4- Mientras que él no lo sepa

Advertencia: no leer este capítulo en público, puede que lloren y se enojen.

Este capítulo y el próximo jugará mucho con sus sentimientos

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Ya eran más de las dos y media de la mañana, la noche seguía intacta, la aldea estaba en calma y ya todos dormían, menos ciertos jóvenes genin.

A la espera de alguien, frente a la residencia Uzumaki, Shikadai estaba recargado en la pared que rodeaba el terreno.

Rato pasó ahí, hasta que algo alcanzó a escuchar, algo se había abierto, logró escuchar susurros pero no distinguía lo que se decía, algo se cerró, escuchó movimiento, y frente a él había caído Mitsuki intacto.

Cruzaron miradas con la seriedad remarcada en sus rostros, y dando el primer paso acercándose al otro, Shikadai habló.

—¿Se lo dijiste?

—¿Cómo sabías que estaba aquí?

—Recordé que Boruto mencionó que siempre que puedes, entras por la ventana —explicó, alzando la mano para apuntar a su kimono que estaba al revés, pues los colores estaban invertidos y las costuras se veían—, creo que sé para qué.

—... No, no se lo dije —respondió monótono, mientras se quitaba el kimono para acomodarlo.

—Me sorprende, supuse que lo harías.

—No es algo que me incumba, pero se lo diré pronto, primero quería hablar contigo.

—¿Me regañarás por lo que hice?

—No es mi problema, pero Inojin es nuestro amigo, mio y de Boruto, no se merece eso que hiciste —dijo serio, ya habiendo terminado de acomodar su ropa.

—Solo fue un roce, mientras que Inojin no lo sepa todo estará bien —exclamó con fastidio frunciendo el entrecejo.

—¿No se lo dirás? —le preguntó con asombro.

—Mitsuki, cuando alguien hace algo malo, normalmente no se lo dice a con quién peor le iría.

—Será peor si él se entera por si mismo.

—Mientras que nadie se lo diga, nunca lo sabrá.

Mitsuki frunció el ceño con molestia, bajó la cabeza pensante y cerró los ojos con enojo, estaba molesto, rara vez lograban hacerlo enojar, y la actitud del Nara en verdad lo desconcertaba.

—¿Porqué lo hiciste?

Shikadai meditó la pregunta, bajó la mirada pensante mientras una gran culpa lo bañaba, si tan solo pudiera responder esa pregunta, todo sería más fácil.

—Ni siquiera yo lo sé... creo que... él me gusta.

—Estás con Inojin, no puedes tener sentimientos por otra persona —le regañó Mitsuki mirándole con enojo.

—¿Crees que no lo sé? Sé que estuvo mal, empecé algo que no debí, ahora debo encontrar la forma de decirle a Ryogi que fue un error y que lo olvide sin que me odie... tsh, que fastidio.

—¿Tanto te importa ese chico? Si le haces daño a Inojin manteniendo cualquier tipo de contacto con Ryogi, lo obvio es alejarte de él.

—No quiero alejarme de él —exclamó mirándole con seriedad.

—¿Por qué? A penas si lo conoces, no sabías su nombre hasta hoy.

—Porque él me gusta —respondió indiferente, provocando que la expresión de Mitsuki se tornara más severa—, no haré nada con él, no habrá ningún tipo de interacción con otros sentidos, solo será mi amigo.

—No lo entiendo —dijo neutro.

—Tal vez no lo hagas porque para ti, Boruto lo es todo y llevas mucho tiempo con él, pero Inojin y yo apenas llevamos un par de semanas juntos, y no es como si lo que sintiera por él fuera intenso, hace dos semanas ni siquiera se me había pasado por la cabeza estar con él.

—¿Te estás escuchando? ¿Que diría Inojin si estuviera aquí?

—Pero no lo está.

Mitsuki enmudeció ante sus palabras, logrando desconectarlo nuevamente por su desdén, mantuvieron una especie de pelea con la mirada, y tras un momento de intenso silencio, Shikadai giró su cabeza evitando verle, y Mitsuki dio media vuelta listo para marcharse.

—No sé mucho de sentimientos, yo tampoco sabía que estaba enamorado de Boruto, pero ahora que estoy con él, no quiero perderlo... piensa en eso Shikadai.

Una vez habiendo dicho esto, desapareció en medio de la noche dejado solo al Nara. Éste se apoyó nuevamente en la pared, deslizándose por ella hasta tocar el suelo, elevó la mirada buscando consuelo en la luna, pero esa noche no había ninguna. Dejó caer su frente en su brazo apoyado en su pierna flexionada, y soltó un gran suspiro con fastidio, percatándose de que había estado aguantando el silencio.

—... ¿Qué estoy haciendo?

Murmuró con odio a si mismo.

Quería a Inojin, realmente lo hacía, pero Ryogi... desde que lo conoció sintió algo muy fuerte por él, siempre que estaban juntos, había una extraña tensión en el aire, su latir se aceleraba, era feliz con tan solo ver su rostro, y esa sonrisa... oh, esa sonrisa, ¿Cómo expresar con palabras lo que sentía cuando lo veía sonreír? Y cuando lo oía reír, era un deleite para él.

