8- Difícil de tratar
Bajando del vagón, los tres jóvenes miraron al horizonte donde las vías desaparecían de su vista al igual que el vagón en el que Gekko había huido.
—Hasta aquí llegamos —murmuró el rubio con molestia, apretando los puños con impotencia.
Shikadai dirigió su mirar al pelirrojo junto a él, su semblante entristeció al ver lo afligido que estaba el chico, guardó sus manos en sus bolsillos sintiendo una pequeña ficha en uno de ellos, la sacó y la miró detenidamente un momento, era la ficha de peón. Suspiró y volvió su mirar a Ryogi, se acercó un par de pasos llamando su atención, tomó su mano y dejó en ella la pequeña ficha.
—Los peones se pueden volver el general dorado —citó el Nara sin mirarle, soltó su mano y se alejó guardando la distancia.
Boruto veía la escena atento, en verdad tenía sentimientos conflictivos al verlos, pues a pesar de no saber todo lo que pasa entre ellos y en sus mentes, entendía que sentían un gran afecto mutuo, pero a la vez se sentía mal por Inojin, pues lo que Shikadai hacía y sentía lastimaba al rubio, tenía que considerar y saber todo para juzgar correctamente a Shikadai y a Ryogi, pero por el momento, lo único que hacía era sentir pena por el pelirrojo, y compasión por el azabache.
Shikadai estuvo por darse media vuelta para correr de vuelta a Kaminarimon Company, cuando entonces un gran destello anaranjado pasó frente a ellos en dirección a donde continuaban las vías del tren.
—Ese era... —susurró Boruto con asombro.
Ambos Genin cruzaron miradas y asintieron, diciendo con la expresión un "vete" por parte del rubio y un "gracias" de parte del Nara.
Shikadai corrió lejos de ahí, cruzando por el bosque de vuelta a Kaminarimon Company, tardaría mucho en llegar, pues estaba muy lejos, él estaba mal herido y cansado tanto física como mentalmente. Cuánto daría por volver todo a la normalidad, o por lo menos de ser un poco más rápido o tener algo de conocimiento en jutsu medico para curarse las heridas, pues el dolor ya comenzaba a ser molesto y punzante.
La herida en el hombro, en el costado de la cintura, los rasguños y raspados por todo el cuerpo y el fuerte dolor en la mejilla por ambos golpes que le habían propinado, todas esas eran las heridas que traía consigo, sin tomar en cuenta las heridas emocionales que le agobiaban.
Shikadai casi no podía respirar, en verdad estaba muy cansado, pero no podía detenerse, necesitaba hablar con Inojin, sabía que no lograría nada, pero necesitaba verlo, aclararle todo... O por lo menos dar su versión de la historia, ese rubio significaba mucho para él, mucho más de lo que él mismo se podría imaginar.
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A pasos torpes y cansados, Shikadai llegó al frente del edificio de Kaminarimon Company. Jadeante, con la vista nublada y bañado en sudor, Shikadai se detuvo frente al edificio, todos los equipos esperaban ahí a los últimos avisos, a pesar de que ya podían marchase. Con dificultad para enfocar la mirada, Shikadai buscó entre los Genin al rubio, pero no lo encontraba, por lo menos no con la vista, pues estaba tan cansado de correr, y tan debilitado por las heridas, que concentrarse ahora básicamente significaría usar todas las fuerzas que le quedaban.
Tambaleante, se acercó a Chouchou que se estaba hablando con la Uchiha y Mitsuki.
—... Chouchou... —susurró el Nara tomando bocanadas de aire, mientras descansaba las manos en sus rodillas tratando de recobrar el aliento.
—¡S-Shikadai! ¡Cielos, te ves horrible! —exclamó la morena con asombro.
—¿Y Boruto? —preguntó Mitsuki, un tanto preocupado por el como llegaba el azabache, no tanto por él, si no más bien porque algo malo le hubiera pasado a Boruto y Shikadai hubiera tenido que correr para decírselos— ¿Él está bien?
—El séptimo fue a ayudarlos ¿Todo está bien? —preguntó Sarada, asombrada por el estado de su compañero.
—... Ah... —musitó Shikadai entre jadeos, en verdad parecía que le costaba respirar. Subiendo la mirada de golpe, con el ceño fruncido y el semblante afligido, dijo con dificultad— ¿Donde está Inojin?
—Se fue hace rato, en verdad se veía muy serio —exclamó Chouchou— ¿Qué le hiciste Shikadai? Desde hace rato que les pregunto y ninguno que me dice nada.
—¿Pasó algo malo? —preguntó Sarada.
Shikadai, agotado, se dejó caer al suelo tratando de recobrar el aliento.
—No... todo está bien, Boruto está bien... el Hokage llegó, él se encargará del resto... —explicó Shikadai sin mirarles.
—Estás muy mal herido ¿necesitas que te atiendan? —preguntó la azabache.
—No, no... Necesito ir a ver a Inojin —explicó con los ojos cerrados, calmándose poco a poco.
