capítulo 9.

"UNA NOCHE OCUPADA"

TaeHyung se sentía sofocado, castigado y dolorosamente acostumbrado al ambiente que lo rodeaba. Cuando Hwang lo había ayudado a salir del hotel, se imaginó un sin fin de escenarios, pero este no estaba en sus pensamientos. Mantenía una expresión neutra en el rostro, mientras que era escoltado por el guardaespaldas con una mano rodeando su cintura. Las luces del lugar empezaban a molestar sus ojos, hacía demasiado calor allí dentro.

—Tenemos unos minutos para que te cambies —El impostor asintió y emprendió camino al centro de la habitación para despojarse de su cómoda ropa. Sus prendas fueron reemplazadas por un diminuto conjunto de lencería negra, un corsé abrazaba su torso mientras que las bragas transparentes permitían que la imaginación no fuera necesaria. Sus piernas llevaban pantis que apretaban sus muslos dejando con el pasar de los minutos marcas rojizas.

—Necesito ayuda aquí —Hwang volteo su cuerpo y enfocó su vista en TaeHyung, no se permitió mirar más allá de su rostro. Caminó hacia él y le ayudó a terminar de atar los lazos que unían el corsé a su espalda—. Una advertencia del lugar hubiera estado bien, ¿sabes?

—Tu cabello se ve espectacular, mi luna —TaeHyung quiso golpearlo, pero en realidad si le gustaba como se veía su cabello, se había decidido a usar unas hermosas y largas extensiones de cabello. Lo hacían lucir casi angelical, casi porque si decidías mirar más abajo de su cuello te darías cuenta por su vestuario que no era un ángel, era un demonio.

—¿Estas seguro que este es el mejor lugar para un asesinato?

—Personas entran y salen de este club. La privacidad es la principal regla, nadie sabe quién es quién. Sólo importa quién da más dinero y quien da a los mejores omegas —Si de TaeHyung se tratara hubiera cubierto las paredes de espesa sangre roja, estos lugares eran los peores. La mayoría de omegas que se encontraban aquí, eran obligados a entregar servicios sexuales que nadie en su sano juicio daría.

—Es un club de BDSM, ¿Por qué de todos los lugares del mundo tenías que traerme aquí? —Los recuerdos eran dolorosos, el hecho de que se sintiera ansioso por experiencias que dio por superadas, no le agradaba.

—Ya te lo explique, Baldrich es un sujeto con gustos bastante específicos y tú te aprovecharas de eso para asesinarlo —El club clandestino donde se encontraban era un lugar sin ley ni escrúpulos, las personas se movían por dinero y placer doloroso. Los visitantes pagaban por chicas y chicos omegas que lograran conceder los más turbios deseos sexuales. Los gritos, sollozos y gemidos traspasaban las paredes, lo que provocaba que una corriente fría transitara por la médula espinal del omega.

—Cuidado con esas manos, y pon atención en que la jeringa no se vea —TaeHyung daba indicaciones a Hwang, quien se encontraba terminando los últimos detalles del atuendo del omega. Finalizó colocando un grueso collar negro unido a una cadena en el cuello del impostor, una capa roja fue lo último que adorno su cuerpo.

—¿Cuánto tiempo crees que pasará antes de que lo descubran?

—Esperemos que a la mañana siguiente, tiene la costumbre de pasar toda la madrugada con el último omega que le traen. Así que cambia esa expresión, debes verte lo más sumiso posible.

—Parece que olvidas con quién hablas, tú mismo lo has dicho, soy el mejor impostor —Finalizó el omega mientras le entregaba el extremo de la cadena para que lo guiara hasta su próxima víctima.

Al salir del cuarto los orbes del ojiazul iban de un lugar a otro.

El humo de cigarrillo y drogas creaba una capa de misterio que envolvía el salón. En las esquinas se encontraban enormes jaulas que contenían cuerpos desnudos danzando a la par con la música de fondo. Las risas y el bullicio impactaron profundo en sus oídos, sentía sus manos heladas y las piernas rígidas. Mientras caminaba hasta llegar a un ascensor en el fondo del lugar, TaeHyung se planteó la idea de que haría si volvía a ser llamado V y no bonito como lo hacía el alfa. Si algo así llegara a pasar se daría un tiro en la cabeza.

—Estamos por llegar, TaeHyung. ¿No me golpearas por lo que haga dentro de esa habitación verdad?

—Estoy pensando en golpearte ahora si no te callas, no me dejas concentrarme —El omega acomodó el elástico de las medias antes de que las puertas se abrieran dando paso a un pasillo bañado en terciopelo rojo. Habían pocas puertas dispersas en las paredes, Hwang lo guío hasta la última de ellas. La puerta fue abierta y Tae se convirtió nuevamente en V.

