Heridas


AU donde el Team Sonic pierde la batalla

— ¿Te duele?

Amy observó el reflejo a su costado al terminar de acariciar la cicatriz que recorría su cabeza, eran las marcas de varias puntadas mal hechas en el lado izquierdo. Parpadeó pérdida y buscó en el cuarto de baño con la mirada, estaba segura de que había llegado ahí por algo, pero de repente lo había olvidado. 

Frunció el ceño al no poder recordar nada más que su reflejo y un extraño dolor que la hizo sentirse apretada.

— Está bien - El brazo de Shadow rodeó su cintura, consolándola para llevarla lejos del espejo — Déjame ver.

— No, no es eso... - Apartó su mano cuando estaba por revisarla, sintió una punzada en la cabeza cuando trató de buscar en su memoria — Creo que olvidé tomarme la medicina...

Shadow miró más allá de sus ojos y apretó la mandíbula elevándole la barbilla, ella sentía que podía ver la horrenda cicatriz y se sintió avergonzada. Tenía muchas ganas de apartarse y ponerse el gorro tejido otra vez.

— Amy, no puedes olvidar algo tan importante - Ella se removió incómoda y él tomó su rostro con las manos.

— No es mi intención olvidar cosas - Soltó las palabras con rabia quitándose las manos del rostro, evidentemente incómoda por la insistente cercanía — Iré por ella ¿Dónde está? - Amy se volvió a él con enojo y Shadow señaló el cajón debajo del fregadero en el baño mientras suspiraba.

Cuando ella entró al cuarto otra vez, Shadow se quedó en la esquina contra la pared observándola. En resumen, cada vez que Amy se miraba en los espejos quedaba prendada con la imagen de la cicatriz, podía esta horas de pie acariciándose la herida y en algunas ocasiones comenzaba a rascarse hasta sangrar.

No era sólo por la cicatriz, era más allá de una marca. Eran los recuerdos de la guerra, de la tragedia, su dolor, cómo ella podía sumergirse en su propia oscuridad. 

Lo cierto era que Sonic estaba muerto. 

Y Knuckles, Cream, Vainilla, casi todos.

Tomaba medicamentos para aliviar los pensamientos que provocaban dolor a su cabeza y otras pastillas relajantes para calmar sus emociones y evitar que se hiciera daño, la herida en la cabeza le provocó daños profundos. Podía recordar algunas cosas, pero otras veces las olvidaba apenas ocurrían.

Despegó su cuerpo de la pared cuando Amy volvió a repetir el mismo patrón al ver su reflejó y entró por ella tomándola por los hombros, asegurándose de tomar los frascos de pastillas con él al salir. 

Al día siguiente Amy bajó a la cocina para comerse un plato de avena, Shadow estaba en el jardín cortando las verduras del huerto nuevo que había levantado porque el anterior se había infestado de plagas y terminó destruido.

Se acercó al sofá cerca del ventanal y encontró una bonita cobija que usó para ponerla sobre sus piernas, el clima era extremadamente frío hoy, tuvo tantas ganas de ponerse calentadores cuando recién había despertado. Pero había olvidado dónde estaban y tenía miedo de preguntarle a Shadow y que él se preocupara. 

Lo había notado hace unos días, su mirada carmesí temblaba cada vez que ella preguntaba por algo que había olvidado y...  ¿Qué le preguntó ayer? al final, tenía un enorme conflicto en su cabeza que ni él ni ella podían reparar. Llevó una cucharada de comida a su boca disfrutando de la vista, pensando en lo que haría hoy con las verduras nuevas, quizás podría leer un libro de cocina y aprender a prepararle algo rico al azabache. 

— ¡No es tuya! ¡No lo es! ¡No puedes impedir que venga a verla! 

Se asustó al escuchar los gritos fuera de la casa y de inmediato la puerta del frente se abrió, el frío entró en la casa y observó asustada la silueta de Tails en la entrada, cubierto con una chamarra y una bufanda mientras su ojo izquierdo se cubría con un parche. 

