07 - Una visita inesperada
Era la mañana. A la vez que tomaba una taza de café, Bolo veía cómo las brillantes olas se movían menos a causa de muy poco viento. Incluso se ponía cada vez más bellísimo cada vez que el sol salía del mar. Esto por que estaban en la zona este de Sequin Land. Era una vista que se veía muy bellísima.
—Nada mejor que ver cómo el sol sale de su baño.— el chico peliazul pensaba mientras veía ese bellísimo paisaje. —Me pregunto cómo es que ese sol no se apaga después de meterse al mar.
De repente, llega Rottytops a alegrarle la mañana a Bolo con un abrazo. Pese al pequeño empuje, Bolo lo toleraba mucho.
—Mi muerta viviente... Veo que amaneciste con unas ganas de pasarte el día.— el peliazul sentía una combinación de felicidad y tranquilidad al ver la sonrisa de su chica zombi.
—Contigo...
—Jeje... Ya veo... ¿Quieres que desayunemos y nos echemos una platicada?
Dicho esto, Bolo se propuso hacer otra taza de café para la chica zombi.
—Si vas a hacer café, no lo combines con el cerebro.— Rotty dijo. —No digo que sea malo. Soy aficionada a los cerebros pero no significa que haga combinaciones y recetas raras. Es como cuando echan mostaza a las palomitas con sabor a caramelo. O cuando ponen miel de maple al pescado frito. O peor. Te dan un platillo de guacamole con galletas de chocolate como botana.
—... Lo tendré en cuenta... ¿Alguna otra cosa?
—... Por curiosidad... ¿habrá pan con mermelada o crema de cacahuate?
Al momento de desayunar...
—Oye, Bolito... ¿Querrías ser famoso? ¿En qué forma?
—Solo desearía que me reconocieran no como un idiota o algún maleante como Risky o uno de los Barons de Sequin Land... Sino, como un héroe. Pero tú que has tenido experiencia junto con Shantae y Sky, necesitaré que me guíes.
—... Sí... Me sorprendes. Pero no sé si podría ayudarte.
—No hay problema. Igual ha sido un placer...
Al acabar de comer, el peliazul continuaría pescando. Pero esta vez acompañado por su chica zombi.
—Ok. Entonces así es como se pesca. Agarro una carnada como una bola de gusanos y luego espero hasta que se mueva el anzuelo.— la chica zombi comenzaba a entender la pesca.
—Exacto. Hay que tener paciencia. Y como estás aquí y no quiero aburrirme, contaré un chiste. ¿Qué le dijo un pollo soldado a un pollo teniente?
—¿Qué necesita, señor?
—¡Solicito apoyo! ¡Repito! ¡Solicito apoyo!— el chico peliazul gritaba.
Al terminar el chiste, ambos se quedaron de risas tranquilas y luego se quedaron mirando a los ojos. Ojos brillosos que se reflejaban.
—Esa carita tan verdosa. Tan bellísima como la jungla y el bosque juntos. Sus ojos de cereza son muy relucientes...— el chico peliazul pensaba. —¿Pero qué dirá ella de mí?
Al verse uno al otro, no había más opción que acercar sus caras para estar a punto de darse un beso. Pero todo cambió con un ruido que se escuchaba en aquél campo de pesca. Pasaban minutos. Nuestros dos protagonistas llevaban un gran empate en la pesca. Pero como no competían, decidieron dejarle hasta ahí.
—¡Cuánta pesca! Debo admitir que fue divertido. ¿Entonces este es tu trabajo?
—¡Sí!— el chico peliazul responde entusiasmado. —Incluso una forma divertida de ganar unas gemas y ahorrarlas para los gastos de nosotros y nuestra casa.
—Suena genial.
—¿Sabes? También podríamos ir de paseo un momento que terminemos el trabajo. Tal vez este o el otro. Si no te molesta. De ser así, lo entenderé.
Al terminar de traer los peces y terminar el proceso de paga, Bolo y Rottytops solo gastarían una mínima parte en algunos adornos de afuera. Ahora sí, definiendo este barco como un grandioso hogar.
—¡Qué maravilla de hogar!— Mimic se quedaría impresionado al toparse con tal casa.
