Capítulo 4: El Futuro Rey



Soplaba un hoja sobre su cabeza, viéndola bajar lentamente para así volver a soplar antes de que tocara sus labios. Se encontraba increíblemente aburrido, no había mucho que hacer por los alrededores, y era exactamente por eso que amaba ese lugar, aunque sabía que no duraría mucho tiempo.

–¡De nuevo holgazaneando!– escuchó un regaño de una voz familiar. Levantó su cabeza unos cuantos centímetros distinguiendo unas orejas de color amarillo.

–¡Tails!– gritó con una gran sonrisa, incorporándose nuevamente.

–Ya te dije que me llames Miles– refunfuñó molesto.

–No me gusta Miles– explicó el erizo con desagrado –Para mí serás Tails, y punto.

Tails rodó sus ojos exasperado y resopló cansado de debatir por el mismo tema. –Bien, como quieras– dijo el zorro de dos colas. –Vamos Art...

–¡Shhh!– lo calló saltando sobre él y tapando su boca. –No digas mi nombre, ¿Recuerdas lo que hablamos?

–Bien, bien, bien– lo empujó el zorro con cierta brusquedad –Dime algo, ¿Recuerdas por qué has venido, Sonic?– preguntó, haciendo énfasis en el nombre que le había dicho que le dijera.

–Ya sabes, le he dicho a mi padre que es bueno que conozca un poco más al pueblo y eso. Así que aquí estoy.

–Tu padre me ha dejado a cargo para que realmente conozcas los oficios de los pobladores del reino, y eso lo sabes– le reclamó –Pero no veo que realmente te interese lo que tengo por enseñarte.

–Claro que sí– le sonrió el erizo azul ampliamente –Pero quería descansar un poco ¿Qué tan malo es eso?

–¡Mucho!– explotó el zorrito –Sonic, se supone que deberías de tomar este mes para ser un buen líder para tu reino, conocer a la gente, aprender un oficio y...

–Sí, sí, s– ignoró fijando nuevamente su vista en el cielo. El día estaba despejado y el calor era intenso, pero agradable. Era un día maravilloso para estar afuera y simplemente relajarse, ya que en el palacio su padre lo obligaba a trabajar y tomar diferentes lecciones para ser un buen gobernante. –Haré todo eso, pero ahora...– calló arrancando una pequeña flor que crecía a su lado –Sólo quiero descansar un poco.

–No, lo harás ahora– ordenó el zorrito lanzando algo sobre él. Sonic lo volteó a ver molesto para luego inspeccionar qué había sido aquello que había caído sobre su vientre. –¿Una capa?

–Sigue este sendero y te toparas con un río, cerca del mismo hay cierto tipo de plantas que necesito, encuéntralas– indicó dándole una hoja con el dibujo de diferentes hojas. –Y no pierdas más el tiempo.

–Como quieras– respondió desinteresadamente colocando aquella capa sobre él –Vendré en un par de horas.

–No debería de tomarte tanto tiempo.

–Iré como un aldeano normal, eso hará que mi viaje sea más largo– dijo el erizo azul divertido.

–Pero...

–¡Nos vemos Tails!– se despidió el erizo trotando dentro del bosque.

–¡Mi nombre es Miles!– lo escuchó gritar mientras seguía su trote y una vez estuvo a una distancia considerable corrió tan rápido como pudo, llegando al lugar indicado por Tails en cuestión de segundos.

–Bien, esto será rápido– se dijo viendo el río fluir frente a él. Se acercó un poco a éste y vio la corriente fluir rápidamente, no quería verse atrapado en esas aguas. –Odio el agua– murmuró con desagrado. –Bien, será mejor empezar, así tendré tiempo para explorar un poco.

Sonic caminó un poco por los alrededores recolectando las plantas iguales a los dibujos que Tails le había dado. Sólo eran cinco tipos diferentes de hojas y flores, y en su mayoría estaban a simple vista. –Creo que esta es la última– dijo al tomar una pequeña ramilla, hasta que escuchó algo en la distancia. Sonic sabía que ese bosque estaba lleno de ladrones y rufianes, y no se sorprendería si alguien intensase atacarlo, aunque no llevaba nada de valor. Un grito a sus espaldas lo hizo voltear sintiendo como algo caía sobre él, haciéndolo caer contra el suelo fuertemente. Un gemido de dolor lo hizo abrir los ojos y luego un grito de terror. Sonic distinguió una doncella frente a él, una muy maltratada. Una eriza rosa con su rostro sucio y púas revueltas lo miraba con temor.

