Historia en un solo capítulo

El ruido de un monstruo marca las 6 de la mañana, sacándome del paraíso de mis sueños y trayéndome de vuelta al infierno del planeta Tierra. Me visto, me pongo mis lentes y me voy a la cárcel que algunos llaman escuela. Es una fría mañana de Enero, las fiestas han terminado y con ello mi paz también.

He llegado, faltan quince minutos para entrar y esos tipos ya me están esperando; apenas me vieron se dirigieron a mí, eran unos cuatro, me rodearon, Daniel, el perro mayor, se puso en frente de mí y me dio un empujón que me dejó tirado en suelo.

-       Hey, cuatro ojos, ¿cómo te la has pasado todo este tiempo sin nosotros, eh? – Dijo con una sonrisa siniestra. – Apuesto a que ya nos extrañabas.

Después de decir eso me dio una patada en el estómago. Sus amigos se rieron.

-       Bueno, ya sabes lo que dicen; año nuevo, paliza nueva.

Seguidamente los cuatro me empezaron a dar de patadas mientras yo no podía hacer nada para defenderme. Solo sentí como se sacudía mi cuerpo con fuerza mientras poco a poco se nublaba mi vista. Suplicaba que pararan, mas ellos parecía que cada vez que lo dijese lo hacían con más fuerza. Cuando por fin cesaron los golpes alcé la mirada y vi Kate, mi hermana, corriendo hacia mí y gritándoles.

-       ¡Dejen en paz a mi hermano hijos de puta! – Dijo empujando a los chicos e inclinándose a mí.

Ellos inmediatamente la agarraron de los brazos y la apartaron de mí, dejándola casi tirada de cabeza en el piso.

-       Pero miren quién tiene que venir a defender al tontorrón, su pequeña y boba hermana. – Dijo riendo.

Ella es unos años menor que yo, además de que tiene menos fuerza de la que yo tengo, que de por si es poca. Aun así se puso en pie y con voz firme y amenazadora les dijo:

-       Les dije que dejen a Mark en paz.

-       ¿O si no qué? – Dijo retándola.

Ella sacó de su chaqueta gris un arma y la apuntó hacia la cabeza de Daniel. Iba a decirle que no lo hiciera pero cuando trataba de hablar no salían las palabras. De pronto solo vi como la bala atravesó el cráneo del chico y su cuerpo cayó junto a mí con su mirada pegada al nublado cielo. A lado se encontraba Diana, mi novia, que estaba contemplando la situación. Acababa de presenciar que mi hermana había asesinado a alguien a sangre fría, no lo podía creer.

Acto seguido apuntó a Diana sin apartar la mirada de mí y con una voz grave que jamás había escuchado me dijo:

-       Esta farsa tiene que terminar ahora.

Solo vi como tiró del gatillo y cerré los ojos por inercia. De pronto aparecí en mi cama con la respiración agitada. Miré toda mi habitación en busca de algo fuera de lo normal, sin embargo, todo se encontraba como siempre. Me tranquilicé un poco, todo había sido una pesadilla, como todas las que he tenido durante estas vacaciones. Cada noche sucede lo mismo, me golpean, llega ella, le mete un tiro y me dice “Esto tiene que terminar ya.” No sé por qué sueño esto desde hace unas semanas, me está cansando esto.

Me incorporé, revisé mi teléfono para checar la hora, eran las 5:45 am. Tenía un mensaje de mi novia, lo abrí.

Buenos días mi amor, que tengas un bonito día, te veo saliendo, ¿vale?

Le respondí positivamente, me levanté, me arreglé y me fui al colegio. Al llegar fui directo a mi grupo. Como siempre, soy yo al que molestan por tener un poco más de cerebro que los estúpidos que tengo por compañeros; es lo típico que hacen siempre con las personas como yo. Pasé de ellos, al parecer no me trataron tan mal como antes lo hacían.

Terminaron las clases y fui a ver a Diana, mi novia. La saludé y platicamos un rato. No pasó mucho para que Kate llegara y me dijese que la llevara a casa y como no dejó de molestarme no tuve más remedio que hacerlo. Me despedí de mi novia dándole un beso y partimos mi hermana y yo.

