Capítulo 16
El capítulo ya no es tan especial porque ya pasó San Valentín, pero bueno.
Por lo menos lo escribí en un día, hace mucho que no hacía eso :3
Disfruten :3
Con cariño,
Ella ♥
Capítulo 16
Cuando ingresé a la habitación de Jenna, ella estaba llorando.
Las cosas que le había dicho a George no fueron para nada lindas, y las que George le dijo a ella tampoco. Ambos estaban muy mal y lo único que hacían era atacarse el uno al otro. Esa definitivamente no era la solución. Jenna lloraba en su almohada mientras yo intentaba consolarla. Ella no quería lastimar a George, pero dijo lo que dijo porque no pueden estar juntos, por más que quisieran. Me confesó que le gustaba George, a pesar de que yo ya lo sabía, después de todo, soy su amiga y la conozco bien. Sin embargo, no sabía qué decirle, dado que las dos estábamos en situaciones similares. Ambas enamoradas de fantasmas. ¿En qué nos habíamos metido?
Ya era tarde, y Jenna se había dormido. Los chicos también se habían ido. Apagué todas las luces del departamento y la televisión. Caminé hasta mi habitación y me puse mi pijama, tomé un libro de uno de los estantes y después de apagar la luz —y encender la lámpara que estaba en mi mesa de noche— me acosté en mi cama. Comencé a leer Peter Pan, y sonreí al recordar que era uno de los favoritos de Paul. Minutos después, como si supiera que estaba pensando en él, tocó a mi puerta. Le dije que ingresara. Una de las ventajas de ser un fantasma era que no hacía falta que te tomaras la molestia de abrir una puerta, sino que podías atravesarla sin problemas.
—Quería disculparme contigo —dijo acercándose. —Sé que he estado actuando diferente últimamente.
—Lo noté —dije yo, haciendo el libro a un lado por un momento. — ¿Hay algo que deseas decirme, Paul?
Él titubeo, pero no salió mucho de su boca.
—No —respondió con su vista en el suelo— solo estuve pensando en cosas, eso es todo.
—Sí, pensando en cosas —repetí— hace mucho que sólo estás "pensando en cosas". ¿Por qué no mejor me dices lo que ocurre, Paul?
—No puedo hacerlo —dijo y pude percibir un poco de amargura en su voz— son asuntos personales. ¿Tú no tienes asuntos personales, Cassie?
—Supongo que tienes razón —suspiré. Tomé el libro e intenté leer, pero una pregunta de Paul me lo impidió.
— ¿Cómo está Dylan? —inquirió.
— ¿Sus lazos familiares hacen que te intereses por él? —pregunté observándolo.
—Ahora que sé que es mi tataranieto, no tengo deseos de tratarlo mal pero... en realidad me refería a cómo está tu relación con él —puntualizó.
—No lo sé. No le he hablado en días —respondí con total honestidad.
— ¿Por qué no? —preguntó.
—Tú tienes tus asuntos personales, yo tengo los míos —expresé con una sonrisa.
—Me parece justo —asintió él.
Volví mi vista al libro. Paul se sentó junto a mis piernas y observó el libro que estaba leyendo.
— ¿Peter Pan? Me encanta Peter Pan —dijo con una sonrisa dibujada en su rostro.
—Lo sé.
Intentaba concentrarme en la lectura, pero sentía la mirada de Paul sobre mí, hasta que al fin se atrevió a decir algo.
— ¿Te importaría leerme, Cassie? —Preguntó con timidez— Me gusta oír tu voz.
—Sería un placer —sonreí y proseguí con la lectura.
De estar sentado junto a mis piernas, pasó a recostarse. Y luego, mientras continuaba leyendo, se acercó más y más, hasta quedarse dormido junto a mí.
"Volvió a atisbar para ver por qué se había interrumpido la música y entonces vio que la señora Darling había apoyado la cabeza en la caja del piano y que tenía dos lágrimas en los ojos.
«Quiere que abra la ventana», pensó Peter, «pero no lo haré, no señor.»
Volvió a asomarse y las lágrimas seguían allí, u otras dos que habían ocupado su lugar.