De la nada, sintió un gran alivio en su herida del hombro, vio a su lado comprobando que se trataba de Mitsuki, estaba curándolo, aparentemente él sabía jutsu médico.
—... Gracias... —susurró Shikadai, obteniendo una pequeña mueca como respuesta de Mitsuki.
—Si Boruto confía en ti, yo también, creo que esto es lo que él querría que hiciera —expresó con simpleza, haciéndole al Nara sonreír de lado por la simpatía que tenía Mitsuki.
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Tras tratarse las heridas, Shikadai corrió en dirección a la casa del rubio. Pese a estar cansado, necesitaba verlo, y un par de heridas no iban a detenerlo.
Tenía miedo, no podía negarlo, no sabía que diría ni que pasaría, pero estaba dispuesto a aceptar las consecuencias, después de todo, él le mintió, besó a alguien más, le dijo a ese alguien que lo quería y se permitió enamorarse cuando en todo momento fue Inojin el que debía merecer todo ese afecto.
Shikadai sabía que había hecho mal y haría lo que sea para enmendarlo.
A lo lejos, divisó la espalda de Inojin. El área en donde estaban era justamente la parte alta por donde se pasaba antes de llegar a aquella plaza con la banca, al ser tan noche, el lugar estaba desolado, no había nadie a los alrededores ya que la mayoría de gente estaba cerca del área de la compañía Kaminarimon.
Casi alcanzando a Inojin, Shikadai poco a poco bajó la velocidad de sus pasos.
—¡Inojin! —gritó antes de tocar el hombro del rubio.
Apenas logró rozarlo con sus dedos, cuando el susodicho se giró de golpe y con gran fuerza le golpeó el rostro haciéndolo retroceder varios pasos hasta caer al suelo.
Aturdido, alzó la vista sujetándose la mejilla con dolor, al verlo pudo ver el odio, la rabia y la tristeza plasmada en su rostro.
Estaba llorando, Inojin estaba llorando... tenía el entrecejo fruncido, sus mejillas estaban coloradas del enojo, al igual que húmedas por las lágrimas que brotaban de esos ojos celeste, ahora cansados de tantas lágrimas que habían derramado gracias a Shikadai. Sus manos hechas puño temblaban, mientras que permanecía en la posición resultante del golpe que le había propinado al contrario.
Gracias a él, Inojin volvió a llorar... Quería golpearse, si Inojin se le abalanzara para hacerlo él mismo, no lo detendría.
Ladeando la cabeza de un lado a otro, cerrando los ojos con fuerza tratando de formular una oración coherente, gritó lo primero que se le vino a la mente.
—¡Eres un maldito bastardo! —exclamó el rubio.
Se acercó a Shikadai varios pasos, mirándole con rabia provocando un gran miedo en él, casi haciéndole querer alejarse temiendo que le fuera a hacer algo.
—¡¿Porqué lo hiciste, Shikadai?! ¡Yo te amaba! —expresó con la voz entrecortada, apenas capás de mirarle pues las lágrimas nublaban su vista, el enojo y la ira contenida apenas le dejaban pensar— ¡¿Porqué comenzaste a salir conmigo si no me querías de verdad?! ¡¡Si no sentías lo mismo que yo, me hubieras rechazado desde un principio!! ¡Lo habría aceptado, lo habría entendido! —gritó con rabia. Retrocedió tomándose el rostro con frustración, tratando de pensar coherentemente pues lo único que quería era llorar— Siempre supe que nunca podrías verme como algo más que un amigo, lo sabía y no me importó, porque a pesar de todo... Quería que supieras que me gustabas —expresó con más calma, incapaz de verle a la cara, mientras que las lágrimas no se detenían por mas que intentara— ... Quería... Quería que lo supieras... Y por lo menos ver si... Si sentías algo por mi... Quería estar contigo, quería que me quisieras, pensar que te podrías enamorar de alguien más me mataba por dentro... Por eso me confese, porque necesitaba que por lo menos supieras lo que sentía por ti... —confesó entre lágrimas, su voz temblaba gracias a la tristeza y el coraje, y el orgullo se lo tragaba para decirle lo que alguna vez sintió— sabía que todo podría terminar mal... Pero esto... —le miró con el rostro ensombrecido, logrando hacer que Shikadai se encogiera en su lugar del miedo que le provocaba— nunca creí que tú... Serías capás de mentirme así...
—Inojin... Yo--
—Callate... No quiero oírte... No hay excusa —susurró entre dientes, tapándose el rostro con ambas manos tirando de sus dorados cabellos, aguantando inútilmente el llanto.
Ya no quería llorar, no por él, ya no lo soportaba, lo traicionó, le mintió en su cara, nunca sintió algo real por él... ¿Qué más daba?
—Ya no quiero verte... Ya no quiero verte nunca más —murmuró con coraje, retrocediendo un par de pasos.
