12- Él es impertinente y hermoso +18

Advertencia: altas dosis de emociones y escenas +18

Por favor, leer con mucha atención e imaginar todo con calma para disfrutar al máximo el capítulo, ya que la narración y el desarrollo fue escrito de tal forma que es necesario, pues muchas partes repercutirán en los próximos capítulos y libros.

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10/2/XX

Querer a una persona no se trata de lógica o razón, puedes tener muchas, pero al final todas son mentiras, sólo son excusas que te dices a ti mismo para darle una razón lógica a tus emociones.

Y de eso me di cuenta cuando
me enamoré de ti.

Te he conocido desde la cuna, me has demostrado muchas veces cuan maduro y dedicado puedes llegar a ser sin siquiera proponertelo, me has ayudado y consolado cada que te muestro esa parten tan vergonzosa de mí que odio que otros vean, gracias a los muchos años de verte de día tras día y tenerte la confianza de ser sincero contigo hasta ese punto, estoy listo para serlo aún más y decirte lo mucho que me gustas.

Con tu perfil maduro que incontables veces me ha hecho sentir pequeño, tus ojos verdes que me obligar a mantener la mirada y controlarme temiendo que veas a través mí tan sólo por apenarme, me he dado cuenta de que si sigo escondiendo mis sentimientos sólo lograré lastimarme.

Quiero pasar mucho más tiempo contigo, cuando estás lejos, siempre me pregunto que haces y que piensas, espero y deseo con toda el alma que pienses en mí, que me veas de la misma forma que yo te veo, que quieras estar a mi lado más allá de una simple amistad, porque ser amigos ya no me vasta.

No sabes como me moriría de vergüenza si te dijera todo esto de frente, por eso te escribo una carta, porque sólo estás tú aquí, con tu alma gentil y ojos cálidos, leyendo mis sentimientos que negaría rotundamente si otro se enterara.

Ahora seguramente estoy detrás de ti, muerto de vergüenza esperando con todo el corazón que aceptes mis sentimientos, porque quiero que seas feliz conmigo, no sé exactamente lo que podré hacer por ti, pero siempre estaré a tu lado.

De no aceptarme, por favor, sigue siendo mi amigo, si puedo estar contigo hasta que el mundo se acabe, sería suficiente para mí.

-Inojin Yamanaka

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-Yo... conocí a alguien... -susurró inquieto llamando la atención del rubio a su lado, haciéndole casi atragantarse con su bebida y mirarlo con un gran asombro plasmado en su rostro.

-Tú... ¿qué? -susurró anonadado, apoyando una mano en la pared donde el Nara se recargaba- ¿Cómo que conociste a alguien? ¿a qué te refieres? -preguntó temeroso, tanto a lo que se refería como a lo que temía que fuera la respuesta.

Shikadai se sintió avergonzado, ni siquiera se sentía capás de decirlo.

-Ahg... -musitó con pena, tapándose el rostro con ambas manos, mientras que el rubio reía y recargaba el costado del cuerpo en la pared cruzándose de brazos-... ayer... conocí a... a una chica en el parque... es linda... Muy linda y yo...

-Cielos, Shikadai Nara se ha enamorado, debe ser muy importante para ti si me lo estás contando -bromeó el rubio con una gran sonrisa burlona, desviando por un segundo la mirada con un matiz de angustia.

-Sí... Y... Necesito que me ayudes.

-¿Ayudarte? -le observó divertido- ¿A qué? ¿A coquetearle?

-Sí.

Inojin Yamanaka, su mejor amigo desde que tenía memoria, alguien sin filtro alguno en sus palabras, que no temía decir lo que pensaba por muy cruel que se escuchara, a veces vanidoso y sin pudor, pero sobre todo, alguien en quien podía confiar, porque a diferencia de los demás, él era sincero, decía la cruda verdad que otros no dirían.

No se oía como alguien agradable para tratar, pero a Shikadai le agradaba, porque él era el único a quien le había mostrado su otra faceta, esa débil y vulnerable en la que habría su corazón sin temor a ser juzgado.

Por eso ahora él buscaba ayuda en ese rubio, porque quería un consejo sincero y desinteresado de quien más años llevaba conociéndolo.

-Ella es tan dulce, tiene unos hermosos ojos plateados, un lindo cabello rojo que le llega sobre los hombros y pese a que es un poco impertinente, no pude evitar sentirme atraído por ella al instante, llevo viéndola un par de días y en verdad me gusta -explicó quedo el Nara, mientras un pequeño sonrojo se formaba en sus mejillas gracias a sus propias palabras-, por eso quiero que me ayudes, porque quiero estar con ella.

La expresión en el rostro de su rubio amigo era difícil de describir, parecía sorprendido, sus ojos celestes estaban abiertos de par en par y pese a tapar ligeramente su boca con el dorso de su mano, era más que vidente para Shikadai que Inojin se estaba muriendo de risa.

-¡Dios, nunca creí escucharte decir algo así de cursi! -exclamó rompiendo en carcajadas mientras se tomaba el estomago por el dolor de la risa, al igual que unas pequeñas lágrimas se formaban en la base de sus largas pestañas.

-¡Inojin! Por favor, hablo en serio -quejó el Nara con vergüenza, mientras el rubio suspiraba tratando de calmarse y aquellas lágrimas se desbordaban lentamente hasta caer de su barbilla.

-Yo también -insistió secándose las lágrimas con una pequeña sonrisa-, nunca pensé que llegarías a enamorarte así de alguien, parece que ella de verdad te gusta, lo suficiente como para pedirme ayuda para coquetearle -explicó para volver a darle un sorbo a su bebida y bajar su mirada de soslayo.

-Sí, así que... ¿Me ayudarás? -preguntó inquieto, logrando que Inojin alzara la mirada con una gran sonrisa.

-¡Claro! Sabes que siempre te ayudaré con lo que sea.

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Sentía su corazón revolotear de tan solo pensarlo, sus pies se movían inquietos y sus manos sudaban nerviosas, pero no se iba a retractar ahora, iría a aquella pequeña plaza y vería al que le había robado el corazón hacía pocos días, estaba decidido, trataría seguir los consejos que le había dado su rubio amigo.

Su corazón dio un brinco emocionado al divisar en aquella banca de piedra que rodeaba un árbol, a un joven pelirrojo que veía ensimismado al cielo rojizo. Estaba esperando por él, lo sabía, y eso le alegraba hasta el alma.

Decidido, bajó las escaleras de piedra que llevaban a la plaza y una vez pisó el último escalón, aquella mirada plateada se posó sobre él, haciéndole sentir al instante una calidez indescriptible en sus adentros al toparse con aquellos ojos que desprendían una confianza entrañablemente dulce.

-Shikadai -le llamó el joven embozando una tierna sonrisa-, me alegra que hallas venido, temía que te hubieras olvidado de mi.

-Jamás podría olvidarme de ti -negó el Nara con una sonrisa confiada, guardando sus manos en sus bolsillos, logrando que sus mejillas como las contrarias se tornaran de rosa-, siempre me esperas aquí, parece que este es nuestro punto de encuentro ¿no te parece? -comentó al sentarse junto suyo.

-Bueno, cuando nos despedimos nunca propones vernos en otro lado, así que siempre vengo a la misma hora, supongo que venir aquí significa esperar encontrarnos.

