10- Carta de un enamorado
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Su cuerpo pesaba, los ojos le lagrimeaban tanto al tenerlos abiertos como cerrados, pero al menos, al cerrarlos la luz que se filtraba por las cortinas de su ventana no le lastimaba. Su cabello estaba completamente desordenado y la liga que sujetaba su cabello yacía en algún lugar entre sus sabanas. La cama se sentía tan cómoda en ese momento, que el querer salir de ella era nulo.
Los recuerdos le lastimaban, tan solo pensar un poco en ello provocaba el desborde de sus lágrimas.
No era propio de él llorar así. Su orgullo no se lo permitía, por lo menos no frente a los demás. La gente lo vería en su estado más vulnerable, los ojos con los que los demás lo veían serían otros, incluso el simple hecho de no haber ido a las misiones los últimos dos días, hacía que los demás pensaran en él de otra forma, se estarían preguntando que le pasaba y porqué, rogaba que nadie supiera nada sobre el tema.
Su orgullo era con el que estaba lidiando, se sentía incapaz de hacer ciertas cosas en esos días gracias a él. Dormía largas horas y al despertar ni se movía de su lugar, tan solo pensaba y procesaba los hechos tratando de tomar una decisión madura y propia de él, pues no podía dejarse llevar por sus emociones ni sus impulsos, debía ser firme, no podía actuar como un niño, y por mucho que lo odiara se estaba forzando a madurar de la forma más infantil.
Se sentía patético, y sentirse así le hacía querer desquitarse con quien provocaba su malestar, y eso lo hacia sentir aún peor.
Pensar en el tema, en lo que hizo, en lo que dejó que le hicieran, en la forma en que comenzó todo, en las cosas que dijo, en las cosas que quería hacer y decir, todo eso, lo hacía sentir patético.
Como si fuera un niño estúpido que hacía cosas tontas gracias a su inmadurez, gracias a las cosas que esperaba a cambio y lo que deseaba.
Se sentía tan estúpido, sentía tanto odio, tanta repulsión, que se odiaba por ser tan infantil. Pensaba en tantas formas de desquitarse, tantos insultos y tantas palabras asidas y frías con las que desahogarse, que se sentía escoria.
Él lo amó, lo quiso por tanto tiempo, esperó el momento perfecto tan solo para confesarse de una forma estúpida, le dejó ver sus lágrimas y como se desmoronaba rogando por ser correspondido, trató de no ser una carga para no fastidiarlo ni hacerle cansarse de él, le dijo cosas tan cursis, tenía tanto amor para entregarle, quería demostrarle con toda el alma lo que sentía por él, tenía tantas cosas que decirle, había tantas cosas que quería hacer. Era un tonto enamorado, tenía expectativas, anhelos.
Esperaba mucho de alguien que nunca le demostró interés alguno más allá de la amistad, le entregaría demasiado, le daría todo.
Era su culpa haber sido herido así, era su culpa enamorarse de quien no debía, ahora todo lo que contradijera eso, para él eran mentiras.
Que estúpido.
Creyó en él, estaba segado, creyó conocerlo, fue su amigo de la infancia, sabía tanto de él, que nunca creyó que le ocultaría algo, y mucho menos algo así. Estaba dispuesto hasta a dejar su vida en sus manos. Creyó que era el correcto, y dejó que lo tocara, deseó tanto tiempo ese roce, deseó tanto ese tacto, que ser rechazado fue un golpe directo a su orgullo.
¿A quién mierda le importaba ser demasiado jóvenes? ¿A quién mierda le importaba ir demasiado rápido?
Él estaba listo, él estaba seguro de lo que hacía, sus sentimientos, los hechos y sus anhelos le hacían sentirse listo, creía ser lo suficientemente maduro para entregarse así, estaba mentalmente preparado, y Shikadai era ese tipo de persona que compartiría esos sentimientos con él.
Se sentía sucio, estúpido, patético, usado, quería golpearlo y golpearse a sí por querer hacer lo que quería.
¡Que tonto!
Se removió en su lugar, estirándose y golpeando la almohada, para luego tomarla y con ambas manos presionarla contra su rostro, mordiéndola y gritando.
Se enderezó de golpe y arrojó la almohada contra la pared, se levantó con brusquedad y tomó la almohada, golpeándola con tanta fuerza que logró sentir como su puño tocaba el suelo lastimándolo.
Arrojó nuevamente la almohada, se levantó del suelo y se dirigió a su escritorio que comenzó a golpear con el costado de ambas manos, provocando que algunas cosas cayeran al suelo.