—Inojin, espera... —susurró el Nara, levantándose con dificultad del suelo, alzando el brazo para alcanzarlo.
—Todo lo que había... Todo... Olvidalo... —musitó con tristeza, listo para huir de aquello— eres un maldito...
—Inojin ¡por favor! ¡espera! —exclamó con terror al ver como el susodicho se alejaba rápidamente. Al instante, Shikadai se levantó alcanzando al rubio, tomándolo del brazo.
—¡Sueltame! —exigió Inojin forcejeando para liberarse, pero Shikadai era más fuerte y logró sujetarlo de ambos antebrazos, obligándolo a mirarle.
—¡Por favor, necesitó que me escuches!
—¡Para oír ¿qué?! —gritó encarnándolo— ¡"Lamento haberte engañado"! ¡"Perdoname, eres lo mas importante para mi"! ¡¿Estupideces como esas me ibas a decir?! ¡¿Esa era tu disculpa?! ¡Por favor, Shikadai! ¡Si ni siquiera me querías! ¡¿Vas a decirme que ahora vas a cambiar?! ¡No tiene caso! ¡Si solo vas a estar conmigo para evitar que tu vida no se valla al demonio entonces puedes olvidarte de mi!
—¡Inojin, yo de verdad te quiero, te quiero con toda el alma, sé que te traicione pero necesito que me escuches, todo lo que pasó fue porque--!
—¡No quiero oírte, no necesito que me digas esas tonterías, si realmente lo sintieras no te habrías enamorado de él! —exclamó forcejeando para liberarse, con la cabeza baja evitando mirarle, cerrando los ojos con fuerza permitiendo que las lágrimas brotaran con intensidad— ¡si de verdad me quisieras...! No lo hubieras besado, no lo habrías ido a ver todos esos días... No me hubieras dejado de lado todo este tiempo... —al igual que su voz, su labio inferior temblaba, todo su cuerpo se estremecía ante la impotencia de los hechos.
—Lo lamento, en verdad lo lamento —dijo con agobio el Nara, sintiendo el cosquilleo en su nariz por el inminente llanto—, sé que nunca te valore como debí, siempre me quisiste y nunca pude verlo... Necesito ser sincero contigo, aún cuando comenzamos a salir no sentía ni de lejos lo que tú sientes por mi, incluso aun no lo sentía hace dos días —el sollozo de Inojin se hizo sonoro, lo lastimaba con lo que decía—, pero ahora sé que siempre te he querido ¡siempre te quise! Desde niños tú siempre has estado a mi lado, y ahora entiendo que si te perdiera mi vida ya no sería la misma, te has vuelto la persona más importante para mí y te amo.
Inojin abrió los ojos de par en par con asombro, para luego cerrarlos y apretar los labios con enojo tratando de liberarse con más fuerza.
—Te amo Inojin, te amo en verdad, te necesito y no puedo perderte, yo--
—¡Callate!... Callate... por favor —rogó entre lágrimas y sollozos, mientras su fuerza iba disminuyendo gradualmente—, ya no quiero escucharte... solo mientes, todo lo que has estado haciendo es mentirme...
—¿Porqué crees que te mentiría ahora? ¿Porqué crees que te mentiría con esto?
—Porque sé que nunca sentirás por mi lo que sientes por Ryogi... —respondió con tristeza aún sin alzar la cabeza, logrando que Shikadai le mirara con asombro y su agarre se aflojara ligeramente— ... Te enamoraste de él en tan poco tiempo... Lo besaste y te le confesaste apenas tuviste la oportunidad... Él me lo dijo todo... Sé que nunca serías así conmigo... De no haberme confesado estoy seguro de que aún no sentirías nada por mi...
Era verdad, por mucho que Shikadai lo negara era verdad, si Inojin no se hubiera confesado, Shikadai nunca se habría dado cuenta de sus sentimientos... Aunque...
—Es mentira —insistió el Nara—, es mentira Inojin, siempre he estado enamorado de ti pero soy un tonto y nunca me di cuenta, desde que supe que te habías enamorado de alguien no pude evitar sentirme celoso, y cuando te fuiste ese día, la rabia me consumía por dentro porque sentía que te estaba perdiendo, estaba celoso y no sabía porqué, solo quería detenerte y pedirte que te quedaras conmigo... Siempre te he querido y sé que por una u otra razón algún día me daría cuenta de eso.
—Mientes... Mientes, ya no te creo nada... —exclamó entre dientes tratando de zafarse— si fuera cierto nunca te habrías enamorado de él...
—Es verdad que me enamoré de él —apenas dijo eso, Inojin volvió a forcejear con más fuerza— sentí por él algo diferente y admito que aún cuando sabía que tenía que alejarlo no quería porque no quería que me odiara —habló con rapidez mientras que Inojin insistía con tanta fuerza como podía, Shikadai tuvo que apretar el agarre lastimándolo por el forcejeo— ¡pero a ti te amo Inojin! ¡Si voy a perder a alguien, si uno tiene que odiarme quiero que sea él, a ti no puedo perderte! ¡Él ya no me importa!