Le gustaba, no podría negarlo, le gustaba mucho, y el querer pasar más tiempo con él se intensificaba cuanto más lo hacía, quería conocerlo, saber más de él, jamás se había interesado tanto por otra persona como ahora, pero claro, se suponía que él era el maduro del grupo, no podía actuar como colegiala enamorada cada que lo veía, pero era inevitable sonreír cuando lo hacía.

Poco o nada lo conocía, pero eso solo lo hacía querer conocerlo aún más, estar con él todo lo que podía, y como el Shogi era lo que los unía, o más bien, lo que les daba una excusa para estar juntos, siempre lo llevaba consigo, haciéndole creer a los demás que era por la recompensa que le daría su padre por ganarle en un juego.

Estaba mal, bien lo sabía, pero conocía a Inojin, sabía que era lo que él pensaba, cuales eran sus gustos y demás, y eso hacía que de alguna forma su afecto por él disminuyera, y a la vez creciera de manera descomunal. Era una buena persona, aunque a veces fuera vanidoso, insensato, dijera cosas sin importarle si hería a los demás y se metiera en lo que no debía, lo quería, porque era inocente a su modo, no era vanidoso en el mal sentido, él estaba orgulloso de lo que era y hacía, y eso tampoco del mal modo, lo había sacado de sus padres, y aún así eso le gustaba al Nara. Cuando decía cosas sin pensar en lo que provocaría, era porque es sincero, demasiado para el gusto de los demás, pero era algo que atraía a Shikadai de alguna forma.

Inojin era como él, maduro en muchos aspectos, y no es como si ambos fueran adultos, tenían sus momentos para ser infantiles, con los videojuegos, los amigos, los comentarios sarcásticos y con afán de burla. Inojin fue su mejor amigo antes de ser su novio, le agradaba más Inojin que Boruto por mucho, a Inojin lo había elegido como amigo, sus padres lo eran y eso los había unido desde prácticamente la cuna, mientras que con Boruto lo habían obligado a llevarse bien con él.

Inojin y Ryogi eran tan diferentes, apenas si conocía al segundo, pero con lo poco que lo hacía podría decir que eran prácticamente lo opuesto. Ryogi lo entendía, compartía su pensar sobre los Noche Blanca, mientras que Inojin no los aceptaba de ninguna forma, y claro, le daba igual el tema.

Él los quería a ambos, los quería para él, le dolería perder a uno u otro, y con el beso que le había dado al pelirrojo, ya había dado inicio a un gran problema, pero lo peor era que él no trataría de remediarlo por ahora, aunque le halla dicho otra cosa a Mitsuki.

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La mañana había llegado, Inojin se había despertado con grandes ánimos, listo para empezar otra misión. Habiéndose despedido de Ino, salió de su casa, encontrándose con su equipo.

—¿Ya despertarse rubia? —dijo Chouchou con pereza, mientras que se tallaba los ojos tratando de despertar.

—Mira quien lo dice gordita —respondió Inojin acercándose al par, sonriendo con burla. Una vez frente al Nara, lo primero que notó fueron las ojeras bajo sus ojos, no estaban muy marcadas, pero se le notaba cansado—. ¿Y estas ojeras? ¿No dormiste bien? —le preguntó tomando su mejilla, pasando su pulgar por las marcas.

—Creo que no, además, me levanté temprano para traerte esto —dijo Shikadai, alzando una pequeña caja envuelta en un pañuelo, mientras que un leve sonrojo adornaba sus mejillas por el tacto del rubio.

—¿Mhh? ¿Me hiciste de comer? —preguntó con sorpresa tomando la caja— es raro de ti darme este tipo de cosas.

—¿No puedo ser un buen novio de vez en cuando? —dijo alegre, tomándose la nuca con algo de pena.

—¡Oh! ¿Están saliendo? ¿Porqué no me dijeron? —preguntó Chouchou con gran sorpresa y ánimo, como si nunca hubiese tenido sueño.

—He notado que te he dejando de lado últimamente, así que de ahora en adelante trataré de ser más atento contigo —explicó el Nara ignorando por completo las preguntas de la morena.

—Ah... g-gracias —murmuró con un fuerte sonrojo, bajando la mirada con vergüenza mientras pegaba la comida a él y sonreía con ternura por los tratos del mayor—, no tenías que molestarte, no quiero que te sientas obligado a estar siempre al tanto de mi —dijo el rubio, tratando de contener la alegría que le provocaba.

—No es ninguna molestia, si necesitas algo solo dímelo —dijo el Nara alegremente.

Inojin se acercó un poco más al azabache y subió la mirada con pena, viéndolo detenidamente mientras su sonrojo se intensificaba. Shikadai entendió lo que pedía, y rápidamente dio un paso atrás tomándose la nuca con nerviosismo.

—Podrían vernos aquí —le negó mirando a otro lado— y no lo haré frente a la gorda.

—Oh, no se preocupen por mi, sigan con lo suyo —dijo Chouchou tomándose las mejillas embelesada por la escena.

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En la residencia de los Uzumaki, Boruto aún no despertaba, y al no haber asistido al punto de encuentro con Sarada y Mitsuki, ambos fueron a verle. Hinata les había dejado entrar, Sarada esperaría abajo con Himawari mientras Mitsuki subía a ver como estaba el rubio.