-Sí, tienes razón -asintió divertido con una pequeña risa, tomándose la nuca-, sobre eso... ¿que te parece si mañana vamos a algún lugar? Saldrá una película muy buena, es de romance pero si esas cosas no te gustan podríamos--

-¿Me estás pidiendo una cita? -preguntó al instante el joven, entrecerrando los ojos para verle burlón.

-¡Ah y-yo...! -exclamó nervioso, para luego desviar la mirara al cielo rascándose la mejilla con un pequeño sonrojo- B-bueno... Si lo quieres ver así...

-Será una cita entonces -declaró con gran alegría el chico, haciéndole al Nara verle divertido ante su entusiasmo-, pero... ¿Una película romántica? ¿En serio Shikadai? -le cuestionó tomándose la barbilla para acercársele peligrosamente al rostro.

-S-sí, bueno es que yo... -titubeó incómodo esquivando su mirada, pensando rápidamente algo con que excusarse- Es la continuación de una saga que me gusta y creí que--

Paró al ver al pelirrojo levantarse de su lugar, parándose frente suyo mientras una agradable brisa azotaba la plaza, moviendo con gracia los rojizos cabellos de su acompañante que le veía con una sonrisa divertida.

-Eres un libro abierto cuando se trata de estas cosas ¿sabes?, lo noté desde que te conocí, tal vez no sepas ocultar tus emociones o yo provoque todas esas reacciones en ti... ya deberías saber lo que siento también, así que... -lentamente, colocó un mano en el hombro del Nara inclinándose para quedar frente a frente, mientras que con la otra, lo tomó gentilmente de la nuca atrayéndolo a si, para cortar toda distancia uniendo sus labios en un tierno beso.

Su corazón latió desenfrenado mandando toda la sangre a su rostro haciéndole sonrojarse por completo, al igual que sentía como un calor bochornoso le inundaba, todo gracias al dulce tacto de aquél joven. Estaba asombrado, tanto que no pudo corresponder pues el pelirrojo ya se había separado.

-Ryogi... -susurró extasiado sin apartar la mirada embelesado de aquél hermoso sonrojo que cubría las mejillas del contrario.

-Creo que... -murmuró inquieto bajando la mirada de soslayo, mientras acomodaba unos mechones rojos tras su oreja- eso deja en claro lo que siento.

Sin dudarlo un segundo más, Shikadai se levantó de su lugar encarando al pelirrojo gracias a la cercanía, para así, tomarlo de la cintura y mejilla besándole deseoso de probar nuevamente esos finos labios.

Apenas el beso fue correspondido, el Nara acopló sus labios a los ajenos, besándole casi desesperado, como si hubiera esperado demasiado tiempo para tenerlo de nuevo entre sus brazos, sentimiento que le inundó la cabeza como si de un dolor se tratara.

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-¡Tú, ven aquí ahora!

Exclamó aquél rubio a unos cuantos pasos de a él, haciéndole mirarlo extrañado una vez estuvo frente suyo. Un golpe en el estómago le sacó el aire logrando que se encorvara adolorido tomándose la pansa.

-¡¿Cuando planeabas decírmelo?! -preguntó el rubio colocando ambas manos en su propia cintura molesto.

-¿D-decirte qué? -repitió el Nara enderezándose con dolor.

-¡Que era un chico! -insistió Inojin, con unas pequeñas lágrimas al borde de sus ojos- Shikadai, soy tu amigo, ¿Porqué no me lo dijiste? ¿Creíste que te juzgaría? ¿Porqué me metiste?

El azabache tan solo bajó la mirada avergonzado, mientras que el rubio, exhalando con pesadez y amargura, se encaminó a la pared más cercana para recargarse en esta y cruzarse de brazos bajando la mirada. Apenado, el Nara se apoyó cerca suyo sin verle.

Entendía por qué estaba molesto, y sabía lo que le reprocharía, él mismo se preguntaba el porqué. Sentía una extraña culpa bañarle, cosa que le hizo cerrar los ojos con inquietud.

-Se supone que somos amigos... No me importa quien te guste, me importa que no hayas tenido la confianza de decirme... -murmuró molesto con un extraño tono en su voz, parecía enojado y triste, pero había un pesar en su semblante que el Nara no sabría describir, y eso le desconcertaba en sus adentros- ... Creí que... Por lo menos confiabas en mí.

Su pálida mano se posó en su pecho, aferrándose a sus ropas lilas como si tratara de ocultarse, conteniendo algo en su interior.

-Lo hago, confío en ti Inojin -afirmó rápidamente al notar cuanto le afligía al rubio. Aparentemente, el valor de su amistad le importaba en demasía en esos momentos al Yamanaka-, lamento no habertelo dicho.

-Shikadai, eres mi mejor amigo, y ahora que has encontrado a alguien especial sólo te pido que no me olvides -pidió girándose para mirarlo, apartando la mano de su pecho para posarla sobre el del azabache-, porque sé que ya no soy... No soy a quien buscarás para hablarle de tus problemas, por lo menos, no seré tu primera opción... Así que... Confía en mí para todo sin importar qué, ¿entendiste? -su pregunta trató de sonar firme, lo había captado, pero solo había logrado que se oyera suplicante.

Era extraño, pero de alguna forma, el tacto del rubio sobre su pecho le trasmitía los sentimientos que cargaban sus palabras, porque podía sentir perfectamente su pesar directamente en su corazón. Lo entendía, y le enternecía pensar que ese chico ahora lo que más le preocupaba era que lo alejara.

-Puede que me halla enamorado y él tal vez mañana se vuelva mi pareja, pero tú eres mi mejor amigo desde la infancia y eso nadie te lo quitará -explicó cerrando los ojos quedo, cerrando su puño para apoyarlo gentilmente en el pecho del menor, y así mirarlo con una sonrisa en los labios-, a diferencia de otros, tú dices las cosas como son por más crueles que se escuchen, y necesito por lo menos a un amigo así, que me vuelva a la realidad de vez en cuando, así que, yo soy el que te pide que no te alejes de mí, ¿de acuerdo rubio?

Por un segundo, creyó ver los ojos de su amigo cristalizarse ante un inminente llanto, pero al verle cerrar los ojos con una sonrisa burlona no pudo comprobarlo, y sólo optó por regresarle el gesto alegremente.

-Así que... ¿realmente no le pediste que sea tu novio? -preguntó divertido apartado la mano del pecho ajeno, haciéndole a este apartar la propia con vergüenza ante su pregunta.

-No, después de besarlo dijo que besaba mejor de lo que esperaba y se rió, luego cambió de tema hablandome de su familia, el ambiente se puso tenso y bueno... -explicó desviando la mirada pensante, tomándose la nuca para así sonreír triunfante ante el recuerdo- Le dije un par de frases que me sugeriste y logré que se sonrojara, hablamos otro rato hasta que tuvo que irse, quedamos en vernos en el cine mañana a las seis.

-Cielos, pudiste preguntarle cuando se sonrojó, ese habría sido el momento perfecto -le reprendió el rubio haciendo un puchero colocando una mano en su propia cintura.

-También lo pensé pero... -la imagen de aquél chico, decaído que le decía cosas difíciles de su pasado pasó por su mente, haciéndole sentir melancólico entristeciendo su semblante- él se puso muy triste, así que decidí guardar la pregunta para otro momento.

-Uhmm... -musitó tomándose la barbilla con el ceño fruncido, apoyando el costado de su cuerpo en la pared- supongo que ahora deberás aprovechar mañana, así que te diré algunas frases para que crees un ambiente que los ponga melosos.