—¡Callate, ya basta, no quiero escucharte más! —gritó el rubio entre lágrimas.
—¡Te amo! ¡Perdón, por favor perdoname Inojin! —rogó el mayor, sujetándolo de los hombros permitiéndole al rubio tratar de alejarlo empujándolo del pecho.
—¡Ojalá nunca me hubiera enamorado de ti!
Shikadai le miró pasmado, sabía que solo lo decía del enojo, o por lo menos así lo sentía. Inojin pronto se soltaría, seguramente ya no lo vería en días, si le permitía marcharse todo se acabaría, no quería que terminara así.
Haciendo un ultimo intento, lo tomó de ambas manos, rodeándolo de la cintura con su brazo libre pegándolo a él, y lo jaló de las muñecas obligándole a besarlo. Mientras que Inojin lo veía con los los ojos bien abiertos, apretando los labios con fuerza, Shikadai trataba de acoplar sus labios a los ajenos.
Tan brusco, tan forzado, tan húmedo por las lágrimas, probablemente ese era el peor beso que alguna vez se hubieran dado. Explotando de rabia, Inojin lo golpeó con fuerza bruta en la entrepierna, haciéndole soltarlo al instante, cayendo al suelo temblando y sudando del dolor.
—¡Eres un imbécil! —le gritó el rubio limpiándose los labios, dando medía vuelta huyendo de ahí.
Shikadai soltaba pequeños gemidos de dolor en el suelo, sujetándose la entrepierna con una mano, mientras que la otra, la alzaba en la dirección que había huido el Yamanaka.
—Inojin... —susurró agonizante, mientras pequeñas lágrimas resbalaban de sus mejillas, tanto por el dolor, como por la partida del que ahora era su expareja.
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El desliz de la puerta se escuchó a la distancia, la madera chillaba ligeramente a cada paso que se aproximaba con lentitud, nuevamente, el desliz de la puerta se escuchó, esta vez a la espalda del joven Nara, quien yacía sobre su futon entre sollozos y lágrimas en posición fetal.
—¿Shikadai? —susurró Shikamaru, asombrado y consternado por el estado de su hijo, pues no se había cambiado en lo absoluto, y las rasgaduras en su ropa lo alarmaban— ¿está todo bien?
—Ahora no, papá... Por favor... Dejame solo... —pidió con la voz entrecortada.
Shikamaru le miró con tristeza, probablemente algo malo había pasado y él ya se imaginaba qué. Por ahora, respetaría la privacidad de su hijo, necesitaba descansar, ya hablarían en la mañana.
Sin decir nada, tan solo suspirando resignado, Shikamaru cerró la puerta y bajó la mirada con molestia. Al igual que si padre hizo con él, él iba a estar para Shikadai siempre que lo necesitara, independientemente de cual fuera el problema y la causa, él estaría para él.
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El sollozo y los hipidos sonaban sin filtro en el pasillo, Ino aguardaba al otro lado de la puerta, impaciente por entrar y ayudar a su hijo, sin embargo, entendía que necesitaba estar solo, pero su voz maternal le gritaba que por lo menos entrara y preguntara si estaba bien.
Era inevitable, era madre y no podía permitirse oír llorar a su hijo. Abrió la puerta con delicadeza, permitiéndose ver al pequeño rubio acostado en posición fetal dándole la espalda, seguía vestido con lo de las tardes, incluso aún tenía puestos los botines ninja.
—Inojin... Hijo... ¿Estás bien? —preguntó con cautela la mujer. Al no obtener respuesta, se adentró al cuarto lentamente, tratando de no alterarlo— ¿Inojin? —repitió sentándose al borde de la cama, pasando cariñosamente su mano por la espalda del rubio— ¿Qué pasa, corazón? Por favor, hablame.
Tras un silencio inundado de sollozos, la respiración del menor tembló y con un hilo de voz dijo:
—Mamá... Perdón...
Al decir eso, Ino colocó su mano en su cabeza leyendo su mente, permitiéndose dar una imagen mental de todo lo que pasó y todo lo que sentía su hijo. Asombrada, lo abrazó apoyando su mejilla en su cabeza, acariciando sus dorados cabellos tratando de consolarlo.
—Mi amor... No te disculpes... No pasa nada... Todo está bien, tranquilo —susurró con cariño la rubia.
—No se suponía que debía ser así... Yo solo... Quería estar con él... —susurró tembloroso sin mirarle.
—A veces... Es doloroso cuando es tu primer amor, pero de las heridas se aprende y así sabes elegir mejor a tu próxima pareja... Entiendo que lo ames... Pero necesitas ser fuerte... Por ahora, lo único que necesitas es desahogarte, llora todo lo que quieras, grita, maldice, pero mañana debes sonreír, no permitas que por un desamor todo se derrumbe —le dijo con ternura acariciando su espalda—, mañana hablaremos... Descansa.
