04
Era otro día más en el jardín del hospital. El aroma fresco de las flores y el suave murmullo del viento llenaban el aire cuando Jimin y su cachorro disfrutaban de los rayos del sol.
Minji corría por el césped entre risas mientras perseguía mariposas imaginarias, su rostro estaba iluminado por la pura alegría que sentía.
El omega sonrió al ver a su hijo tan feliz, viendo la mejoría con el pasar de las semanas. La madrugada pasada, MinMin se había despertado con problemas para respirar. Al principio había tenido una crisis por no saber cómo calmar a su cachorro, pero luego un médico pudo mantener todo bajo control.
—¡Junkoo! —gritó el niño, dando saltitos y mostrando sus dientitos—. ¡Junkoo, papi!
Jimin soltó una risita al escuchar el intento de decir el nombre del pediatra, le parecía tan tierno. Volteó su mirada y visualizó a Jungkook su típica bata blanca con pines de ranitas, arcoiris y caritas felices.
—¡Junkoo! —MinMin corrió hacia el alfa y levantó sus pequeños brazos, esperando que sea cargado.
Jungkook le sonrió y lo tomó entre sus brazos.
—Hola, Minji. ¿Estás mejor? —el cachorro asintió. Luego dirigió su mirada al omega que estaba sentado en el césped—. Hola, Jimin.
—Hola —una sonrisa se dibujó en sus labios.
El alfa bajó al niño de sus brazos, quién corrió por el jardín cuando sus pies tocaron el suelo. Se sentó al lado de Jimin, el aroma a rosas y jazmines entrando de inmediato en sus fosas nasales.
Le encantaba.
Los ojos de Jimin brillaban como la luna llena iluminando la noche. El lobo de Jungkook se inquietaba cuando lo tenía cerca, parecía un pequeño cachorro desesperado por su plena atención.
—Pronto le darán de alta. —dijo el alfa, observando a Minji perseguir una bonita mariposa azul—. Es una buena noticia.
Su mirada se volvió hacia el omega.
—Sí… —Sabía que su hijo estaba mucho mejor, pero un repentino vacío se instaló en su pecho. Ya no vería a Jungkook—. Ansío volver a casa.
El alfa asintió sin decir nada, cerrando los ojos y echando la cabeza hacia atrás, mientras el aire golpeaba su rostro.
—¡Junkoo, mira! ¡Bonita como papi!
Jungkook rió ante la dulzura que desprendía el pequeño. Vio a la mariposa que volaba a su alrededor.
—Sí, bonita como papi.
Las mejillas de Jimin comenzaron a sonrojarse ante los cumplidos de su cachorro y del alfa. Se sentía muy cómodo con su compañía, no tenía a nadie más que a Minji y ahora… a Jungkook.
O al menos así lo creía.
Era muy poco usual que confiara en un alfa. Claro, no ponía a todos en una misma línea, pero con el padre de su hijo no tuvo la mejor experiencia.
—¿Nos volveremos a ver? —la voz de Jungkook lo sacó de sus pensamientos.
—No lo sé… —dijo en voz baja—. Tú… ¿Quieres vernos de nuevo?
El mordió sus labios, conteniendo la ganas de acariciar las mejillas coloradas de Jimin. MinMin era idéntico a él: Pequeño y adorable.
—Me encantaría. —Su voz suave y determinada.
Jimin soltó una risita, sintiendo una corriente eléctrica pasando por cada centímetro de su cuerpo.
Por otro lado, el pequeño Minji veía a su padre omega muy feliz y sonriente. Su lobito movió su colita y salió corriendo hacia ellos.
♡
El día del alta por fin llegó. El hospital, que había sido su hogar temporal durante unas semanas ahora quedaba atrás. Jimin estaba lleno de emociones encontradas mientras caminaba con su cachorro por los pasillos del hospital.
Llevaba consigo los recuerdos de las salidas al jardín, al parque y a los juegos; pero eso no era lo que abarcaba en su corazón, sino la compañía de ese alfa.
Cuando salió del centro médico hacia la cálida luz del sol, Minji miró a su alrededor con ojos curiosos. Instintivamente, su lobito buscaba a cierta persona que no había visto en todo el día.
—¡Junkoo! —chilló feliz. Dejó de tomar la mano de su padre y corrió hacia el pediatra.
El alfa ya no vestía con su bata blanca. Ahora llevaba unos jeans y una playera negra que dejaba a la vista la tinta negra que decoraba su brazo.
Cargó al cachorro que reía mientras lo levantaba a volandas bajo el cielo.
—Cosquillas —dijo riendo.
Jimin observó la escena con dulzura, caminó hacia ellos. Minji dirigió sus brazos hacia su padre, quien con gusto lo cargó.
Le dio un pequeño beso en la nariz.
—¿Papi, Junkoo a casa?
El omega abrió sus labios sin saber qué decir. Cuando miró a Jungkook, tuvo la certeza de tener una respuesta.
Asintió con una sonrisa tierna.
—Sí, MinMin, Jungkook viene a casa con nosotros.
A medida que se dirigían a su hogar, los tres compartieron un viaje lleno de risas, que pronto fueron apagadas por un Minji dormido en los brazos de su padre y un Jimin con la cabeza apoyada en el hombro de Jungkook.
—Tiernos —murmuró.
Cuando llegaron, el cachorro todavía seguía dormido. Jimin lo llevó a su habitación, le acarició el cabello antes de volver a la sala de estar.
—Está cansado. —dijo, sentándose en el sofá y soltando un suspiro.
—Tú también lo estás, deberías descansar.
Los ojos del omega se agrandaron.
—No. Eso sería muy malo educado… Haz venido hasta aquí por nosotros y…
—Jimin. —Jungkook lo interrumpió sin ser brusco. Luego le sonrió—. Está bien. No me iré aún, puedo preparar la cena mientras ustedes duermen.
El omega lo miró sin saber qué decir. Su mirada reflejaba el mismo sentimiento de gratitud como la primera vez que lo vio.
—Gracias. —dijo por fin, en voz baja—. De verdad, gracias, Jungkook.
El alfa negó con la cabeza. Levantó su mano dubitativamente y cuando vio que Jimin no se alejaba, le acarició la mejilla de manera suave con el pulgar.
El lobo del omega ronroneó antes el tacto cálido de Jungkook. Sus ojos casi se cierran instintivamente.
—Descansa —susurró.
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Gracias por leer ♡
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