Kate muchas veces viene a molestar cuando estoy con Diana y eso me molesta, aunque también está presente cuando esos chicos me molestan e interviene para que dejen de hacerlo. Es algo rara, pero la quiero.

Fuimos a la casa y al llegar ella me sorprendió diciéndome:

-       Ella no me agrada Mark.

-       ¿Por qué no? – Le respondí curioso.

Caminó hasta encerrase en su habitación, ignorando por completo mi pregunta. Pasé de ella y fui a mi cuarto a hacer los deberes, darme una ducha, bajar a comer algo y por último dormir para así dar por concluido mi día.

En la noche el mismo sueño, una y otra vez, estoy empezando a temerle a mi propia mente que solo juega conmigo y parece que cada vez que provoca miedo en mi, obtiene un cierto placer. Tal vez me esté volviendo paranoico o simplemente esos sueños sean una casualidad pero me está afectando y eso es una realidad a la cual debo poner fin de alguna manera.

A la mañana siguiente volvimos a la escuela pero decidí pasar todo el día junto a mi novia. Fuimos a dar unas vuelta tomados de la mano y a pesar del frío que hacía ella y yo nos calentábamos dándonos abrazos y tiernos besos que yo apreciaba como si fueran oro puro.

Cada momento junto a Diana es como si estuviera en el cielo mismo porque con ella me olvido de todo lo malo que hay en el mundo y de repente todo se vuelve de colores. Sé que suena demasiado cursi pero eso es lo que siento al estar junto a ella, en verdad la amo.

Después de estar caminando un rato llegamos a un árbol que estaba casi en la entrada del colegio.

-       Mira. – Dije, tomando su mano suavemente.

Ella se quedó completamente quieta para observar lo que yo estaba por hacer. Saqué una navaja, que siempre tengo en caso de que algo ocurra, y la clavé en el tronco, grabando en un corazón su nombre y el mío.

-       Este es un símbolo de nuestro amor, el cual nadie podrá borrar jamás. – Le dije mirándola al mar tan profundo de sus ojos.

-       Te amo Mark. – Dijo tomándome de los hombros.

-       Te amo Diana. – Le respondí.

En ese momento nuestros labios se pegaron para crear esa inigualable sensación de un beso de amor. A pesar de solo ser unos cuantos segundos a mí me parecieron horas en un paraíso del cual no quiero salir nunca. Lamentablemente tuve que separarme de ella porque necesitaba respirar, mas eso no impidió que nos volviéramos a besar y así poder drogarme una vez más con el dulce néctar de sus labios.

Nos separamos y nos quedamos viendo a los ojos. Ella me lanzó una sonrisa la cual yo correspondí. Pasó un rato y ya eran las 4 de la tarde, seguramente mi hermana me vaya a matar por no regresarme a casa con ella.

Volví a casa y todo estaba normal, Kate estaba sentada en el sofá viendo la televisión. Di unos pasos hacia la escalera cuando ella me dijo:

-       ¿Dónde estabas Mark? – Preguntó con un tono indiferente.

-       Con unos amigos. – Le mentí.

-       No es verdad. – Se levantó y me miró directamente. – Yo vi que estabas con ella, ¿por qué mientes? – Dijo molesta.

Me ha pillado, ella está loca, nunca me puede ver con ninguna chica por alguna extraña razón y eso la verdad llega a fastidiarme.

-       ¿Por qué tu no me dejas en paz de una maldita vez, Kate? Siempre quieres tenerme controlado y estoy harto de eso.

-       Lo hago por tu propio bien hermano. – Me contestó dejándome sorprendido.

-       Si realmente te preocupas por mi te pido una cosa. – Hice una pausa y enseguida dije con voz potente. - ¡Aléjate de mí!

Antes de que pudiese decir cualquier cosa subí las escaleras y me encerré en mi habitación. Lo que acababa de hacer, aunque aun no lo sabía, era el error más grande de mi vida.

Ella siempre quiere tener el control sobre mí, no me deja hacer nada y por cualquier cosa que haga o deje de hacer. Está obsesionada conmigo y eso me molesta y a la vez me da un mal fario.