Tras darle un beso en sus cabellos, Ino se levantó de la cama con cuidado, le quitó los botines y salió del cuarto cerrando la puerta a sus espaldas.
Suspirando con agobio, la rubia se apoyó en la pared pensando en lo sucedido.
Ahora tenía un problema, o más bien, un tema complicado de tratar, pues... Su hijo estaba enamorado, se había enamorado de Shikadai Nara, por lo que leyó en su mente, todo había terminado muy mal, tratar ese tipo problemas no lo esperaba, o por lo menos, no tan pronto, esperaba que su hijo siguiera siendo un niño por lo menos otros dos años, así sería más divertido tratar el tema de las chicas y las hormonas, pero a esta edad, con otro chico, y peor aún con el hijo de su antiguo compañero de equipo... Ahora mismo una batalla moral, ética, lógica, maternal y cívica se llevaba acabo en su mente.
No tenía ningún problema que se enamorara de un chico, el problema era que era Shikadai, esto arruinaría muchas cosas, el InoShikaCho, ambos clanes, la descendencia, tal vez todo de solucionaría antes de pasar a mayores, pero por ahora, el temor la agobiaba de pies a cabeza.
Después trataría el tema con Shikamaru y Sai, esperaba que Hinata le ayudara al día siguiente, después de todo, ella pasaba por el mismo caso.
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Pronto serían más de las dos de la tarde, Shikamaru tenía que irse a trabajar, pero había pedido permiso para llegar tarde... Muy tarde al trabajo, ya que él entraba a las nueve y salía a las ocho, mientras que Temari ya se había ido a cumplir con su deber como ninja, más que nada a tratar con los informes de los Noche Blanca.
Impaciente y con los nervios al tope, Shikamaru golpeó ligeramente la madera de la puerta corrediza, deslizandola un poco para ver el interior del cuarto de su hijo.
Ahí seguía él, en la misma posición en que lo había visto la noche anterior, por lo menos se había quitado los botines.
—Shikadai —susurró el Nara con cautela, llamando la atención de su hijo, aparentemente ya estaba despierto, pues se había removido un poco en su lugar— ¿quieres hablar?
Shikadai no respondió, solo se sentó en su futon muy lentamente, con la cabeza baja y el cabello suelo. Parecía deprimido, jamás había visto a su hijo así, tratar con eso sería un nuevo reto.
Entrando al cuatro, Shikamaru cerró la puerta a sus espaldas, y se sentó al otro extremo del futon de su hijo. Carraspeando la garganta, vio de reojo al menor, y suspiró tratando de guardar la compostura, en verdad quería un cigarro, pero Temari lo golpearía si se enterara que fumó en la casa.
—Entonces... ¿Está todo bien? —preguntó con nerviosismo por como iniciar. Shikadai no lo miró, no respondió, sólo veía sus manos que sujetaban sus pies. En verdad estaba muy triste, sus ojos estaban hinchados y cansados, todo él estaba cansado.
—Yo... —murmuró con la mirada perdida, pensando en como decirle a su padre todo lo sucedido— me enamoré de Inojin... Estuvimos juntos un par de semanas, lo engañé y ahora me odia.
Shikamaru le miró dubitativo, estaba asombrado, más que nada por lo fácil que se lo confesó.
—Ya lo sabía —afirmó con seriedad el mayor, cruzándose de brazos.
—¿De... De verdad? —preguntó el menor mirándole con asombro— ¿Desde cuando?
—Desde siempre —afirmó con simpleza—, Shikadai, desde mucho antes de que ustedes comenzaran a salir, yo ya sabía que se gustaban, o por lo menos me lo imaginaba, siempre estaban juntos, de niños se tomaban de las manos y no digo a los tres años, a los ocho lo hacían, la forma en que Inojin te veía, yo ya la había visto —dijo pensante, recordando como él veía a Temari, incluso como Naruto veía a Sasuke—, ese día que los vi abrazados supuse que se confesaron, no me digas que esas cosas no eran para ti, esos chocolates aún siguen en el congelador ¿sabes?
—¿Tan evidente fui? —preguntó con vergüenza Shikadai por lo descuidado que fue.
—No realmente, pero era de esperarse que hubiera algo entre ustedes, al principio quise creer que sólo eran muy buenos amigos como Naruto y Sasuke, pero parece que mis sospechas no eran erróneas —afirmó pensativo, embozando una pequeña sonrisa por la comparación.
—Lo lamento... —murmuró con tristeza bajando la mirada— debes estar decepcionado.
—¿Y porqué lo estaría? —preguntó con asombro— no me importa si te gustan las chicas, lo chicos o ambos, mientras que realmente seas feliz por mí está bien, lo único que si te pido es que tengas hijos con nuestro apellido y genes. —le animó sonriendo con burla, sin embargo parecía que solo logró hacerle hacer una mueca a su hijo— Pero por lo que sí estoy decepcionado es porque le mentiste a Inojin, si te gustan los chicos por lo menos fíjate en uno a la vez.