–Hey, hey ¿estás bien?– le preguntó gentilmente, parecía una presa asustada.

–Amm... yo...

Él le sonrió con diversión y se acercó a ella limpiando una mejilla, haciéndola retroceder. Asustada. Sonic se percató que tal vez había sido demasiado amistoso, así que le dio nuevamente su espacio.

–Oh, lo siento– se disculpó con una sonrisa –Es que... tienes lodo en tu cara y... ¿sangre?– dijo al ver su guante manchado de un líquido rojo. Parecía que había estado corriendo entre los árboles, como intentando huir de algo. La chica intentó limpiarse con rapidez y brusquedad al él indicarle sobre sus heridas –Hey, tranquila– sostuvo sus muñecas suavemente, deteniéndola –No te haré daño.

–Umm...– musitó asintiendo con la cabeza. Estaba demasiado asustada como para decir algo más, pero parecía que sus palabras habían logrado tranquilizarla.

–Ven, te lavaremos esa cara– le sonrió de nuevo poniéndose en pie y estirando una mano para ayudarla.

Un poco dudosa aceptó su oferta de ayuda, ayudándola a ponerse en pie. Caminaron en silencio en dirección al río de donde había venido, sin poder evitar verla de reojo de tanto en tanto; le intrigaba la chica de aspecto descuidado ¿qué haría sola por el bosque?

El sonido del agua correr le indicó que habían llegando, y ella pareció relajarse al escucharlo, a diferencia de él. Sonic se hincó a la orilla del río lavando su cara y manos sucias gracias a ella, y a su vez refrescándose del calor de verano. Ella lo imitó y limpió toda la tierra y sangre seca por las pequeñas cortadas de las ramas

–Por cierto, ¿Cuál es tu nombre?– preguntó Sonic, curioso por la chica misteriosa.

–Soy Nim...– calló de pronto. –Soy Amelia– corrigió –¿Y el tuyo?

–Ammm... dime Sonic– le sonrió el erizo azul. No podía revelarle su verdadero nombre, no era seguro.

–¿Sonic?– repitió viéndolo desconfiada. –Es decir... mucho gusto.

Sonic era un nombre que Tails y él había ideado cuando eran muy pequeños, pues Tails tendía a decirle que corría a la velocidad del sonido "¡Sonic, ese debería ser tu apodo!" Su expresión se suavizó al traer ese recuerdo a su mente. Elevó la vista admirando el cielo azul de aquel día. Todo era tan sencillo en ese entonces, cuando el peso del mundo no recaía en sus hombros y podía comportarse como un simple niño, bueno tan simple como el hijo de un rey podía ser.

–Mmm... ¿Sir Sonic?– llamó Amelia con timidez. –¿Sabrá usted de una villa cercana?

–¿Sir?– repitió divertido –No seas tan formal, por favor– pidió un poco más serio –Y sí, vengo de una villa a un día de camino de aquí, río arriba– señaló.

–¡Perfecto!– exclamó la eriza rosa con gran alegría.

Sonic elevó una ceja un tanto confundido. Sus ropas no era de ninguna aldeana que hubiese visto antes, parecía más una dama de la corte real que una simple aldeana o viajera.

–¿Pero tú de donde vienes?– inquirió el erizo azul viéndolo de pies a cabeza.

–Este... yo...

–¡AHÍ ESTÁ!– un grito resonó por todo el bosque.

–Oh no...– murmuró la eriza rosa viendo a sus espaldas –Me encontraron.

–¿Cómo que te encontraron?, ¿Quiénes te perseguían?

Sonic vio a tres hombres aparecer de la nada, eran bandidos, lo sabía por su pinta. La eriza retrocedió espantada, y pronto entendió de qué huía al chocar con él. Sonic se paró frente a ella en forma protectora y vio de manera desafiante a aquellos que deseaban hacerles daño.

–No sé quienes sean ustedes o qué quieran, pero me parece que la señorita no tiene intención de ir con ustedes– retó con una media sonrisa.

–Mátenlo– ordenó uno de ellos –Y traigan a la chica, podremos venderla a buen precio.