-¿Aún quieres ayudarme? -preguntó incrédulo.

-¡Claro tonto! A este paso ese chico hará todos los movimientos -asintió con molestia.

Una pequeña risa escapó del Nara al ver su determinación, y mientras el rubio de hablaba de algunos escenarios en los que podría soltar alguna cursilería, pudo notar como hablaba con prisa y no dejaba de arrugar el entrecejo, como si hablar de eso lo molestara en cierto modo, no se le pasaba por la mente alguna razón en particular del porqué, pero cada que volteaba a verlo, cada que cruzaban miradas, el semblante del rubio cambiaba por completo, sonriendole alegremente como si ayudarlo le diera ilusión.

Aún creía que el hecho de que Ryogi fuera un chico le molestaba, era la única razón por la que podría estar incómodo Inojin, y probablemente estaba en lo cierto.

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Shikadai comenzaba a sentirse incómodo, la película había acabado y durante toda ella nunca hizo nada, rogaba que para el pelirrojo hubiera sido un silencio agradable, ya que planeaba tal vez tomarle la mano y abrazarlo por los hombros, quería crear un ambiente como el rubio le había dicho, pero no había logrado armarse de valor, y tal vez Inojin tenía razón, a ese paso Ryogi haría todos los movimientos.

Quería demostrarle a ese chico cuanto le atraía, ser meloso y decirle lo mucho que le gustaba, en verdad estaba enamorado de él y quería hacérselo saber.

-Ya es noche, debería volver a casa -comentó Ryogi sacándole de sus pensamientos.

-Apenas son las ocho, vallamos a comer ¿quieres? -le invitó con una pequeña sonrisa, a lo que el chico se la regresó alegremente y con un pequeño sonrojo.

Comenzaron a andar en silencio, Shikadai con la mirada en las nubes rosadas y el cielo oscuro que poco a poco dejaba ver las estrellas marcando la noche, mientras que el pelirrojo, mantenía la mirada baja, podía percibir en sus ojos un matiz de tristeza, algo rondaba su cabeza, el Nara lo había notado con solo mirarle.

-¿Estás bien? -preguntó quedo captando la mirada del joven.

-Sí, no es nada -asintió con una pequeña sonrisa, una sonrisa triste que hizo remover los adentros del Nara.

-Es... ¿Por tu familia? -insistió suave, tomando con gentileza la mano contraria, logrando solo que bajara la mirada con una linea recta como sonrisa-... Sabes que puedes confiar en mi.

-Lo sé... Es que... A veces... Me siento solo... Siempre me pregunto... que habría sido si ellos aún estuvieran aquí conmigo.

El pesar en su voz y su semblante tan desconsolado hacía latir el corazón del azabache con amargura, no soportaba verlo triste, tal vez sea algo que el Nara tenía, pero ver a alguien tan decaído le removía en el alma y se sentía obligado a buscar de todas las formas posibles la alegría de esa persona, como si de una necesidad se tratase.

-Ryogi... -le susurró al oído apenas lo envolvió en sus brazos- sé que no hay forma de que llene ese vacío en ti, pero quiero que sepas que siempre estaré para ti sin importar qué, lo dije ayer y lo digo de nuevo, siempre estaré a tu lado cuando lo necesites... Me gustas... Te quiero con toda el alma, así que si sufres, comparte ese dolor conmigo, yo te ayudaré a sobrellevarlo, si es difícil continuar, entonces lloraré contigo, por eso, por favor... Quedate a mi lado y te prometo que nunca estarás solo.

Aquél pequeño cuerpo se estremeció entre sus brazos, y mientras sentía como se aferraba a su espalda, la pequeña humedad en su hombro le afirmaba que lloraba, escuchaba pequeños sollozos denotando como se deshacía desconsolado.

De algún modo, sintió su alma en paz al decir esas palabras, como si las hubiera estado guardando y estuviera desesperado por decirlo, y aún más, sintió un gran peso bajar de sus hombros por tener a aquél pelirrojo desolado entre sus brazos, parecía que todo aquello lo calmara, se sentía logrado, y lo disfrutaba, quería quedarse así tanto tiempo como le fuera posible, temiendo que todo aquello desapareciera pronto.

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El grupo de amigos hablaba ameno, lanzando preguntas y comentarios burlones ante la revelación del Nara, pues había presentado oficialmente al pelirrojo como su pareja.

Le alegraba ver como todos trataban al chico, hablándole con confianza como si de un amigo de antaño se tratara, una sonrisa adornaba su propio rostro al ver como el chico sonreía risueño ante los tratos ajenos, una calidez amarga le bañaba de tan sólo pensar que Ryogi ahora tal vez, sería la primera vez que sonreía así, olvidando vagamente el pasado que le afligía gracias a que él estaba a su lado, gracias a la promesa que le había hecho.

Toda la alegría que su pareja y el grupo desprendía, cesó pasados los minutos una vez decidieron marcharse.

Tomando la mano del pelirrojo, el Nara le dio una ultima mirada al grupo que los despedía con una gran sonrisa, y al girarse para posar su mirar en el chico a su lado, sus ojos captaron algo, y volvió la mirada al grupo. Inojin se alejaba de ellos en dirección opuesta, algo en sus adentros le decía que no estaba bien, lo había captado cuando hablaba con él, y sentía fervientemente que debía hacer algo al respecto.

-Inojin se ve triste, deberías hablar con él.

Aquello le sorprendió, Ryogi también lo había notado, y al igual que él, veía preocupado en la dirección del rubio. Sonrió con dulcura al pensar que ese chico ahora se preocupaba por sus amigos como si fueran propios, le alegraba ver como se integraba con tanta facilidad en su vida.

Soltando la mano de Ryogi, corrió tras el rubio para buscarle.

-Inojin -le llamó en medio de un pequeño callejón, iluminado vagamente por la luz de la tarde.

-Nh... Shikadai -susurró al detenerse para mirarle. El pecho de Nara se estrujó al ver el pesar remarcado en su semblante, y la tristeza que desprendía su voz al pronunciar su nombre.

-Oye... ¿Estás bien? Parecías muy feliz hace rato, pero... -preguntó quedo una vez estuvo frente suyo. Inojin bajó por un segundo la mirada, y la subió con aquella sonrisa autosuficiente que siempre cargaba.

-Claro, tengo que volver a casa, así que no te preocupes y corre, que Ryogi te está esperando.

Se oía tan seguro, pero tantos años de conocerlo habían dado sus frutos, y Shikadai podía identificar perfectamente una sonrisa falsa de una sincera en el rubio.

Apoyó su mano en el hombro ajeno, y con gentileza embozó una sonrisa cálida que por un segundo creyó hacer estremecer al menor.

-Inojin ¿qué te pasa? Te he notado... Algo distraído últimamente, algo te molesta, lo sé, debe ser muy malo como para que no puedas decírmelo.

El semblante del chico cambió, aquella sonrisa confiada se desvaneció, y ahora veía a la nada con seriedad, no había duda, algo rondaba su cabeza.

-Oe... Aún soy tu primera opción para hablar de tus problemas... ¿Cierto? -susurró bajo, acariciando comprensivo el hombro del rubio.

-Sí... Pero... Este no es un problema que quiera discutir con alguien -en silencio, apartó la mano ajena, y se apartó para alejarse.