El cuarto estaba levemente iluminado, en el centro, una cama adornada de satín negro, ganchos de metal cubrían todo el techo y las paredes poseían estanterías repletas de objetos y juguetes sexuales. Baldrich estaba vestido únicamente con un pantalón suelto oscuro. Era alto y delgado, sus brazos estaban cubiertos de tatuajes, era un hombre de 40 años aproximadamente, pero no había ni una arruga en su ridículo rostro que lo delatara.

—Vaya, vaya, ¿Pero que tenemos aquí? Esto es agradablemente nuevo —El beta se acercó a TaeHyung, pero antes de que siquiera pudieran respirar el mismo aire, el alfa lo detuvo.

—Sabes que no puedes tocarlo hasta que pagues por él —Y en eso consistía el sistema en este lugar. Los vendedores ofrecían los mejores talentos y aspectos del omega que traían. Solo cuando el dinero estaba en manos del vendedor el comprador podía hacer uso del omega.

—Por supuesto, ahora cuéntame que tienes para mí —Hwang se colocó detrás del omega quitando la capa que cubría su cuerpo. La figura del chico fue expuesta a Baldrich, quien se acostó sobre la cama en medio del lugar para apreciar el panorama.

—Ven aquí, V. Vamos a mostrarle lo bonito que eres —El omega se sentó sobre el regazo del guardaespaldas, fijó sus ojos en su objetivo y no los despegó en ningún segundo mientras Hwang le daba toques a su cuerpo convenciendo al beta de que ese ángel en su regazo, podría convertirse en un maldito demonio. TaeHyung entreabrió las piernas cuando la mano del alfa pasó por sus muslos, su rostro se transformó en una mueca fingida de placer y sumisión.

El beta seguía cada uno de los movimientos que realizaba Hwang. TaeHyung encorvaba deliciosamente cuando las manos del guardaespaldas apretaban su piel. Ni siquiera era necesario que soltara feromonas que demostraran su excitación, Baldrich era un beta y no tenía la capacidad de olerlo, lo que fue un alivio.

—Es realmente precioso, ¿Cómo está su tolerancia al dolor? —TaeHyung cerró los ojos mientras Hwang tiraba de la cadena alrededor de su cuello. Lo movió de sus piernas de modo que ahora su abdomen caía sobre el regazo del alfa y su trasero quedó expuesto.

—V, es hora de contar —La palma abierta del alfa comenzó a impactar de lleno en su piel. A medida que los golpes iban en aumento, el omega se dedicaba a contar cada uno. Su atención seguía puesta en Baldrich, mordía sus labios con insistencia y dejaba caer pequeñas lágrimas alrededor de sus mejillas.

Cuando la cuenta llegó a veinticinco, su respiración era errática. No se atrevió a mirar a Hwang.

—Bien, HyunJin, me has convencido. Si que es una hermosura, ¿Cuánto pides por él? Te daré el doble —TaeHyung observó mientras Baldrich se perdía por una puerta contigua cuando sus labios pronunciaron la cifra.

—Lo siento —El alfa dio un apretón en su mano derecha y lo ayudó a levantarse.

—Esta bien, es parte del trabajo —En segundos apareció el beta en el cuarto, sus manos traían dos maletines negros, los que seguramente venían forrados en billetes.

—Verdaderamente me convenciste, nadie había venido con tan buena mercancía.

—Ha sido un placer, ¿Hay algo más que pueda hacer por usted? —Luego del intercambio TaeHyung quedaría completamente solo con el beta, Hwang quedaría cerca de la puerta para sacar al omega de allí sin ser vistos.

El beta sonrió, caminó hasta la esquina de la cama y se dispuso a quitarse la poca ropa que traía. El alfa miró disimuladamente la expresión del omega, pero este seguía tan tranquilo como siempre.

—Traelo para mí —Hwang se acercó al omega y tapó el cuerpo de este con su anatomía, fingía revisar el collar mientras miraba con duda los orbes azules de Tae buscando algo, tal vez una señal, algo que le dijera si era bueno continuar con el plan. Todo lo que vió fue una persona decidida e inquebrantable, con expresión cauta y obstinada. Si algo salía mal, JiMin le cortaría la cabeza.

—Ata la cadena al techo. Justo sobre mí.

—¿Oíste, V? Tu dueño muere por ti.

Oh sí, definitivamente moriría.

Tae no perdió el tiempo y caminó hasta subirse sobre la cama donde se encontraba recostado el beta. Hwang terminó de atar a TaeHyung y salió del cuarto llevándose ambos maletines.