–No te preocupes...– susurró Sonic frente a ella al notar su expresión de miedo en su rostro –No permitiré que nada malo te pase– le sonrió confiado.

Aquellos tres hombres sacaron diferentes navajas abalanzándose sobre Sonic, quien sonrió ante su ataque. Su entrenamiento en el palacio era por mucho más vigoroso que eso, ellos necesitarán más que eso para realmente lastimarlo. Luchó con sus puños con todas sus fuerzas, pero a pesar de qué no eran hábiles contrincantes aún lo superaban en número, sin contar que todavía debía de cuidar que no lastimaran a la joven doncella. Siguió con la pelea hasta que sintió un gran dolor en su brazo. Su carne fue cercenada por una de las navajas que poseían uno de sus atacantes, encontrando la salida del otro extremo. Sintió la sangre brotar descontroladamente exclamando un grito de dolor mientras su atacante retiraba la navaja con un veloz movimiento, lastimando de gravedad el músculo.

Un golpe en la quijada lo hizo caer en las orillas del río, el cual lavaba la sangre de la herida en su brazo. Yacía en la parte menos profunda del río, pero sí lo suficiente para evitarle de incorporarse correctamente.

–¡Sonic!– gritó Amelia corriendo hacia él.

–¡Mátenlo!

Sonic intentó ponerse en pie, pero las aguas y rocas resbaladizas se lo complicaban. Vio a los bandidos correr hacia su dirección cuando Amelia se detuvo frente a él en forma protectora y con un grito de guerra estiró ambas manos para protegerse de sus atacantes –"¡No!"– pensó Sonic al ver a los forajidos correr a ella hasta que escuchó un grito por parte de los vándalos. Las aguas que una vez corrían a su alrededor ahora ya no lo hacían más, en su lugar se habían desviado en una L perfecta, protegiéndolos a ambos.

–"¿Cómo es posible? ¿Un milagro? No... fue ella"– pensó Sonic admirando la escena frente a sus ojos.

–Lo hice...– murmuró con orgullo la eriza frente a él.

–¿Cómo...– intentó preguntar cuando ella pareció reaccionar a sus palabras.

Ella pareció asustarse al escucharlo hablar. Amelia lo vio de reojo y en sus ojos pudo ver la sorpresa y temor intrínseco ¿Acaso se suponía que él no viera eso? Sonic intentó completar su pregunta cuando notó que el agua, la cual antes parecía fluir en perfecta armonía ahora se desparramaba poco a poco.

–¡Vete!– ordenó ella intentando mantener la postura.

–Pero...

–¡No hay tiempo, no podré hacer esto durante más tiempo!

No pudo moverse, era demasiada información que procesar para él. Amelia dio media vuelta y corrió hacia él, empujándolo fuera de la vía del río, para que éste empezaran a fluir con toda su fuerza y ella ser arrastrada por la intensa corriente.

–¡AMELIA!– gritó al verla irse río abajo.

Sonic corrió con la corriente pero no logró verla sacar la cabeza en ningún momento. Siguió el camino hasta que le fue imposible seguir el sendero del río para observar con preocupación el río corriente abajo, esperando por un milagro... pero no pasó.

–Amelia– murmuró con pesadez dando por hecho la tragedia. No lo había logrado. –Lo lamento...

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Regresó tarde ese día, el sol estaba ocultándose cuando llegó a la villa de su mejor amigo, quien parecía esperarlo con una expresión de molestia en su rostro.

–¡Sonic!– llamó molesto –Se suponía que esto no...

–Aquí tienes Tails– entregó sin ánimos las plantas que le había pedido, evitándole de proseguir con el regaño.

–Sonic, ¿está todo bien?

–Sí... yo sólo...

Cayó de bruces al suelo sintiéndose mareado, sin más energía para hablar. Escuchó la voz de Tails en la distancia –¡Estás sangrando!– le gritó. No se había molestado en revisar su herida después de haberla visto desaparecer. La había buscando durante horas, pero no la había logrado encontrar. La eriza rosa le había salvado su vida, y había muerto debido a eso. Sonic cerró sus ojos con pesar cayendo en un profundo sueño. No quería afrontar esa realidad.

–... ¿Sonic?– la voz de Tails lo hizo abrir los ojos con desazón. –¡Por fin!– exclamó con alivio.

–¿Dónde... Dónde estoy?– murmuró al distinguir una habitación de decorados extraños.

