30. Emboscada por la verdad
Genteee, sé que a ratos puede ser confuso el tema de los nombres, porque el mismo personaje se llama de diferente manera en cada dimensión, por eso al final del capitulo les pongo una listita de los nombres de cada personaje en ambas dimensiones.
Y hay una escena puerca, así que se las marco con xxxx por si se la quieren saltar.
Tuve que detener a Sophie casi en el aire cuando se abalanzó hacia Alice. La abracé con fuerza, mientras la otra chica solo retrocedió un paso y le sonreía de manera cínica.
—¡Más te vale que sea una broma!
—¿Por qué lo sería? Nicolás es soltero, guapo y rico. ¿Qué más puedo pedir?
—Tiene edad para ser tu padre.
—Me veo mucho más joven de lo que soy—dijo tomando asiento. Pude aflojar mi agarre a Sophie cuando sentí que sus ganas de agredirla físicamente se detuvieron.
—¿En serio? Thaly ¿Qué edad tiene Alice Ayala?—le preguntó al sistema en voz alta.
—Alice Ayala nació el 31 de marzo del 2004, tiene veinticuatro años—la inteligencia artificial la delató.
—Ay, vamos, la edad es sólo un número—respondió a la mirada de odio de Sophie.
—Vaya, naciste el mismo día que nosotros—intervine, queriendo calmar los ánimos.
—Sí, Aries, el mejor signo—respondió alegre.
Se formó un silencio incómodo y agradecí que Daniel y Nicky llegaran, sin tener idea de lo que sucedía.
—¿Hola, que pasó? ¿Nicolás está? Creo que anda muy enojado conmigo y prefiero evitarlo. ¿Qué es esto? —Daniel levantó los triángulos de incienso y Nicky tomó también un par.
—Huele bien, es el que me dijiste que me ayudaría a no traer carroñeros ¿me lo puedo llevar?—preguntó mi hijo, lleno de inocencia.
—Claro que sí—Alice se levantó del asiento y se agachó para guardar un par de inciensos en una bolsa pequeña de tela.
—No—Sophie se apresuró a arrebatarte la bolsa—. No te di permiso de dársela.
—Está bien, Sophie, déjalo—volví a intervenir entre ambas, devolviéndole los inciensos a Nicky.
—No le di permiso—esta vez Sophie se dirigió a mí, con hostilidad.
—Pues yo se lo estoy dando—la contradije.
Ella estaba que no selo creía. Seguro esperaba que le diera la razón y no iba a pasar, no estaba siendo razonable.
—No puedes desautorizarme.
—No puedes tomar decisiones sobre Nicky sin consultarme.
—Claro que puedo, lo he hecho siempre.
—Pues eso se acabó.
—Bien... Alice, Nicky, ¿por qué mejor no nos adelantamos y los dejamos arreglar sus asuntos?—Ninguno de los dos miró a Daniel cuando lo dijo. Los tres se retiraron en silencio y nos dejaron a Sophie y a mí a solas.
Nos miramos a los ojos de manera retadora, esperando que alguno cediera.
—Bien...—bajó la mirada—. Hablaremos de los inciensos luego. Tienes rehabilitación a primera hora. —Ocultando su enojo tomó su chaqueta del sillón y caminó hacia la salida, sin esperarme.
***
No hablamos del tema hasta que llegamos al laboratorio. Sam me ayudaría al inicio con los ejercicios sencillos, luego sería Powell quien me torturaría cuando tuviese más libertad de movimiento.
La sala de rehabilitación, no la había usado en muchos años. Ahí íbamos tras sufrir heridas graves y por cortos periodos. Mi caso requeriría más tiempo. Aunque haría todo lo posible por recuperar mi movilidad rápidamente. Me desesperaba ser tan inútil físicamente.
Estaba recostado en la camilla, solo con unos shorts deportivos. Sam me había hecho algunos masajes y usaba un aparato que soltaba pequeñas corrientes eléctricas, con dos varas de metal que terminaban en dos discos lisos que colocaba en puntos estratégicos de mis piernas y me causaban un pequeño espasmo al contraer mis músculos.