Terminó mi día y me fui a la cama. La misma pesadilla, ya me da igual. A la mañana siguiente no encontré a mi hermana, cosa que me extrañó pero ignoré completamente.

Fui al instituto y no la vi en todo el día y me empezó a preocupar así que llamé al celular de Diana para ver si me podía ayudar.

-       Diana, necesito tu ayuda, no encuentro a Kate por ningún lado desde esta mañana.

-       Lo siento Mark, estoy ocupada, debo colgar. – Dijo algo rara.

Cortó la llamada antes de que pudiera decir algo más. Sonó algo asustada, ¿qué le sucederá? Bueno, luego veré, primero tengo que encontrar a mi hermana. Creo que tengo idea de dónde se puede encontrar.

Caminé hacia un pequeño bosque donde la llevaba a ella a caminar hace muños años, íbamos casi diario, le encantaba caminar por el camino de flores que ahora solo son un estrecho y largo pasillo de hierba marchita, como cambian las cosas.

Llegué a una pequeña vereda donde solíamos jugar todo el rato y ahí se encontraban ambas, Diana tirada mientras Kate estaba sobre ella golpeándola.

-       ¡Kate! ¡Déjala en paz  Diana! – Le grité corriendo hacia ella.

La aparté de un empujón haciendo que ella callera al suelo y me incliné deprisa y con mucha preocupación a ver cómo estaba mi chica; tenía el rostro con algunos moretones y en sus brazos algunas cortaduras, respiraba con dificultad, necesita un médico urgentemente.

De pronto solo sentí como Kate se vino encima de mí, haciéndome caer a la vez que me comenzó a golpear. Rodé y la empujé para hacer que se apartara de mí pero sin lastimarla. Me levanté y di un paso hacia delante.

-       Deja a mi novia en paz. – Le dije con voz autoritaria.

Se puso de pie y enseguida dirigió su fulminante mirada hacia mí. Parecía no ser ella sino alguien más. La mirada tan dulce que ella siempre me dedicaba se tornó en una desafiante, en una mirada demoniaca; los ojos tan brillantes que ella tenía eran los más obscuros que había visto, solo reflejaban odio. Jamás la había visto así, algo fuerte debió descubrir con Diana, mas no dejaré que le haga daño alguno y haré lo que sea para protegerla.

Caminó lentamente hacia mí, con una pequeña sonrisa que más que tranquilizarme me alarmaba. Se paró en frente mío y con una voz ronca y sin aliento me dijo:

-       Mark, esta farsa tiene que terminar ahora.

Sacó de su mano una navaja y se abalanzó en dirección de Kate. Detuve su brazo con una mano y su cuerpo con la otra. A pesar de ser más pequeña que yo tenía demasiada fuerza. Parecía que su único objetivo era asesinarla sin embargo esperó hasta que yo llegase, quería que presenciase el acto por alguna razón.

-       Ella solo está contigo por conveniencia, ¡qué no te das cuenta! – Dijo mientras forcejeaba conmigo.

-       No es así, ella me ama. – Le respondí.

-       Abre los ojos Mark, eres el chico al que todo mundo toma por imbécil. – Hizo énfasis en esa última palabra. – Y de pronto a la chica bonita le gustas, ¿es casualidad? – Puso más fuerza al decirlo.

Resistí lo más que pude, me estaba superando. Traté de arrebatarle el arma que sostenía y cuando sentí que por fin la estaba dominando ella me soltó una patada en el estómago que me sacó por un momento el aire. Tuve que retroceder unos pasos, sin embargo no caí.

-       Ella no te ama, solo está contigo por interés. – Dijo. – En cambio, yo si te amo Mark, ¿es tan difícil de entender? – Pronunció, amenazándome con la navaja.

No es verdad, Diana me ama en verdad, ella está loca y es tiempo de que alguien se lo diga de una vez. 

-       Estás loca, Kate. Si en verdad me amaras no harías esto. – Le respondí.

-       Tú no lo entiendes, te amo tanto que mataría por ti. Sabes que no permito que nadie te haga daño y esta bastarda te lo hace; solo te quiere por tu inteligencia, te aborrece. – Me dijo mientras se acercaba a ella.