Tails se acercó a ella con una sonrisa que reflejaba emoción y Amy se removió en su asiento, no quería que la vieran sin su gorro, pero ya era demasiado tarde para cubrirse. Aunque el zorro trató de no ver su marca, era obvio que la había visto en un rápido parpadeo y fingió ser discreto. 

— Amy ¿Cómo estás? 

Los ojos de Amy pasaron por el hombro del zorro hasta encontrar la figura de su marido entrar con una mueca en el rostro. Ella volvió a fijarse en su amigo amarillo y sin querer, observó una de sus colas completamente quemada y en vendada. 

— ¿Te lastimaste? - La pregunta lo tomó por sorpresa y su expresión se volvió dolorosa. 

— Estaré bien - Buscó lugar en una silla junto a ella y se inclinó para tomar sus manos, aún cuando la mirada asesina de Shadow le indicaba que tenía que irse — ¿Necesitas más pastillas? puedo traerte lo que quieras, Rouge y yo vamos a la ciudad este fin de semana. 

— ¿A la ciudad? - Sus jade se encendieron y a Shadow no le quedó de otra más que apartar bruscamente la conexión entre los viejos amigos. 

— Suficiente, ya lárgate - Las manos de Tails temblaron y ella llevó su mano al guante del erizo para jalarlo.

— Deja que se quede - Pidió con calma y él le sostuvo la mirada, siempre perdía cuando ella le pedía algo pero no estaba seguro. Amy asintió y le dio una pequeña sonrisa que logró apartar al azabache del camino. 

El zorro observó toda la escena en silencio, rascando de vez en cuando la zona cerca del parche. Amy regresó con él y su garganta se apretó cuando notó el rostro cansado de su joven amigo. ¿Qué había pasado con él? ¿Y los demás?

— Quiero... - Ella extendió sus manos primero y apartó los mechones rebeldes de cabello rubio del rostro de Tails, sorprendiéndolo por sus caricias — Pinturas, quiero volver a pintar como antes.

La petición hizo agrandar los ojos de ambos machos en la habitación, un destello de brillo y aparente felicidad nacía en sus rostros y Amy estaba segura de ver los ojos azules cristalizarse con lágrimas. 

— Sí, te las traeré - Respondió sorbiendo su nariz.

Ella descansó la mano en su rostro gastado y él se acomodó mientras lloraba contra su palma y se acurrucaba, algo dentro de Amy se removió y sintió también las lágrimas brotar desde sus ojos. Durante mucho tiempo, había olvidado cómo se veía el rostro infante de su amigo y extrañamente lo había recordado al verlo llorar. 

Ahora usaba las acuarelas rotas mientras pintaba sobre el lienzo en blanco. Quería replicar los hermosos árboles y el campo del exterior, y agregar el huerto de Shadow en la pintura ¿Por qué no? 

Bueno, si alguien dejara de ocultarle cosas tal vez podría haber progresado con su memoria.

Detuvo su mano con el pincel cuando escuchó las voces en el comedor, no estaba lejos de las escaleras porque estaba dentro del estudio donde Shadow guardaba sus libros. Había dejado la puerta abierta y estaba muy segura de reconocer esa voz. 

Dejó las pinturas sobre una mesita y se acercó a las escaleras sin hacer ruido. 

— ¿Para eso vinieron? si querían pelea eligieron el día perfecto - Escuchó la voz del azabache con tono de rabia — Rouge, sal de aquí antes de que te eche a patadas como a este idiota. 

— ¡Ella debería escuchar! - Ese era Tails — ¡Estamos a nada de destruir a Eggman! Quizás si la presionamos un poco podría recordarlo...

— Ya dije que no - Amy se inclinó y apretó las barras de madera con preocupación. Tenía miedo de que los gritos le provocaran dolor de cabeza, cada vez que Rouge llegaba a la casa era como sentir un martillo en su cabeza todo el tiempo — ¿Están dementes? ¡¿Cómo pueden pedirle algo cuando no recuerda ni su propio cumpleaños?!

