Dear Rabbit
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Sus pies se movían con dificultad por encima de la nueva, cada dos por tres se tropezaba y caía nuevamente, su respiración era agitaba y sumamente audible. Corría con desesperación de aquello que la seguía.
La poca sangre que quedaba al contorno de sus labios fue limpiada con su propia lengua, saboreándola.
Y de repente, su cuerpo sucumbió al cansancio y a la constante perdida de sangre que caía de su pierna, podías ver como la marca de unos dientes se hacían más grandes debido a la hinchazón. Miro hacia atrás con sus ojos envueltos en miedo y noto como la figura de aquella bestia se acercaba, a paso lento porque, sabia que no se podría mover de ahí, no en ese estado.
Por cada vez que respiraba una nube casi trasparente se hacia presente en frente de su rostro, la nieve se hundía de manera lenta bajo su peso. Paro su caminar, miraba como su cuerpo temblaba en el suelo debido al miedo, luego siguió caminando y una vez que llego hasta ella...
Se sentó a su lado, pero sin mirarla, no soportaba ver esos ojos llenos de pavor a causa de su persona.
Su cuerpo se había paralizado ahí mismo, se había sentado a su lado, sin hacerle nada, ni siquiera la miraba. Una lágrima rodó por su mejilla cuando se dio cuenta de cual era su destino, aunque ya lo sabia, desde el primer momento en el que lo vio entre unos arbustos, observando con atención lo que hacia.
Debía matarla, ¿no? Después de todo él era un cazador, matar estaba en su sangre y lo que había en sus labios lo demostraba. Estaba hecho para matar a su presa, y ella era eso, una presa.
Pero, al menos debía intentarlo, ser amable y no matarla, aunque a este punto era algo que no llevaría a mucho, después de todo él la había herido, levanto su mirada del suelo y la miro, sus ojos estaban cerrados con fuerza y su cuerpo temblaba con fuerza.
Lo intento.
Sonrió de manera amable para ella, duro unos segundos así hasta que ella abrió sus ojos, no había movido un musculo para no parecer amenazante ahora. Sus ojos se calmaron, ya no demostraban tanto miedo, lo había logrado.
Le dijo de esa manera que estaría segura con él.
Pero.
Como ya se había dicho antes él era un cazador, y matar estaba en su sangre...
La nieve se tiño de un rojo carmesí.
Su pecho subía y bajaba con fuerza, lo lograba entender porque era así, solo quería ... Solo quería dejar de ser así. Resignado, levanto en cuerpo ahora ensangrentado y lo llevo a su hogar, muy solitario.
Miraba su cuerpo, rogando se manera silenciosa que no siguiera mirando con esos ojos vacíos hacia la pared, que se moviera solo un poco, que estuviera viva.
Pero no lo haría, no ahora, jamas.
Cerro sus ojos llorosos con fuerza, intentado olvidar todo lo sucedido y creer que él no era un asesino, que no estaba hecho para matar todo lo que se le cruzara en su camino.
Qué no era más que un vil lobo.
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