Capítulo 19


Ya sé, ya sé, tardo mil años en actualizar. Mis disculpas :c Las amo 

Con cariño,

Ella ♥


Capítulo 19


George estaba sin habla.

De un segundo a otro, apareció en la habitación de Jenna. Ella se llevó un gran susto al verlo, porque estaba estudiando y no pensó que nadie la fuese interrumpir, pero esto era de extrema importancia. Claro que George no pudo comunicárselo, pues las palabras no lograban salir de su boca. Luego de unos minutos de verlo balbucear, Jenna se exasperó y le exigió a su novio que le contase lo que ocurría.

—Yo... yo... —tartamudeaba George— yo estaba en la sala... e iba a venir hasta aquí cuando... Cassie... Paul... Cassie y Paul... ¡se besaron! ¡Cassie y Paul se besaron!

Jenna estaba sorprendida de lo que George le acababa de contar. No porque no supiera al respecto, sino porque ahora también George tendría que saberlo.

—Vaya, que descuidados que son estos dos —suspiró Jenna— así cualquiera los descubrirá...

—Espera... ¿tú sabías de esto? ¿De que Paul y Cassie...? —preguntó George y Jenna asintió. — ¿Cassie y Paul están saliendo?

Jenna se apresuró en negar con la cabeza.

—No, no, no, no están saliendo —desmintió. —Bueno, no que yo sepa.

George se recostó en la cama de Jenna, observando el cielorraso sin poder creer aún lo que acababa de ver.

— ¿Paul está enamorado de Cassie? ¿Cómo es esto posible? —se preguntó en voz alta.

—Se enamoró de ella de la misma manera en que tú te enamoraste de mí ¿no crees? —dijo Jenna sentándose junto a él.

—No, es diferente —dijo George mientras lo meditaba— porque Cassie es Cassie, y tú eres tú ¿comprendes?

—Me temo que tendrás que ser más específico, George.

—Creo que... —comenzó a decir— creo que iré a matar a Paul. Ya regreso.

George se puso de pie, dispuesto a irse, pero Jenna lo detuvo.

—Por Dios, George, ¿qué locuras dices? —lo reprendió Jenna. —No puedes decirles nada sobre lo que sabes, ellos no querían que ustedes se enterasen por esto mismo.

—Pero... ¡Cassie! De todas las chicas que hay en el mundo, ¡tenía que ser Cassie! Es algo que no logro concebir. ¡Es sólo una niña!

Jenna rio ante aquel comentario.

—Ya no es una niña, George, y ya es hora de que dejen de tratarla así ¿no creen? —dijo Jenna, enternecida ante la negación de George.

— ¡JAMÁS! —exclamó George y fue con paso decidido hasta la sala.


NARRA CASSIE

Por algún motivo no podía apartarme de Paul.

Tal vez porque no podía, o en realidad porque no quería.

¿Él me había besado a mí? ¿O yo lo había besado a él? A decir verdad, no lo recuerdo, estaba tan concentrada en ese momento... en sus labios, sus pequeños y redondeados labios. Eran fríos, muy fríos sí; pero tan suaves, tan dulces. Él acariciaba mi mejilla mientras me besaba, yo su cabello, y por más de que mi corazón deseaba que ese momento durara para siempre, mi mente me decía que me aleje lo más pronto posible, y eso hice.

— ¿Qué fue eso? —pregunté apartándome de él, con mis mejillas completamente rosadas.

—Lo siento, me dejé llevar por el momento —se disculpó él, sin poder verme a los ojos.

—Ambos lo hicimos —admití— pero no se puede repetir. Porque eso es lo que querías, es lo que habíamos acordado ¿no es así?

Él dudó por un momento, pero luego asintió, sin apartar la vista del suelo.

— ¡Chicos! ¿Hay alguien aquí? —gritó George apareciéndose en la sala.

— ¡Sí, nosotros! —grité yo, y me levanté de mi asiento para dirigirme hasta donde estaba George. Paul vino detrás de mí.

— ¡Cassie, Paul! —Exclamó George observándonos— ¡no tenía idea de que estuvieran aquí!

— ¿Estás bien, George? —pregunté con preocupación, porque se veía algo extraño.

— ¡Claro que sí! —Respondió enérgicamente— ¡estoy estupendo!

Miré a Jenna —quien estaba a su lado— en busca de alguna respuesta, pero ella sólo se encogió de hombros, mientras George prosiguió.

—Y hablando de estupendo, tengo una estupenda idea. ¿Por qué no les cocino algo y comemos los cuatro juntos, eh? ¿Qué les parece?

Nos observamos unos a otros, sabiendo que algo raro ocurría, pero de todas maneras le seguimos la corriente a George. Él cocinó spaghetti —mucho spaghetti— y nos llenó a cada uno el plato. Me gustaba el spaghetti, pero cuando te sirven cuatro kilos, ya no es tan lindo. Jenna le había aconsejado que no hiciera tanto, pero él no hizo caso, alegando que no comíamos lo suficiente y que por eso tendríamos mucho frío en el invierno o cosas así. La cena, para ser honesta, fue un poco incómoda. George y Jenna ocultaban algo, y nosotros también, por lo que no había mucha conversación. Bueno, exceptuando a George, que era el único que hablaba y hablaba sin parar y nos reclamaba que comamos todo rápido o se enfriaría.

