《 Nueve 》
♡ Son cliché.
( Happy AU! )
El sol se ocultaba lentamente al horizonte. Sentado de forma perezosa en el jardín de su casa, Tenko observaba las nubes moviéndose erráticas en el cielo rosa.
Parecía el fondo de algún videojuego del cual no recordaba el nombre, de aquellos que le gustaba jugar después de una larga jornada. Pasó gran parte de su tiempo intentando hacerlo, sin embargo nada, el nombre se había perdido en su mar de recuerdos.
Solo estaba ahí, tranquilo, recostado sobre el pequeño sillón de madera que había en medio del jardín, suspendido en el aire cual columpio. La brillante luz rosa que marcaba las últimas horas del día iluminaba todo, incluso las flores que plantó su madre hace algunos días.
Su mirada se deleitó con los matices violetas y naranjas del crepúsculo. La brisa recorría su piel suavemente, causándole cosquillas y, meciendo sutilmente su asiento, atrayendo aquel ligero y dulce aroma a lirios.
Todo era tranquilo, pacifico. Quería quedarse así para siempre.
Cuando veía el cielo, recordaba a _________________.
Ella era incluso más bonita que Venus asomándose en el firmamento durante la puesta del sol, era única, especial e increíblemente hermosa.
Al pensar aquello, Tenko sintió un cosquilleo en su estómago, cohibido, sus mejillas se tornaron rojizas, él era muy pálido, por lo que, también era muy fácil saber cuándo estaba avergonzado.
Dio una última vista al cielo, exaltado, su mirada había sido privada. Shimura se encogió ante aquella conocida calidez.
Estaba lo suficientemente cerca, Tenko podía sentir esa suave respiración sobre su hombro.
Las pequeñas manos de _________________ estaban sobre los ojos de su novio—. ¿Cómo está mi príncipe? —susurró, el viento se llevó aquellas dulces palabras, y su cálido aliento hizo exaltar a su pareja cuando este chocó contra su piel helada—. Te extrañé muchísimo, cariño —murmuró, alejando suavemente sus manos, delineando la silueta de su novio y terminando en su cuello, aferrándose a él en un abrazo, dando fin a la distancia entre ambos—. ¿Tú me extrañaste, Boo Bear?
Las orejas de Tenko estaban teñidas de carmín.
Shimura tembló, sin saber cómo reaccionar realmente, simplemente movió su cabeza de arriba a abajo, afirmando y sintiendo que iba a tener una crisis nerviosa en cualquier momento.
Tenko no era popular entre las chicas, quizás por sus abiertas tendencias freaks o su extraño comportamiento.
Por lo que situaciones demasiado íntimas como esta eran literalmente un nivel completamente nuevo y difícil en aquel complicado juego del amor, en el cual por cierto, era todo un noob.
En aquellos segundos en que la mente de Shimura divagaba, _________________ aprovechó para sentarse junto a él—. ¡Adivina lo que encontré hoy! —exclamó en un tono dulce, mostrándole una sonrisa coqueta a su pareja.
Había ladeado la cabeza, confundido—. ¿Eh? —musitó, los iris escarlata de Tenko temblaron en el momento en que sus ojos se abrieron con sorpresa, siguiendo el trayecto que recorría el pequeño sobre color lavanda que su novia sacaba del bolsillo de su abrigo—. ¡¿A-Acaso tú-...?!
_________________ rió, evadiendo las manos de su pareja quien intentaba arrebatarle el sobre—. Quiero que mi jugador número uno lea la carta que me escribió.
El rostro de Shimura estaba enrojecido en su totalidad—. Nunca llegué a entregarla —masculló con vergüenza en su voz—. ¿Dónde la has encontrado?
Durante la mañana, Tenko desistió de deslizar aquel sobre a través de la puerta del casillero de su pareja.
—Estaba en el suelo frente a mi casillero —murmuró entre risas, acunando las tibias mejillas de su pareja y acariciando su rostro con cuidado—. ¿Qué tal si me abrazas, mnh?
Shimura solo asintió en silencio, algo desconcertado. Sostuvo la cintura de su novia y la atrajo hacia si. Apoyándola sobre su pecho y acariciando su pequeña espalda.
Tembló al oírla sollozar.
Segundos después, sintió las tibias lágrimas de su pareja humedecer su camiseta.
El corazón de Tenko se rompía en muchos pedazos al verla llorar.
—¿Quién te hizo daño? —murmuró con odio, suavizando su expresión al ver los brillantes ojos de su novia dirigiéndole la mirada—. ¿Princesa?