Hizo caer un montón de hojas al desplazar su antebrazo en el escritorio, haciéndolas esparcirse por el cuarto. Gritó y se jaló del cabello, halándolo con fuerza llevando consigo uno que otro pelo. Se tiró al suelo y golpeó el mismo con ambas manos, gritando hasta que le dolió la garganta, para así dejar caer la frente contra el piso, mientras las lágrimas corrían por sus mejillas, hasta acabar en el suelo debajo de él, temblando y apretando los dientes del enojo que había estado guardando.
Patético.
Era lo único que podía pensar de sí en ese momento. Era lo único con lo que podía describirse.
Tanto quería que Shikadai sufriera, que se sentía infantil y estúpido por pensar así.
Un suspiro tembloroso escapó de sus labios al girarse para recostarse en el suelo, mirando el techo de su cuarto, atento a lo que había en él, como si fuera lo más interesante del mundo.
—Patético... —susurró posando su mano en su frente, llevándola hacia atrás junto con los alborotados cabellos que cubrían su cansado rostro.
Habría que agradecer que estaba solo en casa, sus padres había salido a una misión y pidió no ser molestado, así que podía gritar y desordenar tanto como quisiera sin miedo a que otro lo viera en su estado tan deplorable y vulnerable.
Cansado por ese arranque de ira, cerró los ojos conciliando en suelo, cayendo dormido una vez su respiración se calmó y su mente se puso en blanco.
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Tras doblar el futón y las cobijas, una de las mujeres de la servidumbre salió del cuarto, llevando consigo ese colchón en el que había dormido Iwabee.
El moreno se había quedado a dormir esa noche, pese a que el problema de los Noche Blanca había acabado la noche antepasada, Iwabee no se había ido de la residencia. Ya llevaba dos noches quedándose a dormir en el cuarto de Denki, y dos dias ya llevaban siendo pareja oficialmente.
La primera noche tras declararse, ambos jóvenes se dijeron cosas de lo más empalagosas, demostrándose ese afecto mutuo que tanto habían estado guardando para el otro, aunque claro, al estar en medio de ese caos, Denki tuvo que dejar de lado al mayor un buen rato, pues se dispuso a ayudar en el tema que tanto agobiaban esos días a la empresa, logrando descubrir que lo que provocaba a la multitud era un Genjutsu, y así, tras obtener un elogio de su padre, ambos genin pasaron la noche hablando muy amenos, mimandose e intercambiando uno que otro beso con mucha inocencia.
Entre la conversación, aceptaron nunca demostrarse afecto más allá de la amistad en publico, y a petición de Denki, no podían ser como Boruto y Mitsuki, a quienes no les importaba si los veían ni lo que dijeran.
El padre de Denki era estricto, muy a diferencia del Hokage, y tenían una imagen que cuidar, sería un gran escándalo que el pueblo descubriera su relación, así como lo fue con Boruto, incluso durante las entrevistas que le hacían al séptimo le preguntaban de esa relación que llevaban, pero a penas salía la pregunta al aire el Hokage desaparecía en una nube de humo al ser un clon de sombra, rara vez este respondía algo, y ponía una cara muy seria cuando lo hacía, Denki no podía permitir que su padre y su empresa se vieran afectadas por algo así, pero no rechazaría al moreno, lo quería demasiado para eso, así que serían mucho más discretos y cuidadosos de lo que lo eran el rubio y Mitsuki.
Para Iwabee no fue problema aceptar eso, entendía que Denki quisiera ser cuidadoso, y nunca haría nada que él no quisiera, así que si ese era el único "pero" en la relación, lo aceptaría con todo gusto con tal de poder estar con él.
El primer día no salieron de la empresa, los guardias quisieron mantenerlos seguros por si alguno de los Noche Blanca tramaba algo, pese a ya haber sido capturados, el padre de Denki no quería correr riesgos, así que los mantuvieron vigilados por si acaso. Nadie preguntó porqué Iwabee estaba en el cuarto de Denki, supusieron que había entrado cuando el menor salió a evaluar a los de la muchedumbre, y no lo echaron pues no suponía peligro alguno para el menor.
Y así, esa mañana, ya llevaban dos días de ser pareja. Tras una plática amena, el moreno se dio una ducha y Denki lo esperó en el cuarto, al salir Iwabee ya estaba vestido y una toalla envolvía su cabello dejando a la vista solo un mechón, tras darle una secadora de pelo, Denki fue el siguiente en ducharse.
