《 Seis 》



♡ Él leyó una revista de moda en donde había un articulo acerca de cosas que hacen los chicos por sus parejas. Desde ese día empezó a cargar tus cosas.

( Intenta comprenderlo, nunca ha estado en una relación. )



Shimura de había negado a acompañarla a la tienda de dulces en el centro, quería quedarse en casa a terminar de ver un maratón de High School Musical.

Un par de palabras cursis y quince minutos de besos fue el precio por el cual su posición declinó ante su novia.

Algo arisco y reacio a la luz solar, Shigaraki había salido de la guarida en pleno día, recorriendo las calles junto a su pareja y viendo cada cinco minutos su reloj a espera de que Kurogiri viniera a llevarlos a casa.

Tomura debía cubrir muy bien su rostro, aunque un cambio de expresión y la capucha de su hoodie negro bastaba para pasar desapercibido entre la multitud.

Las calles aún estaban frías, se encontraban a mitad de la temporada de invierno, y mientras _______________ se resguardaba de las bajas temperaturas con un mullido abrigo de felpa y una gran bufanda color pastel, Tenko simplemente tenía aquella delgada sudadera negra.

Abrazó a su novio durante todo el trayecto del subterráneo.

—Después de esto iremos a comprarte ropa —murmuró la menor, tirando de la mano de Shigaraki—. También te tejeré una bufanda.

Las vendedoras los saludaron en el momento que ingresaron a la tienda de dulces, eran al menos dos pisos de golosinas. Aunque _______________ había venido por cosas puntuales, caramelos de café, miel y menta para surtirse, ella tenía la costumbre de siempre llevarlos consigo para amenizar sus recesos en la universidad.

—¿Necesitas ayuda? —murmuró Shigaraki, tomando la pequeña canasta que cargaba su novia después de recibir una afirmación.

—Eres lo más dulce de este lugar, Tenko —susurró la mujer, aferrándose al brazo del mayor y viendo como él intentaba ocultar su rostro sonrojado.

Se suponía que la (H/C) venía por tres cosas puntuales, la verdad es que terminó poniendo en su canasta un puñado de cada cosa que vió.

Shigaraki terminó cargando con las compras de su novia por todo el centro comercial, mientras ella buscaba algún abrigo para él. Se veía muy interesada por los suéteres con cuello alto para evitar posibles autolesiones futuras.

Terminaron regresando muy tarde a casa, dejaron a Kurogiri esperándolos como tres horas en el estacionamiento después de que él les dejara un mensaje diciendo que ya había llegado.

—¿De dónde sacaste eso, Tenko? —preguntó cuando estuvieron solos, dejando algunas cosas dentro de su habitación.

—¿Esto? —murmuró con algo de dificultad, señalando el lollipop que traía en la boca—. Se lo robé a un niño.

—¡Tenko malo! ¿Qué te he dicho sobre quitarle las cosas a otros niños? —regañó la mujer, pegándole a su novio en la cabeza con una revista enrollada.

—¡Auch!

Shimura la miró de mala manera, aunque su flequillo impedía que ella viera sus ojos.

________________ tomó una toallita húmeda del dispensador que estaba sobre su mesita de noche, Tenko era propenso a ensuciarse, por lo que siempre tenía alguna a mano—. Estás todo pegajoso.

Limpió con cuidado las mejillas del mayor, las cuales estaban tintadas de un sutil carmín. Tenko se había manchado con el lollipop de sandía.

Incluso su boca estaba roja, y cubierta por una gruesa capa de brillo.

En ese momento sus acciones se volvieron más lentas, delineando el borde de los delgados labios de su novio con la pequeña toalla, dejando su interior intacto, parecía que Tenko se hubiera aplicado lipgloss.

No podía resistirlo.

Sin previo aviso, tomó entre sus dedos el pequeño palito blanco que reposaba en la boca del mayor, alejó el dulce de él y juntó sus labios con desesperación.

Eran pequeños besos, algo extraños, pues el caramelo hacía que sus labios de mantuvieran adheridos.

Lamió aquella dulce capa sabor sandía algo vacilante, pero él era demasiado adictivo. No pudo controlarse, mordió el labio inferior de Shimura, oyendo un pequeño quejido segundos después, estaba sangrando un poco.

Eso último fue suficiente para que ella parara todo en ese instante—. ¡Tenko! Lo lamento, yo no-...

Ahora él fue quien la besó.

Shigaraki acarició su mejilla, sonriendo en medio de sus acciones antes de tomar algo de distancia.

—Puedes herir mi cuerpo, porque es tuyo —murmuró, rozando sus labios—. Desde el día en que protegiste esto —susurró, apuntando a su pecho.

Shigaraki señalaba su corazón.

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