— PREGÚNTASELO A ELLA - Gritó la voz demandante de Rouge y la hizo temblar — ¡Deja de protegerla como a un maldito bebé! Ella querría ayudar en esto, lo haría por Sonic.

Fue imprudente, actuó dejándose llevar por la desesperación que el nombre le provocaba, bajó las escaleras encontrándose con las tres miradas asustadas por su presencia ¿Qué tenía que hacer? ¿Cómo podría empezar?

— ¡Amy! - Rouge se abrió paso hacia delante, abrazándola, tocándola y mirando su cuerpo mientras le hacia preguntas que apenas podía escuchar — ¿Cielo? - Preguntó cuando no había contestado y la alejó de su cuerpo para sentirse tranquila. 

Pudo ver como sus ojos se aplanaban y vio a Shadow fruncir el ceño al suelo, después a Tails con expresión dudosa y un aspecto más cansado que antes, con bolsas negras por debajo de sus ojos y cuando fue a fijarse en su cola, se percató que solo tenía una y media marca de lo que alguna vez fue la segunda. 

— ¿Te sientes mejor, Amy? 

Ella miró la dulce sonrisa en los labios de la murciélago. Asintió con la cabeza, no quería hablar de sí misma ahora. Abrió la boca pero un nudo se formó en su garganta y no pudo preguntar. 

— Shadow nos dijo que te sentías mejor y por eso vinimos a verte - Rouge le frotó los brazos sin dejar de verla con rastros de satisfacción — ¿Ya puedes recordar cosas? ¿Recuerdas el ataque a la base? - Shadow alzó la cabeza de inmediato y jaló bruscamente el brazo de la albina para apartarla — ¡¿Recuerdas el código de la contraseña de Eggman?! 

Se sintió abrumada de repente y empezó a hiperventilar, los recuerdos la golpearon y tuvo que revivir el recuerdo, de nuevo ese sentimiento de martilleo, era más fuerte esta vez y entraba en su cabeza escavando en sus recuerdos, rasguñándola, desenterrando todo con sangre. 

Se vio a sí misma recogiendo los pedazos de piedra que le habían caído encima cuando el techo de la base colapsó, recordó ver un pedazo de la pierna de alguien y luego el brazo de Cream debajo de un enorme pedazo.

Creyó escuchar el grito de Tails, de los tres iniciar una acalorada discusión y cuando creyó que iba a perder el aire, Shadow se acercó a ella y la rodeó con lo brazos, exigiéndole que respirara.

— ¿Qué... qué vamos a hacer si no tenemos el código? - Tails miró a Rouge.

Amy tomó una inhalación lenta y profunda, cerrando los ojos tras reposar en el pecho blanquecino y suave de su pareja sin dejar de temblar. Al abrir los ojos, encontró el rostro fruncido de Rouge. 

— Tenemos tiempo - La vio dar vuelta a la habitación y Tails apretó los puños — ¿O deberíamos intentar atacar de nuevo? No somos un gran número pero tenemos armas - Preguntó al viento. 

Hubo un silencio y Shadow se apretó en Amy, ella pudo sentir sus manos enguantadas aferrándose a ella con miedo a soltarla. 

— Rouge - Tails pareció recapacitar pero cuando intentó detenerla solo recibió una mirada punzante. 

— ¿Vienes conmigo verdad, Shadow? - Preguntó la murciélago y esta vez fue el turno de Amy de aferrarse al azabache. Ya no le agradaba. 

Shadow sonrió tras las púas de Amy.

— Yo no soy voluntario de la resistencia.

 Rouge la miró a ella.

— ¿Amy, te nos unes? Podrías volver a la ciudad, ahora vivimos en un bunker muy seguro. No podrán encontrarnos fácilmente y puedes ayudarnos a invadir la base. Descubrimos que el Doctor está enfermo, no le quedan fuerzas, es el momento perfecto para atacar - Ella la miró esperanzada, muy emocionada. 