El menor salió del baño con una toalla en mano, terminando de cepillarse y secarse sus largos cabellos. Iwabee le miró embelesado sonriendo embobado, apoyando su mejilla en su mano y su codo en su rodilla flexionada, viendo con atención lo dulce que se veía su pareja con el cabello suelto, y vistiendo aquél lindo traje azul que usaba antes de lo que siempre llevaba al volverse genin, aunque en vez de usar el pantalón corto azul, traía uno blanco.
—Ah~ no me veas así —pidió Denki con vergüenza y las mejillas coloradas, tratando de cubrirse la cara con la toalla que traía, haciendo un tierno gesto a los ojos del mayor.
—Con el pelo así te ves adorable —dijo alegre levantándose de la cama, una vez frente al menor, lo tomó de las mejillas apretando ligeramente su rostro, formando una cómica y dulce expresión al abultar los cachetes sonrosados del chico—, ¿como quieres que te vea cuando haces caras tan lindas? No puedo evitarlo.
Iwabee le besó haciéndole a Denki apenarse más, alejándose avergonzado para luego ocultase en su pecho, abrazándole con fuerza y restregando su rostro en él, negando con la cabeza inquieto.
—Iwabee~ dices esas cosas para avergonzarme, no es justo —dijo sin mirarle, acallando su voz en el pecho del mayor, provocando que el corazón de este diera un brinco por lo dulce que sonaba.
—Y no es bueno para mi salud que seas tan lindo, me darás diabetes o un infarto, en serio —comentó divertido, pasando sus manos por los cabellos del menor, despeinándolo tratando de molestarlo.
—Oye~ —se quejó Denki alejándose fingiendo molestia, tratando de apartar al mayor que le revolvía el pelo enredándolo.
Iwabee alzó las manos como si se rindiera, luego tomó el cepillo del tocador y le indicó a Denki que se sentara, este lo hizo sin dudar e Iwabee se posicionó detrás de él comenzando a cepillar su pelo, pasando sus dedos entre las hebras desenredandolo con cuidado de no estirarlo ni arrancar ni un pelo.
Una vez terminó de cepillarlo, comenzó a peinarlo, haciéndole esa coleta alta que siempre usaba.
—Ya está.
Dijo el mayor al terminar de hacerle la coleta. Denki se miró al espejo evaluando lo que había hecho el moreno, y dándole una respuesta aprobaría, sonrió y agradeció el trabajo de su pareja. Iwabee sonrió orgulloso, envolviendo al menor entre sus brazos desde su espalda, besándole la mejilla haciéndole reír enternecido al menor.
—Para, me haces cosquillas —pidió entre risas Denki, tratando de apartar con poco esfuerzo al mayor de él, pero este sólo lo ignoró, y sonriendo con malicia le comenzó a hacer cosquillas a la altura de sus cosquillas, haciéndole soltar grandes carcajadas al menor—, ¡no! ¡No¡ ¡I-Iwabee~!
Entre risas, forcejeaba para zafarse del agarre ajeno, una vez Iwabee se detuvo, Denki se apoyó en el tocador recuperando el aliento, mientras que el moreno volvía a abrazarle por la espalda, apoyando su mejilla en la cabeza del menor, provocando que el palpitar de este se acelerara al percatarse de lo meloso que estaba con él.
—O-oye... ¿Porqué tan cariñoso? ¿Pasa algo? —preguntó con nerviosismo, tomando las manos ajenas entrelazando sus dedos con los de estas.
—Solo estoy feliz... —susurró quedo, soltando al menor haciéndole girarse para verlo de frente, tomando sus manos y apoyando su frente con la contraria— desde hace mucho que quería estar así contigo... No sabes lo feliz que me haces Denki...
—A-ah... Nh... —musitó embelesado el menor, bajando la mirada avergonzado por tan dulces palabras.
Iwabee sonrió enternecido ante su reacción, y tomándolo de la barbilla, le hizo alzar la mirada para dejar otro beso en sus labios. A diferencia del anterior, este duró varios segundos, y el tacto fue correspondido con ternura, devolviendo los sentimientos puros que se eran expresados en tan simple acto.
Un pequeño chasquido se oyó al separar ambos labios, provocando que el sonrojo en el menor aumentara exponencialmente, y las mejillas del moreno se tiñeran de rosa por el tacto. Denki ocultó su rostro en el pecho del mayor, abrazándole con fuerza mientras que el contrario le devolvía el abrazo, descansando su barbilla en la cabeza del menor.
—Te quiero Denki... Te quiero mucho —susurró por lo bajo, acariciando los cabellos de la nuca contraria.
—Nhh... T-te quiero mucho, Iwabee-kun.
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—¿Entonces confías en él? —preguntó el albino, mirando con curiosidad a su pareja, quien mantenía las manos guardadas en sus bolsillos con un gesto de molestia.
