- Es un placer verte de nuevo querida - Vainilla me sonríe al llegar a la cafetería - ¿Taza de té? 

- Por favor - Me siento en los bancos junto a la barra y saco de mi bolsa una cartera rosa pálido, todos los sábados vengo a tomar una deliciosa taza de té y a leer alguno de los libros que tienen en las estanterías como decoración.

Desde que conocí la cafetería no puedo negar que es la mejor locación para conseguir algo de comida.

Vainilla regresó con la taza de té en sus manos y le entrego el dinero, puedo oler el delicioso aroma que produce, agarro la taza para beber el líquido y es perfecto, el agua caliente recorre mi garganta hasta bajar a mi estómago, después de otro par de sorbidos mi cuerpo se calienta y la temperatura me relaja. 

La cafetería comienza a llenarse y me acerco a la estantería lo antes posible o terminarán tomando mi libro sin que me dé cuenta, agarro el libro y regreso a mi lugar donde puedo disfrutar la lectura. 

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- ¿Cuándo piensas hablarle? - Escuché un susurro detrás, no levanto la vista pero pego oído a su conversación, aunque debería interesarme menos.

- Shh, que puede escucharte - Le responden en otro susurro, intento no voltearme y seguir leyendo.

- ¡Solo tírate encima de ella!, si no lo haces tú lo haré yo - Un tono bastante orgulloso, escucho como los pasos se acercan a mi lado, levanto la mirada y un erizo con aspecto arrogante de color azul eléctrico se queda frente a mí, me mira sorprendido pero rápidamente lo oculta, es alejado por un tremendo jalón en su chaqueta y un erizo albino se queda en su lugar. 

El chico lo apartó con mucha facilidad, sus mejillas se llenaron de vergüenza acompañadas de balbuceos cortos y tartamudeos en cuanto notó que le miraba, dejo el libro en la barra y le presto atención para intentar calmarlo. 

Lo invito a acompañarme con otra taza de té y asciende con timidez... tiene lindo color de piel, sus sonrojos son imposibles de admirar ya que todo el color carmín llega a sus mejillas, tan dulce, su tierno aspecto es fabuloso, su aroma a pay de limón me abre el apetito, ¡Su carne debe ser tan exquisita!; le sonrio cuando el té llega a la barra nuevamente.

La mejor carne siempre llega a este café. Ya tengo algo que comer.

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Limpio mis manos cubiertas por el líquido rojo, el trapo queda completamente manchado y ahora también tengo que lavarlo, era de esperarse, observo las partes de carne sobre la mesa, me acerco al congelador de la bodega y guardo algunas partes dentro. 

Observo por la luz como los demás pedazos de carne aún se mantienen dentro y congelados, su aroma y sabor no son tan preciados como el que acabo de guardar, fresco, puro, inocente; cierro la puerta del congelador y me acerco al fregadero, agarro un poco de agua oxigenada y comienzo a limpiar el trapo con sangre. 

¿Qué haré con la carne? no me gusta cuando la come cruda, tal vez la caliente un poco, ¡Seguro que le gusta!; el trapo parece limpio, todo está bien. 

El sonido de mi alarma me sorprende, me relajo cuando miro la hora en la pantalla del celular, me limito sonreír una vez más, agarro los pedazos de carne sobrantes y los dejo caer en una bolsa negra. Realmente pesa pero vale la pena. 

Salgo de la bodega con la bolsa casi arrastrando, cierro bien la puerta con llave, la escondo en el bolsillo de mi pantalón para no perderla, es mejor prepararme para salir, hace demasiado frío afuera y no quiero enfermarme.

Supongo que no tendré tiempo para calentar la carne, es una pena... aunque siempre puede esperarme unos minutos más. 

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Salgo de la casa con la bolsa y una canasta de picnic, cierro la puerta y camino por el patio trasero siguiendo la decoración de varias piedras en el suelo que yo misma puse, me aseguro de que la bolsa no se rompa en el trayecto, debo estar por lo menos un poco más cerca del bosque. 

Vivir en las montañas me tranquiliza... no sé qué haría si no estuviera aquí, ahora mismo, buscando entre los árboles altos y escalofriantes, he hecho tantas veces lo mismo que el ambiente aterrador ya me tiene sin cuidado. 

Escucho un gruñido cuando llego al final de la decoración de piedras, dejo la canasta de picnic en el suelo, observo sin asombro como unos colmillos sobresalen entre los árboles y me acerco con la bolsa negra, la abro y dejo el pedazo de carne fresca en la tierra. Los colmillos desaparecen y regreso por la canasta para comer a su lado.