Sophie me observaba desde una silla junto a mi. Aunque estaba enojada conmigo, permanecía a mi lado.
—Dime si sientes dolor—me pidió Sam, aumentando un poco la intensidad del artefacto.
—Está bien, casi no se siente.
Cuando terminó con mis piernas me hizo sentarme en una máquina de ejercicios y me dio una mancuerna de medio kilo para que ejercitara los brazos.
—¿Es en serio? Esto es un juguete—le reclamé. Me sentía como un idiota.
—Oye, hay que ir de a poco, si haces mucho esfuerzo puedes lesionarte de gravedad. Ten paciencia. Diez repeticiones, con cada mano—me ordenó y me dedicó una sonrisa socarrona.
—Lamento lo de esta mañana—Sophie volvió a acercarse a mi mientras hacía mis ejercicios. Que pese a ser tontos, me estaban costando—. Siempre fui yo la que decidía todo sobre Nicky. Y tengo que acostumbrarme a que ya no es solo mío. Tu eres su papá y todo debemos decidirlo juntos, pero... no puedes ponerte del lado de Alice.
—No me puse de su lado. Es que tú estás en su contra sin motivo.
—¿Sin motivo?—se indignó—¿Qué no oíste lo que me dijo? Quiere conquistar a mi papá.
—¿En serio?—Sam se sorprendió y acercó a nosotros a escuchar el chisme.
—¡Sí! ¿Puedes creerlo?
—Sophie, tu padre es un hombre adulto. Hablas de él como si fuera Nicky. No va pasar nada que él no quiera que pase y si pasa no es nuestro asunto. Solo déjalos tranquilos.
— ¡No! mi padre no puede hacerle caso a una chica de mi edad. Además, ¿por qué ese interés tan repentino en él? apenas lo conoce. Seguro busca dinero, o algo más. Es que... nos miente. Lo sé. Nos oculta algo. Cuando me habla es como si me echara en la cara que ella sabe algo que yo no.
—Es seguro que nos oculta algo, como todos. Tú, yo, tu padre... todos tenemos secretos y no necesariamente son malos.
—Tiene razón, Alice nos ayudó y me parece agradable. Si tu padre tiene interés en ella, no lo culpo, es hermosa—consideró Sam y a Sophie se le iluminó el rostro.
—¡Genial! ¡Es perfecto! ¡Invítala a salir! Conquístala.
—¡¿Qué?! Claro que no.
—¿Por qué no? te parece agradable, hermosa y parece que le gustan los niños, será una madre perfecta para Miley, cuando la recuperemos.
—Eh... no Sophie, no le voy a quitar la novia a tu papá.
Me aguanté la risa. Sophie de nuevo quería golpear a alguien. Sam recogió sus cosas. Me ordenó terminar con el ejercicio y dio por terminada nuestra sesión de ese día.
Dejé la mancuerna a un lado. Sophie esperaba impaciente a que me vistiera. Nuestra rutina de tratar cosas del proyecto empezaría pronto y nada me apetecía menos. Debía escuchar las mismas quejas y nuestra investigación sobre el Círculo en la otra dimensión no había tenido avances. Era cuestión de tiempo. No podía resolver todo de la noche a la mañana.
—Daniel debe estar hinchando a Nicky con golosinas, así que mejor vamos.
—No, vamos a quedarnos un rato aquí. Estás muy gruñona y sabes que eso no me gusta.
—Estoy estresada.
—Entonces voy a des estresarte a la fuerza—. Me levanté hacia la mesa junto a la camilla y revisé el aparato que Sam usaba antes.
—¿Me vas a dar un masaje? —preguntó sonriente.
—Sí, claro...Abre esa gaveta—le indiqué, señalándole los casilleros de la pared del fondo, donde se guardaba el material. Mientras la abría me puse detrás de ella. Me pasó una caja y como recordaba ahí había algunas cuerdas—. Bien quítate la ropa—le ordené.
