recibirme con una gran impresión".

Así que sin pensarlo más, se dispuso a rebuscar en su closet hecho de cedro algún conjunto que causara impacto, algo que se viera sumamente bonito.
Por poco se volvía loco, pero por suerte, lo encontró.

Decidió usar un pantalón holgado color café, un par de zapatillas blancas, una camisa de seda pintada de beige y el protagonista del día, un corset en un tono marrón casi negro. Quizá sería confundido con un hada pirata, de no ser porque no llevó consigo joyería.

Jimin cepilló sus cabellos rubios a conciencia, dándole volumen y girando algunos mechones para formar ondas llamativas.
Él de verdad se esforzó en verse lindo para Yoongi, y aún con dudas en la cabeza, lo logró.

A las siete y treinta de la noche, el rubio ya estaba listo para la cita, esperando sentado en su sofá a que Orión llegara por él.
Afortunadamente, el búho había aprendido a ser puntual, y no demoró más en ir a recoger al hada; se escuchó el aleteo de sus enormes alas, y se pudo oír como varias hojas y ramas crujieron bajo sus patas cuando descendió. Orión ululó en la puerta de Jimin, y dio un par de picotazos en la madera.

El rubio dió un pequeño brinco cuando la puerta resonó, sintiendo como sus latidos aumentaban rápidamente, golpeando su pecho con ansiedad.
Se sentía emocionado, dudoso, feliz y nervioso, más a parte todavía tenía un leve gajo de tristeza por lo que había pasado la tarde pasada; no sabía cómo definir el torbellino de sentimientos que tenía dentro, pero sí sabía que era algo completamente nuevo para él.

Nadie lo había hecho sentir tantas cosas como Yoongi.
La cuestión, es que no todas eran emociones buenas.

—¡Ori, hola!—saludó Jimin al búho cuando salió de su casa por fin—Que puntual.

El ave ululó en señal de agradecimiento, y se inclinó como todo un caballero ante el hada, dejándolo subir a su lomo y que se sujetara del collar que Jungkook le había dado.

Emprendió entonces el vuelo hacia casa del peli negro, tratando de no exceder mucho la velocidad para evitar que su pasajero corriera peligro. Después de todo, no iban para nada tarde, llegarían con minutos de sobra.

Veinte minutos después, Orión aterrizó a pocos pasos del jardín de Yoongi, para evitar romper algo sin querer debido a su gran tamaño —o bueno, grande en comparación con las pequeñas hadas de apenas unos centímetros—, y se inclinó nuevamente para que Jimin bajara con cuidado.

El rubio se despidió del búho con un dulce besito en su mejilla, y caminó hasta la puerta del peli negro.
Sintió como su corazón se alborotaba aún más que antes, los latidos a mil por hora golpeaban en su garganta, las manos le temblaban y su pecho punzaba entre cada bombeo de nervios; era completamente entendible, siendo que tan solo un día antes había salido de ese lugar llorando, y ahora, estaba ahí de nuevo, esperando ser recibido apropiadamente.

"¿Estoy siendo tonto, o solo me enamoré de más?", pensó, y tocó la puerta.

—¡Minnie!, sí viniste, que gusto.—Yoongi abrió de inmediato, y lo recibió con un semblante contrario al que Jimin recordaba. Le sonrió como si nada, y se hizo a un lado para dejarlo pasar a la casa—Gracias por aceptar.

—Gracias a ti por la invitación.—contestó el rubio con una sonrisa dulce y entró.

Todas las hadas suelen decorar sus casas conforme a las habilidades que ellas poseen, por ejemplo, las hadas de las flores usualmente llenan su casa de colores primaverales, plantas y por supuesto, flores; y en el caso de Yoongi, no fue la excepción, pues al ser un hada de la luna, su hogar tenía características de ese tipo.

Las paredes eran grises claro, usaba iluminación blanca proveniente de lámparas en forma de luna, y se podía identificar una paleta de azules y plateados en los muebles y decoraciones.

Jimin fue guiado hasta el comedor, una mesita redonda pintada de color plata, y sillitas con cojines de media luna.
Allí pudo ver la cena que Yoongi le había preparado: panecillos con mantequilla derretida, un par de platos de cupcakes decorados con betún de colores, un gran tazón de frutas frescas y una jarra completa de café recién tostado.