Mitsuki trató de abrir la puerta, pero tenía el cerrojo puesto, al parecer ambos habían olvidado quitarlo en la noche. Como el pomo tenía una pequeña hendidura en el medio, tan solo usando la uña abrió la puerta, encontrándose a su novio dormido; estaba desparramado en la cama, con la cobija cubriendo sus partes, pues lo único que llevaba puesto era su camisa rosa para dormir, leves ronquidos salían de su boca, al igual que un hilo de saliva que escurría por un costado de ella mojando la cama.

Mitsuki sonrió enternecido por la escena, se acercó a su rubio cerrando la puerta a sus espaldas, sentándose en la orilla de la cama.

—Boruto —le llamó despacio Mitsuki—, Boruto, despierta...

—... Uhhh... —musitó adormilado.

—Levantate, tenemos que reunirnos con Konohamaru para otra misión, ya vamos tarde, Sarada está abajo esperando.

—Tengo sueño... —susurró Boruto, tapándose la cabeza con la almohada.

—Te dije que esto pasaría si lo hacíamos muy tarde.

—No me culpes... tienes mucha resistencia, ttebasa... —murmuró con molestia siendo su voz silenciada por la almohada.

—Boruto, estás desnudo, si tu madre entra al cuarto nos descubrirá —le advirtió Mitsuki. Boruto permaneció quieto un momento, como si procesara lo dicho—, tienes que bañarte, estás cubierto de sudor seco y aún tienes restos de se--

—¡Ya te oí, ya te oí! —dijo con molestia, lanzándole la almohada a la cara mientras se enderezada— no necesitas decir esas cosas, es vergonzoso ¿Sabes?

—Es lindo verte avergonzado, por eso las digo —aclaró alegremente mientras abrazaba la almohada que se le había arrojado, viendo como Boruto se ponía un pantalón corto de dormir para no estar desnudo—, como cuando hago eso que te gusta, amo las caras que pones.

—Mitsuki... pareces muy inocente pero realmente me sorprende lo pervertido que puedes llegar a ser —dijo el rubio mirándole con extrañeza y pena.

Mitsuki ensanchó su sonrisa, mientras que Boruto preparaba su ropa para después.

El Uzumaki se fue a bañar dejando a Mitsuki solo en el cuarto, éste se levantó de la cama observando la habitación.

Aún pensaba en lo sucedido el día anterior, dudaba mucho si decirle o no a Boruto, pues no era algo en lo que Mitsuki debería meterse, pero él sabía que Shikadai había hecho algo malo, antes le abría dicho a Boruto sin dudarlo, pero quería ver hasta dónde llegaba Shikadai con eso.

Al ver alrededor, notó peluche que le había regalado a Boruto estaba tirado en el suelo, durante la noche se habría caído, lo tomó dejándolo en la cama, al ver las cobijas levemente mojadas en algunas partes, las quitó haciéndolas bola para dejarlas en el suelo, seguramente Hinata las limpiaría cuando las viera.

No diría nada, pero guardarle secretos a Boruto no era lo suyo, su padre le había dicho que le ocultara a todos su verdadero poder, o tendría que irse de la aldea, y eso jamás, si tenía que guardarle sólo eso a Boruto para no alejarse de él, lo haría, puesto que no era algo malo ni tan grande como lo de Shikadai, y por eso mismo quería decirle al Uzumaki lo que sabía.

Siguió mirando alrededor; entre las fotos que tenía Boruto con su familia, estaba la que se habían tomado el día que comenzaron a salir, enmarcada en un cuadro de plata, en el medio de todas sobresaliendo fácilmente, la tomó un momento para verla detenidamente, e inevitablemente sonrió al recordar ese día.

¿Que tanto mal hacía al no hablar? ¿Y si provocaba el derrumbe de la relación al hablar, o viceversa, si no lo hacía y las cosas empeoraban?

Junto a las fotos, había un florero con las flores de cristal que le había regalado. Su padre le había dicho el significado de las flores, y que el número de rosas significaba algo, por ejemplo, las que les había regalado eran nueve en total, que significaba "estaremos siempre juntos". No sabría decir si Boruto sabía su significado, en algún momento se aseguraría de que lo supiera, y estaba seguro de que amaría su reacción cuando se lo dijera.

Boruto entró al cuarto, envuelto en una toalla de la cintura, húmedo de pies a cabeza, éste se sonrojó al sentir el mirar de Mitsuki, y se sentó en la cama mientras secaba su cabello con la toalla que traía alrededor del cuello.

—Deja de mirarme, mejor baja con Sarada o mi madre vendrá y malinterpretará las cosas, ttebasa —le advirtió el rubio sin mirarle.

Decirle o no...

—Boruto —le llamó Mitsuki haciendo que el nombrado le mirase.

Era su novio, no era correcto guardarle secretos, y Shikadai había hecho algo malo, tenía que decir algo, él no sabía qué hacer, pero tal vez Boruto sí.

—Tengo que decirte algo...

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Ya era más de medio día, el equipo diez y el equipo siete se había reunido en Kaminari-Burger, Denki no había asistido, Chouchou, Shikadai e Inojin habían ido a verlo, pero al parecer había salido poco antes de que ellos llegaran.

Una vez todos reunidos, comían y hablaban de cosas banales.

—La vieja dijo que no mordía, y no lo hacía, pero se robó mis papas, no sabía que los perros podían comerlas —comentó Chouchou mientras comía una hamburguesa.