—Fui un tonto... De verdad no heredé tu inteligencia, papá... —dijo con pena, cerrando los ojos pensando en todo lo sucedido— él siempre me quiso y nunca supe valorarlo, ahora lo perdí y no sé que hacer para que me perdone.
—Bueno... —murmuró pensativo soltando un suspiro— yo tampoco soy bueno con las cosas del amor y mucho menos con algo así... Pero creo que... Primero debes poner en orden lo que piensas, date un tiempo para sentir odio por ti mismo porque estoy seguro de que Inojin también lo hará, luego dejate de tonterías, se hombre y ve a hablar con él.
—La última vez que hablé con él me dio un golpe en la mejilla y un rodillazo allá abajo —dijo con tristeza apuntándose al moretón en la cara y luego a su entrepierna.
—¿Y exactamente porqué?
—El golpe por que lo merecía y el rodillazo porque lo besé a la fuerza... Bueno, ambos golpes los merecía —afirmó pensativo y con remordimiento.
Shikamaru suspiró resignado y lo miró con compasión.
—La próxima vez no seas tan impulsivo y has un plan —dijo con burla—, escucha, sé que ahora te sientes mal, Inojin te odia y no querrá saber nada de ti en los próximos días, pero estoy seguro de que sabrás solucionarlo, ahora estas encasillado, siempre logras salir de estas cosas, solo espera un tiempo a que se calme, pon en orden tus ideas y ve a buscarlo, mientras seas sincero con él estoy seguro de que te perdonará, probablemente no vuelva contigo, pero si logras hacer que te perdone, lo demás se solucionará más fácilmente. Después de todo, eres mi hijo, ser un inútil en el amor y un haz en lo mental está en nuestra sangre.
Shikadai le miró pensativo, bajó la mirada con tristeza y volvió a verlo embozando una pequeña sonrisa.
—Gracias... Supongo que tienes razón, ser un inútil en el amor está en la sangre, por eso mamá tuvo que dar el primer paso ¿no? —afirmó un tanto alegre, logrando hacer que Shikamaru riera avergonzado.
—Bueno, aparentemente los Nara tenemos un encanto natural para atraer a las mujeres problemáticas, aunque en tu caso un chico problemático, salió igual a Ino y a Sai.
—Sí, supongo que sí —afirmó pensativo.
—El amor a esta edad es complicado, es un problema tan solo pensar en estas cosas, pero creeme que es una horrible experiencia que amarás pasar, es parte de crecer enamorarse y equivocarse, no debería decirlo pero... Probablemente Inojin no sea el indicado para ti —dijo con inquietud, llamando la atención del menor—, a esta edad lo ultimo por lo que necesitas preocuparte es el amor, tanto por chicos como por chicas, me alegra que te enamoraras, pero los amores a esta edad no siempre son para siempre, probablemente nunca se casen o por lo menos no duren más de tres años, no digo que valla a ser así pero... ¡Agh, que complicado! —exclamó Shikamaru fastidiado, tratando de encontrar las palabras correctas para dar a entender su punto— No digo esto para que me odies, es la verdad, escucha... Es muy probable que Inojin sea solo tu amor de la niñez, tal vez solo duren un tiempo y ambos encontrarán a otra persona para querer, los noviazgos a esta edad sirven para crecer y no creo que haya que tomarles mucha importancia, ¡pero! Me alegra mucho que te hayas dado cuenta de tus sentimientos por él, es más ¡ve, buscalo, amalo, casate con él y adopten mil niños! ¡Estoy feliz! Pero... ¡Agh! ¡Que fastidio!... ¿Porqué no me diste otro par de años para lidiar con esto, Shikadai?
Shikadai rió divertido por las reacciones de su padre, haciendo que este lo viera con inquietud y confusión.
—Está bien, ya te entendí —dijo alegre, tratando de calmarlo— , y tienes razón, pero me gusta Inojin, estoy seguro de que lo amo, y quiero estar el resto de mi vida con él, eso de casarnos sé que por ahora es imposible, pero mientras estemos juntos lo demás no me importará, lamento si arruiné en parte el clan, pero esto es lo que quiero y haré lo que sea para estar junto a él.
Shikamaru le miró con asombro, rió enternecido y se tomó la frente pensante.
—Eso es a lo que quería llegar, bueno... Tú me entiendes —afirmó divertido levantándose del futon—, espero que esta charla te halla ayudado de algo, en verdad no estoy listo para este tipo de cosas, después deberías hablarlo con tu madre, probablemente ella ya sepa algo, le alegrará tener esta charla contigo.
—Cierto... Aún tengo que hablar con mamá... —murmuró temeroso de la idea— y gracias, papá, perdón por hacerte pasar estas cosas tan pronto.
—Bueno, mientras que no tenga que darte la charla de que va dentro de que todo está bien, porque entre hombres no tengo idea de como se hacen esas cosas.
—¡Papá, por favor! No será necesario, creeme —negó Shikadai divertido y avergonzado ante la idea.