—Eso creo... Pero siento que... No fue sincero... No consigo mismo, era como si todo lo que dijo lo hiciera para convencerse a sí mismo de que era verdad... ¿Me explico? —respondió pensativo el rubio, posando su mirar en el más alto.
—Sí, se mentía a si mismo y por ende a ti, no era sincero pero no lo sabia, o por lo menos se negaba a la realidad —resumió con una pequeña sonrisa, demostrándole que le seguía en lo que decía.
—¡Eso!... Bueno... No es que se negara a la realidad... Más bien... —subió su mirada al azulado cielo deteniendo su caminar, acomodando las palabras tratando de encontrar una razón más a allá de las cosas que se dijo con el Nara— creo que... Creo que él aún siente algo por ese chico, pero no quiere perder a Inojin, creo que realmente lo quiere más a él que a Ryogi, y dijo todas esas cosas para convencerse a sí mismo de que todo lo que siente por Ryogi es cosa del pasado y debe superarlo.
—¿Entonces como sabes que quiere más a Inojin? Si trata de hacerse creer que sus sentimientos por Ryogi son más fuertes que por los de Inojin, ¿no significaría lo contrario?
—¿Jah? —exclamó Boruto haciendo una divertida expresión de confusión.
—Si realmente quisiera a Inojin, no tendría que tratar de convencerse de que lo quiere más que a Ryogi, está negando sus sentimientos por él, probablemente lo que siente por Ryogi es más fuerte y al no conocerlo tanto lo niega inconscientemente porque Inojin forma una parte importante de su vida y prefiere perder a alguien que apenas conoce que a Inojin con quien podría formar una vida más cómodamente —expresó con un semblante tan serio y ameno que dejó pasmado al rubio por unos segundos. Mitsuki sonrió quedo, cerrando sus ojos, y agregó alegremente—, aunque todo lo que sé del amor lo sé gracias a ti, así que ¿estoy en lo correcto?
—Ah~... —musitó inquieto, concibiéndose en su lugar al procesar sus palabras, sintiendo una leve presión el pecho al percatarse de que lo que decía podría ser muy cierto— yo... No lo sé, puede ser... ¡Agh! ¡Que horror! —gritó con gran fastidio jalando sus dorados cabellos— ¡puede que tengas razón! ¡¿Sabes lo que significa?! —preguntó exasperado tomándole de los hombros, a lo que Mitsuki negó con una pequeña sonrisa, mirándole curioso— ¡Significa que todo se irá a la mierda si Ryogi y Shikadai se vuelven a encontrar! ¡Si Shikadai e Inojin no tienen una bonita y solida relación para cuando eso suceda, esos dos podrían terminar permanentemente!
—Pero...
—¡Agh! ¡No quiero verlos sufrir! ¡Merecen un final feliz! ¡Estúpido Shikadai, ¿porqué no puede controlar sus sentimientos?! ¡Inojin sufrirá mucho si terminan, dattebasa! —exclamó apaniqueado, tirando de sus cabellos, casi temblando del coraje.
—Boruto —murmuró quedo llamando la atención del rubio, mientras lo tomaba de las manos dejándolas colgar entre los dos—, Ryogi fue arrestado, Shikadai está decidido a amar plenamente a Inojin y los sentimientos de Inojin han durado mucho tiempo como para desvanecerse solo así, además, Inojin es una persona muy orgullosa ¿no?, eso significa que si un día estuviera por perder a Shikadai por alguien más, lucharía para mantenerlo a su lado, —explicó con simpleza, haciéndole al rubio mirarle dudoso— no creo que su relación termine, ellos se quieren mucho ¿cierto?, así que no hay de que preocuparse, ellos sabrán sacar su relación adelante.
—Uh~... Sí, tienes razón... —murmuró pensativo, suspirando resignado— ahora solo hay que esperar, hoy iré a ver a Inojin, ayer después de que hablé con Shikadai traté de verlo pero Ino no me dejó, dijo que estaba muy mal y ni siquiera a ella le dirigió la palabra, ttebasa.
—Te acompañaré, es interesante escuchar estas cosas, así puedo saber un poco más del amor.
—Bueno, por ahora vallamos a entregar eso —apuntó al topper envuelto en un pañuelo que llevaba Mitsuki en una mano—, el viejo debe tener hambre, y esas sopas solo lo harán engordar.
—Las hamburguesas hacen subir más de peso ¿no?
—¡Shh! Es diferente —negó Boruto con un ligero sonrojo, a lo que el mayor rió divertido ante su reacción.