—Los animales se comen lo que sea que les des, pero tienes que tener cuidado con ellos o podrían enfermar —dijo Sarada—, una vez ví a un perro comiendo un pájaro.

—Cielos, que asco, creo que ya no tengo hambre —exclamó Chouchou aún comiendo lo suyo.

—... Cuando alguien dice eso, deja de comer ¿Sabes? —le dijo Inojin mirándole con burla.

—No me hables rubia, no me quisiste dar de tu comida —dijo Chouchou con molestia.

—Shikadai la preparó para mí, no estaba obligado a darte nada, gordita —negó el rubio sin mirarle. Al ver al frente, notó que Boruto estaba muy serio, cruzado de brazos y pensante, mientras que Mitsuki lo veía detenidamente, como si al ver su rostro leyera su mente— ¿Y a ustedes qué les pasa? Están muy raros.

—¿Eh...? No es nada... —negó Boruto. Dirigió su vista al Nara, cruzando miradas con éste, al parecer Shikadai entendió lo que pasaba, pues de pronto palideció y bajó la cabeza con el ceño fruncido.

—¿Aún sigues pensando en los Noche Blanca? —preguntó el rubio apoyando su codo en la mesa y su barbilla en su mano.

—Algo así —respondió serio.

—Boruto —le llamó Mitsuki haciendo que le mirase, tan sólo con mirarse entendieron lo que decía el otro, y Boruto se levantó de la mesa.

—Cierto... perdonen, tenemos que irnos, hoy cuidaré a mi hermana, ttebasa —comentó Boruto sonriendo con esfuerzo.

—¿Y la próxima misión? Solo hicimos una hoy —comentó Sarada.

—Con eso basta ¿No? No somos esclavos de la sociedad —exclamó el rubio alzando su puño como si se revelara—, bueno, nos vemos —se despidió llendo a la salida seguido de Mitsuki.

—Adiós —dijo Inojin mirándolos alejarse—... esos dos tienen algo entre manos.

—¿Porqué lo dices? —preguntó Sarada.

—Cuando las personas se entienden con solo mirarse, es porque algo interesante está pasando.

—Tal vez mintieron y tendrán la casa sola y aprovecharán para hacer cosas indecentes —supuso Chouchou ensimismada, tomándose las mejillas coloradas mientras un hilo de saliva bajaba por su boca.

—Chouchou, por favor —le llamó la atención Sarada, sonrojandose levemente ante la idea.

—Hablando de casa sola —murmuró Inojin girándose para ver al Nara—... Shikadai, hoy mis padres no volverán hasta muy noche, ya sabes, por lo de Noche Blanca... así que... —comentó mientras un leve sonrojo adornaba sus mejillas— ¿Te gustaría pasar la tarde  en mi casa?

Shikadai sonrojó al procesar la petición, en otro momento habría dicho que sí, pero... Ryogi, quería verlo.

—Dile que sí Shikadai, aprovecha la oportunidad —le animó Chouchou con grandes ánimos por la petición.

—¿Cómo? ¿Están saliendo? —preguntó Sarada, obteniendo un rápido asentimiento de cabeza de la morena, provocando así que la Uchiha sonrojara y mirara con asombro a la pareja.

—Ah... yo... —titubeó Shikadai al sentir la presión de sus compañeras y el dulce y deseoso mirar de su novio... pero no, tenía que negarse, en verdad quería ver a Ryogi— lo lamento, tengo algo importante que hacer más tarde, pero cuando me desocupe iré lo más pronto que pueda a verte.

Ambas féminas miraron con desánimo la escena, mientras que la emoción que desprendía el rubio disminuía.

Desanimado, Inojin se alejó un poco del Nara y sonrió con esfuerzo tratando de no demostrar su inconformidad.

—Está bien, no te preocupes... solo pensé que... —murmuró ocultando fácilmente su tristeza, aunque el Nara ya se había dado cuenta de ello— no importa, otro día será.

—No, Inojin —trató de calmarle, tomándolo de los hombros— no creas que no quiero estar contigo, solo que--

—Estás ocupado, entiendo, no quiero ser una molestia para ti —negó el rubio sonriendo alegremente.


Sabía que ocultaba su pesar, para Inojin siempre fue fácil ocultar sus verdaderos sentimientos frente a los demás, pero cuando estaba solo... eso en verdad hacía sentir mal al Nara, provocando que su conciencia prácticamente le diera apuñaladas de odio por lo que hacía. Tenía que calmar su conciencia, le dolía el pecho verlo así, y esta vez no era un dolor que le gustara.

Dio un rápido vistazo a todas direcciones asegurándose de que nadie los viera, Chouchou y Sarada eran las únicas atentas a la escena, así que sin importarle lo que dijeran ellas, tomó al Yamanaka de los costados de la cabeza atrayendolo a él, hasta cortar la distancia con un beso.

Fue un beso algo brusco y forzado para el gusto de ambos, pero bastó para derretir el corazón del rubio, y calmar la conciencia del Nara. Tras un minuto de esto, Shikadai fue quien cortó el tacto, al abrir los ojos se encontró al rubio con un fuerte sonrojo opacando su rostro, y un precioso brillo en sus ojos celestes, provocando que el corazón del Nara diera un brinco por tan bella escena.

—Ah... —musitó Shikadai aún embelesado por el rubio— Inojin, yo te quiero, nunca dudes de ello, ¿Está bien?

