Capítulo 6: No Puedo Acercarme
Ahí está, ocupada hablando con su hermano que de repente aparece años después de estar desaparecido. Llora delante de él, lo abraza y hablan de todo lo que se han estado echando de menos, de lo que han sufrido sin el apoyo del otro.
Mientras tanto, yo estoy alejada de ellos, mirando su rostro con culpabilidad por no haberme podido declarar. ¡Soy una estúpida! Mis malditos nervios han hecho de las suyas.
Noto una mano en mi hombro, pero se nota que no es de Marth, es más fuerte el agarre.
—¿Un mal día? —se sienta a mi lado, mi plato está vacío, al igual que sucio.
—Bastante malo, Ricky.
—Ya imagino. Marth me ha contado lo que ha ocurrido. Me alegro por ella, pero tú estás sufriendo.
—¿Cómo lo has notado? ¿Por mi mirada muerta de asco y tristeza o porque tengo un trozo de tarta delante de mis narices sin probarlo?
—Ambas cosas. Por cierto, ¿puedo comérmelo? —le paso el plato del postre—. Gracias —se lleva un trozo a la boca—. ¿Por qué no cortas su charla y hablas con ella de nuevo? —da asco cuando habla con la boca llena.
—Porque hace mucho tiempo que no habla con su hermano, sería molestar en un momento tan íntimo y especial.
—Pero lo tuyo también es especial. Ahora puede hablar con él todos los días, ahora que pueden contactar por llamada.
—Tienes razón, pero aun así no quiero molestar.
—Tú sabrás lo que haces. Solo te digo que esos pensamientos tenía yo con Marth cuando éramos adolescentes. Te vi con él en el centro comercial. Pensaba en si ir y hacer de novio celoso posesivo, y al final lo hice, porque me importaba y necesitaba asegurarme de que sería para mí.
—Y menudo error cometiste.
—Sí, me sentí estúpido cuando no reaccioné de inmediato sobre tu homosexualidad. Aun así, no me arrepiento de nada de lo que hice.
—Ojalá se lo hubiera dicho al mismo tiempo que tú. A lo mejor las cosas serían más fáciles ahora.
—No te creas. Siempre es difícil —se levanta, con el plato en la mano—. Aprovecha el momento. Porque si la dejas escapar, puedes perderla para siempre —y se va junto con Marth, quien aprovecha el tiempo para estar con su madre, su hermana y su cuñado.
¿Por qué la vida amorosa es tan difícil?
NARRA GLORIA
—Siento que estoy completo ahora —suelta mi hermano—. Me he quitado un gran peso encima de mí y una pesadilla repetitiva.
—¿Pesadilla? ¿Cómo era?
—Se repetía el día una y otra vez. Papá me sacaba de la casa a la fuerza, me tiraba al suelo, todos me mirabais con odio, incluida tú, por abandonarte.
—Nunca pensé eso. Tuve la suficiente cordura para saber que no querías irte, que fue algo en contra de tu voluntad.
—Sabía que eras especial, pero nunca llegué a convencerme a mí mismo de que no me tendrías rencor en ningún momento. Y cuando perdí contacto contigo, ya comencé a notar mi soledad y desesperación.
—¿Cómo has llegado tan lejos con tan poca cosa? Papá no te dio nada de dinero.
—Digamos que tuve que trabajar de camarero sin importar la paga. Un amigo me dejó quedarme en su casa, su madre fue todo bondad. Ahí fue cuando me puse a estudiar el tema musical. Me saqué el graduado en las clases de mezcla, di todo de mí para demostrar de lo que soy capaz en uno de los estudios de grabación más importantes y de ahí en adelante intenté buscarte, pero ya no estabais en la misma casa, os mudasteis y me fue imposible. Pero no perdí la esperanza, sabía que en algún momento te volvería a encontrar —acaricia mi mejilla—. ¿No crees que ahora podemos vernos todos los días?
—No... —susurro, me escucha, por ello su sonrisa se borra con rapidez.
—¿Por qué?
—Me iré de vuelta a Francia, tengo una línea de ropa que presentar en la pasarela y seguramente trabaje ahí, si me ofrecen un contrato.
—¿Es lo que más deseas? —apoya su mano en mi rodilla, intentando dar su apoyo.
Miro a la chica que hoy me hizo daño, la chica que se disculpó con brusquedad y la que intentaba contarme algo que ahora me da curiosidad.
—Ya no sé lo que deseo, hermano —junto mi mano con la suya.
Mira al mismo lugar que yo. La ve, con la mirada caída y con las manos jugando con el mantel de la mesa.
—¿Es por ella por lo que estás indecisa?
—Sí. Creo que sí.
—¿Qué os pasa? Tenéis algo sin resolver, una tensión entre vosotras que yo denotaría que es que te quiere y no puede contarlo sin tener miedo.
—¿De qué hablas? Jennifer no es así. Es atrevida, se lanza a todo sin importarle lo que ocurra, no le tiene miedo a nada. Si le gustase ya me lo habría dicho —aunque su nerviosismo ha estado por las nubes.
—A veces somos diferentes por dentro cuando tiene que ver con alguien que nos importa —le miro a los ojos, la sabiduría que compartía conmigo de pequeño vuelve para darme una lección de la vida—. Yo que tú, hablaría con ella. Sería lo mejor para las dos, ¿no crees?
Se levanta y se va con Marth para hablar un momento sobre una cosa del estudio. Por una parte, no me importa de lo que se trate, solo estoy concentrada en qué puede ocurrir si de verdad ella se me quiere declarar.
¿Cómo reaccionaré? ¿Estoy lista para eso?
Lo siento, princesa. Me gustas, pero no sé qué decisión tomar. Es difícil.
¿Renunciar a mi sueño? ¿O renunciar al amor que siempre estaba delante de mi puerta cuando la conocí? Yo también quería declararme, pero no me fue fácil. Ni antes ni ahora.
Espero que me perdones también.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top