_________________ se aferró aún más a él—. Me haces feliz —susurró—. Te amo muchísimo, Tenko.
Shimura se cohibió ante esas palabras.
El afecto era algo relativamente nuevo en su vida, las chicas siempre preferían a chicos más... llamativos, y a diferencia de su hermana, Tenko realmente pasaba desapercibido entre las personas.
Nunca había tenido novia, sin embargo su corazón atesoraba a alguien.
_________________ había sido su crush desde que tiene memoria.
Jamás en su vida logró imaginarse al lado de la persona que más amaba en el mundo.
—Siempre quise pensar que eras tú —susurró, hundiéndose lentamente en el pecho de su pareja—. Tenía la esperanza, todos estos años —lloró, sin intención de soltar a Shimura—. Eres tú, después de todo, mi chico especial. Tenko, me escribiste todo este tiempo —musitó, rogando por una caricia—. Lamento no haberme dado cuenta antes.
Shimura calló.
—Estoy tan perdidamente enamorada de ti —suspiró, con la voz quebrada, sin apartarse ni un centímetro—. Léelas para mi —suplicó, oyendo el suave sonido de los acelerados latidos de su corazón, y el leve temblar de Shimura bajo su toque—. Por favor.
Tenko se sintió morir, todo su rostro se tornó de un brillante escarlata, igualando a sus iris, sus mejillas estaban acaloradas, su visión se había nublado, y quizás rozaba una fiebre de cuarenta.
Cuando intentó apartar unos mechones negros de su frente, observó el tiritar de sus manos, nervioso, nunca había estado en una situación similar.
—N-No, yo... no ten-go... —balbuceó, dios, ni siquiera podía articular una palabra.
_________________ rió, jugando con el cabello de su novio—. ¡Yo las tengo, cielito! —exclamó, dejando un beso en el pómulo de Shimura.
Tenko observó horrorizado cómo su novia abría su bolso, aquel que colgaba de uno de sus hombros, exhibió una serie de cartas apiladas una sobre otra, una delgada cuerda café las mantenía unidas.
Habían exactamente treinta y nueve sobres, cada uno diferente del anterior, y al igual que las palabras escritas en tinta azul, estaban hechas a mano.
Todo, detalladamente preparado, los pequeños dibujos, las decoraciones, la perfecta caligrafía y aquellas diminutas flores secas pegadas en las esquinas.
_________________ entregó aquel manojo en las manos de Shimura, aprovechando para poder cambiar su posición, deslizándose hábilmente hasta sentarse sobre el regazo de su novio. Observando su cohibida expresión, riendo ante lo ofuscado que se encontraba al tener todo eso. Se acercó lo suficiente para descansar sobre su hombro, Tenko usaba un suéter celeste, impregnado en su dulce aroma.
Tenko siempre usaba un suéter de lana en los días fríos como este, tejidos a mano por supuesto.
La abuelita de Tenko los tejía.
_________________ dejó un suave besó sobre el cuello de su pareja, suspirando y aferrándose a su torso—. Mi novio es el chico que me escribía cartas en la secundaria —suspiró, hablando casi en susurros, alzando su vista lo suficiente como para observar aquella tímida expresión—. Cariño —llamó—. Por favor, léela para mi.
Las temblorosas manos de Shimura dejaron aquellos sobres reposar a un lado.
Centró su atención en la última carta, la cual aún estaba en posesión de su novia. No tardó mucho en pedirla y recibir una afirmación en respuesta.
Empezaría por el final.
Sintió el gramaje de alta calidad bajo las yemas de sus dedos, un leve olor a malvaviscos, quizás impregnado en el sobre porque lo guardó por mucho tiempo en su almacén secreto de dulces.
Shimura suspiró, creyendo que moriría antes de recitar cualquiera de esas palabras, sus sentimientos eran algo con lo que no podía lidiar, justamente es por eso que los escribía.
Su mirada se deslizó lentamente sobre el papel, era la última carta que completaría el juego de cuarenta que tendía su novia.
El sobre consumante en sus manos era el único de entre todos que contenía remitente, él.
Shimura Tenko.
Así fue como reveló su identidad, después de casi cuatro años.
—Cuando te vi por primera vez —susurró, demasiado bajo, cual caricia del viento con un suave aroma a jazmín—. Supe que no quería mirar a nadie más en toda mi vida.
_________________ intentó alejarse un poco, los brazos de él lo impidieron, reteniéndola oculta en su pecho, se limitó a acurrucarse aún más sobre su hombro, dejando un suave beso en el cuello de su pareja—. Cariño...
Ella nunca leyó el contenido de la carta, el sobre se había mantenido sellado desde que lo encontró por la mañana en su casillero.
