Penúltimo Capítulo- ¿El Último Adiós?
No he tenido un día más tranquilo como al de hoy. Nada de chicas poseídas, nada de demonios, ni dimensiones. Todo estaba pacífico y normal, a excepción de mi ADN lobuno. Decidí que me tomaría un descanso y pasaría el resto del día en casa. Quizás me quedaría en pijamas hasta las tres de la tarde y comería cinco cajas de pizza, seis litros de refresco y vería todas las películas de romance que no pude ver.
Cuando el reloj dio las 4, me adentré a la ducha. Calenté el agua y me senté debajo de ella a reflexionar, aunque mis pensamientos solo se centraban en las miles de muertes a causa de mis manos y las otras miles de vidas que pude haber salvado, era relajante sentir el agua hervir y consolar cada centímetro de mi cuerpo. En fin, al salir me envolví en la toalla mas suave que tenía en mi guardarropa y me senté en mi cama a revisar mi celular.
¿Les dije que el día fue pacífico? Pues, eso fue exactamente lo que sucedió...FUE.
Mi celular de pronto empezó a calentarse y sentí como me quemaba la palma de la mano. Lo lancé al suelo, donde empieza a emerger humo de él. De la nada, la pantalla se enciende y un mensaje sale en mensajería:
~Ven al edificio abandonado de la Ave. Cherry Rose. Ven sola
Atte.:
No había quien firmara. Releía el mensaje buscando alguna señal de que era una simple broma de Miracle, pero no la obtuve. Me transformé en loba y corrí hacia el lugar de destino.
Bajo mis patas no había más que escombros, cenizas y polvo. Las piedras hacían un gran estruendo que rompía el siniestro silencio del lugar. Rondé por el edificio hasta que cayó en anochecer. Pequeños rayos de luna iluminaban ciertos puntos de la construcción y el techo abierto dejaba apreciar el abarrotado cielo de estrellas.
Después de unos minutos, luego que cayó el anochecer, a mi nariz llegó un aroma profundo e infalible. Un aroma...a muerte. No era por su repugnancia, sino por el mero instinto que aquel aroma venía acompañado de:
-Creo que nos volvemos a encontrar...-.dijo una voz a mis espaldas.
Ahí, a la luz de un rayo de luna, se encontraba una mujer de pelo oscuro, labios vino y unos ojos de infierno, cuya mirada hacía sentir que te miraba el alma.La joven estaba sobre unas botas negras, cual era el mismo color de la capa de cuero y un vestido tan expuesto que no sabría como describirlo.
Mis dientes le empezaron a gruñir y mi mirada se volvió cada vez más imponente. Mis ojos se tornaron de un color azulado, que bailaba con un humo violeta rodeado por un circulo plateado. Irradiaban luz y me sentía poderosa.
La joven me lanza contra una columna de cemento, agrietandola. Salto sobre ella y trato de incrustarle mis colmillos llenos de veneno en su cuello, pero cuando lo logro...da unos pasos hacia atrás, se acaricia un poca la herida y luego esta empieza a sanar. Ella me lanza una mirada malévola y luego me lanza con tal fuerza que traspaso cinco columnas de cemento seguidas. Me transformé en humana y me arrodillé en el suelo tratando de soportar el dolor de mis vertebras volviendo a acomodarse.
-Pronto la humanidad estará de rodillas, de la misma manera como tú estas ahora.-. dijo la joven de rojo.
Mis iris brillaron con furia y, a pesar que aún no había terminado de sanar, me levanté del suelo y alcé a la la mujer de rojo por los aires para que impactara con el techo y luego con el suelo de concreto. Antes de que se levantara, me subí encima de ella y envolví mi puño en un inexplicable fuego azul y le lanzaba puñetazos alrededor de toda su perfeccionada cara hasta el punto que empezó a sangrar. Por desgracia, me arrojó hasta lo profundo del edificio antes que pudiera continuar deformándole el rostro.
Me convertí en lobo. Mi ira era infinita y ya nada y nadie me podía detener. La iba a asesinar.
Mis ojos se tornaron, por primera vez, de un rojo vino, tan oscuro como la propia sangre. Mis patas se enterraron en el polvo gris del suelo y mis pulmones se llenaron del frío aire del ambiente. Ella, sus pupilas se alargaron y se tornaron blancas, mientras sus iris negros. Toda su ropa se transformaba a un cuero oscuro y dos katanas aparecieron en sus manos.
Solté un aullido, ella un grito.
Corrimos con ira y desprecio una de la otra. Mis ojos se encendieron de una llama azul y mis pisadas partían el suelo.
En el último segundo, ambas saltamos del suelo, alzando inmensidades de polvo y concreto roto al aire, y nuestras magias se encontraron.
Una bola de fuego de varios colores sale de ese contacto. Ambas salimos disparadas hacia direcciones contrarias, mientras el edificio temblaba ante el estruendo.
Caí al suelo, con casi todo mi cuerpo hecho trizas y desangrándome con velocidad. Miré hacia mi costado y pude apreciar a la joven de rojo cambiar de forma. Su cabello se trono rubio, su piel más clara y su apariencia más inocente. Pareció que mi mundo se detuvo cuando mi mirada se enfoco en el cuerpo de lo que alguna vez fue un ser de bondad.
~A-Amanda...~pensé.
Lo último que escuché fue la exaltada voz de Bryan acercarse. Luego, mis oídos fueron invadidos por un fuerte silbido. Las luces se apagan.
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