-Inojin -le llamó al tomar su muñeca deteniendo su caminar-... Puedes confiar en mí.

Sin respuesta alguna, el rubio siguió caminado, deshaciendo el tacto hasta que el Nara lo perdió de vista.

No entendía lo que pasaba, se había portado muy bien con Ryogi hacía unos momentos, se veía feliz, le contaba todo lo que pasaba con ese chico para que no se sintiera olvidado, buscaba su apoyo y consejo siempre que lo necesitaba, y entre charla y charla Inojin le había dejado muy en claro que no tenía problema con sus gustos, ya no había razón para que se sintiera incómodo ante su relación, entonces ¿porqué se veía tan decaído?

Tal vez realmente le habría pasado algo ajeno a él, algo tan malo que no podía contarle, y eso le removía con fuerza sus adentros, pues se tenían una confianza plena, no contarse algo era signo de alerta, algo realmente malo afligía a su amigo y no sabía que era, necesitaba saberlo, dejarlo de lado sólo empeorarían las cosas, Inojin le importaba demasiado como para solo dejarlo así.

-Shikadai -aquella voz retumbó en su cabeza gracias vacío del callejón, sacándolo de su ensimismamiento para girarse y encontrar al pelirrojo esperándolo en el otro extremo del desolado pasillo- ¿está todo bien?

Nada estaba bien con su amigo, lo tenía claro, así que como respuesta corta, hizo una mueca de disgusto afligiendo su semblante, provocando que el pelirrojo imitara su gesto preocupado.

-¿Qué te dijo? -preguntó Ryogi con tristeza, mientras el azabache se le acercaba hasta quedar frente suyo para tomarle la mano.

-Que no es un problema que quiera discutir con alguien -repitió bajando la mirada afligido, mientras el menor, buscando calmar sus adentros, le tomó ambas manos halándolo levemente hasta recargarse en la pared y así pasar sus manos por debajo de sus brazos abrazándolo, apoyando su mejilla en el hombro contrario. Había resultado perfectamente, tan dulce gesto había calentado su pecho con cariño, hasta hacerle cerrar los ojos con sasosiego.

-Deberías buscarlo después, ahora tal vez quiera estar solo, intenta hablarle mañana, si insistes mucho tal vez solo logres empeorar el problema -sugirió gentilmente, removiéndose gustoso al sentir los brazos ajenos rodearle por el cuello.

-Entiendo...

-Tranquilo, es tu mejor amigo ¿no?, ya sabrás como ayudarlo.

Apartándose levemente para verlo, Shikadai sonrió enternecido al poder apreciar tan de cerca las facciones del pelirrojo, con aquellos ojos plateados que le veían atentamente, buscando plenamente brindarle apoyo por una preocupación ajena a él.

Embelesado, posó sus labios en los contrarios, con un pequeño beso como agradecimiento por su actuar desinteresado. Al separarse, estrechó al pelirrojo entre sus brazos, ladeando levemente la cabeza para acomodarse gustoso disfrutando el momento.

Al abrir los ojos, vagamente creyó ver algo al final del callejón, una cabellera rubia perderse en la esquina, pero fue tan corto el lapso de tiempo que llegó a verlo, que no le tomó importancia.

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-Inojin -le llamó con cautela al entrar en el pequeño cuarto, pudo notar perfectamente como el rubio respigó del susto ante su presencia, haciéndole cohibirse por un segundo en su lugar, para luego alzar la mirada con una sonrisa forzada.

-Eh... Shikadai, hola ¿qué haces aquí? -preguntó inquieto, el Nara lo percibía claramente, cosa que le hizo entristecer ante el temor de no poder hacer algo al respecto.

-Sabes a qué vengo -respondió con seriedad al sentarse cerca suyo sobre la cama, donde el rubio estaba sentado en una esquina junto a la ventana.

Al mirarlo, notó como su semblante cambió por completo, algo le molestaba, sus labios estaban apretados uno con el otro formando una linea recta y veía a la nada de soslayo con el ceño fruncido, parecía que callaba algo y no tenía intenciones de decirle lo que era.

-... Desde la última vez que hablamos no he dejado de pensar en ti -logró que Inojin le viera expectante-, sé que me escondes algo y por lo que veo, es realmente malo, porque ni siquiera puedes decírmelo a mí, no creí que yo sería el que tuviera que recordartelo, porque tú mismo fuiste el que me pidió que no lo hiciera contigo, así que te lo repito... -le miró serio, determinado y por completo seguro a lo que diría, haciendo que el rubio se cohibiera intimidado- nos conocemos desde la infancia, me has mostrado esa parten tan vergonzosa de ti que odias que otros vean, por eso ya deberías saber que puedes decirme lo que sea, vine aquí para ayudarte con lo que sea que te moleste, así que, cualquier cosa puedes confiar en mí, ¿entiendes?.

El Yamanaka parpadeó perplejo, para luego reír divertido ante lo dicho, cubriéndose risueño la boca con la mano.

-Lindo discurso, Piña -respondió burlón a lo que el Nara frunció el entrecejo molesto y casi ofendido.

Inojin, al sentir como una mano se posaba en su hombro, paró de reír volviendo su mirada al mayor, y al notar la cercanía, un pequeño sonrojo se pudo divisar en sus mejillas pálidas. Apenado, bajó su mirar a sus manos, esquivando los intensos ojos verdes que le veían detenidamente.

-Yo... Entiendo que quieras saber que me pasa, pero ya te dije, no es nada, o por lo menos... No es nada que quiera hablar, así que deja de preocuparte -dijo quedo sin mirarle, manteniendo en sus labios una pequeña sonrisa buscando calmarlo.

-Eso solo me hace preocuparme más.

-Escucha, si quieres que me sienta mejor, deja de preguntar y vete, yo sólo sabré como solucionarlo -insistió con un matiz de enojo en su voz, haciendo que el azabache se alejara levemente con recelo, pero sin apartar su mano de su hombro, en cambio, con gentileza, rozó sus dedos en la mejilla contraria, apartando con cuidado un par de cabellos de su rostro, percatándose del rojo que cubría delicadamente sus mejillas.

-Inojin... -exclamó suave, mientras vagamente, buscaba una razón de su sonrojo.

Tratando de brindarle consuelo, se acercó al rubio hasta envolverlo entre sus brazos, aprisionándolo contra su cuerpo sintiendo al instante la calidez e inquietud que emanaba el chico. Sentía que temblaba, era casi imperceptible, pero podía sentirlo, y en cuanto sintió como aquellos brazos se aferraban a él con fuerza, la humedad en su hombro se hizo presente.

No lo oía llorar, no sollozaba, pero se estremecía y sentía sus lágrimas caer mojando débilmente su ropa, eso era suficiente para removerle sus adentros, impotente al temer que lo que sea que afligía a su amigo, le estaba haciendo llorar.

Y extrañamente, de alguna forma, pese a tener al rubio entre lágrimas aferrado a él, pese a saber que no podía ayudarlo a voluntad, una cálida sensación inundaba su corazón, tenerlo entre sus brazos le hacía feliz, como si lo extrañara y estuviera desesperado por abrazarlo otra vez, sentía su alma en paz solo por estar junto a él.

•~ 🌹~•

Pequeños besos en las mejillas ajenas, bajando de los labios hasta el terso cuello, mordiendo gentilmente hasta provocar suspiros temblorosos del propietario. Degustaba cuan suave era al tacto aquella cálida piel entre las piernas, subiendo tentativo hasta rozar con sus dedos la intimidad del chico.