— ¿Qué les parece la comida, chicos? ¿Está buena? —preguntó George.

—Sí, muy buena —respondió Paul.

—Le iba a poner miel, pero Jenna insistió en que la miel y el spaghetti no iban bien juntos —se quejó George. — ¿Ustedes qué creen?

—Sí, creo que estoy de acuerdo —respondí encogiéndome de hombros.

—Tal vez tengan razón, no es una combinación muy buena. Es una combinación muy mala, de hecho. Son dos cosas que no se tendrían que juntar, como muchas otras cosas...

— ¿Tienen idea de en dónde pueden estar John y Ringo? —lo interrumpió Jenna.

—Creo que hoy tenían una entrevista radial ¿no es así? —dijo Paul y yo asentí.

La mesa se sumió en un silencio que no duraría mucho, después de todo, George siempre tenía un tema de conversación al azar.

— ¿Sabían que Winnie The Pooh había sido declarado Embajador Mundial de la Amistad por la ONU en 1998?

Ante aquel peculiar dato, los tres negamos con la cabeza, y George continuó.

—Es un dato interesante. Paul ¿te agrada Winnie Pooh? —preguntó George.

—Eh... sí, eso creo. Es lindo —respondió Paul.

—Sí, a mí también me agrada —sonrió George— ¿y qué hay de la amistad, Paul? ¿No crees que es genial?

—Sí, por supuesto —dijo él y yo observé a Jenna, porque no entendía qué estaba ocurriendo. Ella sólo estaba avergonzada por la actitud de su novio.

—La amistad es algo muy importante, también. Los amigos no se guardan secretos, eso me agrada. ¿No te agrada, Paul? ¿No te agrada el hecho de que los amigos no se oculten cosas?

—Entonces —dijo Jenna— la cena estuvo genial. Pero creo que ya es tarde.

—No, no, no es tarde, no es para nada tarde —se apresuró a decir George— aún podemos hablar sobre muchas cosas. Además, no terminaron su spaghetti...

— ¿Qué demonios ocurre aquí, George? —pregunté fastidiada, porque George ya estaba asustándome. A todos, en realidad.

—Nada ¿por qué habría de ocurrir algo? —dijo George con suma tranquilidad.

—Porque has actuado espeluznante toda la noche, y quiero saber por qué —exigí.

—Pues, nada ha ocurrido —dijo George— nada de nada. Nada, nada, nada. Nada. ¿No les parece extraña la palabra "nada" si la repiten muchas veces? Nada, nada, nada, nada, nada, nada, nada, nada...

— ¡George! —grité.

—De hecho, sí ocurre algo.

—George... —dijo Jenna.

—Jenna perdió su llavero hace poco, y no puede encontrarlo. ¿Lo han visto? —preguntó George y Jenna parecía aliviada.

—No, no lo he visto —respondí.

—Yo tampoco —respondió Paul.

—Bueno, entonces seguiremos buscando, pero descartaremos lugares. En la habitación de Jenna no está, porque ya buscamos, y en la boca de Cassie tampoco está, ya que Paul estuvo allí y no lo encontró...

En ese momento los cuatro nos pusimos de pie.

— ¿Tú nos viste? —preguntó Paul alarmado.

— ¡George! —Lo regañó Jenna— ¡te dije que no dijeras nada!

—Espera ¿tú también nos viste? —preguntó Paul.

—No, pero yo ya lo sabía —explicó Jenna.

— ¿Le contaste a Jenna sobre nosotros? —me preguntó.

—Jenna es mi mejor amiga, por supuesto que lo sabe —dije obvia.

—John es mi mejor amigo y yo no se lo he contado —contrarió Paul.

—En primer lugar: auch —dijo George, con una mano en su corazón. —En segundo lugar, no se lo puedes contar a John porque sabes que te dará una paliza. Y en tercer lugar, yo seré el que te dé una paliza primero. ¿Cassie? ¿De verdad?

—Uno no elige de quién se enamora, George —respondió Paul, rascando su nuca.

—Lo sé, Paul, pero —suspiró George— me resulta tan difícil ver que la persona de la cual te enamoraste es de Cassie, de nuestra pequeña Cassie. Y que ella también te ame, es tan... no lo sé... repentino.

—Repentino es algo que no es, a decir verdad. Al menos no para nosotros —intervine. —He estado enamorada de Paul durante años.

—Y yo de ella —comentó Paul, observándome. ¿Por qué me hacía esto?

—Pero ¿están saliendo? —quiso corroborar George.

—Ya te dije que no —respondió Jenna.

—Pero... ¿por qué no? —preguntó George, quien al parecer se estaba ablandando un poco.

—Porque eso es lo que acordamos —expliqué. —Paul y yo sabemos que no es posible que estemos juntos, así que no vamos a hacer nada al respecto. ¿Verdad, Paul?