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Una paloma blanca tocó a la ventana, llamando la atención del rubio que leía los papeles sobre su escritorio.
Girándose en su asiento, divisó al ave detrás del cristal, inevitablemente, sus pupilas se dilataron, su corazón se aceleró, sus manos temblaron de la emoción y a su rostro lo adornó una gran sonrisa y un notorio sonrojo.
Rápidamente se levantó de su lugar y deslizó la ventana, tomando con delicadeza a la paloma albina entre sus manos, quitando cuidadosamente el pequeño pergamino atado a su pata derecha, una vez dejando el mensaje en su escritorio, dejó que el ave reposara en el marco de la ventana, vertiendo un poco de agua en un plato desechable para que bebiera.
Emocionado y sudando de los nervios, se sentó en su escritorio nuevamente, abriendo el pequeño pergamino y leyendo atentamente cada palabra escrita.
Hacía tiempo que esperaba esa carta, la ultima la había recibido hace dos semanas, se había comenzado a preocupar, esas cartas era la única y más recurrente interacción que tenían, no recibir una carta podría significar que algo le había ocurrido al que la enviaba, desde una enfermedad que le impidiera enviarle al ave, hasta una grave herida que podría causarle la muerte.
Esas cartas llegaban cada tres días, era poco lo que decían, pero era más que suficiente para calmar el corazón del Uzumaki mayor.
Un suspiro tembloroso salió de sus labios al terminar de leer el corto mensaje, haciéndole embozar una dulce sonrisa ante las dulces palabras leídas. Apoyó su codo en el escritorio y se cubrió los ojos con la mano extendida, tratando de contener la emoción que desbordaba, sintiendo como aquella calidez inundaba su pecho.
Suspirando tratando de recobrar la compostura, cerró los ojos recargándose en el respaldo de su asiento, procesando las palabras de aquél pequeño papel.
"Hoy, en el bosque, encontré flores de un azul intenso bajo un árbol, y pensé en ti, en tus ojos azules llorando, quise abrazarte, y pensé en regresar y hacerlo, pero llorarías, no quiero verte llorar.
Estoy bien, pienso en ti"
—Teme... —susurró Naruto al releer la carta.
Esa era la única interacción que tenía con aquél hombre, pequeñas cartas que llegaban cada tantos días, recordándole los sentimientos que guardaba tan solo para él.
Estaba mal, pero era el convenio, era cruel, pero de no hacerlo moriría de soledad, no podía olvidarlo, un tiempo así lo trataron, pero simplemente no resultaba. No habría que culparlo, había metas que cumplir, ambiciones que seguían latentes desde hacía años, era necesario y por mucho que se recriminara por sentir y hacer todo aquello, era feliz así, sí, se lastimaba al pensar en lo que provocaba y la distancia que había uno del otro, pero funcionaba, después de todo, ese era el trato.
—¡Viejo!
Dando un salto en su lugar del susto, recobró la compostura guardando aquél pequeño pergamino en uno de los cajones, para luego posarse frente a la computadora haciendo como si trabajara.
—B-boruto... Hola, ¿necesitas algo? —preguntó nervioso, posando su mirar en el nombrado, que entraba a su oficina seguido de cerca por Mitsuki.
—Mamá te preparó esto —dijo con desgano el rubio menor, dejando sobre el escritorio el topper de comida.
—Ah, gracias —murmuró con simpleza, mostrando ligero desinterés, dirigiendo la mirada a la pantalla. No fue intencional y al percatarse de su propia acción, volvió la mirada a su hijo, que lo veía con el ceño fruncido, evidentemente molesto— ¡Dile a tu madre que gracias! —exclamó nervioso, sonriendo con esfuerzo.
—Tsk... Ya, claro —dijo desganado, girándose con molestia para salir de la oficina, dejando solos a su pareja y a su padre.
Naruto suspiró fastidiado, dejándose caer en el respaldo de su asiento cerrando los ojos. Ese niño era un problema, debía ser mas atento con él, con él y con Himawari, los estaba dejando mucho de lado, y todo por querer acabar con el papeleo lo antes posible, realmente no entendía como había tanto trabajo, a la Quinta y al Sexto nunca los vio tan atareados, tal vez los nuevos tiempos implicaban más trabajo de oficina, pero aún así no hallaba lógica alguna en el trabajo que le llegaba.
—Que horror —susurró fastidiado, tomándose el rostro con ambas manos.
—Le es difícil tratar con Boruto ¿no? —preguntó de pronto el menor, llamando la atención del rubio junto con un pequeño susto.
