Capítulo 7: Despedida
La boda acaba con una puesta de sol preciosa y los novios despidiéndose de los invitados en la puerta del restaurante, sonriendo y esperando el momento de la luna de miel. Ese viaje que les costó tanto no creo que sea en vano.
No he visto a Gloria desde que estaba hablando con su hermano. ¿De qué estarían hablando? Tenía que buscarla en cuanto la perdí de vista, pero es como si fuera polvo, el viento se la ha llevado.
Me acerco a los novios y me despido de ellos con un abrazo, un par de besos y unas cuantas palabras cariñosas.
—Os conozco y de seguro esa luna de miel va a ser de todo menos tranquila —sonría pícara, sé lo que hacen en todo momento, como si fuera su móvil, que escucho de todo a todas horas.
—Nos conoces muy bien, Jennifer —una leve risa de parte de Marth y un sonrojo notorio de Ricky.
¿No tendría que ser al revés?
—Gloria ya se ha ido, por si te interesa. Parecía tener prisa.
—¿Te has acercado a ella cuando tuviste la oportunidad? —pregunta Ricky.
—La perdí de vista en cuanto me giré un segundo —agacho la cabeza, sintiéndome inservible en el trabajo de vigilante.
—Bueno, ya tendrás más oportunidades para hablar con ella. Pero no esperes demasiado o se te pasará el arroz —leve risa de los dos.
—Lo tendré en cuenta —suena un claxon cerca y es Dana, quien quiere llevarme ya devuelta a casa, donde me pondré a pensar sobre mis actos—. Es la hora —los abrazo a los dos bien fuerte, necesito su suerte.
Entro al coche y dejo que Dana y su novio me lleven mientras me concentro en el paisaje de nuevo. Mi mente es un remolino de preguntas que al final no he formulado. Podría haberle pedido el número, porque parece que lo cambió.
El viento que se cuela por la pequeña línea de la ventanilla azota mi cabello, despeinando lo que ya está permitido. Ya nada me importa, hoy era la oportunidad y la he cagado como una campeona.
Ojalá pudiera volver al pasado y arreglar este gran error. Lo hecho, hecho está. Lo puedo cambiar y debo tragarme su rostro apenado con patatas.
Sin darme cuenta de lo veloz que íbamos y del tiempo, estamos en la puerta de mi casa. Me llaman a gritos para poder bajarme, pero mis oídos parece que hicieron huelga durante unos minutos.
—¡Jennifer! —se da la vuelta y me zarandea Rodrigo—. Hemos llegado, despierta —soñaba con los ojos abiertos al parecer.
—Lo siento, estaba ensimismada en mis pensamientos.
—Como todo el día —suelta Dana, quien parece ser que me ha estado supervisando.
—Bueno... Adiós —bajo del coche, se despiden por la ventanilla y se van.
Cuando entro a mi casa, mi madre me recibe con una cálida sonrisa de ceja en ceja, esperando a escuchar lo que ha pasado.
—¿Y bien? —pregunta sin poder aguantar la espera—. ¿Cómo ha ido la boda?
—Ha ido entre bien y mal —dejo el bolso de mano en la mesa del salón y me echo al sofá—. Bien por la boda, mal por ella.
—¿No salió como esperabas? —se sienta a mi lado.
—Lo he estropeado todo, mamá. La herí por dentro por la ausencia, me disculpé y, justo cuando me iba a declarar, su hermano desaparecido llega delante de sus narices como por arte de magia.
—El destino te lo pone difícil.
—El destino intenta que no me acerque a ella, por eso me hace esta jugarreta de mal gusto. Lo odio con todo mi ser y, ahora, necesito una ducha para relajarme.
Solo llevo unos segundos sentada, pero no me importa. Lo que quiero es notar el agua caliente resbalar por mi cuerpo, sentir como mis músculos se relajan...
La relajación es importante en estos momentos de dolor interno y sentimental.
Yo... Presiento que los próximos días no van a ser iguales.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top