Un poco intrigada ella me hizo caso, quitándose la camiseta y el pantalón, quedando en un hermoso juego de lencería de encaje negro. La detuve cuando quiso recostarse en la camilla y le asomé una silla pequeña.
— Aquí.
En cuanto se sentó puse sus manos detrás del respaldar y comencé a amarrarlas.
—¿Qué haces?
—Cállate y relájate. Vas a disfrutar mucho esto, pero no tanto como yo.
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Pasé la cuerda por su torso, justo arriba y debajo de sus pechos y luego amarré sus piernas a las patas de la silla, manteniéndolas abiertas. Su respiración cada vez más agitada y la forma en la que se mordía le labio me demostraba lo mucho que eso le excitaba.
Acerqué el aparato y lo encendí en el nivel más bajo.
—Esto se siente muy bien—le dije al oído, poniendo ambas varas en el espacio entre su cuello y sus hombros. La ligera descarga la hizo estremecerse y soltar un gemido.
Fui bajando las varillas, rozando su piel con los discos hasta meterlos por debajo de su brasier, a la altura de sus pezones. Eso logró que todo su cuerpo se sacudiera al intentar curvar su espalda y soltara un grito ahogado.
—¿Te gusta verdad?
Ella asintió apenas. Esperando que lo hiciera de nuevo.
No continué en ese lugar, volví a bajar, esta vez hasta su abdomen. Otra descarga, otro espasmo y su mirada lujuriosa e impaciente me rogaban bajar más.
Metí solo una delas varillas por debajo de sus bragas y aumenté un nivel la potencia. Gritó tan fuerte al sentir la electricidad en su clítoris que por un momento pensé que la iban a escuchar afuera.
—No hagas tanto ruido o va ser un poco incómodo que te encuentren así—le dije cerca de sus labios y la besé mientras volvía a estimularla. Al sepárame noté que su cuerpo temblaba. Era suficiente.
Le desaté solo las piernas y le jalé la ropa interior. Como imaginaba estaban demasiado mojada. Le acaricié la entrepierna con un dedo, estaba tan sensible que iba a correrse solo con esos ligeros roces. Poco a poco fui deslizando mi dedo en ella.
—¿Cuántos quieres adentro? —le pregunté.
—No... no sé...—jadeó.
—Tienes que decirme un número.
—Tres—dijo un poco tímida.
Accedí a su deseo y comencé a penetrarla con tres dedos. Primero suave y cada vez más rápido.
—Ian... voy a...—exclamó con la voz entre cortada. Me detuve porque no quería que terminara todavía.
Me bajé los shorts y la elevé por los muslos hasta la altura de mi miembro para entrar en ella, como seguía amarrada a la silla, esta se movía al compás de mis embestidas, haciendo demasiado ruido al chocar contra el suelo. Así que debía apurarme antes de llamar la atención.
Mis dedos se marcaban en sus muslos, sus piernas se cerraban alrededor de mi cintura.
—Ian, ya no puedo...
—Espera.
Alcancé la varilla y la situé sobre su clítoris.
—Córrete, córrete conmigo —le ordené intensificando mis movimientos y apretando el botón del aparato para una nueva descarga. Eso terminó de llevarla a la gloria y a mí con ella. Sus paredes vaginales tuvieron espasmos que me apretaron con fuerza. Esa siempre había sido la mejor sensación del mundo. Cada vez se ponía más húmeda y apretaba más y yo la penetraba lo más profundo que podía al eyacular.
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Cuando la solté se fue para atrás y por poco se cae de espaldas. La sostuve con lo último de fuerza que me quedaba. Había sido más ejercicio que las flexiones con mancuernas. Odiaba eso.