—Quiere muchísimo a Wendy —se dijo. Entonces se enfadó con ella por no darse cuenta de por qué no podía tener a Wendy.
La razón era tan sencilla:
—Yo también la quiero. No podemos tenerla los dos, señora."
Dejé de leer cuando noté que estaba dormido. Lo observé con cuidado. Dylan tenía pestañas largas como las de él, y ojos somnolientos también. Dylan era un muchacho increíble en verdad, pero tenía que dejar de engañarme a mí misma. Pensaba que al salir con Dylan podría superar a Paul, pero ahora era todo lo contrario. ¿Cómo podría superar a Paul si salía con su tataranieto? No tenía sentido.
Pero al observarlo dormir, llegué a una conclusión.
Paul podía estar muerto, pero mi amor por él no.
Luego de unos días, mi breve relación con Dylan había terminado.
Lo había citado a una cafetería a hablar sobre el tema. Le tuve que confesar que aún seguía enamorada de otra persona, y para mi suerte, él lo comprendió. Me entristecía tener que terminar con Dylan, pero no había otra solución. Cuando le dije a los chicos sobre lo ocurrido, estos se sorprendieron. En verdad pensaban que tenía un futuro con Dylan, a pesar de que no les agradara la idea. Intentaron animarme, aunque no estaba muy triste. Lo que me afligía no era terminar mi relación con Dylan, sino no poder comenzar nunca una con Paul. Y respecto a George y Jenna, la situación aún seguía algo tensa pero ya no tanto. La agresión había disminuido, porque ambos se habían pedido disculpas por las cosas hirientes que se habían dicho. Inclusive, para animarnos un poco, Jenna nos había propuesto algo.
El tío de Jenna tenía un bar a unas calles llamado "La Caverna", en honor a los Beatles. Él era un gran fanático del rock clásico, y aquella semana haría una noche especial de los 60s. Habría karaoke y tragos con descuento para los que fueran vestidos acorde a la década celebrada. No lo dudamos ni un segundo y decidimos ir. Cuando llegó el sábado a la noche, fuimos hasta el bar. Jenna nos presentó a su tío quien resultó ser un hombre muy agradable. Afortunadamente, como todos estábamos disfrazados, no pudo reconocer a los chicos. Jenna estaba disfrazada como las chicas a finales de los 60s, con un atuendo oriental y bohemio. Yo había optado por disfrazarme como una mod de mediados de los 60s, con mucho spray en el cabello y usando unas relucientes botas a go go. En cuanto a los chicos... Dios, tendrían que haber estado allí.
Los chicos habían decidido disfrazarse como varios nombres icónicos de la época. John se había disfrazado de Andy Warhol, con un sweater cuello de tortuga y una peluca blanca. Paul se había disfrazado de Jim Morrison, con pantalones de cuero negro ajustados, camisa generosamente desabotonada y una peluca de largos rizos. El que también tenía una peluca con rizos era Ringo, ya que había optado por disfrazarse de Bob Dylan, quien era sólo un poco más alto que él. Pero si hablamos de pelucas alocadas, la que se llevaba el premio era la de George, que había decidido disfrazarse de la versión blanca de Jimi Hendrix. Su camisa era de colores brillantes y también estaba tan desabotonada como la de Paul. En resumen, los Beatles se habían lucido. Siempre les gustaba provocar risas, y con esos atuendos, créanme que lo lograron. Aunque debo admitir que también se veían atractivos.
La música era genial. Sonaba música de los 60s de todo tipo y de diferentes años, desde pop y doo wop de principios de la década hasta soul y rock psicodélico de finales de ésta. Las personas eran muy divertidas y hasta donde vi, la mayoría había cumplido con el requisito de ir disfrazados. Inclusive el lugar estaba estupendamente decorado, con carteles de diferentes bandas y lámparas de lava. Se sentía como haber viajado en el tiempo, todos disfrutando de la música y sintiéndose genial. Ordenamos unas hamburguesas vegetarianas y unas papas, y comíamos a gusto mientras observábamos a las personas cantar en el escenario. Luego, a medida que la noche pasaba, más personas se sumaban a la pista de baile. Déjenme decirles, los pasos de baile de los años 60s tal vez no sean los mejores en la historia del baile, pero definitivamente eran divertidos de practicar. El baile en aquella época era algo lleno de energía, dónde cada uno se dejaba llevar por la música y hacía los movimientos que sentía, sin que nadie los juzgue. Todo era genial, y fue cuestión de tiempo —y de algunos tragos— hasta que los chicos y yo decidimos sumarnos al karaoke.
