Un tentempié por mientras...

Hola.

Bueno...eso fue demasiado seco. Disculpen, hace tanto tiempo que no actualizo, que ya olvidé las normas básicas de comportamiento XD.

Ahora sí. ¡¿Qué tal todo?! Yo estoy viva, no se preocupen. Sucede que los tiempos no dan :v. Tres siglos y medio han pasado, y yo sigo prometiendo una segunda parte. ¡Estoy en ello! Es más, posiblemente la termine hoy. Peeeero, me daba cosa dejar otro día sin nada, así que, revolviendo en mi computadora, encontré un texto que hice hace años (literal, en mis días de puberta :'D) y que me gustaría compartir con ustedes.

Sin más preámbulos, ¡se los presento! (No, no tiene título. ¿Alguna idea? :/) 

Él era perfecto, no tengo nada más que decir...fin.

¿Muy corto? Está bien...

Era una adolescente normal, tenía una casa en una gran ciudad, vivía con mis padres e iba al instituto donde concurría mi mejor amigo, que por supuesto, no estaba en la friendzone. Unos días atrás odiaba al chico que me desnudaba con la mirada, siempre pendiente de lo que hacía. Era detestable, insoportable; pero todo eso cambió, porque...me gustó.

¡Ah...el capitán del equipo! Rubio, ojos azules, olía a mentas y especias, tenía una motocicleta (muy peligrosa), un físico perfecto, una cara perfecta. Usaba una chaqueta de cuero negra y vaqueros gastados.

—¡Me lastimas, H! — Era tan sexy con su nombre sin sentido. H, una letra muy sensual. Se me acercó con lentitud a medida que mis ojos se clavaban en sus labios carnosos...muy carnosos... ¿Por qué besaría unos labios amorfos?

—Me da igual —tomó mis muñecas y las golpeó contra la pared...era tan manipulador, no debería quererlo, pero lo amaba, con todas mis fuerzas. No sabía cómo se llamaba, ni cómo le iba en sus estudios, ¡pero qué importaba! Era tan sexy, tan hermoso.

Comenzó a besarme con brutalidad, le pedía que parara acariciando su cabello, pero no respondió. Obviamente yo estaba muy confundida, no quería hacerlo, para nada. Por esa misma razón pasé mis manos por su espalda. Seguimos toqueteándonos, necesitaba respirar, aunque como estaba demasiado ocupada, me di cuenta tarde y perdí el conocimiento.

Desperté en el hospital, sólo me había desmayado, pero miles de tubos atravesaban mi cuerpo como si estuviera a punto de morir.

—¿H? —Fue lo primero que dije, no pregunté por la enfermera, ni en dónde estaba, ni siquiera si mis padres habían llegado. No necesitaba un médico experto, sino mi novio ultra sensual. Pensándolo bien, no sabía si lo éramos... ¡Estaba tan confundida que en cuanto viera a mi mejor amigo de la infancia, que siempre me acompañó y quiso con todo el corazón, lo besaría para asegurarme!

Bruno apareció con los ojos enrojecidos...ridículo, un hombre que llora. Tenía un ramo de flores y un globo de "Quiero que seas mi novia desde hace diez años, pero me tienes en la firend zone". Era un chico extraño, pero lo apreciaba,  a pesar de que no entendía qué era lo que quería de mí.

—¡Bruno!— Sonreí al verlo, en realidad estaba teniendo una fantasía sexual con H, igual no creí que lo notara.

Se colocó a un lado de la cama y puso los obsequios en la estantería de la ventana.

—¿Cómo estás,amiguita?— Acarició mi cabello, mi nariz y de detuvo en mis labios.

Evadí su pregunta porque básicamente no me importaba lo que dijera:

—¿Has visto a H?—Automáticamente frunció el ceño, su cara se arrugó y dejó salir un silbido de frustración. No sabía por qué sería, lo único que hacía era utilizarlo y hablar sobre H todo el tiempo.