Me acerco y al verlo mi corazón palpita con rapidez, su pelaje negro, sus vetas rojas y su mirada carmesí, una gran bestia hambrienta que se dedica a arrancar los pedazos de carne y que llena sus colmillos con la sangre sobrante. 

Busco un lugar para sentarme en el suelo, cruzo mis piernas, saco un toper con carne y cubiertos de la canasta, comienzo a comer a su lado, ¡La carne es increíble! ya sabía que mi olfato no podía fallar. 

Lo observo unos segundos, al principio de conocerlo le molestaba que estuviera a su lado o que incluso intentara acercarme, pero después cambió por completo. Sus ojos brillaron al encontrarme sola y perdida en el bosque por recolectar algunas frutillas de los arbustos, tenía intenciones de devorarme pero no lo hizo. Solo me mordió el brazo y me guió a casa.

Después todo ocurrió, me lo encontraba muy seguido y tenía ansias de conocerlo, de estar a su lado, de saber lo que era. Y aquí estoy, a su lado comiendo la carne de un erizo entre la noche... cuando me enteré de su dieta con la carne de zoomorfos realmente me había quedado asustada, unos cazadores estaban a punto de matarlo cuando lo encontraron y lo único que podía hacer era protegerlo. 

Me enfrenté a ese par, me puse sobre Shadow para detener las balas con mi cuerpo, los cazadores no comprendían el por qué de mi acción hasta que Shadow aprovechó ese momento y se lanzó a ambos para morder directo a sus cabezas. 

Me protegió. 

Escuche el crujido de algunos huesos, mis recuerdos se esparcieron y lo miré mordiendo los huesos. Su mirada me penetró y me quedé en mi lugar con una porción de carne enterrada en el tenedor. 

- Quiero hablar contigo - Menciono y sus ojos se entrecierran - No puedo seguir matando chicos, Shadow - Su mirada se vuelve afilada y no cree en mis palabras. 

Intenta ignorarme y regresa con los huesos en el suelo. ¡Me piensa ignorar!, agarro el pedazo de carne del tenedor y lo tiro en su espalda. 

- Hablo enserio, no puedo matar a mas erizos así que, comerás con la carne que queda en la bodega, y desde ahora volveremos a intentar una nueva dieta para ti - Gruñe molesto y me muestra sus colmillos, se acerca intimidante como si fuera una presa para él. Me levanto del suelo dejando que las cosas caigan a la tierra. 

Su expresión no cambia, sigue firme y sé que intenta intimidarme, hacer que me doblegue ante sus peticiones - Te amo, pero no puedo matar a más gente - Repito pero se gira, su cola se arrastra por el suelo mientras decide alejarse en el bosque. 

- ¡Por favor, espera! - Lo detengo al jalar su cola, voltea rápidamente y me mira molesto - Tan solo... no me odies por favor - Suplico y sé que busca explicaciones del por qué no habrá mas carne - Será igual de difícil para mi dejar de comer esta carne, pero no quiero estar siempre cubierta de sangre todas las noches - Me acerco hasta acariciar su hocico -  Quiero hacer algo más que esto, ¿puedes...? 

- No - Su voz gruesa me callan, observo sus ojos, siento mi corazón estrujarse - No soy como ellos - Me apresuro a acariciar su pelaje. 

- Lo sé, pero que se puede hacer cuando me siento bien a tu lado, no quiero dejarte ir, Shadow. Sé que podemos formar algo más - Dejo caer mi rostro en su pelaje, en el pecho blanco que tiene. Es obvio que es como cinco cabezas mas alto que yo por la forma que tiene. 

Puedo sentir el pelo hacerse pequeño, la forma de su complexión cambiar y escuchar como varios huesos se reacomodan, alzo la vista al notar unos brazos en mi espalda, unos dedos recorrerla y su perfil como erizo me dejan sin aliento. 

Pocas veces lo he visto de esta forma.

- Seré siempre diferente, aunque para otros ojos parezca normal, sabes que no puedo ofrecerte una vida llena de felicidad Rose - Menciona 

- Yo siempre seré feliz a tu lado - Sostiene mi rostro entre sus manos, gruñe y aprieta mis mejillas. 

- Seré brusco contigo - Aclara - Soy una bestia que no tendrá control sobre lo que pueda pasar, es un riesgo para tu vida - Dice y se aparta, pero antes de que lo haga lo tomo de los brazos para que no escape como otras veces. 

- Solo quiero estar contigo - Demando segura, sonríe de lado y oculta su rostro entre mi cuello. Su olor a pastel de chocolate y avellanas me embriaga, omitiendo el olor a sangre... quiero quedarme a su lado para siempre, su piel, su forma ruda y sobreprotectora de ser.

Es perfecto. 

Aunque ambos estemos cubiertos por la sangre del pasado, juntos podemos cambiar.

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