Shikamaru rió mientras salía del cuarto, antes de cerrar la puerta corrediza, le dio un último vistazo a su hijo.
—Si te vas a quedar en cama está bien, pero por lo menos cambiate y come algo... y date una ducha que luego tu madre se enoja conmigo por dejar que no te bañes.
—Está bien, lo haré.
—Y por cierto... Faltó discutir lo de el otro chico —comentó Shikamaru, incómodo por la idea.
—Otro día será, ¿de acuerdo? Ahora quiero descansar —pidió con nerviosismo y remordimiento por los recuerdos.
—Bien... Uhmm... Descansa —dijo el mayor cerrando la puerta.
Pensativo, Shikadai se recostó en el futon, mirando detenidamente el techo de su cuarto. Haría lo que su padre le sugirió, sentir odio por si mismo un par de días, pensar en lo que hizo y poner en orden sus ideas.
Shikadai no había considerado el tema de una boda y los hijos, probablemente ahora él era la deshonra del clan Nara, la boda estaba demás, probablemente en algún futuro lo legalizaran, pero en realidad, esa idea era una fantasía, ya que a pesar de no ser muy mal visto por la sociedad, las cabezas de las familias y la gente de mente cerrada eran una fuerte influencia para evitar que las bodas homosexualidad se legalizaran, después de todo, lo que a la gente le interesaba era el honor, el linaje, una buena posición social. Tener hijos con su misma sangre se podría llevar a cabo, con una madre sustituta era más que suficiente, pero sería mal visto por la gente, y mas aún considerando la importancia que el clan Nara tenía en Konoha.
Shikadai soltó un pequeña risa por pensar en una boda e hijos, cuando el que debería ser su pareja en esas cosas, ahora no quería saber nada de él.
Tener hijos junto a Inojin... Esa idea no le desagradaba en lo absoluto. Lo amaba y si tenía que soportar malos tratos y ser continuamente juzgado por las elecciones que tomaría en un futuro, con tal de quedarse junto a él, no veía porqué no hacerlo.
Después de todo, el amor es amor, ahora solo era un niño, pero sabía lo que quería, lo demás estaba demás, hacer que Inojin lo perdonara era un de las cosas en las que mayor empeño pondría.
Agotado, y con esa idea en mente, volvió a dormir, aún sin bañar ni cambiarse, probablemente el hambre después lo despertaría, pero por ahora, solo quería descansar un poco más.
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Ino abrió levemente la puerta del cuarto de su hijo, entró con cautela hasta quedar frente a la cama, donde el genin dormía envuelto entre sus sabanas.
—Inojin... —susurró la rubia, tratando de llamar su atención.
Al no obtener respuesta, lo movió ligeramente, y tampoco respondió. Quitó levemente las sabanas que cubrían su rostro, encontrando a su hijo dormido, sus ojos estaban hinchados, sus mejillas tenían rastros de lágrimas secas, su cabello estaba alborotado y suelto, había pasado muy mala noche.
Ella no lo despertaría, no veía porqué hacerlo. Volvió a arroparlo y tras dejar un pequeño beso en su mejilla, salió del cuarto cerrando la puerta a sus espaldas.
No tenía necesidad de salir de casa, la floreria estaba debajo de ella, y sobre el tema de los noche blanca otros se encargarían, se quedaría a cuidar de su hijo, él seguramente la necesitaba y ella se quedaría si así era.
Bajó a la floreria, tomó un delantal blanco y comenzó a regar las flores en el interior con una regadera, pensando en lo que debería decirle a su hijo.
Más que nada, y aunque no estuviera feliz de admitirlo, lo que más le preocupaba era lo que pasaría con el equipo, lo que tendría que decirle a Shikamaru y lo que implicaba que su hijo se hubiera enamorado de otro chico. No quería decirlo, incluso se sentía culpable tan solo de pensarlo, pero si su relación con Shikadai llegaba a mayores, significaba que ambos clanes se arruinarían y se verían afectados públicamente, el clan Nara y el clan Yamanaka eran importantes, no le importaba si se quedaban juntos y tenían una larga vida al lado del otro, es más, se alegraba se pensar en la idea, los dos clanes mas importantes en uno solo... Lo que le asustaba era la idea de lo que los demás dijeran de ellos, tenía que ayudarlos a mantener en secreto su relación a toda costa, pero eran niños ¿que tan fácil sería eso? No podía permitir que ambos clanes se vieran afectados por un noviazgo de la infancia.
Se maldecía internamente al pensar en eso, pero era verdad y no tenía nada de malo, no a los ojos de otro padre, ya que estaba feliz, realmente estaba feliz, su hijo se enamoró y ahora pasaba su primera traición, eso lo ayudaría a crecer, estaba triste de pensar que a tan corta edad su hijo pasaba cosas tan difíciles por un amor, lo ayudaría en lo que pudiera, fuera cual fuera su elección ella lo apoyaría, pero temía por él.