—¡Tío Mimic!— Bolo responde. —¿Qué hace aquí?
—Verán. Shantae me habló de ustedes. En especial de ti, Bolo. Me sorprende que decidieras convertir este barco en una casa para dos. Lo que menos me podía creer era que tú y Rotty vivieran juntos. Mi muchacho ya creció.
—¡Sr. Mimic! ¿Quiere pasar?— preguntó Rotty. —Tenemos hasta una cubierta donde puede ver ese brillante mar.
Luego de pasar a la cubierta, el tío Mimic vería ese brillo en el mar. Haciéndole recordar parte de su infancia. Cuando sus padres habían rentado un crucero y al momento, el pequeño Mimic veía aquél paisaje muy azulado. Dando un buen paseo desde parte de la mañana hasta el atardecer. Donde vería cómo el sol se ocultaba. Al terminar de recordar, Mimic se sentiría tan conmovido.
—Viejos tiempos que extrañaré pasar.— pensó el viejo. —Es un recuerdo muy hermoso. Muchas gracias.
—¿Qué pasa, Sr. Mimic?— la chica zombi preguntó confundida. —¿Necesita algo?
—No es nada. Solo fue un pequeño recuerdo de mi infancia. Nada grave...— respondió el viejo. —Fuera de ello, me sorprende pudieran robarse un barco de una enemiga. Nadie se había atrevido.
—¿En serio?— exclamó el peliazul. —Yo pensaba que cualquiera lo habría hecho sin problemas.
—Te equivocas, niño.— dijo el viejo. —Hubo una leyenda en Sequin Land antes de que mi sobrina Shantae protegiera aquél pueblo de Scuttle Town. Nunca se supo su nombre. Pero todos le llamaban: El Fantasma. En una pelea final contra aquél pirata desconocido antes de la llegada de Risky, el Fantasma robaría un barco con el fin de obtener lo que quería. Nunca se supo qué fue. Entonces, el barco volaría en mil pedazos con él dentro. Acabando la vida de aquél héroe que nadie vio su cara. Pero que actualmente quedó como una leyenda histórica que si bien duró menos de lo que Shantae protegiendo Scuttle Town, muchos lo recordarían. Durante ese entonces, nadie más que ustedes dos, robaría un barco sin problemas.
—Gracias, tío. Si tan solo ellas estuvieran aquí, creo que les habría encantado su historia.
—No te preocupes, niño. A ellas ya les conté hace cierto tiempo. Ahora a ustedes les tocaba escucharla. Bueno, bueno. Creo que ya será tiempo de que el viejo se largue a descansar en su casa.
—¿Está seguro, Sr. Mimic?— preguntó emocionada. —Tenemos té y unas galletas.
—No se preocupen, niños. Lo último que les diré es que pasen bien su nueva vida juntos. Cuídense. Y si van casarse, invítenme a su boda. ¡Adíos!
Los dos chicos quedarían sonrojados y algo paralizados ya que nunca se habían declarado uno al otro ni como novios. Pasados unos minutos, Bolo y Rottytops tendrían otra salida juntos. Pero esta vez correrían entre los techos de cada casa.
—¿Asustado, Bolito?
—¡Ni un poco!
Entre risas, los dos continuarían con su parkour. Pasados unas horas, Bolo y Rottytops fueron a un techo para ver cómo se metía el sol a la playa del este de Sequin Land.
—¿Sabes, Rotty? Creo conocer un puesto donde venden tortitas de cerebros de res. ¿Vamos?
Dicho esto, los dos tortolitos comerían juntos a gusto. Al volver a sentarse a un techo, los dos verían cómo se metía el sol.
—¡Woah! No me di cuenta pero gracias por el cerebro, Bolito. Ya me comenzaba a dar algún síndrome de abstinencia y yo ni en cuenta.
—¿Síndrome de abstinencia? Seguro debes ser adicta a los cerebros. Perdona la ofensa.
—Viniendo de ti no molesta. De hecho ya me sentía hambrienta y con ganas de comerme el tuyo...
—Nooo... ¿En serio?
Luego, los dos se fueron caminando y riendo por unos segundos.
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