Me niego a creer en eso, es simplemente absurdo. Sentí una ira incalculable al oír esas palabras y me dejé llevar por la emoción en el momento.

-       ¿Sabes algo? Tú me amarás pero por mí te puedes ir al infierno.

-       ¿A mi pequeño hermano idiota le duele escuchar la verdad? Vaya. – Me respondió al instante.

Ambos nos dejamos llevar y comenzamos a golpearnos, tanto ella como yo en lo único que pensábamos en ese momento era matar al otro. Recibí un par de clavadas en mi brazo y estómago, mas eso no impidió que siguiese en pie, defendiendo a mi chica hasta el final.

La adrenalina que tenía en ese momento, junto con el coraje que corría por mi sangre, hicieron que pudiese resistir a ese pedazo de metal puntiagudo que penetraba mi piel una y otra vez. Solo pensaba en mi novia. No voy a permitir que nadie le haga daño alguno.

Le arrebaté el cuchillo y la tiré a unos metros de mí mientras solo veía como la sangre caía en la fría y marchita hierba.

-       Kate, no me obligues a hacer esto. – La amenacé.

-       Si no me amas entonces prefiero verte muerto, Mark. – Respondió.

Inmediatamente ella corrió hacia mí e intentó tomar control del arma. Entre los forcejeos clavé la navaja en su pecho sin querer hacerlo; inmediatamente la retiré de su piel mientras ella solo se desmoronaba entre la fría tierra. La sostuve por un momento, la recliné sobre el suelo lentamente y me puse en cuclillas junto a ella.

-       Kate, Kate, no… Kate, hey, veme a los ojos, perdóname, yo no quería hacerlo, es solo que… - Ella me interrumpió.

-       Está bien.- Dijo desanimada, viendo como no paraba de salir sangre de su piel.

-       Perdóname por lo que te he hecho. – Le dije lleno de culpa.

-       Perdóname tú a mí por amar a la persona equivocada. – Respondió con una lágrima cayendo por su mejilla.

Sus palabras me dejaron sin aliento y una lágrima cayó sobre su pecho. Ella estaba agonizando, no sabía qué hacer para poder consolarla en ese momento y sin pensarlo cerré mis ojos y lenta y cuidadosamente acerqué mis labios a los suyos, dando paso a un beso tímido pero de cariño sincero. El néctar que desprendían sus labios era tristeza, odio pero a la vez un amor inigualable, ella me quiere en verdad.

Al separarme de ella su mirada estaba fija en el cielo anaranjado por el atardecer. No respiraba, acerqué mi oído a su pecho y éste no palpitaba más; me alarmé.

-       ¡Kate! ¡Kate! – Grité, implorando en mi cabeza que me diera una respuesta, sin embargo, no lo hizo.

Un llanto salió desde lo más profundo de mí ser al darse cuenta de que ella no se encontraba con vida. Abracé su cuerpo con todas mis fuerzas, sentía rabia y a la vez tristeza al saber que fui yo quien la asesinó. Después de todo, era mi hermana, solo estaba celosa, no obstante al falló al intentar reprimir sus sentimientos y lo único que logró fue sumergirse en un abismo de envidia, odio y tristeza a causa mía. Todas esas veces que jugábamos juntos, las veces que la ayudaba con sus tareas o cuando reíamos juntos por cualquier tontería han llegado a su fin. Ella ha muerto y ha sido mi culpa pero era ella o Diana.

Apenas se me vino a la mente giré mi cabeza para ver cómo estaba ella, seguía inconsciente y si no hacía algo rápido así es como iba a terminar, así que saqué mi teléfono y llamé a una ambulancia para que nos ayudasen. Después de colgar mi vista se nubló hasta quedar completamente en negro.

Tres Días Después

Han pasado ya 72 horas desde el incidente. Nos llevaron al hospital a Diana y a mí, ella está bien, en cambio por mi parte mis heridas están sanando. Han encontrado el cuerpo de Kate, le han hecho su funeral. La policía nos interrogó a ambos por su muerte, ninguno quiso hablar de lo sucedido y como aun estoy en el hospital no me han molestado, sin embargo, hoy me dieron de alta y en cuanto salga de aquí no me voy a poder salvar del interrogatorio de ellos y de mis padres pero lo primero va a ser ir a hablar con Diana sobre todo.