También odiaba regresar a mi segunda vida sin ella. Despertar en el laboratorio subterráneo de Almarzanera, levantar a Dylan y convencerlo de comer el horrible desayuno. En esos momentos, más que nunca, extrañaba a Grecia. En su otra vida había recuperado a sus dos padres, en esa, los veía apenas unas horas a escondidas.
—Elizabeth, cuida a Dylan por favor—le pedí a mi hermana en la mesa del comedor, casi todos los del proyecto se encontraban ahí—. Ann y Joshua vendrán conmigo —les indiqué a mis otros hermanos.
—¿Qué van a hacer? —Oliver exigió saber.
—Una misión, con gente apta y de confianza.
—Deja tus jueguitos, hay cosas importantes que hacer.
—Esto es importante, por eso quiero que te quedes aquí, donde no estorbes.
Mi hermano mayor se contuvo de discutirme. La estaba pasando muy mal. Cada vez que veía más oportunidades para tomar el lugar de mi padre en el proyecto, más se daba cuenta que solo era una ficha descartable de su juego. Los que habían manejado el proyecto hasta ese momento le habían ocultado demasiadas cosas. Y ahora que teníamos el control, empezábamos a investigar y Alice nos soltaba más información, más caía en cuenta de la realidad.
—¿A dónde vamos?—me preguntó Joshua abriendo la puerta del auto.
—Debemos ir a Valermo, hay alguien con quien debo hablar.
Ann supo enseguida a quien me refería y nos pusimos en marcha.
Solo tuve que tocar la puerta e Iris no tardó en abrirme, seguía en pijama. Se sorprendió de buena manera al verme, pero al parecer no le agradó demasiado la presencia de mis hermanos.
—¡Aaron! Me alegro que estés bien. ¿Y Dylan? ¿Sigue escondido? La policía fue al estudio de tatuajes y nos interrogaron, no les dije nada...—me dio sus largas explicaciones, me metí junto a mis hermanos y busqué a Celeste con la mirada, no había señales de ella.
Sobre su mesa un incienso estaba prendido, lo tomé, deshice el polvo en las yemas de mis dedos y lo acerqué a mi nariz. Gracias a Alice y su clase sobre inciensos ya podía reconocer el aroma a malaquita.
—Tenemos que hablar—le avisé a Iris.
—¿De qué, qué pasa? —quiso sonar segura, mas notaba en su voz que ocultaba algo.
—Tus inciensos.
—¿Sigues con eso? ¡Ya te dije que no tienen droga!
—Droga no, pero malaquita seguro.
—¿Mala que? —siguió con su teatro, aunque ya no estaba muy seguro de que mentía.
—Tú sabes, el polvo con el que haces esto. ¿Eres la gatekeeper del Círculo no es así?
—¿¡Que!? No... ¿cómo puedes creer eso? yo...—esta vez sí se asustó genuinamente, se puso más nerviosa al notar que Joshua y Ann cubrían con disimulo la puerta de su apartamento.
—Deja de mentir Iris. No sé si Celeste también está involucrada, pero vas a decirme todo lo que sabes y qué están tramando.
—Aaron, te juro que no sé de qué hablas. Mis inciensos sí tienen... ciertas propiedades, lo aprendí de mi abuela. No tengo idea que es mala... lo que sea. Los insumos los compro a otra persona.
—Alguien del Círculo. Aaron tal vez dice la verdad. El Círculo de Scielo1 vende malaquita, es posible que aquí también.
—Sí, es eso...—Iris se defendió nerviosa.
La observé. Me esquivaba la mirada y ansiosa doblaba la tela de su pijama.
—Tú sabes qué es el Círculo.
—Yo...
—Iris, no importa cuánto tardes en responderme, no te dejaremos en paz hasta que confieses.
Levantó la vista, dándose cuenta que no tenía escapatoria.
—Sí, sé lo que es, más o menos, pero no tengo nada que ver con ellos. ¡Yo jamás estaría con quienes te hicieron daño o a Maya!
El sonido de la caldera hirviendo la interrumpió, sonaba demasiado fuerte para ignorarlo. Iris me pidió permiso para ir a apagarla con la mirada, se lo concedí, mas caminé a su lado.