Un jadeo caliente escapó de sus labios al sentir una mano palpar su virilidad, y un delicioso cosquilleo le inundó ahí al tocar la contraria.

Pronto sintió su cuerpo entrar en calor al unir sus labios en un húmedo beso, degustando la cavidad del otro, mientras su cuerpo se estremecía ante los tratos mutuos. Cortó el acalorado beso un momento para tomar aire, pasando su mano por el pecho del pelirrojo, acariciándolo un poco mientras sus adentros, inquietos, se removían incómodos por el acto.

-Shikadai... -susurró bajo llamando su atención, deteniendo su tacto apoyando su mano en el hombro contrario- ¿en qué piensas? -el Nara parpadeó confundido, mientras el pelirrojo, preocupado, acarició su mejilla gentilmente- parece que tu mente está en otro lado, lo noto.

-Mi mente está aquí contigo -negó sobreponiendo su mano en la ajena.

-No... Es por Inojin, aún piensas en él.

-¿Por qué pensaría en él justo ahora? -cuestionó con un pequeño sonrojo, a lo que el menor soltó una pequeña risa divertido.

-No de ese modo... Aunque tal vez... -susurró con un hilo de voz lo último, desviando la mirada pensativo. Empujando levemente, le hizo al Nara recostarse, apoyando sus manos en su pecho, se posicionó sobre él sentándose a su lado- dime, ¿te preocupas por él?

-Claro, es mi amigo -afirmó seguro, mientras el pelirrojo sonreía ante su respuesta.

-Que lleven tantos años conociéndose y que él no tenga la confianza de decirte algo te afecta mucho... a ambos les afecta, porque tal vez, ahora que estoy contigo, la confianza sea los único que les asegure que aún guardan un lugar especial en el otro.

-Sí... Creo que sí, pero... ¿Qué con eso?

-No lo entiendes ¿verdad? -Shikadai parpadeó confundido- estamos saliendo, pasamos la mayoría del tiempo juntos y eso te aleja de tus amigos, a la mayoría no les afecta porque verte de vez en cuando era normal para ellos, pero para Inojin no, él era tu compañero, siempre estaban juntos y ahora que estás conmigo lo haces a un lado por mí, pese a que trates de igualar el tiempo con ambos, para Inojin ya no es lo mismo, siente que te pierde, y que le digas cosas que a mi no me dirías es lo único que le hace sentir especial, lo mismo pasa contigo, tratas de mantenerlo al tanto de todo porque temes que se sienta desplazado, temes que él encuentre a alguien más con quien llenar el vacío que le estás dejando.

-Ryogi... ¿A donde quieres llegar?

Cuestionó confuso, entendía lo que decía y podía decir que era verdad, pero la mirada que le daba, esa sonrisa confiada de alguna forma le hacía sentir temor, pues percibía un trasfondo en todo aquello.

Entonces, Ryogi posó su mano en el pecho ajeno, mientras su semblante cambiaba, a uno que denotaba cuan difícil le era aceptar lo que pensaba.

-No quieres perderlo y él no quiere perderte, porque para él, vales mucho más que una amistad de la infancia.

-¿Uh?

-A él le gustas, mucho... y en el fondo a ti también te gusta, pero temes arruinar lo que tienen -soltó sonriente, confiado por completo en sus palabras, como si la verdad estuviera a simple vista y se viera obligado a recalcarsela al Nara viendo que no la notaba.

-¿Qué?, no, yo te quiero a ti, él es mi mejor amigo pero creeme que ese tipo de amor solo lo siento por ti -exclamó con sorpresa y desasosiego ante sus palabras, enderezándose para tomarlo de las manos y colocarlas sobre su pecho.

Ryogi sonrió con gentileza, apartando sus manos para tomarlo de las mejillas, alzarse levemente y plantar un pequeño beso en su frente, para así abrazarle por sobre los hombros escondiendo el rostro del Nara en su pecho.

-Puede que no lo veas ahora, pero en el fondo, lo que sientes por él es amor, y él te ama, estoy seguro, desde que sales conmigo, él mismo es el que se aleja, no importa cuanto lo intentes, él se alejará más y más porque le duele verte conmigo.

-Ryogi...

Era extraño, su cabeza dolía y su pecho se comprimía con recelo, sentía que todo lo que ese chico le decía con tanta seguridad era cierto... y tal vez realmente así era, tal vez tenía la razón, tal vez esa era la verdad que Inojin se negaba a decirle, ese podría ser el pesar que le estaba afligiendo todos esos días, y podía ser la verdad que él mismo se negaba.

Se decía a sí mismo que todo aquello se resumía en un "tal vez", pero su corazón, todo su ser le gritaba que era la verdad. Y si así fuera ¿qué?... ¿Que tendría que hacer? ¿Dejar a Ryogi por Inojin? ¿Dejar al chico que tan seguro estaba que quería por su amigo de la infancia del que ni siquiera estaba seguro que quisiera a ese nivel?

No sacrificaría una relación que disfrutaba tanto por una simple suposición, no lastimaría ese pelirrojo rompiendo una promesa que tanto ansiaba cumplir, no podía dejarlo solo, estaba enamorado de él, de eso estaba seguro, era cierto que Inojin era importante para él, era parte de su vida y lo quería como a un hermano, de perderlo nada sería lo mismo, alejarse de ese rubio definitivamente, era un vacío que ni Ryogi podría llenar, pero eso no significaba que lo quisiera así, no significaba que Inojin era más importante que Ryogi... No, no había forma¿cierto?

No había nada que hacer al respecto de ser verdad... ¿cierto?

•~ 🌹 ~•

Un sonido sordo se escuchaba al choque de pequeñas piedrecillas contra el cristal, tres veces atinó a la ventana de aquél segundo piso, y cuando estuvo por tirar la cuarta, la ventana de abrió.

-Vas a romperla si sigues lanzando cosas -le regañó el rubio al asomarse.

-Baja, hay que hablar -pidió el Nara con simpleza, guardando ambas manos en sus bolsillos.

-¿Qué quieres? -cuestionó con algo de molestia.

-Solo baja ¿si? -insistió arrugando el entrecejo con fastidio.

A regañadientes, Inojin cerró su ventana de golpe, mientras que el Nara, acercándose a la entrada de la florecía que ahora estaba cerrada, divisó al rubio en el interior acercándosele para abrir la puerta con una mueca de puchero.

-¿Qué? -exclamó tajante.

-Uno de los chicos dará una fiesta, habrá alcohol, ¿quieres ir? Sé que te gustan esas cosas.

-¿Solo me hablas para eso? -cuestionó el rubio con fastidio, soltando un suspiro apoyando el costado de su cuerpo en el marco de la puerta- no gracias, no tengo ganas, invita a Ryogi, así convivirá con los demás.

-No será tan divertido si no vas -comentó mirándole desganado-, anda, tienes que salir de aquí, siempre te invito a lugares y nunca aceptas, ya no es como antes, parece que me esquivas -insistió un tanto inquieto, logrando que el rubio le mirara curioso.

-Solo invita a Ryogi ¿si? Prefiero quedarme en casa y no hacer nada, con eso me divierto yo -movió la mano tratando de hacer que se fuera, fingiéndose desinteresado ante su propuesta.