Parecía que el peli negro se había esforzado, pero a la vez, quizás dió una sensación de "pudiste haberlo hecho mejor".
Y aún así, tenía más a su favor que en su contra, por el simple hecho de que Jimin era el comensal.

—Adelante, siéntate.—Yoongi acomodó una silla para el rubio, haciéndola hacia atrás para que pudiera sentarse. Quería actuar como un supuesto caballero.

—Gracias... Se ve delicioso.—comentó Jimin al tomar asiento y dar una segunda mirada a la comida.

—Espero que su sabor sea igual de bueno como su apariencia.—el pálido se sentó en una silla justo enfrente, y soltó una pequeña risita aparentemente nerviosa—No sabía que cosas te gustaba comer, así que elegí algo seguro. No conozco a nadie a quien no le agraden los panecillos y el café.

Justificación o no, excusa barata o un simple comentario, de cualquier modo, al hada de luz no le interesaba. Solo podía pensar en el tiempo que Yoongi se había tomado para preparar todo aquello solo para él, y con eso le bastó.

—Y acertaste, me encantan.—sonrió nuevamente, haciendo que sus ojitos se cerraran.

En términos generales, se podría archivar la cena como un éxito rotundo, según el rubio.
Yoongi no se comportó mal en toda la velada, aunque cabe aclarar que no se disculpó correctamente por el día anterior.
Jimin la pasó increíble con él, y en ningún momento se arrepintió de haber aceptado la invitación, por más extraño que fuera.

Sin embargo, en realidad no era muy prudente colocarle la etiqueta de éxito, ya que hubo al menos dos comentarios que, aunque el hada de luz pasó por alto, para cualquier otro ser hubieran significado salir de esa casa inmediatamente.

El primero surgió de la nada, en un tono bastante pasivo agresivo, y con el cual, Yoongi pretendía culpar al rubio por la falta de respeto que había ejercido en su contra la tarde pasada. Claro que no era culpa de Jimin, pero aún sabiendo eso, no pudo evitar tener un sentimiento de "tiene razón, es lógico".

—¿Ves qué diferencia?, si tú no vienes de sorpresa a mi casa, y esperas a que yo te invite, las cosas salen bien, ¿lo notas?

Y después, el segundo comentario, o más bien, respuesta a una pregunta, fue el que más llamó la atención de Jimin.
No hizo nada al respecto, pero sí lo guardó en su mente sin querer.

El rubio le había preguntado porque había decidido pedirle que cenaran juntos, argumentando que fue una sorpresa bastante grata, pero al mismo tiempo, extraña considerando que las circunstancias no habían sido las mejores.
Yoongi no dudó en contestar con su verdad, pero tampoco se detuvo a pensar en como usar las palabras y acabó poniéndole un contexto peor a la invitación.

—Jungkook vino a hablar conmigo poco después de que te fuiste, y él dijo que yo me había comportado terrible. Claro que le di mi motivo, pero no pareció entenderlo, y me dijo que si no me disculpaba contigo me colgaría de una rama.

—¿Así que te sentiste obligado?

—Algo así, él también dijo que una cena podría ayudar a qué me disculpara y tú lo aceptaras, y no sonó tan difícil, así que sí, ese tipo sabe como obligarme a tantas cosas.

Era difícil, pero no imposible, de creer que Yoongi no hubiera tenido la iniciativa de hacer aquella cita ni mucho menos de ofrecer una disculpa directa, y cuando Jimin escuchó tales afirmaciones, sintió como su corazón dolió por breves segundos.
Decidió que lo dejaría pasar, por su bien emocional, y porque pensó que al final de cuentas, el peli negro lo había tratado bastante bien y que por ahora eso sería suficiente.

Aunque claro, no evitó que esa punzada de tristeza se reflejara más allá de su pecho.

—Tus alas parpadearon, que bonito tono de luz tienen.—dijo el pálido con una leve sonrisa de admiración—¿Significa que estás feliz por mi honestidad?—y aunque eso sonó como la cosa más estúpida del mundo, Jimin no dijo nada que pudiera confirmarlo.

—Por supuesto que si, siempre es mejor decir la verdad.—el rubio forzó una sonrisa, y continuó cenando.

"No puedo decirte que me volviste a lastimar, porque tal vez no fue tu intención".

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top