—Ya que estaremos un buen rato, ¿quieres té? —me preguntó sirviéndose el agua en una taza.
—No quiero nada, solo que me digas qué tramas.
—Si te lo digo no me lo vas a creer, aunque igual debías saberlo en algún momento. Solo que... bueno, no pensé que todo esto pasaría, quería ir de a poco.
—¡Aaron! Ven—Ann me llamó.
Tomé a Iris del brazo y al salir de la cocina me di cuenta que mis hermanos estaban en una de las habitaciones.
Ann vigilaba la puerta y Joshua trataba de reanimar a Celeste, quien lucía inconsciente sobre la cama.
—¡No la toques! —Iris se abrió paso hacia ella.
—Hay que llamar a una ambulancia—me dijo Joshua.
—¡No, no van a llamar a nadie!—insistió Iris.
—¡Sus signos vitales están débiles! —le gritó Joshua.
—Sí y es normal, es que... por favor, ¿quieren solo calmarse y escucharme? —Iris temblaba y sus ojos se llenaban de lágrimas. Parecía que iba a romperse en cualquier momento—. Ella no está aquí ahora. Tal vez vuelva no sé... el cuerpo está bien—le acarició la frente y la tapó con una cobija. Noté recién que al lado de la cama tenía una percha con un suero. Se lo inyectó en la vena y con mis hermanos esperamos con paciencia.
—¿Está haciendo shifting?—le pregunté, reconociendo la forma en que yo lo hacía.
—No, no exactamente, más bien regresó a su realidad. No sé si regrese a despedirse, ella vino solo por diversión.
—¿No es de esta realidad?—le preguntó Ann—. ¿Es de la dimensión T51?
—¿Te refieres a la de Scielo1? No, ninguna de las dos lo es. Ambas venimos de una realidad más alejada. Donde todo lo que pasa aquí es solo producto de la imaginación de alguien.
—Espera....—medité un segundo—. ¿Me estás diciendo que eres shifter, pero vienes de otra realidad? ¿O sea que en este momento estás usando el cuerpo de tu otra versión?
—Algo así—nos indicó con la mano que fuéramos hacia el comedor y nos sentamos, para escuchar todo lo que tenía que explicarnos.— Iris no es mi otra versión. Es alguien a quien imaginé, quien me hubiese gustado ser en mi realidad deseada.
—¿Realidad deseada?—inquirió Joshua.
—Sí, es la realidad en la que deseas estar. La cantidad de realidades que existen es casi infinita. Por eso las posibilidades lo son también. Basta con que imagines una realidad y es muy probable que exista. Así que si imaginas la vida que quieres tener, la persona que quieres ser, esa es tu realidad deseada. Ahora, lo que debes hacer es llegar a ella y eso es lo que yo hice.
—¿O sea que elegiste dónde hacer shifting?
—Sí, básicamente y elegí este lugar, o bueno lo más parecido a lo que quería. Verás, mi vida, en el universo donde nací es terriblemente aburrida. No soy bonita, ni interesante, no tengo novio, ni amigos, es horrible. Lo único que tenía era libros, comics, series de televisión y vivir vidas a través de ellos. Hasta que aprendí que si mi vida no me gusta, puedo solo cambiar a una mejor. Mi abuela me enseñó a hacerlo y también me enseñó esto de los inciensos. Pero es circunstancial. En mi dimensión el Círculo no existe—se apresuró a explicar—. Lo que sí es real eres tú y Maya. Claro que el tú de mi dimensión no es portal, ni shifter, ni tiene ninguna habilidad, mas que ser guapo, inteligente y creativo. Él creó un comic donde hablaba del proyecto Transalterna y era tan increíble, que solo deseaba ser parte. En mi dimensión no podía estar contigo, así que busqué mi realidad deseada. Una donde el Aaron Hide del comic es real, somos amigos y tal vez algo más...