—... Sí —susurró con un hilo de voz aún avergonzado por el tacto del mayor, en verdad, Shikadai era el único que lograba ponerlo así. Inojin se le acercó un poco más, pasando sus manos por los hombros del Nara—... Shikadai... ¿Podrías...?

Al entender lo que pedía, giró la cabeza evitando mirarle mientras lo alejaba tomándolo de los hombros.

—P-podrían vernos... además creo que ya les dimos mucho espectáculo a ellas —se negó, mirando por sobre el hombro del rubio a Sarada y Chouchou, quienes parecían fascinadas por lo visto, pues hasta parecía que salían brillos a su alrededor.

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—¿Qué haremos entonces? —le preguntó Mitsuki al rubio junto a él.

Ambos estaban en la casa del rubio, no era mentira que tendrían que cuidar de Himawari, pero aún faltaba buen rato para que Hinata se fuera, así que ambos tan solo estaban fuera de casa, sentados en el piso de madera al que se podía llegar al salir por las puertas de cristal que estaban en la sala.

—No lo sé, realmente estoy molesto ttebasa, pero no podemos decir nada, alarmariamos a Inojin por nada, puede que solo halla sido cosa de una vez y que Shikadai halla reaccionado y deje de ver a Ryogi.

—Él dijo que no dejaría de verlo, que le gustaba y que aún mantendría contacto con él.

—Sé que se oye muy mal, pero puede que... ¡Agh! ¡No lo sé! ¡Esto es muy malo! ¡Si no decimos nada puede que las cosas empeoren, o si décimo algo puede que no halla sido nada y arruinariamos su relación! —se quejaba Boruto con gran fastidio, mientras se rascaba la cabeza y se jalaba los cabellos por estrés.

—Eso es lo que pensaba, por eso decidí decírtelo —le explicó Mitsuki.

—Aghh... ¡Okey! Aremos esto —exclamó decidido—, no diremos nada, esperaremos a ver que pasa y si vemos que Shikadai no deja de ver a Ryogi, le diremos a Inojin, ¿Entendido?

—Entendido —afirmó con una sonrisa—, ¿Quieres que lo vigile?

—Humm... sí, creo que necesitamos estar al tanto de lo que haga.

—De acuerdo, lo seguiré entonces.

—Cielos... nunca creí que Shikadai fuera capaz de hacer algo así, siempre fue muy maduro y nunca le gustó meterse en problemas, ttebasa —comentó Boruto cruzándose de brazos.

—Las personas cometen errores cuando creen que lo que hacen es correcto y no tendrán repercusiones.

—Y que lo digas...

—Boruto... —le llamó haciendo que le mirase— ¿Cuál es la diferencia de amar y querer?

—Oh... bueno... mmhh —meditó Boruto tomándose la barbilla pensativo—, creo que... cuando amas a alguien, sufres mucho por él, pero aún así estás a su lado porque... bueno, porque lo amas, mientras que cuando quieres a alguien, solo lo gozas, disfrutas estar a su lado pero cuando se trata de sufrir por él, prefieres alejarte hasta que las cosas se calmen... cuando amas, das todo para que esa persona esté bien y muchas veces no puedes pensar con claridad cuando estás a su lado... cuando quieres, ese sentimiento puede acabar pronto, porque puede ser algo momentáneo, mientras que el amor no conoce final, cuando amas jamás dejas de hacerlo... y creo que... muchos saben querer, pero pocos saben amar.

—Boruto —le volvió a llamar, haciendo que el rubio levantara la cabeza y le mirase—, yo en verdad te amo.

Al instante, el rubio enrojeció por completo, hasta las orejas habían tomado un color rojizo, rápidamente Boruto se apartó moviendo sus manos de un lado a otro con evidente nerviosismo y vergüenza.

—¡N-no digas esas cosas tan derrepente! ¡S-sabes que me haces sentir extraño! —le regañó Boruto, logrando así que Mitsuki riera levemente ante su reacción— ¡Deja de burlarte!

—No me burlo, me parece adorable que actúes así —dijo, alegremente provocando más enojo y vergüenza en el rubio—... Boruto...

Le llamó con un tono serio, haciendo que el nombrado le mirase y los nervios aumentaran a mil, al notar como Mitsuki le miraba, esa maldita expresión de deseo no dejaba de provocar indecente mente al rubio. Mitsuki lo acercó a él, hasta lograr que Boruto apoyara la cabeza en su pecho para abrazarlo.

—¿Lo escuchas? —murmuró Mitsuki, provocando que el rubio diera un brinco de la impresión por lo que hacía el peliceleste— así es como me siento cuando estoy contigo a solas —dijo, haciéndole sonrojar más de lo que ya estaba, si es que era posible.

Acalorado, Boruto apartó a Mitsuki colocando ambas manos en el pecho ajeno para alejarlo.

—¡Me acaloras cuando te pones así, ttebasa! —exclamó con gran vergüenza, tan solo ganando una risa por parte ajena. Al quedarse callado Mitsuki, Boruto entendió lo que esperaba, y por aún estar embelesado por el momento, bajó la mirada con vergüenza, y con mucho esfuerzo dijo—... t-tam... también te amo, tonto.

—¡Hermano, mamá dice que ya se va! —gritó Himawari de pronto, logrando que Boruto diera un brinco y soltara un grito del susto— ¿Porqué te asustas?