Paul no dijo nada por unos segundos, con la vista en el suelo. Pero luego me miró.

—No —respondió y se acercó a mí. —Es decir, sé que eso es lo que habíamos acordado pero, no puedo. En verdad no puedo.

— ¿De qué hablas? —pregunté confundida.

—George y Jenna están saliendo, y nada malo ha ocurrido así que ¿sería tan grave que nosotros dos también lo intentemos? —dijo tomándome de las manos, y yo no podía decir nada, sólo podía escucharlo. —Te amo, Cassie, y quiero que lo intentemos. ¿Querrías salir conmigo?

Había esperado tanto tiempo para oír algo así que, ahora que lo oía, no podía creerlo. Todos esperaban una respuesta de mi parte, y yo no lograba decir nada. Finalmente, oí unas palabras salir de mi boca.

—Es la pregunta más tonta que me han hecho en la vida —respondí, y la sonrisa de Paul se borró. —Por supuesto que quiero salir contigo —finalicé y su sonrisa reapareció, ahora más grande que nunca.

Me tomó de la cintura, me acercó a él y me observó, sin decirme nada, sólo sonriéndome. Luego acarició mi rostro y plantó un dulce y correspondido beso sobre mis labios. Jenna exclamó de ternura, sin poder evitar correr a abrazarnos y George, conmovido y resignado a la vez, hizo lo mismo.



Pasaban los días y mi relación con Paul era cada vez mejor. Aún me resulta un poco extraño el hecho de que estoy en una relación con él, pero lo estoy, y eso me fascina. Claro que el trato entre nosotros no había cambiado mucho, ya que estábamos en una relación "clandestina" por así decirlo, debido a que nadie sabía de nosotros dos, exceptuando a Jenna y George, por supuesto. Aunque este último siempre se quejaba de la presión de tener que guardar el secreto, principalmente por John, quien era muy listo y que, eventualmente, terminaría descubriéndolo todo. Pero nosotros le decíamos que no se preocupara, aunque no sabíamos si en verdad se lo decíamos a él, o en realidad nos lo decíamos a nosotros mismos.

Aunque una vez estuvimos muy cerca de arruinarlo.

Era la tarde, pero de hecho ya estaba anocheciendo. El departamento hubiese estado tranquilo si no fuera por el sonido que salía de la televisión. El volumen estaba considerablemente alto mientras Paul y yo jugábamos a un videojuego de pelea callejera. No es por alardear, pero le estaba pateando el trasero a McCartney, y él lo sabía, aunque no quería admitirlo. A decir verdad, el causante de mis múltiples victorias había sido el personaje que había escogido. Yo había escogido a un tipo rudo con unas cadenas que servían para inmovilizar al oponente, arrojarlo al suelo, quitarle su arma, etc. Mientras que Paul había escogido a un personaje que parecía un samurái con un gran sable, pero que terminó siendo un tipo raro en túnica con un gran... burbujero. Sí, definitivamente no era un sable, sino un aparato para hacer burbujas. Paul se arrepintió instantáneamente de su elección, pero ya no había vuelta atrás, por lo que tuvo que soportar que le ganara tantas veces.

—No sé si te diste cuenta, pero te dejé ganar —dijo Paul.

—No sé si te diste cuenta, pero ambos sabemos que eso es mentira —sonreí.

—Claro que no —rio él— te dejé ganar. ¿Y sabes por qué? Porque te amo.

Cuando Paul dijo que me amaba, John había aparecido.

— ¿Qué ocurre aquí? —preguntó John con una mueca.

—...Como amiga. Te amo como amiga —se apresuró a decir Paul. —Porque los amigos son importantes, y es esencial decirles que los amas. Te amo por ser mi amiga, Cassie. A ti también te amo por ser mi amigo, John.

—Bueno... como digas —dijo John y fue a buscar galletas a la cocina. Luego desapareció, y ambos suspiramos aliviados.

—Eso estuvo cerca —dijo Paul, y yo estuve de acuerdo.

— ¿Ves lo que pasa cuando mientes? Estabas mintiendo sobre que me dejaste ganar, y por eso apareció John —me burlé.

—No es mentira, te dejé ganar, como el caballero que soy —insistió Paul, sin poder controlar su orgullo masculino.

—No importa, Paul. Aunque seas un gran mentiroso, yo te amo igual —le dije y John volvió a aparecer. —Porque eres mi amigo, y por eso te amo. John, también te amo. Y si ves a los chicos, John, diles que también los amo.

John volvió a la cocina, esta vez para beber un refresco, y después de mirarnos de manera indescifrable, desapareció.

Paul y yo volvimos a suspirar, aunque no tan aliviados como antes.

¿Acaso John ya lo sabía?

De eso no estaba segura, pero al ver la linda sonrisa de Paul junto a mí, me di cuenta de algo.

Definitivamente Paul y yo no éramos como la miel y el spaghetti.

Nosotros, aunque los demás no lo quieran, íbamos muy bien juntos.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top