—Ese idiota es una mala influencia para ti. Te golpea, te engaña, te hace faltar a clases y además siente celos de mí. Además ¿No has pensado que cuando sea viejo, todo por lo que lo amas ahora se esfumará? —Su rostro estaba exactamente a dos centímetros de mío, ¿cómo lo supe? Usé una regla.

—Nah...—Rodé los ojos— Es sexy y huele bien, con eso tengo suficiente. Cuando salga embarazada y me abandone, iré contigo para que me mantengas, ¿de acuerdo?

—Te querré sin importar lo que hagas —.Me abrazó con suavidad... ¡Yo no deseaba suavidad, quería un macho agresivo!

Entonces escuché unos gritos fuertes y unos cuantos golpes.

—¡Berta!— Amaba como sonaba mi nombre con su voz...como Berta.

Estaba muy violento, incluso vi a un médico ensangrentado arrastrarse y pedir por ayuda, ¡pero seguro que en cuanto me encontrara, todos sus trastornos mentales quedarían en el olvido!

—¡Aquí estoy,H!— Grité desesperada mientras sentía las lágrimas brotando de mi rostro.

Los ecos de sus pasos se hicieron más audibles hasta que logré distinguirlo, igual que un dios. ¡Era tan perfecto que no entendía cómo estaba con alguien tan insignificante, horrible y espantosa como yo!

Tomó a Bruno por el cuello y le propinó un puñetazo. ¡Era tan lindo cuando sus celos enfermizos afloraban!

—¡Déjalo en paz! Es mi mejor amigo, debes golpearlo cuando yo no vea —.Odiaba que pelearan por mí, en serio, ¡por eso lo único que hacía para evitarlo era gritar como histérica!

Entre respiraciones agitadas, lo soltó.

Antes de irse, Bruno sonrió hacia mí como un tierno cachorro con el ojo morado y posible derrame cerebral:

—Nos vemos luego Berta...no te preocupes por mí.

—Descuida, sólo pienso aparentar.

H se sentó de piernas abiertas en la silla, observándome sin decir nada. Vi sus espesas pestañas, tan largas que rozaban su frente. Y su cabello despeinado, cuyo resultado se obtiene sólo con fijador y mucho tiempo libre, lucía genial, como si no se preocupara por su aspecto más que yo.

—H...¿tú me quieres?

Tras unos minutos asintió.

—H...¿verdad que soy la luz de tus ojos?

Asintió.

—H...¿verdad que me protegerás?

Asintió.

Comencé a llorar de la emoción.

—Ay, H... ¡Siempre sabes exactamente qué decirme!

Se levantó de golpe y me besó con ganas, subiéndose arriba de la camilla para estar más cerca de mí. Queríamos fundirnos, ser uno solo y...ya no se me ocurre otra cosa bonita para disfrazar el sexo.

Me sumergí en nuestro propio mundo, únicamente él y yo, ni los médicos que trataban de quitármelo de encima, ni mi compañera de cuarto que se acaba de enterar de su enfermedad terminal. Sólo éramos nosotros, el resto nada.

Me dieron de alta una semana después porque había sido un desmayo muy grave. Ese día tenía que volver al instituto, pero temía enfrentar a Gertrudis, la sensual, la zorra odiosa que comenzó a atormentarme sin razón aparente, la de senos enormes que tenía a todos a sus pies y practicaba el bullying como una religión.

Bruno venía detrás sosteniendo mi mochila, cuando ella decidió interponerse. Su cabellera rubia moviéndose libre. Su minifalda, libre también. Dejaba que me pisoteara porque entendía su envidia, después de todo, yo tampoco le veía la lógica de que un chico sumamente perfecto y despampanante, se hubiera enamorado obsesiva y repentinamente de mí. La normal de la novela, la que a pesar de que nunca estudiaba, ni prestaba atención (y que también se la pasaba faltando a clases por estar a toda hora con su tipo), sacaba buenas calificaciones.