—¡No, por nada, en un momento vamos! —negó el rubio aún avergonzado, logrando que Himawari riera divertida por su reacción.

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En el hospital de Konoha, Denki estaba de visita, al no saber dónde vivía Iwabee, se decidió ir a ver a Metal, pues tal vez lo encontraría ahí.

—¿Cómo te sientes hoy, Metal? —le preguntó Denki, mientras acomodaba las flores en el florero junto a la camilla.

—Bastante bien, con muchas ganas de entrenar, —comentó alegremente, para luego cambiar su expresión por una de tristeza— pero el doctor dijo que no debía esforzarme mucho.

—Que bueno que estés mejor, en verdad lamento que estés aquí por mi culpa, ahora estaríamos en una misión —dijo con un toque de tristeza en su voz.

—Oh, no te culpes, no fue culpa de nadie, solo fuí buen compañero y te salvé, ahora tu podrías ser el que este aquí, o aún peor por a donde apuntaba la flecha de hielo.

—Sí, tienes razón, gracias entonces —asintió Denki, más animado.

—¿He Iwabee? ¿Cómo está él? ¿Se sigue culpando por lo que pasó?

—Amm, no lo he visto desde ayer, no sé dónde vive, pero supuse que podría encontrarlo aquí si venía.

—Jhumm, así que viniste por Iwabee —murmuró Metal, sonriendo con picardía mientras se sujetaba la barbilla.

—¡¿Ehhhhh?! ¡No, no, no es así, vine a verte a ti, solo eso! —negó Denki mientras los colores se le subían a la cabeza.

—No tienes que negarlo, ya me di cuenta de lo que pasa entre ustedes —dijo sonriente de oreja a oreja, alegre por la reacción del menor.

—¡No, no, no, no! ¡N-nada de eso, sólo somos amigos, n-no hay nada más! —negó moviendo ambas manos frente a él, cerrando los ojos con fuerza mientras el sonrojo opacaba todo su rostro.

—Denki —le llamó Metal, tomándole ambas manos haciendo que le viera—, sé que se gustan, no tienes que preocuparte, no los jusgaré, además, ustedes no son la primera pareja así, también están Boruto y Mitsuki, y Shikadai e Inojin, no es algo nuevo ¿Sabes?

—Ahh... bueno... es que... —titubeó bajando la mirada pensante, mientras el sonrojo disminuía lentamente— sé que no es nada nuevo, pero a diferencia de Mitsuki y Boruto, no puedo dejar que nadie se entere de esto, mi padre es muy estricto, si se entera que me gustan los chicos, no sé que pasaría.

—¿"Los chicos"? Lo dijiste en plural.

—Bueno, pues... —musitó con una pequeña sonrisa, rascándose la nuca avergonzado— hasta ahora no me ha gustado ninguna chica, y ya van dos chicos que me llaman la atención.

—¿Dos? ¿Quién y quién? —preguntó Metal con gran asombro.

—Hummm... Iwabee... y ~... —susurró con un hilo de voz, tan bajo que lo último no se le había alcanzado a escuchar.

—Iwabee y ¿Quién? —insistió acercándosele más.

—Y... Boruto —susurró Denki, completamente avergonzado por ello.

—¡¡¿Qué?!! —exclamó Metal con asombro descomunal, tendrían que dar gracias porque la sala estaba vacía.

—Shhh... Metal, por favor, te lo ruego, no se lo puedes decir a nadie, jamás se lo dije a otra persona —imploró Denki acercándosele más para susurrar lo que decía—... e-escucha, no es que sea gay ni nada de eso, sólo me a pasado esto con ellos dos, pero lo de Boruto fue temporal, y lo que siento por Iwabee es... es muy fuerte, en verdad me gusta mucho.

—Entiendo, entiendo, pero... ¿Boruto? —insistió aún anonadado.

—Sí, es que... él me ayudó mucho, fue muy amable conmigo, como soy hijo de un millonario, en mi anterior escuela nadie me hablaba y los que lo hacían, era por puro interés, él logró que dejara de huirle a todo, gracias a él soy genin, le debo mucho... pero poco a poco lo que sentía por él fue disminuyendo, y cuando apareció Mitsuki y logré ver la conexión que ellos tenían, decidí olvidarme de Boruto —explicó con nostalgia, mirando a la nada con las mejillas coloradas y un extraño brillo en los ojos—, y ocurrió lo mismo con Iwabee, le tenía mucho miedo, pero jamás le huí, y cuando él me ayudó a pasar los exámenes aunque yo le hubiera tratado mal, comencé a sentir algo, y con el paso del tiempo fue creciendo mi aprecio por él, hasta el punto que puedo decir fácilmente que... estoy completamente enamorado de Iwabee —declaró Denki, con una bella sonrisa de oreja a oreja.

—Increíble... —murmuró anonadado.

—Pero no se lo digas a nadie, Shikadai, Inojin, Mitsuki y Boruto ya saben que me gusta Iwabee, pero nadie más que tú sabe lo de Boruto, preferiría guardar eso en secreto.

—Está bien, mis labios están sellados —afirmó Metal, sonriendo de oreja a oreja alegremente.

Y mientras que entre ellos se guardaba tal secreto, fuera del cuarto, apoyado en la pared, Iwabee había escuchado todo, e inevitablemente una sonrisa adornó sus labios ante tanta felicidad.