Debo admitir que todos nos alocamos un poco, lo cual fue muy divertido. Por mi parte, opté por cantar "Do Wah Diddy Diddy" de Manfred Mann. Definitivamente no fue una gran interpretación, pero el público fue increíble conmigo y me acompañó al cantar los "do wah diddy diddy dum diddy do". Luego los chicos cantaron canciones de los artistas de los que se habían disfrazado. Paul cantó "Hello, I Love You" de The Doors, y la emoción del momento lo llevó a arrojarse al suelo y desabotonar por completo su camisa, lo cual fue algo interesante de ver. Ringo nos impactó a todos con una gran e inesperada interpretación de "The Times They Are a-Changin'" de Bob Dylan. Todas las personas del lugar movían sus manos en el aire, de un lado al otro, al ritmo de la canción, lo cual fue genial. Luego todos hicieron palmas vigorosamente mientras George cantaba "Fire" de The Jimi Hendrix Experience. Incluso hizo unos pequeños pasos de baile, lo cual les encantó a todos.
Pero cuando tocó el turno de Andy Warhol, todos enloquecieron. Como Andy no cantaba, John decidió cantar una canción de otra persona: Nancy Sinatra. "These Boots are Made For Walkin'". Cuando Paul y Ringo oyeron su elección de canción, corrieron hasta el escenario, declarando que habían practicado la coreografía un millón de veces, por lo que fueron las bailarinas detrás de John. Nunca se ha visto espectáculo más afeminado y divertido que ese. Andy Warhol, Jim Morrison y Bob Dylan cantando y bailando al ritmo de "These Boots are Made For Walkin'" es algo que nadie quisiera perderse. Y en efecto, Paul y Ringo tenían razón, porque se sabían todos los movimientos del video a la perfección. El público vitoreó enardecido, de la misma manera en que seguramente lo harían si se enteraran que se trataba de los Beatles.
Y en lo que respectaba a Jenna... ella estaba borracha. Realmente borracha. Le di un vistazo a nuestra mesa y la mayoría de los tragos que se habían consumido pertenecían a Jenna. John tomó varios tragos, pero no estaba ebrio. Ringo le siguió, y creo que George y yo bebimos casi la misma cantidad, mientras que Paul no bebió. El resto de los vasos de la mesa pertenecían a Jenna, quien no se había controlado para nada. Sin embargo, no quería marcharse del lugar sin cantar antes una canción. Le susurró al dj su pedido, se subió al escenario con un poco de dificultad y tomó el micrófono.
—Quisiera dedicarle esta canción a una persona muy especial para mí —dijo riendo y observando a nuestra mesa. Más específicamente a George.
Luego de que le dio la señal al dj, comenzó a sonar "You like me too much" de una banda que se nos hacía muy familiar.
"A pesar de que te has ido esta mañana
Estarás de vuelta esta noche
Diciéndome que no habrá próxima vez
Si no te trato bien
Nunca me dejarás y sabes que es cierto
Porque te gusto demasiado y tú me gustas a mí
Has intentado dejarme antes
Pero no has tenido el valor
Para irte y dejarme sola
Que es todo lo que me merezco
Nunca me dejarás y sabes que es cierto
Porque te gusto demasiado y tú me gustas a mí
En verdad me gustas, y es lindo cuando me crees
Si tú me dejas
Te seguiré y te traeré de vuelta a donde perteneces
Porque no podría soportarlo
Admito que estaba equivocada
No te permitiría dejarme porque es cierto
Porque te gusto demasiado y tú me gustas a mí
Porque te gusto demasiado y tú me gustas a mí
En verdad me gustas, y es lindo cuando me crees
Si tú me dejas
Te seguiré y te traeré de vuelta a donde perteneces
Porque no podría soportarlo
Admito que estaba equivocada
No te permitiría dejarme porque es cierto
Porque te gusto demasiado y tú me gustas a mí
Porque te gusto demasiado y tú me gustas a mí."