—Eres tan fea que tu madre en lugar de darte leche, te daba la espalda —.Escupió en cuanto nos cruzamos.

Me di vuelta enfrentarla...¡no podía humillarme así!

—Y tú eres tan fea que te acarician con una rama.

—Oigan, chicas, ya basta, ¿no? —Mi amigo quiso meterse.

—Y tú tan fea que cuando naciste, no sabían si quedarse contigo o con la placenta—.Sonrió con sorna.

Salí corriendo mientras lloraba (otra vez) con un Bruno muy preocupado llamándome.

Entramos al baño de damas y sus mejores amigos. Un lugar para berrear y contar secretos, ¿para qué serviría si no?, ¿para la caca? ¡Qué asco!

—Es tan mala conmigo, Bruno... ¡no sé por qué es así!

—¿Alguna vez se lo preguntaste?—Decidí ignorarlo porque era una pregunta muy estúpida.

—¡Soy tan fea!— Lo mencioné para que me llevara la contraria y así levantara mi ego.

Me abrazó y acarició dulcemente mi cabello. Ambos encerrados en un cubículo para mayor privacidad.

—Tú no eres fea — .Tomó mi barbilla y me levantó el rostro a la altura de sus ojos. Los cuales hubiesen sido muy lindos de no ser porque eran marrones y corrientes...puaj.

—Gracias, es lo que quería escuchar —le devolví el abrazo—. Te quiero como a un hermano, y nunca, jamás podría verte de otra manera. Somos iguales. ¿Te parece si hacemos una pijamada en casa?¡Podemos hablar sobre el amor y dormir en ropa interior!

Logré sentir un suspiro de su parte, lo tomé como un sí.

Asistimos a clases y tomamos nuestros respectivos asientos. Pude notar como H no dejaba de observarme desde el último banco...allá en el patio. Adoraba su desinterés por su futuro académico.

El profesor hablaba, pero no tenía la remota idea de lo que estaba diciendo. Cansada de tanta charla aburrida decidí irme...total, a ninguno de ustedes les interesa lo que pudiera pasar ahí, ¿verdad?

En la salida, H estaba esperándome, recostado a su bellísimo triciclo rosa con tiritas en el manubrio y timbre de campanita. Su moto se había roto y tuvo que recurrir a su hermana. Pero...se veía tan salvaje y peligroso.

—H...yo nunca me he subido a uno de esos —.Estaba temerosa, mi madre siempre me había dicho que estas cosas eran mortales, y obviamente, sólo los amantes del riesgo conducían algo así.

—¿Tienes miedo?—Me regaló una sonrisa 1/8, porque era tan especial que una media sonrisa le sobraba.

Comencé a temblar, sentía mis piernas como algo baboso que se le suele dar a la gente enferma y tiene sabor a fruta.

Tragué mis mocos y subí a esa monstruosidad. Enroscándome al cuerpo de H y olfateándolo con la única intención de sujetarme muy fuerte.

Tras dos sonidos de timbre salimos disparados a una velocidad de vértigo. Liberé un grito lleno de pánico y cerré los ojos. Al abrirlos las cosas no fueron tan malas, los colores, el perrito caminando a nuestro lado, el relajante sonido de las ruedas arrastrándose por nuestro peso y las musculosas rodillas de H rozando el manubrio, eran una canción de cuna. Entonces me quedé dormida de repente, sin importar la ubicación ni la hora.

Desperté, pero no en mi habitación, sino en una totalmente diferente, no sabía cómo había llegado allí, pero era imposible que me durmiera a tal punto que me trasladaran de un lado a otro como una bolsa de papas. Ni que tuviera narcolepsia.

—Al fin despiertas —.Desde la penumbra, escuché una voz grave y aterciopelada...muy sexy.

Me reincorporé un poco, sonriente.

—¿Metido en el anonimato, H?

Evitó mi pregunta:

—Dime, ¿quieres comer algo?