Cuando por fin pude irme le hablé a Diana y le pedí ir a su casa a hablar del tema, lo cual accedió. Me dirigí a su casa, me invitó a pasar a su cuarto y lo primero que le dije fue lo que estuve pensando en estos días, en sus últimas palabras.

-       ¿A qué se refería Kate con que solo me utilizas? – Le pregunté frío.

Ella se quedó callada.

-       ¡Responde! – Le insistí.

Se puso nerviosa, tragó saliva y dijo:

-       Es algo difícil de explicar.

-       No importa, no me iré de aquí hasta saber la verdad. – Le dije viéndola directamente a los ojos.

-       Está bien. – Respondió después de un suspiro. – Cuando ella te dijo que te utilizaba, realmente lo hacía. Eres el único con un poco de cerebro del grado y yo soy pésima en muchas cosas, por eso es que decidí andar contigo.

Me quedé atónito, no me creía lo que me acababa de decir. Entonces realmente ella nunca me quiso y todo lo que pasamos fue una completa mentira. Y yo tan estúpido que soy caí en su juego.

-       Entonces, nunca me has querido, ¿cierto?- Le respondí con un tono apaciguado, lleno de dolor.

No contestó nada, solo agachó la cabeza; estaba clara la respuesta.

-       ¿Sabes? La única razón por la que luché ese día y pasó lo que pasó fue por ti, Diana. – Le dije con la mirada perdida en sus ojos esmeralda.

-       Aprecio lo que hiciste por mí ese día, Mark, pero no podemos seguir con esta farsa. Lo siento.

No pude resistir el enojo que sentía en ese momento, me levanté de su cama y tiré el buró que estaba al lado de la cama. No era la gran cosa, un par de fotos que estaban encima y algo de ropa que se salió de éste. Ella inmediatamente se puso de pie completamente atemorizada. No quise asustarla más de lo que ya estaba y me retiré de la habitación con un portazo y me fui a casa.

La ira en ese momento se apoderó de mí, tenía ganas de romperlo todo, Kate siempre tuvo razón. Me amaba en verdad y no fui capaz de verlo, soy un imbécil. Murió a mis manos cuando defendía a alguien que no lo merecía, si tan solo lo hubiese sabido antes, nada de esto habría ocurrido.

Al llegar a casa mis padres estaban esperándome sentados en el sofá, justo donde ella lo hacía cuando estaba preocupada, para hacerme un interrogatorio de todo lo que pasó aquella tarde. Suspiré y comencé a contar todo lo que pasó. Pasaron unas dos horas para cuando terminé de narrar mi historia; ellos se quedaron anonadados, unas lágrimas salieron de sus ojos. Un silencio invadió el lugar hasta que mi madre lo rompió con un eco en toda sala.

-       No ha sido tu culpa, hijo.

-       Lo fue, todo el tiempo lo ha sido, solo que no he estado consciente de ello hasta ahora. – Le respondí sin ánimos.

Mi padre me vio con una mirada triste, parecía estar de acuerdo con lo que yo dije pero a la vez se compadeció de mí.

-       La policía quiere hablar contigo Mark. – Dijo mi padre. – Quieren que les digas lo que pasó.

Me quedé callado, sabía que si decía la verdad iba a ir directamente a un correccional, condenado por ser un maniático que asesinó a su hermana.

Fui a mi habitación y no quise hacer nada, solo me recosté en la cama para quedarme profundamente dormido. No tenía ganas de nada, yo era como un barco hundiéndose en una mar de depresión y culpabilidad.

Los siguientes días no quise ni salir de mi cuarto, no tenía ganas de nada, la culpa no dejaba en paz ni siquiera en mis sueños. Durante este tiempo lo único en lo que pensaba era en ella. Se me aparecía en mis sueños y me replicaba a gritos el por qué la había asesinado; me recordaba ese momento y todas las noches tenía miedo de irme a dormir porque siempre sucedía lo mismo.