Amy le devolvió la mirada, recordó por qué no le gustaba que Rouge llegara a visitarla. Además de provocarle martilleos en la cabeza, trataba de hacerlos salir de la casa. Ella no sufría lo mismo, no perdía sus recuerdos, no necesitaba medicamentos ni vivía con el horrible recuerdo de la sangre y cicatrices. 

Amy se acurrucó con Shadow evitando a toda costa el contacto visual con sus dos amigos, estaba cansada de sufrir dolor cada vez que los veía. Aunque realmente quisiera ayudarles, era imposible que pudiera recordar un dato tan importante.

Rouge estaba esperando una respuesta. Todos en la habitación, en cambio se encogió de hombros y luego vio a Rouge parpadear furiosa. 

— ¡¿NADA?! - Frunció el ceño e hizo una imitación de ella mientras se reía con sonido hueco. Sus ojos estaban muy abiertos y en llamas y Tails la miró absorto.

— Ya váyanse - Dijo Shadow sin mirarlos, acariciándole las púas a Amy.

 — ¡NO! carajo Sonic muere y ¿No te molestas en preocuparte por nosotros ? - Rouge aspiró aire con la voz temblorosa y después un rubor cubrió sus mejillas, tan rojo como las llamas en su mirada — ¡Mira a Tails! ¡Perdió su ojo y cola y sigue trabajando en la resistencia mientras ustedes se quedan aquí! ¡EGOISTAS INFELICES! 

— YA BASTA ROUGE - Gritó Shadow y Tails tomó a su amiga por los hombros — ¡Luchamos y perdimos! Si Eggman va a morir pronto sólo espéralo maldición.

— ¡Es mejor pelear ahora! ¡Ustedes...! - Al notar el rostro desmotivado de Tails se detuvo. Se mordió la lengua para evitar soltar algún comentario doloroso que pudiera herirlos y se giró hacia el sofá para tomar sus cosas — Nos vamos entonces, Tails coge las cosas.

El zorro tomó apresuradamente la mochila del suelo cerca de la mesa mientras Rouge volvía a colocarse la chamarra.

— Shadow, de verdad nos vendría muy bien tu ayuda - Amy apretó la espalda del erizo cuando Rouge volvió con lo mismo, pero esta vez sin recibir repuesta, se marchó junto con Tails azotando la puerta.

Ambos se mantuvieron callados por un largo tiempo, aún abrazados.

Amy pudo sentir la respiración de Shadow rozarle el cuello, ella elevó sus manos y acarició la amplia espalda de él. Sintiendo como sus músculos se relajaban ante su toque, pudo sonreír levemente.

— ¿Irás? - Preguntó de repente y él se alejó para mirarla, consternado — Si la resistencia te necesita... yo puedo esperar - Cogió una de sus manos para acariciarla, estaba comenzando a sentirse adormecida por las pastillas.

— No te dejaría sola - Negó con la cabeza tras agacharse para besarle la frente — Es peligroso si te quedas sola.

— Creo que Rouge tiene razón - Confesó decepcionada mordiéndose el labio — Soy egoísta porque no quiero que te vayas, pero me siento mal si no te lo pregunto. 

Shadow sonrió y le acarició la espalda y la cintura con una sonrisa, besó su frente y aspiró el aroma del champú al estar contento con sus palabras. Eran egoístas, porque ninguno de los dos quería volver a la batalla, los clichés horribles de ser un héroe y arriesgar todo lo que tienes para salvar al resto ahora eran nada. ¿Por qué iban a arriesgar lo único y más importante que tenían? 

El resto del día lo pasaron sentados cerca de la ventana, hablando sobre lo que harían para navidad. Shadow le contó a Amy que le había pedido en secreto a Tails que le llevara luces a cambio de los vegetales que había cosechado y ella se emocionó. Amy se acurrucó en él hablando sobre su nueva pintura, y también que quería prepararle galletas pero había olvidado su libro de cocina y cómo hacerlas, aunque estaba segura de que ya había hecho algunas antes, pero podía volver a aprender. 

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