El impostor se mantuvo sereno mientras era acomodado sobre la erección del maldito alemán, agradecía infinitamente tener las bragas puestas. Su cuerpo fue tocado bruscamente por el beta, TaeHyung comenzó a subir sus manos sobre su espalda buscando la jeringa escondida entre los lazos del corsé. Escondió el rostro sobre el cuello de Baldrich y en un instante penetró la piel del lado contrario con la aguja. Presionó el émbolo hasta que el líquido desapareció dentro del cuerpo ajeno.

—¡Pero que mierda… —La frase no alcanzó a ser vocalizada, ya que TaeHyung colocó una almohada sobre la cara de Baldrich presionando fuertemente para callar los quejidos del beta. El cuerpo de este se removía fuertemente sobre la cama, Tae no dejó de presionar aún cuando los movimientos se detuvieron, aún cuando las lágrimas hicieron su aparición, aún cuando su respiración parecía detenerse.

Otra vida se escribía con tinta permanente en su larga lista de crímenes. Otra pizca de humanidad se le escapaba de las manos. Otro nudo de angustia se envolvía alrededor de su garganta.

HyunJin.

Bajó con lentitud del cuerpo inerte, acomodó la almohada y eliminó la jeringa de escena. Sobre el pinchazo de la aguja dejó un rasguño hecho con las uñas del cadáver. No podían quedar rastros. Abrió la puerta con la mano cubierta en la capa roja.

—Esta hecho, debemos irnos —Hwang lo cubrió otra vez y lo llevó por diversos pasillos hasta que lograron salir de ahí. Tae se sentía mareado, la bilis subía por su garganta.

—¿Estás bien? —Ni siquiera pudo contestar cuando se encontró devolviendo su estómago en el suelo. El vómito salpicó en el piso—. TaeHyung, ¿Qué te ocurre?

—Llevame con JiMin. Ahora —Hwang asintió. Llegaron al hotel aproximadamente a las 4 de la madrugada. Todo estaba en total silencio, el guardaespaldas seguía mirándolo preocupado.

—Debes bañarte, seguramente mi olor quedo en tu cuerpo —Hwang asintió a la explicación. Tae se despidió y se adentro a su habitación, aquella que había obligado a JiMin a disponer para él.

Quito su ropa y se adentro a la ducha. Su mirada estaba perdida en algún punto mientras la esponja se desplazaba toscamente por su piel, enjabonó su cuerpo unas tres veces antes de sentirse totalmente limpio. Solo cuando su piel adquirió un color rojizo por tanta presión decidió que era hora de salir. Cepillo sus dientes, se colocó un delgado pijama y se recostó.

Sin embargo, a pesar de lo cansado que estaba, no lograba cerrar sus ojos. Las imágenes del club seguían pasando en cámara lenta, mezclándose con sus recuerdos pasados y creando una tétrica película en blanco y negro, una donde se quedaba estático mientras el mundo se empeñaba en dañarlo.

Alrededor de las seis de la madrugada decidió levantarse, su cuerpo estaba helado, tanto que pequeños espasmos aparecían cada pocos minutos. Se acercó al ventanal y miro las luces de la calle parpadear lentamente. El frío del exterior cristalizó el vidrio, por lo que una capa gris cubría el panorama. Diez minutos después se encontraba tocando a la puerta del azabache.

—¿TaeHyung? —Y ahí estaba. Tan encantadoramente tierno como siempre, su cabello despeinado y sus rizos más sueltos que nunca, su pijama azul se arrugaba con sus movimientos—.  ¿Qué sucede?

—Lo lamento, lo siento mucho —Su cuerpo comenzó a temblar, no lograba identificar si era debido al clima o al hecho de que sus emociones estaban en un camino de desesperación latente—. ¿Puedo dormir contigo?

La duda en los ojos del alfa lo estaba matando. Era un idiota, debería haber contado ovejas o pedir una pastilla para dormir, no aparecer frente a la habitación del hombre a quién había rechazado magistralmente hace algunas horas.

La mano de JiMin acunó el pálido rostro del omega—. Tu piel está fría.....

—La tuya es muy cálida —TaeHyung se acercó para mantener el toque.

—Vamos a dormir, bonito —Las manos de JiMin alzaron al omega, este entrelazo sus piernas alrededor de la cintura del alfa y se fundieron en un abrazo que comenzó a fusionar los trozos magullados que componían el corazón del omega.

—Hace mucho frío cuando no estás, Minnie —Y por un instante Tae se convenció a sí mismo que este hombre es y siempre será, su destino.

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