i.tales of a past life
EN EL PALACIO DE AGRABAH SE PODIAN ESCUCHAR LAS RISAS Y CARCAJADAS DE LAS DOS PEQUEÑAS PRINCESAS.
Quienes corrían por los pasillos seguidas de la Haseki, quien hiba detrás de ellas.
—¡Vengan aquí pequeñas traviesas! ¡Voy a atraparlas! — gritaba la Haseki a sus dos princesas.
Sherezade y Jasmine solo reían y seguían corriendo por los pasillos del palacio seguidas de una cria de tigre y una de pantera negra.
Ambas princesas siguieron corriendo hasta dar a los jardines reales, donde Jasmine y su tigre, Rajah al igual que Umbasi, la pantera negra, se escondieron entre los arbustos, mientras que Sherezade se habia quedado admirando una pequeña mariposa de color azul.
—¿Que es lo que observas mi hermosa princesa? — pregunto la Haseki una vez que había llegado al lado de la pequeña de cabellera blanca.
—Esta mariposa, es linda, me recuerda al océano y a una de las tantas historias que invente, me gustaría que mi padre Jafar me escuchara — admitió mientras observaba como la mariposa se hiba volando.
—Bueno, ¿por qué no vas con el ahora mismo? — pregunto la sultana mientras se arrodillaba a la par de la pequeña.
—Dice que está muy ocupado para escucharme, que el Sultán lo tiene con mucho trabajo — admitió cabizbaja y con un semblante triste.
La Haseki sonrió tristemente mientras hacía que un mechón de la larga cabellera blanca de Sherezade se hiciera a un lado.
—Tienes una mente muy curiosa mi pequeña — hablo para que la pequeña de cabello blanco diriguiera su mirada hacia ella.
Sherezade le sonrió hasta que vio como entre los arbustos, Jasmine junto a los dos felinos se acercaban hacia ellas, ella sonrió al ver que Umbasi se acercaba a ella para que lo acariciara. Observó como la Haseki abrazaba a Jasmine y de inmediato sintió que venía sobrando ahí, por lo que decidió irse a hurtadillas al estudio de su padre, y le rezaba a los dioses por qué el estuviera ahí, no le gustaba visitarlo cuando hiba a la prisión del palacio, ese lugar jamás le gustó.
Tomo uno de los atajos del palacio hasta llegar al estudio de su padre, notando que este no estaba, solamente su fiel pájaro Yago se encontraba, Sherezade hizo una mueca, sin duda no iría a buscarlo por lo que prefirió esperarlo ahí hasta que su padre apareciera.
—Hola, Yago — saludo la niña al ave, aunque el ave lo único que hizo fue gritar su nombre reiteradas veces —Muy bien, cálmate.
Lo presto atención por lo que comenzó a vagar alrededor, a ver lo que su padre tenía y ojear algunos libros hasta que uno en especial arriba de una mesa llamó su atención leyendo una de sus páginas donde hablaba de la ciudad perdida de Atlantis. Leyó sus páginas detenidamente hasta que la voz de su padre la hizo asustarse.
—¿No te he dicho que no debes estar aquí sola, Sherezade? — pregunto su padre mientras se acercaba, Sherezade se alejó inmediatamente del libro.
—No estaba sola, estaba con Yago — objeto la pequeña mientras señalaba al ave.
—¿Qué es lo que necesitas, hija? — pregunto Jafar sin prestarle atención realmente.
—Solo esperaba que. . .escucharas una de mis historias — respondió la pequeña apenada.
—Sherezade, sabes que no tengo tiempo para ello, el sultán me tiene bastante ocupado — respondió Jafar inmediatamente sin dejarla continuar
—Pe-pero ni siquiera me has escuchado, por favor papá — suplico la pequeña
Jafar soltó un suspiró, si era honesto, tenía cosas más importantes que hacer que escucharla y cuando la pequeña hiba en su búsqueda inmediatamente ordenaba que la llevaran con la Haseki.
—Leí algo en tu libro — siguió hablando la pequeña — sobre la ciudad perdida de Atlantis, mis. . .historias tienen que ver con eso, hay gente y tienen mucho oro y. . .magia.
Al escuchar sobre la ciudad de Atlantis la atención de Jafar se centro en Sherezade completamente, pero al recordar que la pequeña era sumamente imaginativa, supuso que eran sólo inventos suyos.
—Me encantaría seguir escuchándote pequeña, pero tengo trabajo, talvez luego — hablo Jafar mientras empujaba sutilmente a Sherezade fuera de su estudio.
—Pero. . .¿me prometes que me escucharás? — pregunto inocentemente hacia su padre una vez que estuvo fuera del lugar de trabajo de su padre.
—Si, si, ahora vete a jugar. — ordeno
Sherezade asintió y se fue de ahi con una sonrisa en busca de la Haseki y Jasmine, sin saber que aquellos sueños e historias que solía tener, no eran simplemente eso, si no recuerdos de su antigua vida.
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