-Ryogi no irá -soltó de pronto, alzando ligeramente la voz como si estuviera molesto ante el recuerdo, logrando captar la atención del menor.

-¿Y eso porqué?

-Nosotros... Rompimos hace tres días -respondió esquivando su mirada incómodo, tomándose la nuca apenado y esperando los reclamos.

-¡¿Qué?! ¿Pero porqué? ¡Llevaban casi un mes juntos! ¿Porqué no me lo dijiste antes? ¿Qué no éramos amigos? -interrogó Inojin por demás asombrado, logrando que el Nara le viera molesto por su última pregunta.

-Claro, somos amigos cuando te conviene, he tratado por tres días hablar contigo y me evades, ¿como quieres que te diga las cosas si tú mismo eres el que me aleja? ¿No fuiste tú el que me pidió que no te apartara? ¿No fuiste tú el que me dijo que te buscara para contarte mis problemas? ¿Como esperas que te diga las cosas si ni siquiera me dejas hablar contigo?

Estaba molesto, se lo había guardado por mucho tiempo, e Inojin lo sabía, le veía asombrado, estaba mudo, nunca antes Shikadai le había hablado así.

Al ver como el rubio agachaba la cabeza, apenado por lo severo de sus palabras, sintió nuevamente aquella culpa en su pecho, y todo ese enojo con el que le había hablado desapareció, relajando sus hombros y sus manos que había hecho puño ante el coraje. Podía decir francamente que ese chico era su debilidad, nadie le hacía sentir ni de cerca lo que ese rubio le provocaba.


-Oe... Perdón, no quise--

-No, está bien... Yo... No he sido muy justo contigo estos días... O semanas... -dijo incómodo sin mirarle, apenado a lo que diría- es verdad que te he alejado, y lo lamento, pero creí que así te sentirías más cómodo con Ryogi, no te verías obligado a estar con uno o con otro, debí decírtelo, perdón.

Extrañaba eso, hablar con él, verlo por un rato aunque no fuera una charla muy amena, poder apreciar cuanto habían cambiado en esos años, porque a sus dieciséis, su relación, antes de Ryogi, se había estrechado hasta el punto que por muchas discusiones que tuvieran, lo solucionaban y volvían a hablar como si nada hubiera pasado.

-"Creí que así te sentirías más cómodo con Ryogi" -repitió cerrando los ojos con sosiego, mientras una pequeña sonrisa se formaba en sus labios- ¿porqué siento que no eres sincero? -cuestionó sin esperar respuesta, cruzando miradas con el menor una vez este alzó la mirada. Con gentileza, buscando hacerle avergonzar, pasó sutilmente sus dedos por la mejilla del rubio, logrando que un pequeño sonrojo apareciera en esta-, oye... ¿Qué te parece si esta noche vamos a esa fiesta? ¿Sí? A divertirnos como en los viejos tiempos.

Embelesado, el Yamanaka embozó una gran sonrisa como respuesta, provocando que aquella calidez en el pecho del mayor volviera, sintiéndose extasiado al poder ver nuevamente esa dulce sonrisa en su lindo amigo.

•~ 🌹 ~•

El intenso retumbar en la gran casa inundaba sus oídos y casi lo ensordecía, no distinguía en lo absoluto lo que se decía, trataba de concentrarse y buscarle alguna coherencia a la letra pero por alguna razón, por mas que lo intentaba solo captaba ruido y vibraciones gracias a su alto volumen. Apenas si podía divisar algo pues las luces estaban apagadas y lo único que iluminaba la planta baja eran luces parpadeantes de colores, casi causándole molestia por el rápido parpadeo, su vista se nublaba ligeramente y su caminar poco a poco se volvía más pesado, el sabor de alcohol en su boca comenzaba a asquearle instándole a tomar otra de esa amarga bebida para quitárselo.

Pasando entre personas que en sus adentros sabía que conocía, trataba de verles al rostro reubicándose, pero extrañamente solo distinguía sus siluetas y por más que tratara de ponerle un nombre a sus caras solo los veía borroso, se sentía mareado, tal vez el alcohol ya estaba haciendo efecto. Entró a la cocina que estaba más iluminada que las otras habitaciones gracias a las luces sobre el fregadero y estufa. Su vista se aclaró notoriamente al divisar al rubio Yamanaka casi sobre la mesa, pues más de la mitad de su cuerpo descansaba sobre esta, usando su antebrazo como almohada mientras en la otra mano sostenía un pequeño vaso de cristal, a su alrededor, pudo distinguir numerosas latas vacías, una bolsa de frituras con la mayoría de su contenido en el suelo y una botella de vidrio a un décimo de su líquido, casi vacía simplemente.

Una pequeña risa escapó de él al ver como su rubio amigo dormía plácidamente entre todo ese desorden. No sabía que hora sería, trató de ver el reloj de la estufa pero solo lograba ver borroso el pequeño destello de los números. Fastidiado, se acercó a su amigo moviéndolo con algo de fuerza para despertarlo.

-Eh, Inojin... Tenemos que irnos, ya es tarde -le llamó cerca de su oído, alzando la voz suponiendo que gracias a la fuerte musica no lograría despertarlo.

-Uh... Me duele la cabeza... Cargame... -murmuró somnoliento, sin mirarle.

-Pesas mucho, anda, tengo que llevarte a casa -insistió halándolo del brazo, pasándolo sobre su hombro para levantarlo.

No podía decir que estaba muy sobrio, pero sí lo suficiente como para hacer el esfuerzo de llevar al menor que evidentemente estaba mucho peor que él. Con esfuerzo, logró que comenzara a caminar, y a paso lento, trató de llevarlo a la puerta de entrada, pero a medio camino, el rubio se dejó apoyar demasiado en él y terminó cayendo al pie de las escaleras que llevaban al segundo piso.

Con molestia, observó como Inojin se acomodaba en las escaleras para volver a dormir. Soltó un sonoro suspiro al entender que llevarlo a casa sería muy complicado, vio a su alrededor buscando al que lo ayudara, pero una segunda opción llegó a su mente, y siendo la más fácil, optó por elegirla.

Le llamó a alguien, tal vez un amigo eso se decía a sí mismo, no distinguía su rostro ni oía del todo su voz, pero de alguna forma sabía lo que decía, y al obtener una respuesta afirmativa de con quien sea que estuviera hablando, volvió a tomar al rubio del brazo, pasándolo nuevamente sobre su hombro para levantarlo.

-Anda Inojin, te llevaré a dormir -le alzó subiendo lentamente las escaleras con él, cuidando no dar un mal paso para caer.

-¿Eh?... ¿Ahora se le dice dormir? -murmuró con una pequeña sonrisa burlona, aún casi dormido y sin abrir los ojos.

-Ya, claro... -murmuró con un pequeño sonrojo dándole por su lado- te quedarás esta noche aquí, te conseguí un cuarto.

-Uh~~... ¿Me dejarás solo?... ¿Dejarás que tu rubio y lindo amigo ebrio duerma solo e indefenso en una casa llena de adolescentes calenturientos? -bromeó subiendo pesadamente las escaleras casi por cuenta propia.

-La mayoría aquí son nuestros amigos, estarás bien, ¿o qué quieres? ¿Que me quede contigo? -cuestionó burlón como si de una locura se tratara.

-Tú sabes lo que quiero... -murmuró lanzándole una mirada coqueto, acercando peligrosamente su rostro al del azabache logrando que de sonrojara.