Una noche tras varios días de estar pasando por esta pesadilla decidí por ponerle fin a todo de una maldita vez. Nadie me quería, ni siquiera mi propia novia, no valía la pena seguir sufriendo por algo que no lo merece.

Puse el seguro de mi cuarto y escribí una nota para mis padres que decía:

No soporto la presión de haber asesinado a mi hermana y de saber que su muerte ha sido en vano. Iré con ella y pondré fin a esta farsa. Espero ustedes vayan a un mejor lugar que este, los quiero, adiós.

Coloqué el escrito en mi cama, tomé una navaja y sin pensarlo empecé a cortar las venas de mis manos. Ardió un poco, la sensación era dolorosa pero satisfactoria para mí. Miré como la sangre empezó a caer, no me daba miedo.

Poco a poco fui perdiendo la consciencia y mi vista comenzó a desvanecerse. Vi mi habitación por última vez mientras estaba tirado en el suelo. Al principio dolía mucho pero ahora no sentía nada, era un momento tan relajante. Escuché que intentaron abrir la puerta de mi cuarto, mas no podían por el seguro. No me importaba ya lo que pasara fuera de mí. Muchos dirán que más que valentía fue un acto de cobardía, que siempre hay otra salida. No lo niego, pero cuando un ser humano sufre en exceso por algo que hizo y la gente te reclama por ello te arrinconan. Tu pides que paren pero ellos siguen, no les importas, te quieren ver en lo más bajo y cuando pasa eso hay dos caminos por tomar. Levantarte y luchar contra el mundo o dejarte llevar por éste, sin embargo, cuando no tienes razón por la que luchar simplemente prefieres que termine todo de alguna manera.

Apenas si escuchaba los ruidos de mis padres, tratando de tumbar la puerta. Mis párpados me pedían que los cerrara. Sentía que mi alma poco a poco se despegaba de mi cuerpo. De pronto escuché una voz femenina que dijo:

-       Te he estado esperando, Mark. – Dijo con un tono dulce esa voz.

Esa voz me era muy familiar, juraría que la he escuchado antes. Volteé lo más que pude para ver de quién provenían esas palabras. Cuando vi a esa persona me quedé estático, era Kate. Tuve una sensación entre miedo y alegría a la vez; ella se encontraba parada a un lado de mí, cuando me vio mostró una sonrisa.

-       Ven, vayámonos de aquí, ya no tenemos nada que hacer en este lugar. – Me dijo estirando su mano hacia mí.

-       ¿Qué hay de mis padres? – Le dije.

-       Ellos vendrán con nosotros más adelante. – Me respondió con un tono tranquilizante. – Ahora ven. – Me dijo con una sonrisa.

Tomé su mano y me levanté fácilmente, mis heridas en mis muñecas ya no estaban y ya no me sentía débil. Sentí que podía flotar, como si el suelo no estuviese. Bajé la mirada y vi que mis padres habían tumbado la puerta y se encontraban junto a mi cuerpo, abrazados a él, estupefactos por lo sucedido.

-       No mires atrás, te dolerá. – Me dijo, agarrándome por sorpresa.

-       Es imposible no mirar atrás, no quiero que ellos sufran. – Le respondí.

-       No puedes hacer que nadie a quien quieres no sufra por ti en este mundo. Lo mejor será que partamos de una vez, una nueva vida nos espera. - Dijo con cierto tono de alegría.

-       ¿Qué vida? – Le pregunté con curiosidad.

-       Una donde podamos hacer todo lo que no hicimos en la Tierra, una donde seamos realmente felices. – Me respondió mirándome con sus bellos ojos esmeralda.

Con lo último que dijo robó de mis labios un suave y tierno beso que correspondí tomándola de los hombros y abrazándola. Nos separamos y tomados de la mano nos fuimos a un lugar tan hermoso, indescriptible.

 Después de todo existe un final para esto, tal vez no sea lo correcto pero todos merecemos un final feliz, no importa lo que hayamos hecho, por lo que hayamos tenido que pasar, las cosas siempre se resuelven, de una u otra manera. Solo es cuestión de esperar.

FIN

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