Bastó leer el nombre de su novio para que rompiera a llorar, siendo ayudada por Himiko quien coincidía con ella.
Era la misma letra, el mismo papel, el mismo aroma y el mismo sentimiento.
Llegó a la casa de los Shimura en busca de respuestas.
Tenko.
Su Tenko.
Él era aquel chico que le dejaba cartas en su casillero desde que estaba en secundaria.
—No me hablaste. No me viste. No me tocaste —murmuró, estrechando el pequeño cuerpo bajo él—. Ni siquiera me conocías, y, sin embargo, te amaba de una forma que no podrías imaginar.
_________________ disfrutó de la dulce calidez que se formaba entre ambos, extendiéndose por todo su cuerpo y llenándola por completo. Además, podía jurar que el rostro se su pareja estaba al rojo vivo, podía sentir la mejilla de Tenko a una temperatura insana reposar con cuidado sobre su coronilla.
—Te he amado tanto tiempo, en silencio, sin embargo, fuiste tú quien confesó su amor por mi. ¿Acaso fue un sueño? Alguien como yo no puede tener tanta suerte —susurró, las palabras de Shimura volaban con el viento, bañadas en la tenue luz rosácea del firmamento—. Ni siquiera sé qué viste de bueno en mi —sollozó, lastimado por sus propias memorias—. Pero sigue viéndolo, por favor.
_________________ sintió arder su propio rostro, aferrándose al cuello de su pareja y repartiendo besos cual pequeñas mariposas por toda su piel, delineando su mentón e intentando reconfortar a su pareja, no quería hacer llorar a su novio—. Cielito...
Shimura interrumpió, dispuesto a continuar—. Me tienes perdidamente enamorado —masculló, algo lento, las palabras dulces ocasionaban cierta dificultad en sus labios—. Puedes hacer lo que quieras conmigo, he caído rendido ante ti —Tenko intentó ser fuerte, su voz se rompería en cualquier momento—. Te pertenezco completamente.
Aquello la había dejado muda, unas simples palabras la dejaban conmovida. Si de algo podía estar segura en esta vida era algo, Tenko no decía palabras sin sentido, si confesaba algo como eso no podría ser más que su genuino sentir.
Necesitaba verlo.
Después de varios intentos, _________________ logró apartarse lo suficiente como para poder apreciar el enrojecido rostro de su novio, al igual que sus ojos, cristalizados, pronto aquellas lágrimas revalsarian y seguirían su trayecto por aquellas tibias mejillas.
Se limitó a mantenerse callada, dejando que Tenko tomara su propio tiempo para proseguir.
—E-En verdad... no podía creer que te gustaba —susurró, su mirada carmín estaba perdida en el horizonte, quizá si la miraba a los ojos no podría continuar—. Todo sucedió igual que en una película —rió, intentando calmarse—. Hiciste protagonista a un actor secundario como yo.
Sollozando, _________________ acunó el rostro de su novio, deslizando sus pulgares sobre aquellas tibias mejillas, secando las lágrimas que habían empezado a caer, incapaz de interrumpirlo.
La luz los abandonaba poco a poco, y la noche enfriaba lentamente sus cuerpos, obligándolos a estrechar más y más la distancia, guardando calor, haciendo más íntimo el momento.
—Nunca creí poder quedarme con la princesa —confesó, firme, sintiendo la helada brisa colarse entre sus ropas—. Ahora puedo decir cuanto te amo, y estar eternamente agradecido contigo por sentir lo mismo —murmuró, apreciando el lento descender del sol—. Mi corazón es feliz a tu lado —susurró con innumerables lágrimas recorriendo sus mejillas—. Antes, temía que supieras quien era. Solo. Un perdedor que te escribía cartas —rió, observando en el firmamento cual pantalla los cientos de tortuosos momentos durante la secundaria—. Gracias por elegirme —sollozó—. Te voy a amar y respetar hasta el último de mis días.
Shimura Tenko mantenía el sobre lavanda intacto sobre sus manos, no había necesidad de abrirlo.
Recordaba exactamente cada parrado plasmado en el papel, y cuanto le había costado escribir cada uno.
Quizás fue el suave aroma de los lirios que los envolvía o el silencio entre ambos, simplemente explorando el alma del otro a través de sus ojos, sintiendo como lo últimos rayos de luz los empezaban a abandonar.
Pero, ambos juraban que podían verlo.
Aquel pequeño brillo carmín que los unía, ese extenso e interminable hilo que estaba atado en sus meñiques.