-Dejate de bromas ¿quieres?... Camina, no quiero que me vómites en cima -le apuró avergonzado volviendo su mirada al frente, mientras el rubio reía divertido ante su reacción.

Tal vez era el alcohol, tal vez otra cosa, pero sentía claramente como su pecho y rostro quemaban casi abochornándolo, inclusive, viendo con el rabillo del ojo a su amigo, un calor poco a poco comenzó bañarlo al notar como las pálidas mejillas ajenas estaban teñidas de rojo y sus ojos veían cristalinos a la nada mientras una pequeña sonrisa juguetona adornaba sus labios, con sus dorados cabellos cayendo con gracia por su frente, era hermoso, simplemente era un chico bello, lindo en todos los aspectos.

-Ne... Shikadai... -susurró adormecido Inojin, captando su atención- ¿porqué decías que... Habían terminado tú y Ryogi?

-Bueno... Él... Descubrió algo de mí que me hizo pensar mucho... Creí que solo imaginaba cosas pero... Cuando me di cuenta de que era verdad, se lo dije... Y él decidió romper por mi bien... -respondió con pesar casi arrastrando las palabras, y una vez llegó al final de las escaleras, alzó más al rubio para que no cayera- aunque aún somos amigos, a veces hablamos y... -al escuchar un sollozo, calló confundido posando su mirar en el menor, que con la cabeza baja, tomaba su rostro mientras lágrimas corrían por sus mejillas hasta caer de su barbilla- ... Inojin...

-¿Porqué... Porqué tenías que enamorarte de él...? ¿Porqué tenía que ser un chico? -murmuró entre lágrimas, jadeando delicadamente gracias al llanto- ... Si hubiera sido una chica... Todo estaría bien... Porque así... Así sabría que nunca tuve una oportunidad... Pero él tenía que ser un chico... Entonces... ¿Porqué no te enamoraste de mí...?

Los ojos verdes del Nara se abrieron con sorpresa, tanto por su desconsolado llanto, como por el hecho de saber finalmente, sin nada que se lo negara, que Inojin estaba enamorado de él. Una dulce calidez y un amargo remordimiento inundó su pecho ante su llanto, lloraba porque lo quería, porque le dolía el no haberlo elegido, y en cierto modo, eso le hacía feliz, porque sabía que todo eso era gracias al amor que sentía por él.

-Inojin... Yo sí me enamoré de ti... -susurró quedo sonriendo con dulzura, logrando que el susodicho alzara la mirada anonadado, temiendo haber escuchado mal-... Me gustas...

Lenta y gentilmente lo tomó de las mejillas, quitando con sus pulgares las lágrimas pesadas que resbalaban de sus ojos, esos ojos celeste que ahora lo veían con tristeza y esperanza, rogando que lo que decía fuera verdad, pues Inojin lo amaba, ahora lo veía y nunca lo dejaría, no soportaría perderlo otra vez.

-Te amo, Inojin... Te amo de verdad -susurró el Nara, mirándole con sosiego, logrando que los cristalinos ojos del rubio lo miraran con asombro, mientras ese brillo tan característico en sus ojos volvía- lamento haberte hecho sufrir los últimos días, pero creeme que ahora nadie ni nada me hará dejar de quererte... Porque cuando esto acabe y despierte, te diré cuanto te amo y que quiero pasar el resto de mi vida a tu lado.

-Shikadai... Te amo... Te amo tanto... -respondió tembloroso, mientras sus lágrimas de desespero e inseguridad se volvían lágrimas de felicidad, resbalando desde sus bellos ojos celeste mojando sus rosadas mejilla a.

Era tan hermoso, nuevamente, Shikadai se había enamorado de él, y esta vez a él lo elegiría.

Atrayéndolo a sí mismo, Shikadai cortó toda distancia uniendo sus labios, besándole con dulzura, tacto el cual se sentía desesperado por repetir una y otra vez. Decidido y hambriento de él, Inojin le besó con intensidad abrazándose con fuerza a su cuello, buscando acoplar sus labios, pasando su lengua por su labio inferior humedeciéndolo, logrando hacer una pequeña abertura entre ambos, permitiéndole introducir su lengua en la cavidad bocal ajena, buscando demostrar ese deseo mutuo que tanto tiempo había estado latente entre ellos.

Excitado, gracias al alcohol y la continúa fricción entre sus cuerpos, Shikadai se adentró al cuarto junto a ellos, llevándose a Inojin con él entre besos y torpes intentos de librarse de sus ropas, pateando la puerta para cerrarla de golpe.

Una vez logró llegar a la cama, el Nara acomodó al rubio sobre esta, deseoso pasó sus manos por debajo de su camisa, besando y lamiendo su cuello, subió sus manos llevando consigo la prenda purpurea hasta finalmente despojarlo de ella, dejando al descubierto su delgado y pálido torso, para así, quitarse su propia camisa.

Una vez ambas prendas superiores fuera, se acomodó sobre el Yamanaka, volviendo a reclamar sus labios con intensidad y lascivia, mientras acariciaba su pecho, pasando sus dedos por aquellos rosados botones a la vez que frotaba sus durezas por sobre la ropa, sentía su cuerpo entrar en calor con rapidez, mientras el rubio acariciaba su espalda y cuello, ahogando los jadeos entre sus besos, aquél delicioso cosquilleo pronto se intensificó en su intimidad, sentía que le faltaba el aire y jadeaba caliente ante eso.

De a poco bajó por su cuello, besando y lamiendo la zona por la que pasaba, deteniéndose momentáneamente para chupar y morder hasta dejar una pequeña marca rojiza, como si quisiera marcarlo, reclamarlo como suyo para recordarle al rubio quien fue el que lo había tocado, y recordarse a sí mismo los hechos cada que viera esa mordida.

Frustrado, se separó con brusquedad para quitar ambos pantalones y en menos de lo esperado, ambas prendas yacían en algún lugar del cuarto.

Se colocó sobre el menor entre sus piernas devorando su boca nuevamente, provocando un pequeño chasquido cada que sus labios se separaban, aumentando el calor en su intimidad gracias a ese lujurioso sonido. Un pequeño gemido escapó del rubio al sentir con firmeza la erección del mayor palparse contra la suya, mientras el Nara movía deseoso su cadera contra la ajena, aprisionándolo entre él y la cama, casi desesperado por sentir el calor del menor.

Con movimientos lentos y sugestivos, ambas pelvis se frotaron, permitiéndoles sentir el palpitar de sus intimidades, haciéndoles soltar sonoros suspiros que se mezclaban gracias al húmedo beso, logrando humedecer la ultima tela que quedaba, ya cual el Nara estaba ansioso por quitarla.

Tal vez era el alcohol, o el hecho de que la tensión sexual rebosaba dentro del azabache gracias a los continuos comentarios del rubio, pero aquél acto desbordante de deseo, hacía plenamente feliz al Nara, no quería detenerse, no tenía ninguna intención de hacerlo, sentía que si lo hacía, ya nunca tendría otra oportunidad, así que aprovecharía esos escasos minutos de inconsciencia que le quedaban para satisfacer sus deseos al gusto.