George no pudo evitar sonreír ante la serenata de Jenna. Cuando ella bajó del escenario, George corrió a ayudarla, para que no se cayera de lo ebria que estaba. Pero como no podía caminar, él tuvo que cargarla en brazos. Decidimos que la velada había sido genial, pero que ya era hora de volver a casa. De camino al departamento, caminábamos con los chicos aún entonando algunas canciones, con Jenna cantando ocasionalmente, porque estaba casi dormida en los brazos de George. Él la cargó durante todo el camino, y no le molestó hacerlo, dado que era muy fuerte en realidad. Cuando llegamos al departamento, todos estábamos cansados. George llevó a Jenna hasta su habitación y la depositó en la cama.
— ¿Por qué no te quedas, George? —sugirió Jenna riendo.
—No creo que eso sea posible —respondió él mientras arropaba a Jenna.
— ¡Buuu! ¡Aguafiestas! —exclamó ella haciendo un puchero.
—Buenas noches —se despidió él, y antes de salir de la habitación, Jenna lo llamó.
—George —dijo ella.
— ¿Sí?
Lo siguiente fueron susurros casi inaudibles por parte de Jenna. Ella le dijo que necesitaba que se acerque, así oiría lo que intentaba decir. Él se acercó más, cada vez más, y cuando lo tuvo lo suficientemente cerca, lo besó. Pero George se apartó rápidamente.
—Vaya que estás ebria —comentó George apartando la vista avergonzado, en un intento por ocultar lo carmesí de sus mejillas.
— ¿Por qué no me besas? Pensé que te gustaba —se quejó Jenna cruzada de brazos.
—Me gustas, pero no creo que este sea el momento indicado para besarte. Estás ebria, Jenna, y créeme que me encantaría besarte, pero en tu estado, no es correcto. Me estaría aprovechando de ti, y no quiero eso —explicó.
—Eso no es cierto —contradijo ella, pero George apagó la luz de la habitación.
—Que descanses, Jenna —la saludó desde la puerta y desapareció.
Ringo y John se despidieron y también desaparecieron. Ahora yo había quedado sólo con Paul, quien para ser honesta, no parecía querer irse.
—Cassie, hay algo que debo decirte —anunció, mientras yo apagaba la luz de la cocina.
— ¿Qué sucede? —pregunté.
—Verás... yo... —comenzó a decir, pero al parecer no encontraba las palabras para expresarse.
— ¿Tú qué? —pregunté, en un intento de agilizar la situación. Estaba cansada y en verdad quería ir a la cama.
—Yo... —volvió a decir, pero ninguna otra palabra salió de su boca.
—Será mejor que ambos nos vayamos a descansar ¿qué te parece? —indiqué, y él asintió, resignado.
Sabía que había algo que le molestaba a Paul, pero al parecer no me lo diría en aquel momento. O eso creí.
Apagué la luz de la sala —que era el lugar en donde estábamos— y me despedí con un beso en la mejilla. Me dispuse a irme a mi habitación, pero la voz de Paul me detuvo.
—Cassie —dijo él, llamando mi atención.
Cuando volteé, a pesar de que la sala estaba oscura, pude apreciar el brillo de sus ojos. Noté su mirada llena de incertidumbre, pero luego su expresión cambió. Repentinamente, caminó hacia mí sin vacilar, tomó mi rostro entre sus manos y me besó.
Aunque yo estaba sorprendida al principio, luego correspondí a su beso. Sus labios eran suaves y me besaban con pasión, pero lamentablemente no duró mucho. Cuando se apartó de mí, no dijo una sola palabra, y yo tampoco. Lo único que pude hacer fue observar sus ojos hasta que desaparecieron en la oscuridad.
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