No sabían si alucinaba, o pronto sufrirían una posible hipotermia, sin embargo, ambos lo veían, igual que aquel día en que dieron su primer beso, juntos.
Era tan hermoso, en ese momento _________________ ni siquiera se había dado cuenta de que sus propias mejillas estaban húmedas, acompañando a su novio en el llanto.
Al igual que el día y la noche en el horizonte, ambos se acercaron cada vez más al otro. Intimo. Tiritando ante el frío de sus cuerpos en contrastante con sus alientos tibios mezclándose al rozar sus labios. Fue especial, mágico, como si el cielo los escuchara y planeara por su unión en secreto, dejando que por fin pudieran besarse en el momento exacto en que el firmamento concluía totalmente con la luz, un beso al anochecer, como si fueran la luna y el sol encontrándose después de una eternidad persiguiéndose.
Juntos, eran un eclipse.
Sus besos eran suaves nubes, alejándose lo suficiente para dar un leve respiro y volver a encontrarse con necesidad, disfrutando del toque ajeno. Muriendo una y otra vez bajo los brazos del otro.
No pudieron detenerse, continuaron juntos, besos cortos, uno tras otro, necesitados, volviendo a unirse por más tiempo, sintiendo la boca del otro. Ni siquiera aquellos diez grados en descenso los lograron alejar, invitándolos a unirse aún más, fueron besos más húmedos, obscenos, ruidosos, con la tibia lengua del otro rozando la suya, mordidas suaves y sus manos literalmente conociendo todo el cuerpo de tu compañero.
Era una escena desesperada, el cabello azabache se Tenko era un desastre, y sus manos se habían inmiscuido entre las ropas de su novia, sintiendo el tibio temblar de su piel.
—Eres la única persona con la que compartiría mi vida —susurró _________________, tomando algo de distancia, sus labios estaban hinchados—. Me salvaste, Tenko, cuando más lo necesitaba, eres mi héroe —sollozó—. Gracias por aparecer en mi vida —murmuró—. Por favor, nunca me dejes sola, cariño.
El leve rozar de sus labios lo tentaban, y aquellas palabras lo sumergían aún más en un mar hecho con sus lágrimas.
La única forma de dar fin a aquel revoltijo de emociones entre ambos era consumar sus actos, ambos, dispuestos a dar el primer paso y correr en busca de la tercera habitación en la planta alta de la casa de los Shimura.
—¡_________________! ¿Qué le estás haciendo a mi hermano?
_________________ maldijo en silencio, apartando la mirada de su hormonalmente alborotado novio y observando a Hana Shimura cruzada de brazos bajo el porche de la casa—. ¡H-Hey...!
El disgusto de Hana por _________________ no era algo nuevo, nunca congeniaron, ni siquiera en la escuela media, cuando el chico que le gustaba la rechazó al estar perdidamente enamorado de la menor.
Casi le da un infarto al saber que su pequeño hermano menor estaba saliendo con ella, fue aún peor al saber que ambos vivían bajo el mismo techo en la universidad.
—¡Mamá y papá están en casa, no hagan tonterías! —regañó, tenía el ceño fruncido y se negaba a alejarse hasta que mantuvieran una religiosa distancia—. ¿Qué están esperando?
_________________ miró mal a la mayor—. ¡Lo que digas, cuñada!
—¡Tú...!
Que linda te ves queriendo mantener la virginidad de tu hermano, Hanita. Pero qué crees maldita criada, cogimos un chingo durante la cuarentena.
—¡Mon-chan! —exclamó Tenko, sintiendo el cuerpo del corgi gordito en medio de ambos—. ¿Me traicionaste por...? —vio las migajas en los bigotes de su mascota—. ¡Un cupcake red velvet!
Hana entrenó a Mon-chan para que los separara.
BONUS
♡ Nao Shimura, la madre de Tenko, te invita a todas las reuniones familiares y festividades, fue la primera en saber que ustedes estaban saliendo.
♡ Tenko suele sentirse celoso cuando miras por mucho tiempo a su padre, aunque es imposible no hacerlo, Koutaro Shimura es una versión más seria y adulta de Tenko.
♡ La abuelita de Tenko te regaló un suéter en navidad.
♡ La madre de Tenko te invita a cenar con la esperanza de que te quedaras a dormir y pudieras pasar un día más en su cada, ofreciendo la habitación de su hijo, en secreto espera ser abuela pronto.
♡ Tuviste muchas parejas antes de Tenko, por lo cual, Hana cree que dejaras a su hermano al igual que a esos chicos. Deberán pasar un par de años más y ver que ambos llevan una relación estable para que pueda aceptarte.
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