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Ya era de tarde, Shikadai e Inojin se dirigían a la casa del rubio, el Nara tan sólo iría para dejarlo ahí, puesto que aún quería ver a Ryogi.

Ya habiendo llegado a la residencia, Shikadai se detuvo a medio camino de la puerta.

—¿Seguro que volverás? —preguntó el Yamanaka.

—Seguro, apenas termine eso, vendré a verte lo más pronto posible, traeré Takoyaki.

—Está bien, pero no tardes —asintió Inojin, acercándose al Nara hasta estar a pocos sentimientos de él, provocando un sonrojo en el más alto al entender lo que pedía—. Ahora no te puedes negar, no hay nadie que nos pueda ver.

—No me iba a negar —aclaró para luego tomar a Inojin de los hombros y besarlo.

Inojin, le abrazó por sobre los hombros evitando que se alejara, para así profundizar el beso, hasta el punto que logró hacer una intromisión en la boca ajena logrando que Shikadai diera un leve brinco de la impresión, pero le había correspondido, dando paso a un pequeño jugueteo en ambas bocas, que duró su rato, hasta que ambos se quedaran sin aliento.

—Y-ya vuelvo —titubeó el Nara, alejándose lentamente, mientras tapaba su boca con vergüenza por el atrevimiento del rubio.

—Si llegas temprano te daré más de estos —le animó Inojin sonriendo con picardía, mientras se limpiaba con el pulgar el brillo que había dejado el beso.

Shikadai enrojeció por completo ante tal escena, y como si su vida se le fuera en ello, se fue de ahí diciendo "¡volveré pronto, lo prometo!".

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Pronto comenzaría a anochecer, y Shikadai primeramente había pasado a su casa a recoger el juego de Shogi, seguramente Ryogi lo estaría esperando en el mismo lugar de ayer, y en verdad necesitaba verlo, tenía que hablar con él, no podía seguir viéndolo teniendo otras intenciones, le diría que todo fue un error, que nunca debió besarlo pues salía con alguien más.

Había pensado las cosas, en verdad fue un error lo que hizo, y al haber sido sólo un roce, no había pasado a mayores, por ello tenía que aclarar todo ese día, pues por la mirada de enojo que le había lanzado Boruto, supo que Mitsuki ya le había contado de lo sucedido, y no podía dejar que le dijeran a Inojin, no lo perdería, era muy importante para él, lo conocía de toda la vida, y Ryogi, tan solo llevaba un par de días de conocerlo, no valía la pena perder a Inojin por algo tan banal. 

Pero aún así, no quería alejar a Ryogi, él había logrado despertar algo en él, no sabría decir qué, pero era algo importante, quería mantenerlo cerca, ser su amigo por lo menos.

Una vez habiendo llegado a las escaleras que llevaban al parque, logró divisar a Ryogi, sentado en la misma banca de siempre, inevitablemente sonrió al verlo, y al recordar para que iba a verlo, borró su sonrisa.

—Ryogi —le llamó Shikadai haciendo que le mirase.

—Shikadai —murmuró el pelirrojo, sonriendo con entusiasmo al verlo, mientras que un leve sonrojo adornaba sus mejillas—, me alegra que hallas regresado.

—Sí, bueno... no podría dejarte después de lo de ayer —asintió el Nara, rascándose la nuca con pena y un leve pesar, obteniendo como respuesta que Ryogi sonrojara más y bajara la mirada con vergüenza. Mentalmente se había dado un golpe en la frente por hacer provocado eso.

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Rato habían pasado jugando, ninguno había dicho algo hasta entonces y Shikadai en verdad tenía que apurar las cosas, no podía dejar a Inojin solo.

Estuvo a nada de hablar cuando Ryogi se le adelantó.

—Shikadai —murmuró sin verle, manteniendo la mirada fija en el juego, había un brillo en sus ojos que le provocaba escalofríos en el Nara, no por miedo, al contrario... era... precioso—, yo... nunca he tenido amigos ¿Sabes?... cuando era niño, vivía en una zona apartada de las aldeas, mi padre se iba por días a misiones y yo me quedaba sólo con mi madre... un día, él se fue por dos días con su compañero... y cuando regresó... lo encontré frente a mi casa en un charco de sangre...

Aquello impactó a Shikadai... ¿Porqué le contaba eso ahora?

—Estaba aterrado, mi madre salió a ayudarlo, un hombre llegó de la nada y la mató, él iría tras de mí también, pero... no recuerdo muy bien lo que pasó en ese momento, sólo recuerdo que desperté con el compañero de mi padre, él me había salvado, pero no logró hacer lo mismo con mis padres, ellos fallecieron —seguía Ryogi, con la mirada pérdida, aquél brillo había desaparecido, parecía realmente triste, eso le partía el corazón al Nara—... desde entonces él me crió como hijo suyo, nosotros viajamos mucho de aldea en aldea, eso evita que logre hacer amigos, jamás he... jamás supe lo que era tener a alguien con quien hablar, mi madre era la única con quién lo hacía, y el amigo de mi padre no es lo mismo...

—Ryogi... —susurró Shikadai, anonadado por lo que le contaba.