—Entonces, ¿en tu realidad, mi alter ego es un dibujante de comic, en el que dibujó mi vida en esta dimensión?
—Sí y en la dimensión T51.
—Esto no tiene sentido—consideró Ann.
—Puede que lo tenga, en la dimensión T50 mi alter ego también hizo un comic y una serie de televisión.
—¿Una serie? wow, eso hubiese sido genial, pero no es mi dimensión—dijo iris.
—¿Cuánto tiempo estás en este cuerpo? Le estás usurpando la vida a la Iris verdadera.
—No, no—me estiró los brazos, con nervios, pidiendo que la dejara explicarse—. La dueña de este cuerpo ya no existe. Ella tuvo un accidente hace un año. Técnicamente murió, su conciencia ya no está. Esto es solo un recipiente vacío. Por eso lo tomé. Su familia está feliz, y yo tengo una vida nueva. Lo mismo con Celeste. La chica de la que tomó el cuerpo entró a estado vegetativo hace dos años. Mira, los cuerpos son recipientes. Algunos shifters solo pueden tomar el de su alter ego. Pero usar el de alguien que ya murió es posible también. Es decir, tu padre lo hizo, casi al final del comic, tomó tu cuerpo y mató a Maya, pero tu conciencia todavía estaba ahí, por eso lograste expulsarlo. En mi caso este cuerpo es solo mío.
—¿Y qué hay de Celeste? ¿Qué pasa si tu amiga no regresa?
—Oh, bueno, ella iba a dejar ese cuerpo libre en algún momento, porque... yo quería ofrecértelo.
—Eso es muy enfermo—opinó Ann.
—¿Por qué?—Iris no entendió luego cambió su expresión—. No, no me refiero a eso. El cuerpo de Celeste lo estaba cuidado para Maya. Creo que puedo hacerla regresar a esta dimensión.
—¿Por qué quieres hacer eso?—pregunté, pero en mi mente eso sonaba increíble, era justamente lo que quería hacer.
—Porque...—miró de reojo a mis hermanos, le incomodaba hablar con ellos presentes—. Los quiero. En mi realidad original los amo a ambos y lo nuestro nunca podrá suceder, pero en mi realidad deseada, tú, ella y yo... —explicó con voz suave, tomándome de la mano.
—Okey—Ann se levantó de su asiento—. Y creíamos que Alice estaba loca.
—No estoy loca. Solo estoy haciendo algo por amor. Sé que puede funcionar—Iris me dijo con suplica.
—Bien, suponiendo que todo lo que dices es cierto, ¿cómo lo haríamos?
—Sophie tiene que intentar hacer shifting a esta realidad. Es cosa de práctica—se emocionó.
—Alice puede ayudarla. Te hizo regresar al cuerpo de Ian, supongo que puede ayudar a Sophie a tomar el cuerpo de Celeste. Es lo que nuestro padre quiso hacer, pero de forma más efectiva—explicó Joshua.
—¿Regresaste al cuerpo de Ian? —fue lo único que Iris preguntó.
—Sí, hace un par de días. Nos ayudó otra persona, tal vez pueda ayudarnos con esto también—solo pensaba que no quería ilusionarme. Todo sonaba tan bien que no podía estar pasando.
—Genial, cualquier ayuda es bienvenida. Habrá un eclipse en marzo, será un momento excelente.
Tener a Maya de regreso... ¡podía tenerla de regreso! Solo eso pensaba y solo eso me importaba.
***
bueno, imaginaban eso de Iris??
esta loca o no?... o la loca e sAlice, o lo están ambas? XD
les dejo la lista, porfavor dejen comentarios, voto sy recomienden la novela, se los agradeceré mucho. en mi Instagram les respondo preguntas.
Personajes de este capítulo
Dimendión t51// Dimensión t52
Ian // Aaron
Sophie // Maya
Nicky // Dylan
Emily // Ann
Sam // Joshua
Diana // Elizabeth
Loid // Oliver
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