La verdad es que sí, tenía algo de hambre, y moría por ver sus hermosos músculos preparándome un sándwich, porque sí, sus músculos se activaban hasta para untar mayonesa.

—Bueno, ¿no es mucha molestia? —Utilicé mi voz sensual para cautivarlo en nuestro pequeño juego.

—Claro que no cielo, te haré unas galletitas.

—¡Abuela!, ¿qué haces en mi cuarto? —H encendió la luz y pude ver a una señora con un vestido floreado, muy arrugada. La anciana se levantó lentamente y arrastró sus pantuflas hasta llegar a la puerta.

— Me voy entonces —.Usó una voz de hombre tremenda y sonrió a medias.

Una vez solos, H se sentó a mi lado.

—Lamento eso, le encanta observar a la gente mientras duerme.

Me le quedé viendo por unos cuantos minutos...me encantaba, tanta perfección, esa mandíbula tan cuadrada que podría sacarte un ojo, sus músculos de Goku decorando su cuerpo. Nuestras miradas se cruzaron durante un momento y tuve que soltar la pregunta que me venía rondando la cabeza desde hacía bastante tiempo.

—H...¿tú me amas?— Comencé a sollozar—  Sé que me donaste médula, sangre y un riñón, que te tiraste delante de un vehículo para que no me atropellara, y me diste el oxígeno de tu tanque cuando buceábamos en vacaciones, y que por eso tuvieron que reanimarte.

—No olvides aquella vez en el zoo —.Me dijo.

—Oh, sí...los tigres —me miré los dedos y lo encaré otra vez—. Pero no me das señales claras, todavía no lo sé, ¿tú me amas?

—Te amo más que a nada en el mundo, sería capaz de morir por ti y toda esa basura romántica y afeminada que te tengo que decir para que me dejes tener sexo.

—¿Qué?—Alcé una ceja.

—Nada, se me escapó —.Puso su cuerpo sobre el mío, sosteniéndome por la cadera y besándome frenéticamente. Lo hicimos al estilo las mil Sombras de Grey, yo fui la dominante y él el sumiso.

Como se nos pasó la mano, él acabó en el hospital y quedó en coma. El médico dijo que sólo era cuestión de tiempo, así que, con lágrimas en los ojos (no piensen que lloro por la nariz) me senté a su lado y sostuve su mano.

—H...no me dejes sola, ¡por favor!, si tú mueres, ya no tendré importancia, a no ser que me des un hijo y pueda hacer secuela.

Bruno vino detrás y puso una mano en mi hombro, consolándome.

—Lo siento Berta, ya murió.

Me giré a verlo, impactada:

—¡Claro que no! Él está vivo.

Sacudió la cabeza en negación:

—Tranquila, cubriré su cara con la almohada para que no lo veas.

Y con paso solemne agarró una y la depositó sobre su rostro, presionando fuertemente durante varios minutos para que se le fijara. Pobre Bruno, siempre tan amable y dispuesto.

Sollocé, tantos recuerdos con H, tanto sexo alocado y faltas a la ley...

—¿Qué haré sin él? Yo lo amo, no es posible... ¡H, nunca te olvidaré!

Bruno se sentó conmigo y tomó mis manos con dulzura.

—Tengo que revelarte un secreto que he guardado desde hace un tiempo... ¿Recuerdas cuando me quedé el verano pasado en tu casa?

Gemí de tristeza:

—Sí, te comiste a mi gato, mordiste los sillones y tapaste la ducha con todo tu vello corporal.  —No sé a qué viene— ¿Qué pasa con eso?

—Bueno...yo —se rascó la oreja con el pie— soy un hombre lobo.

Mordí mi labio inferior...hombre lobo, ¿eh? Qué sexy...

(AL) FIN .

Espero que les haya gustado, y también, que logre cumplir con sus expectativas en la segunda parte :D. ¡Saludos desde mi rincón!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top