Era natural que así fuera, era madre y la matriarca de su clan, tenía mucho que considerar.
Agobiada con mil y un pensamientos del mismo tema, salió de la tienda habiendo terminado de regar las plantas internas, y comenzó a regar las externas.
—Ino.
Aquella voz la sacó de su ensimismamiento con un pequeño susto, vio a su derecha encontrando al que la llamaba, quien portaba una mirada de mortificación, como si le llevara malas noticias, o más bien, noticias complicadas de tomar.
—Shikamaru —respondió la rubia, mirándole con inquietud—, me imagino a que vienes.
—Tu hijo también estuvo llorando ¿verdad?
—Sí, aún no se levanta —afirmó con tristeza—, supongo que Shikadai ya habló contigo.
—Sí, está muy triste, pero creo que nuestra charla lo hizo relajarse, en verdad se siente culpable, pero le dije que dejara que Inojin se calmara.
—Yo no he hablado con él, anoche solo me mostró lo que pasó, de verdad estaba destrozado —dijo la rubia, para luego soltar un suspiro molesta y mirar de igual forma al hombre—, perdón pero tengo que decirlo, tu hijo fue un idiota, se supone que eres inteligente ¿no? Tendría que haber sacado algo de ti.
—Lo sé, lo sé ¿te parece si entramos? Creo que es mejor hablar de esto en privado —pidió el Nara con nerviosismo y pena.
Ino suspiró nuevamente, entró a la floreria y una vez ambos dentro, de apoyaron en la barra de paga para hablar.
—¿Qué te dijo Shikadai?
—Dijo que... Estaba enamorado de Inojin, que lo ama, y hará lo que sea para que lo perdone —afirmó pensativo y con fastidio, sacando una cajetilla de cigarros de su bolsillo.
—Ni se te ocurra fumar aquí —le regañó la rubia fulminándolo con la mirada, logrando que el Nara se encogiera con temor en su lugar y guardara la cajetilla—. Eso me alegra, pero lo que quiero saber, es qué pensaba cuando decidió engañar a Inojin, sé que él tiene su personalidad, pero no merecía ser traicionado así.
—Bueno... Eso no se lo pregunté... —admitió con algo de vergüenza.
—Okey, entonces ¿quién era el chico? ¿Valió la pena? —preguntó con interés.
—Eso... Tampoco se lo pregunté.
—¿Entonces que le preguntaste? —preguntó molesta.
—Ammm... Creo que nada... Solo le dije que estaba feliz de que se enamorara y que necesitaba pensar en lo que hizo para después hablar con Inojin.
—¡¿No le preguntaste nada?! ¡¿Solo le diste una platica motivacional?! —exclamó con asombro.
—Perdón, no soy bueno con esas cosas —se disculpó un tanto temeroso de que le hiciera algo.
—¡Por dios Shikamaru, se supones que tú eres el inteligente, debiste sacarle información, la platica motivacional va después! —le regañó la rubia, eufórica por lo tonto que logró ser su amigo. Shikamaru solo reía con miedo, alzando las manos frente a él temiendo que lo golpeara— demonios hombre, ¿como se supone que odie a tu hijo si no sé lo que pasó?
—Entonces no lo odies, que ahora es tu yerno —le sugirió alegremente.
—Ya no lo es, tonto, mientras que las cosas sigan igual, Shikadai ahora solo es el chico que le rompió el corazón a mi hijo —aclaró con fastidio, apoyando su codo en la barra y su mejilla en su mano.
Shikamaru suspiró pensativo, recargando la espalda en la barra y los codos en la misma, dejando caer levemente su cabeza hacia atrás.
—Esto no venía en el manual de padres —murmuró con molestia.
—¿Qué deberíamos hacer? —preguntó pensativa, bajando la mirada con tristeza— en verdad tienes que hablar con Shikadai, necesito saber toda la historia, yo hablaré con Inojin después.
—Lo haré, no te preocupes, y si te hace sentir mejor, estoy seguro de que cuando Temari se entere estará muy molesta por lo que hizo Shikadai.
—Tambien quiero hablar con ella... Y con tu hijo —pidió con seriedad, mirándole de reojo.
—Está bien... Haz lo que tengas que hacer, pero recuerda que Shikadai es un buen niño, se equivocó y está arrepentido —le permitió el Nara, cerrando los ojos con agobio.
—Lo sé... Solo espero que todo se solucione, no quiero que se separen realmente, entiendo que esto será un problema en el futuro pero...
—Pero por ahora hay que velar por el bien de nuestros hijos... El bien emocional, si de verdad se quieren, tenemos que apoyarlos, no hay de otra.
—Exactamente...
Ambos mayores suspiraron al unísono, pensaban lo mismo.
Shikadai había sido un tonto, las charlas padre e hijo eran complicadas, los clanes serían afectados, tenían que apoyarlos en lo que decidieran.
En verdad deseaban que esas cosas se tardaran otros dos o tres años en llegar.
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