Aún no se había marchado, seguía ahí parado, en medio de la oficina, mirándole con una curiosa sonrisa, semejante a la de Sai, pensó Naruto.
—Sí... Hay demasiado trabajo, si pudiera dejaría esto para pasar más tiempo con él y Himawari, pero no puedo dejar mi puesto, dattebayo —afirmó el mayor, mirándole con extrañeza mientras se tomaba la nuca incómodo, pues no le era tan común entablar una conversación amena con el chico.
—Mi padre me a contado mucho sobre usted, y sobre sus anhelos... —comentó Mitsuki, entrecerrando muy levemente los ojos, sonriendo de lado, provocando que el Uzumaki le mirara extrañado— a veces hay que sacrificar cosas para cumplir sus sueños... ¿No?
Naruto creyó captar un trasfondo en sus palabras, pero la serenidad en el rostro del albino le dejaban con grandes dudas, no parecía que le intentara decir otra cosa, pero sabiendo lo que sabía, creyó captar la muy sutil indirecta.
—Ah... Sí... Así es... —admitió intrigado, aún sin entender por completo a lo que se refería el menor.
—Será mejor que me valla, a Boruto le resulta incómodo que hable con usted, y más estando a solas —dijo sonriendo con simpatía, dando una ligera reverencia—, adiós, Hokage-sama.
Tras decir esto, el menor salió de la habitación, dejando al mayor con una sensación muy entraña en sus adentros.
Ese chico realmente era extraño, su aura le recordaba en parte a Orochimaru, pero no sentía la misma inseguridad que con aquél hombre, pues hasta donde conocía a Mitsuki, solo lograba ver a un chico inocente, que amaba a su hijo de una manera que no lograba entender.
Le agradaba, pero debía admitir que las pocas veces que intercambiaban palabras se sentía incómodo.
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—¿Ahora iremos a ver a Inojin? —preguntó Mitsuki, mirando con una pequeña sonrisa a su rubio novio.
—Mhj —asintió Boruto, tomándole de la mano mientras su semblante se entristecía—, realmente estoy preocupado por él, no me imagino lo que debe sentir ahora, debe estar muy molesto, no sé que debería decirle... —dijo mirando al suelo con pesar, para así ver al contrario con decisión— pero quiero escucharlo, quiero saber lo que piensa para entender lo que pasó en ambos lados de la historia, así tal vez pueda ayudarlos a solucionar sus problemas, darles un consejo y hacerles saber lo que el otro siente, dattebasa.
—Entiendo —respondió con simpleza, regalándole una mirada de admiración—, eres asombro, ayudas a todos sin juzgar, tienen suerte de tenerte como amigo, realmente eres mi sol.
—No es para tanto, es lo normal —negó el rubio desviando la mirada, tomándose la nuca apenado, y ganando un pequeño sonrojo al sentir como Mitsuki apretaba con cariño el agarre en su mano.
Caminando otros cuantos metros en un cómodo silencio, Mitsuki elevó la mirada al cielo con seriedad, procesando lo sucedido en los últimos días con respecto a sus compañeros.
Era interesante como Shikadai se había enamorado de ese chico en tan poco tiempo, estaba al tanto de los últimos encuentros que tuvieron, y en ellos pudo ver el cariño que se tenían, pero seguía sin entender como pudo cambiar con tanta facilidad el afecto de Inojin por el de aquél pelirrojo. Tampoco entendía como pudo comparar sin remordimiento su relación con la propia, como si todo lo que había pasado esos día con Inojin no fueran importantes, dándole a entender que antes de la confesión del rubio no sentía nada más allá de la amistad por este.
Se suponía que cuando uno quiere a otra persona, no la menosprecia ni la cambia por otra con tanta facilidad, eso le había explicado Boruto, cuando se quiere de verdad siempre se vela por el bien del otro, y se le trata como lo más preciado en el mundo a lo que hay que proteger, independientemente del rol que llevara cada uno en la relación.
Eso era lo que sentía por Boruto, y estaba completamente seguro de sus sentimientos por este. Tras explicarle el Uzumaki lo que habló con el azabache, algunas de sus dudas se respondieron, pero seguía confundido con el tema general, si realmente se quiere a alguien, es imposible sentir lo mismo por otro.
Entonces estaba en lo correcto ¿no? Los sentimientos de Shikadai por Ryogi son más fuertes que por los de Inojin, ya que si realmente quisiera a este, no se habría enamorado de Ryogi.