Extasiado, bajó su bóxer y quitó el del otro, hincándose entre las piernas de Inojin para alzarlas y rozar su dureza en la entrada del rubio, estremeciéndose ante el tacto. Y sin dejar de besar con intensidad a su amigo, tomó su propia virilidad frotando la punta contra el rosado orificio, hasta finalmente introducirla sacándole un jadeo al menor, y sintiéndose temblar por la deliciosa sensación. Lentamente y sin dificultad alguna, su pene entró en el estrecho canal de su amigo, haciéndole a este casi gritar por la intromisión, mientras que el azabache, sentía que el aire escapaba de sus pulmones y todo su cuerpo ardía complacido, soltó un sonoro suspiro de placer al sentir su virilidad ser aprisionada por las paredes del canal.

Era única la sensación, no podía describirla, pero el continuo palpitar de su miembro dentro de su amigo, le hacía sentir completo, feliz al poder sentir al rubio de esa forma.

Sin dudarlo otro segundo, tomó firmemente al Yamanaka de la cadera, y comenzó su vaivén entrando y saliendo, sus pequeñas estocadas pronto se volvieron embestidas, el rubio gemía por lo alto complacido. mientras el Nara jadeaba soltando roncos gemidos, se sentía tan bien, sentía que su pene se derretía y le incitaba a aumentar su ritmo, y así lo hizo, provocando un indecoroso sonido de chapoteo al choque de su cadera contra los glúteos del rubio.

Sentía que el aire le faltaba, su vista se nublaba y todo lo que oía retumbar en la habitación eran sus propios gemidos, los del rubio junto su nombre entre jadeos y el incesante golpe húmedo de sus pieles. Todo aquello le hacía delirar, temblaba y un delicioso escalofrío lo recorrió de pies a cabeza al sentirse cerca del orgasmo, un par de embestidas más bastaron para escuchar y sentir como el rubio se estremecía con fuerza debajo de él corriéndose, y al sentir su pene ser apretado con fuerza, eyaculó hundiéndose en la cavidad de su amigo, temblando hasta caer rendido sobre el pálido cuerpo del rubio.

Todo se distorsionaba a su mirar, estaba mareado y respirar le costaba, con dificultad, logró recostarse junto a Inojin, y mientras trataba de recobrar el aliento, de dedicó a grabar en su mente el rostro del menor. Sus adentros se estremecieron con ternura al verle con atención, y con cuidado de no despertarlo, acarició su mejilla, delineando sus rosados pómulos, para así, antes de caer dormido, acercarse y plantar un pequeño beso en sus labios.

Su respiración se había calmado, el calor había aminorado, y sus ojos se habían cerrado dando por acabado el acto, pues las horas que había pasado dormido, habían terminado.

•~ 🌹 ~•

Inhalando hondo, casi como si de una bocanada de aire se tratara, Shikadai despertó, incómodo, se removió entre las cobijas sobre su futón, se sentía pegajoso, había sudado toda la noche, su respiración era entrecortada y todo su cuerpo se estremecía ligeramente.

Estaba exaltado, casi nervioso, ladeó su cabeza abriendo lentamente los ojos, estaba en su cuarto, parpadeó con pesadez tratando de despertar, se talló los ojos y al enderezarse, se percató de la humedad en su pantalón, entrañado, se quitó las sabanas descubriendo que su entrepierna estaba algo mojada.

Entendió lo que era, y avergonzado, volvió a cubrirse con las sabanas rápidamente. Había tenido un sueño muy extraño, pero se había sentido tan vivido que en todo ese lapso inconsciente nunca creyó que se tratara de un sueño, incluso lo compararía con un Genjutsu, cada caricia, cada lágrima e imagen se había sentido real para él.

Suspiró resignado, pasando su mano por su rostro para llevar los cabellos que caían por este para atrás, sus ojos ardían ligeramente, estaba cansado, pero la incomodidad del sudor y la humedad no le dejaría dormir, así que con pesadez, se levantó del futón llevándose consigo la sabana, se bañaría y lavaría la ropa después, no estaba en sus planes que su madre viera el pequeño desastre que había hecho.

Era extraño, se sentía algo acelerado, pero a la vez exhausto, le dolía la cabeza y los recuerdos se ese sueño seguían vividos en su mente, recordaba todo perfectamente, pero sabía que si no le daba vueltas un buen rato, acabaría olvidando todo lo que soñó.

No quería olvidarlo, habían cosas que realmente no quería olvidar, mucho de lo que soñó eran cosas que realmente hubiera deseado hacer; la promesa de estar siempre al lado de Ryogi, aquella noche en el vagón, cuando lo vio llorar, esas eran las palabras que ansiaba decirle, en su sueño era feliz por ello, pero ahora que estaba consiente, se sentía mal, todos esos besos, abrazos y roces le oprimían el pecho con molestia, no era algo en lo que quisiera pesar, pero en sus adentros, no podía negar que le gustaba recordarlo.

Pensó en todo momento lo que había pasado, con la intención de no olvidar pronto su sueño. Había disfrutado, no lo negaría, y la imagen de Inojin, dormido a su lado, era real, una sola vez lo había visto en persona así, ese sí era un recuerdo que atesoraba.

Salió del baño con su pantalón negros que usualmente llevaba y la camisa negra sin mangas que usaba debajo de su suéter beige. Secaba su cabello con una toalla mientras se dirigía a la parte de la casa donde estaban la lavadora y secadora, pero se detuvo y desganado, fue a la entrada al escuchar que llamaban.

-Uh Chouchou, ¿que pasa? -exclamó confuso una vez abrió la puerta corrediza.

-¿Te acabas de despertar? Anda, vistete, tenemos una misión importante -ordenó la morena con molestia mientras comía de su bolsa de papas.

-¿Misión? ¿Sabes que hora es? -murmuró desganado, casi adormilado.

-¿Tú sabes que hora es? ¡Es la una de la tarde! Por favor Shikadai, llevamos cuatro días sin hacer ni una misión, necesito dinero, no puedes quedarte en casa toda la semana sin hacer nada...

Chouchou hablaba, pero de un momento a otro, dejó de prestarle atención, su voz poco a poco se alejaba, mientras el mirar del Nara, se posaba en algo a sus espaldas, una cabellera rubia, que al reconocer de quien era, sus ojos se abrieron de par en par, al cruzar miradas con unos ojos celeste que lo observaban.

-Inojin...

•~ 🌹 ~•

Uff, 9000 palabras, eso compensa que en otros caps no halla alcanzado las 6000.
Si leyeron con calma e imaginaron todo, estoy segura de que disfrutaron el cap tanto como yo disfruté escribiéndolo. Suerte que esa escena lemon la escribí hace tres meses o no habría publicado hoy el cap.

En verdad quisiera saber que les pareció, a veces siento que toda la historia es ridícula y que debería olvidarla, pero luego recuerdo que es un pasatiempo y que tengo muchas ideas y se me pasa 😅

Hace mucho que no publicaba así, en menos de un mes. No tuve internet otra vez, pero me pusieron datos y solo gracias a eso ahora ustedes pueden leer el cap hoy.

Pronto volveré a la prepa, así que el prox cap seguramente tarde bastante en publicarlo, o siquiera en comenzar a escribirlo. La historia está por terminar, yo le cálculo unos cuatro capítulos más, no les diré que tengo planeado, pero creanme que les gustará.

No olviden votar aquí y en los caps que no hallan votado, a este paso temo que el último cap solo llegue a cinco estrellitas >:'v

Sin más que decir, gracias por leer, no importa cuanto me tarde en publicar, esta historia la terminaré.

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