–En la casa del general, mañana por la mañana llegaremos al palacio.

–¡¿Qué?!– gritó el erizo azul sentándose de golpe, mareándose a su vez.

–¡No hagas eso!– regañó el zorro –Perdiste mucha sangre.

"Claro, me lastime"– recordó Sonic su herida.

–Cuéntame, ¿qué sucedió?– pidió Tails consternado.

Se introdujo en sus recuerdos, recordando el suceso con la eriza rosa llamada Amelia y aquellos forajidos que habían intentando matarlo y raptarla.

–Intente salvar a una doncella... pero no pude– respondió cabizbaja –Ella terminó perdiendo la vida debido a mí.

–¿Cómo?– exclamó el zorro con asombro.

–Se ahogó en un río.

–Oh... Lo lamento Sonic– habló Tails con un dejo de tristeza en su voz.

–Cualquiera que entregue su vida en nombre del futuro rey debería de sentirse más que honrado– escuchó Sonic decir, frunciendo el ceño al acto –No veo por qué ponerse de esa manera.

Sonic dirigió su mirada a la puerta que yacía abierta, reconociendo a alguien familiar.

–¡Ella no era un caballero Percival!– le reclamó el erizo iracundo –¡Su deber no es salvar mi vida, se supone que yo debería de salvar la suya!

–Era una campesina, hay cientos como ella.

–¡Eso no...

–¡Su majestad!– interrumpieron la batalla con su caballero –Deberemos viajar esta noche.

–¿Qué sucede Gawain?– preguntó la felina de ojos ámbar con aquella expresión estoica en su rostro –Una villa vecina está siendo atacada. Una guerra se está llevando a cabo. No podemos permitir que el Príncipe esté en peligro.

–Así será– aprobó Percival asintiendo con la cabeza –Da la orden, nos marcharemos ahora, antes de que toquen esta villa. Miles, puedes retirarte– ordenó la felina.

–Él viene conmigo– contradijo el erizo azul con una expresión fría en su rostro.

–Eh... Sonic, eso no es...

–Son ordenes directas del príncipe– interrumpió el erizo azul a su amigo con una mirada autoritaria.

–Bien... de acuerdo– asintió Tails a regañadientes. Era obvio que la felina no lo quería con el futuro rey, después de todo, Percival siempre había pensando que la presencia de él volvía a Sonic menos objetivo y no era una buena junta.

–Como ordene su majestad.

La felina se retiró de la habitación quedándose nuevamente a solas con Tails. Sonic se recostó sobre el suave colchón de plumas dejándose llevar de nuevo al momento de la muerte de la doncella llamada Amelia. Sonic nunca había afrontado algo como eso, y no sabía cómo se suponía que debía de hacerlo. Sus caballeros pensaban que era algo que quienes lo rodeaban deberían de hacer, y no entendían el valor de la vida que se acaba de perder. Tails era el único que no lo miraba así; lo quería a su lado para poder aclarar la confusión que estaba viviendo.

–No fue tu culpa– rompió Tails el silencio casi como si leyera su mente.

–Lo fue– insistió el erizo azul –Yo tuve que...

–Estoy seguro que hiciste todo lo que pudiste– ánimo el zorro –Pero si te hace sentir mejor, estaré contigo hasta que logres conseguir un poco de paz respecto al asunto.

–Gracias Tails– lo vio al fin para sonreír con gratitud –Además, mi padre siempre tiene alguna nueva tarea fastidiosa cada vez que regreso a casa.

–Supongo que esta vez me tocará holgazanear a mí– dijo el zorro recostándose en la silla y colocando ambas manos detrás de su cabeza, descansando.

–Ya quisieras– rió el erizo despeinando a su amigo con su mano sana –¡Te encontraré que hacer!

El zorrito rió junto a él y por un momento la sensación de tranquilidad de nuevo lo llenó, una que sintió que no duraría mucho. La guerra en la villa vecina no creía que fuera coincidencia, y no permitiría que nadie más perdiera la vida, nadie que le importase. Tails quedaría bajo su cuidado hasta nuevo aviso.


Necesita conocer más de él y de lo que es capaz, en su camino de autodescubrimiento se topa con ella, una eriza que cambiara el rumbo de su vida. Capítulo 5: El Encuentro.

¡GrAcIaS pOr LeEr!

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