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El irlandés tomó una bocanada de aire y comenzó a soltarlo poco a poco, ese aire, sin embargo, fue demasiado poco para su gusto, pues aún sentía cierto mareo y una leve opresión en el pecho.

Quizá todo aquello sí era más de lo que podía manejar. Apretó la quijada, y pese a su esfuerzo por abrir los ojos todo era oscuridad.

El silencio del entorno se vio terminado ante el sonido de unas botas chocando contra el recién renovado piso de madera.

Un delicado roce en su hombro le hizo estremecer y retorcerse, sus brazos poco pudieron hacer por ayudarlo a liberarse de la situación, ya que pendían colgados por encima de su cabeza, sus muñecas estaban atadas con un fino paño de seda roja.

El tacto sobre su cuerpo continuó, pasando del hombro a su cuello, provocando que su piel se erizara. Emitió un intento de quejido, que terminó convertido en un jadeo.

Un dedo se posó sobre sus labios, indicando callar, cosa que Shay obedeció, sin embargo, cuando el dedo estaba por apartarse, Cormac lo atrapó con avidez entre sus labios, su lengua lo recorría hábilmente, como sí fuese...algo más. Al índice pronto se sumó el dedo medio, entrando y saliendo a un ritmo lento.

-Suficiente, Shay.

La mano se apartó y Shay sólo pudo emitir un débil sonido de protesta, deseaba al menos poder quitar la venda que cubría sus ojos, sólo por el hecho de poder ver esa expresión descarada del Maestro Kenway disfrutando de tenerlo atado de manos.

-Haytham...

Suplicó casi sin aliento el menor. Haytham, en un momento de "generosidad" decidió desatar las manos del chico, quien las estiró un poco, complacido de recuperar movilidad, sin embargo, seguía a ciegas.

-Haytham, acercate...

Pidió Shay, estirando ambas manos hasta tantear el firme cuerpo del Maestro templario, hecho esto, no demoró demasiado en ponerse de rodillas, sabiendo que todo el autocontrol y esa apariencia seria desaparecía con un buen oral.

Kenway estaba complacido con la idea, por lo que se acercó e incluso ayudó a Shay al deshacerse de sus pantaloncillos (única prenda que llevaba encima, aunque Shay aún no sé percataba de ello) y tomó las manos del irlandés entre las suyas para guiarlo.

Cormac sonrió, complacido, acariciando el abdomen del inglés, descendiendo hasta la base, inclinándose a presionar un beso en la punta, y luego permitir que la dura erección de Haytham se frotara contra su mejilla unos instantes.

Sin resistir más, Kenway tomó igualmente el trozo de seda color tinto y destapó los ojos de Shay, el chico le sonrió antes de continuar con su labor.

-¿Shay...?

En esos momentos tan íntimos se permitían el lujo de dejar de lado los títulos y las formalidades.

-¿Sí, querido?

No sólo eso, sino ser auténticamente ellos, en esos momentos a solas, se permitían adorar el uno al otro sin restricciones.

-No te detengas...



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DrausXCaos perdón por demorar tanto, pero aquí está uwu

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