21•

Si, definitivamente sigue sonando como un sueño. — Voy a correrme, Jimin.— 

Al escuchar aquellas palabras, Jimin  levantó rápidamente la cabeza, liberando el pene de su boca y sonriendo con timidez. — Hazlo dentro mío... dentro mío, Jungkook.— 

Jungkook abrió sus ojos y pestañeó muchas veces hasta que se frotó los ojos con sus nudillos. Esto estaba pasando de verdad. Y... Jimin  lo llama por su nombre. 

Se incorporó, apoyándose contra la cabecera de su cama y lentamente Jimin  se colocó a horcadas sobre sus caderas. Hubo una breve pausa y Jungkook parecía que estaba pensando mucho acerca de lo que estaban por hacer a continuación. Jimin  se dio cuenta de que estaba dudando, entonces levanto su rostro con su mano en la barbilla y se inclinó para besar sus labios. 

Sí, había mariposas en el estómago de Jimin , fuegos artificiales en su mente y sintió de pronto como un peso enorme se había colocado sobre sus hombros al momento en que besó a Jungkook. 

Sabía que ahora tenía que hacerse cargo de los sentimientos de su amigo y de los suyos también. Correspondió al beso a medias desde ese momento, porque la confusión invadió su cuerpo y ugh... no. ¿Qué está haciendo? ¡Si ni él sabe lo que quiere! ¿Por qué está ahí? ¡Va a lastimar a Jungkook! ¡Va a cagarla una vez más!

¡Vete, Jimin ! ¡Vete ahora antes de que Jungkook te odie!

El beso se detuvo demasiado pronto, que Jungkook frunció el ceño cuando vio a Jimin  negando, intentando moverse. Entendió perfectamente que se había arrepentido de haber ido allí. Entendió que Jimin  no quería lastimarlo y que prefería irse antes de seguir arruinando su amistad. 

Tragó saliva con dificultad mientras lo sostenía con fuerza de un brazo para que no se levantara de la cama. ¡A la mierda todo! Ya no tenía nada que perder, ¿o si?

— No te vayas, Jimin — 

— Debo hacerlo, Jungkook. No quiero lastimarte, no quiero-yo—  Jimin  pausó, intentando encontrar las palabras indicadas para no seguir hiriéndolo. — No quiero hacerte esto, Kookie. No a ti, no-no te lo mereces— 

De repente todo se congeló en su mente y volvió el recuerdo de aquella primera vez. Donde para Jimin  tuvieron sexo, pero él hizo el amor. 

<Se remordió el labio inferior repentinamente porque ¡Dios! Él estaba a punto de perder su virginidad. Sus manos le temblaban, sus piernas le temblaban, todo él temblaba porque iba a hacerlo, iba a hacerlo justamente con Jimin , y eso es lo que había estado soñando durante tanto tiempo. Estaba feliz y nervioso, por supuesto -además de excitado-, pero en el fondo algo le estaba molestando, sin embargo, y eso era el hecho de que esto significaba mucho más para él que para Jimin . Era la primera vez de ambos, pero él estaba enamorado y era triste saber que para su amigo esto era simplemente sexo.>

Jungkook volvió en sí y soltó su brazo. — Respóndeme esto, Jimin , ¿a qué viniste?— 

— ¿No es obvio a lo que vine? He venido a tu cuarto durante dos años para algo, y sabes bien qué es.— 

— Está bien, lo entiendo, pero ahora, hoy, en este momento. ¿A qué viniste?— 

— A cumplir con un deseo que tenías— 

— ¿A despertarme con una mamada? ¿Tú crees que eso me hace feliz? ¿Piensas que sólo eso quise de ti?— 

— No, sé que no, pero yo quería hacerlo, quería complacerte—  pausó nuevamente mientras se ponía de pie. — Perdón, Jungkook. Soy un idiota, no debí venir, en primer lugar. No quiero que me odies, no quiero perder tu amistad— 

— Jimin , nuestra amistad se rompió hace dos años cuando tú y yo tuvimos relaciones por primera vez. Abre los ojos, mira la realidad, nosotros éramos más que amigos y lo sabes.— 

Eso quizá le dolió un poco. Él no creía eso, Jimin  aún lo consideraba su amigo, a pesar de que tenían sexo, le dolió aquellas palabras y fue por eso que negó, caminando hacia la puerta. 

Sólo un segundo tardó Jungkook en levantarse de la cama y correr hacia él para evitar que saliera de la habitación. Jimin  tenía su mano en el picaporte, a punto de abrir aquella puerta cuando sintió el miembro de Jungkook apoyar su espalda baja. 

— Quédate—  susurró en su oído. — Quédate...— 

Jimin  suspiró fuerte, se dio vuelta lentamente y ahora estaban mirándose directamente a los ojos. 

Jungkook no quitaba su vista de él. — Quiero...—  miró su boca por un instante y volvió a mirarlo a los ojos. — Quier-necesito que te quedes— 

— Jungkook, no-—  Jimin  negó, bajando su mirada hacia el suelo. — Esto es lo único que obtendrás de mi. Tú quieres más y yo no puedo ofrecerte más que esto.— 

Jungkook apretó sus labios, frenándose de decir algo, pero volvió a abrir su boca y simplemente lo dijo. — Entonces déjame tenerte al menos una vez. Pero quédate tú, Jimin .— 

— ¿Qu-qué? ¿Qué es lo que-— 

— Deja que ella se vaya por un momento. Quiero estar a solas contigo.— 

Sintió las tan familiares manos de Jungkook levantar su camiseta lentamente, mientras se miraban a los ojos. Los nervios invadieron su cuerpo una vez más porque eran ellos por primera vez, Jungkook y él, ellos dos, ningún personaje. 

Jimin  se quedó inmóvil cuando Jungkook se acercó lentamente. Sus ojos estaban puestos en los labios resecos del pelinegro. Jimin  quiso decir algo ¿quizás negarse, frenar lo que hacían? Pero no pudo decir o hacer nada, porque los suaves labios de Jungkook estaban posados sobre los suyos y después todo fue imposible. Así que cerró sus ojos...

El beso era lento, suave y sin nada de brusco como solían ser los que se daban. Jungkook sostuvo su rostro con sus manos, dirigiendo aquel tierno beso con lentos movimientos de cabeza de un lado a otro, y luego sus manos se deslizaron hacia su propio pantalón y bóxer para bajarlos de un sólo tirón. 

Sus manos se posaron ahora sobre la cintura de Jimin , para comenzar a bajar aquel pantalón de chandal que el pelinegro traía. Jimin  se dejó hacer, incapaz de protestar porque esto se sentía. ¿Correcto? Quizás no lo era, pero se sentía así. 

Las manos de Jungkook se deslizaron hacia sus muslos, para con fuerza, pero lentamente elevarlo en el aire. Jimin  enredó sus piernas alrededor de su cadera, mientras sus manos envolvieron el cuello de Jungkook. Sus labios se mantuvieron presionados en todo momento porque se les fue imposible separarse. 

El beso seguía siendo jodidamente lento, suave, hermoso, y Jimin  no entendía nada, estaba perdido, perdido en aquel beso, en aquellas caricias que Jungkook le estaba regalando. 

Su mente le gritaba que saliera corriendo de allí, que esto estaba mal, que se iba a arrepentir, que la estaba empeorando, pero su cuerpo no hizo caso a ninguna de esas advertencias. Era su corazón el que latía con fuerza, indicándole que continuara. 

Y se dejó llevar, se dejó enamorar. 

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