—Si Shikadai realmente hubiera querido a Inojin desde un principio, nunca se habría enamorado de Ryogi —soltó de pronto captando por completo la atención del Uzumaki, ganándose una mirada un tanto molesta y confusa de este. Mitsuki le miró deteniendo su caminar, esta vez sin mostrar sonrisa alguna, pues sus dudas no ameritaban una sonrisa sincera—, ¿estoy en lo correcto?
Boruto le vio un segundo, procesando su comentario, y tras ver que estaba en lo cierto, soltó su mano y con un semblante serio y conflictivo, dijo:
—No digas nada así frente a Inojin.
—¿Porqué? —preguntó inocente.
—Lo herirás, y ahora está en un momento muy delicado como para soltar verdades crueles a la ligera —explicó frunciendo el entrecejo—, puede que sea verdad, pero por eso mismo no debes decir nada así, queremos que vuelvan a estar juntos ¿no?
—Pero... Mi padre me dijo que una persona debe estar con quien más uno ama, y si Shikadai de enamoró de Ryogi desdes de enamorarse de Inojin, ¿no debería quedarse con--
—¡Basta! —le calló mirándole molesto, cerrando los puños con impotencia ante la realidad. Bajando la mirada al suelo, cerró los ojos tratando de calmarse, buscando las palabras con que explicarle claramente la situación a su pareja—... Escucha, Shikadai no sabe lo que siente, Inojin está herido, y Ryogi no volverá, por lo menos no pronto, el amor es muy comunicado y es muy pronto como para tener que lidiar con este tipo de problemas, puede que lo que digas sea cierto, pero Shikadai es el que debe elegir, si nosotros podemos ayudarle a tomar una decisión, genial, pero ahora está decidido a recuperar a Inojin, y si se da cuenta por si mismo de lo que dijiste, no importará porque él es el que decidirá a quien querer al final... —explicó mirándole detenidamente, para luego volver a bajar la mirada consternado— nosotros sólo podemos dar consejos y ayudarles a comunicarse entre sí... Y decir esas cosas tan crueles a la ligera no es necesario ni correcto, por eso no le debes mencionar a ninguno de los dos nada de lo que acabas de decir, ¿de acuerdo?
—De acuerdo... —afirmó bajando la mirada, con el rostro reflejando clara tristeza y culpa, haciéndole al rubio mirarle empático, sintiendo algo en su interior removerse al verle así. Mitsuki lo tomó de ambas manos, mirándole a los ojos haciéndole llegar los sentimientos que desprendía— dije algo muy cruel sin pensar, no creí que te haría enojar, lo lamento, no fue mi intención hacerte sentir mal.
Boruto parpadeó anonadado, sonrojándose ligeramente ante la sinceridad tan dulce en sus palabras. Cerrando los ojos frunciendo el entrecejo, y haciendo una mueca con la boca, dejó un corto beso en los labios ajenos, para luego alejarse rascándose la nuca apenado sin mirarle.
—Está bien, tonto —dijo tajante, mientras el pequeño enojo del momento bajaba rápidamente—. No pasa nada, solo que debes tener más tacto al decir esas cosas, no siempre es bueno ser totalmente directo con respecto a la realidad ¿entiendes?, a veces es bueno guardarse algunas cosas.
—Entiendo —afirmó sonriendole con sosiego, haciéndole al rubio sonrojarse más ante tan atento mirar.
—A-andando, vamos a ver a Inojin —ordenó avergonzado, tomándole de la mano, halándolo para hacerle caminar, mientras que el otro solo sonreía feliz por aquella pequeña muestra de afecto, y las tan cómicas reacciones del rubio ante su personalidad.
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Tocando el timbre junto a la puerta de cristal de la floreria, ambos Genin esperaron a que alguien bajara y les abriera, pues el local estaba cerrado. Esperaron un par de segundos, y volvieron a tocar, pero nadie salió.
—Tal vez salieron a una misión —supuso Mitsuki.
—Me lo creo de Ino y Sai, pero no de Inojin, no creo que ya esté tan bien como para ver de nuevo a Shikadai —negó el rubio, posando su mirada en las ventanas del apartamento—, puede que esté dormido, iré a ver.
Mirando a ambos lados de la calle, corroborando que no vinieran muchos espectadores que le fueran a llamar la atención, caminó por la pared del local, llegando hasta una de las ventanas, al ver que no era el cuarto de Inojin, se movió a la de al lado, divisando por fin el cuarto de su rubio amigo.
Estaba desordenado, había hojas tiradas por doquier, y su material de dibujo también estaba regado, una almohada yacía en el piso y la cama estaba completamente desecha.
Frunciendo el ceño con preocupación, Boruto hizo una mueca al pensar que Inojin provocó todo eso del enojo, sin embargo, no estaba en el cuarto pues no lo veía por ningún lado.