—Shikadai... te cuento esto porque... —le miró levantando la mirada de pronto, con el sentimiento de decisión remarcado en su rostro, mientras el brillo volvía a él y el sonrojo reaparecía en demasía, logrando una escena que cautivaba al Nara como nunca— porque quiero que entiendas lo importante que eres para mí... me gustas, me gustas mucho, no sé si lo que hiciste ayer fue solo un impulso, pero necesito que sepas que eres realmente importante para mí, y si no sientes lo mismo, no importa, quiero estar contigo todo el tiempo posible hasta que yo sea algo más para ti.

Shikadai le miró pasmado, tal confesión no la esperaba, y en qué momento había llegado, pero eso no importaba, no le importaba a Shikadai, no importaba el porqué había ido a verlo, tan solo importaba el ahora, ni siquiera podía pensar con claridad, su mente se había nublado... y nuevamente se había enamorado de Ryogi, era inevitable.

Y aún con todo y nada en mente, sin pensar en las consecuencias de sus actos, se acercó al pelirrojo, tomándolo de los costados de sus mejillas con cuidado, acercándolo a él para así cortar toda distancia hasta juntar sus labios con los ajenos.

¿Qué estaba haciendo?

No sabía, ni siquiera podía razonar, Ryogi era quien lograba eso en él, no lo dejaba pensar, el intenso afecto que sentía por él nublaba todos sus sentidos hasta hacerlo actuar por impulso y deseo.

El beso duró, fue correspondido a los pocos segundos de iniciarlo, sus labios se movían lentamente, en un pequeño baile que se deseaba fuera eterno, y tras apartarse con cautela de él, Shikadai dijo.

—Tú también me gustas... me gustas mucho Ryogi —afirmó el Nara, mirándole con seriedad y determinación.

Ryogi sonrió, una sonrisa que en verdad lograba cautivar al genin, cerrando sus ojos plata ante tal felicidad, pequeñas lágrimas se desbordaron de ellos, era feliz ¿Hacía cuanto que no sonreía así?

Ambos se fundieron en un abrazo, tirando algunas piezas del juego que estaba entre ellos, no importaba, nada importaba... o por lo menos eso creía el Nara en ese momento, si tan sólo pensara con claridad no diría eso.

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Pronto darían las ocho, la noche caería en cualquier momento... y Shikadai todavía no llegaba.

Inojin se removió incómodo en el sofá, había esperado al Nara en la sala jugando videojuegos de disparo en primera persona para pasar el rato. Su estómago gruñía, se suponía que Shikadai le llevaría de comer pero... al parecer él ya no llegaría, puede que se hubiera entretenido con algo, ni siquiera sabía a donde había ido, y no tenía forma de contactar con él.

Así había ocurrido el día anterior, Inojin lo había esperado pero nunca llegó.

Lo habría esperado una hora más pero tenía hambre, y levantándose del sofá estirándose con todas sus fuerzas mientras alzaba las manos, se dispuso a ir a buscar algo de comer por él mismo.

Se habría hecho algo de comer pero quería algo ya, fue a la entrada y se puso sus botines, tomó su dinero y salió de la casa cerrandola con llave.

Caminó buen rato mientras pensaba que podría comprar, tal vez ese Takoyaki que le comentó Shikadai, se había quedado con las ganas de comerlo, así que se encaminó a la tienda más cercana que lo vendiera.

Mientras caminaba, vio a su alrededor, percatándose de que estaba pasando por el lugar en el que él y Shikadai habían hablado de lo suyo después de San Valentín. Solo por ver un momento el lugar, vio de reojo el parque, más específicamente la banca de piedra que rodeaba el árbol.

Estuvo por seguir su camino, cuando notó que habían dos personas ahí, nada le faltó para reconocer a una de ellas.

Shikadai estaba con un chico pelirrojo, seguro que de su edad, ambos jugaban Shogi, lograba distinguirlo aún a la distancia, reían con alegría cada que movían una pieza.

—Shika... —susurró Inojin con gran confusión, al ver como Shikadai acomodaba uno de los cabellos rojizos del chico tras su oreja.

¿Porqué estaba ahí? ¿No había salido a hacer algo importante? ¿Quién era ese chico? ¿Porqué se veía tan... feliz con él? ¿Desde cuando estuvo ahí como para que se olvidara de ir a verlo?

Iba a llamarle, a gritar su nombre o bajar y hablar con él directamente... pero prefirió no hacerlo, algo le decía que no se acercara, que se fuera a casa y esperara ahí, al igual que aquella noche de San Valentín.

Retrocedió un par de pasos hasta perderlos de vista, y corrió de vuelta a casa. Algo estaba pasando, tenía tantas preguntas, pero por alguna razón solo se le venía una respuesta a la mente, y con toda el alma rogaba que no fuera esa.

Era imposible, él jamás haría algo así, era tonto sacar conclusiones tan rápido, no era para tanto ¿Porqué desconfiar de Shikadai? No estaba haciendo nada malo, sólo jugaba Shogi con un alguien a quien nunca había visto, tomando en cuenta que los últimos días había actuado muy raro, y que lo había estado apartando muy seguido, y que no sabía a donde iba por las tardes, y que estaba muy serio siempre que estaba con él, y que Boruto lo había mirado mal en la tarde... ¡Ja! No, era imposible, ¡Todo eso no significaba nada! Era realmente una locura pensar así.

Entonces, ¿Porqué temblaba de miedo? ¿Porqué sus ojos se cristalizaban para llorar?

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