Bajando de un salto, aterrizó junto al albino, mirándole preocupado.
—No está, pero dudo que halla salido.
—Debe estar en la casa, tal vez le pasó algo ¿deberíamos entrar?
Boruto se tomó la barbilla pensante, y volviendo a corroborar que nadie los viera, asintió permitiéndole a Mitsuki forzar la puerta con dos pequeñas varillas de forma extraña que sacó de su bolso ninja
—Listo —dijo sonriente, apenas logró abrir la puerta.
—No sabía que podías hacer eso —exclamó el rubio sorprendido de la facilidad con la que la forzó, obteniendo solo una divertida sonrisa del contrario como respuesta.
Ya dentro de la floreria, pasaron la puerta que llevaba a las escaleras del apartamento, una vez arriba, buscaron en los cuartos si había señal alguna del Yamanaka. Al entrar en la sala que acompañaba a la cocina, encontraron a Inojin en esta última, rompiendo una hoja y tirándola al pequeño cesto de basura, para luego tomar una caja de fósforos y tomar uno tratando de encenderlo.
—Inojin —le llamó Boruto, un tanto alarmado al ver la cajetilla en sus manos.
—... Boruto — susurró quedo al verlo, sonrojándose ligeramente y bajando la mirada evitando mirarlo— ¿qué haces aquí?
—Estaba preocupado... No sabíamos nada de ti así que vine a verte, pero... —explicó suave, sorprendido por el estado de su amigo, pues su cabello rubio estaba opaco y completamente despeinado, su mirada estaba ensombrecida gracias a las ojeras que le acompañaban, realmente se veía decaído, nunca creyó llegar a verlo así.
—Genial... Ya me vieron... Ahora vallanse... Por favor —pidió molesto, tratando de sonar amable en su petición, pues le avergonzaba que lo vieran en ese estado, eso era lo último que quería.
—Inojin... —susurró bajo, mirándole consternado, pues nunca creyó verlo así, siempre demostró ser orgulloso y capaz de mucho por ello, no parecía una persona que se derrumbara con facilidad y mucho menos por amor, realmente no entendía como Shikadai había logrado provocar eso en el rubio— vine a hablar, —habló con decisión, dando un paso al frente— creí que necesitarías hacerlo y por eso estoy aquí, si necesitas desahogarte con alguien yo estoy dispuesto a escucharte, eres mi amigo y--
—Boruto, gracias pero ahora no quiero hablar... —negó incómodo, mirándole con una pequeña y dulce sonrisa forzada— cuando me sienta mejor... Te prometo que serás al primero que busque... ¿De acuerdo?
—Inojin... —Boruto le miró inseguro, triste al ver cuan fuerte trataba de parecer el rubio, intentando demostrarle seguir siendo el mismo de siempre, pues su orgullo no le permitía mostrase débil— está bien... —suspiró dando un paso atrás— lo que necesites... Puedes contar conmigo.
Inojin sonrió agradecido, y tras llevarlos a la salida y despedirse, volvió a la cocina, donde se apoyó en la pared a unos cuantos pasos del pequeño bote de basura, observándolo con detenimiento, pensando en lo que contenía. Dirigió su mirar a la barra donde yacía una cajetilla de fósforos, pensando si tomarla o no, hasta que suspiró negando con la cabeza, dirigiéndose al baño.
—No vale la pena —susurró con molestia, quitándose la ropa para entrar en la ducha, abriendo el agua fría empapándose de esta.
Dejando caer su cabeza al frente, apoyó ambas manos en la fría pared, pensando en aquella carta, y en la repentina llegada de la pareja.
—Lo más propio de mi... Ya sé que hacer...
•~ 🌹 ~•
Casi 6000 palabras, uff, tal vez luego agregue más narración y corrija algún error, pero neta ya quería publicar el cap, la última escena está mas floja pero porque quería subir el cap ya.
Perdón por tardar tanto!!! Y sinceramente siento que no di mi mejor esfuerzo en el cap, además no sé de que escribir el próximo, osea, sé que tengo que hacer y hacia donde quiero llevar la historia, pero no sé, ya veré que hago.
Gracias por esperarme tanto, en verdad se los agradezco, y quiero decirles que pronto publicare un One Shot en mi libro de IwaDenki oneshots, para a quien le interese, y uff, ese va a estar bien intenso.
Como estoy en recursamiento por calculo voy a estar un poco menos activa, pero no se preocupen, no importa cuanto me tarde en actualizar yo lo aré.
Sin mas que decir, gracias por esperar y esperen por mi otra vez
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