La flor del amor³
— Está muy oscuro, ¿creen que mi papá está bien? – Temerosa, Tara observa su recorrido en el bosque, sus huellas dejan marca en el lodo y hojas.
— Yo me pregunto lo mismo, deberíamos venir otro día, eso de la bruja no parece ser muy real – Agotado, opina Speed, Tara se sienta cerca de un árbol para descansar, no soporta el dolor en sus pies, su estómago ruge con fuerza y el hambre es algo inevitable.
— No, no podemos volver otro día – necio, Silver sigue caminando dejando a sus amigos atrás, Speed se interpone en su camino para lograr detenerlo, no deben seguir aunque quieran, y tampoco arriesgarse más de la cuenta.
— Necesitamos descansar, tomar agua y algo de comida, ¡ya es de noche, no podemos seguir!
— ¡Claro que pueden! – Grita irritado, nunca lo habían escuchado gritar de esa forma.
Tara luce sorprendida, jamás lo había visto así, mucho menos Speed.
— Dije que hay que regresar.
— Y yo digo que no.
Ambos se enfrentan a una pelea de miradas, Silver no parece contento, está desesperado por encontrar dicha flor.
Están tan concentrados, que comienzan a discutir, pronto se convierten en gritos y no se percatan de lo que sucede a su alrededor, a excepción de Tara, que se ha mantenido a descansar en el tronco.
— Chicos... – Dice nerviosa, puede sentir la vibración entre ella, ese presentimiento extraño de alguien acechando y observando desde una distancia corta.
— ¡Esa flor no existe! – Grita a todo pulmón.
— ¡No, tú no quieres creer que existe!
— Oigan, lo digo en serio, algo pasa – La echidna se levanta del tronco girando a su alrededor.
— ¡Tal vez tienes que dejar que tus padres se separen!, la verdad es que no quieres aceptar que ya no se aman, pero tampoco puedes obligarlos a estar juntos.
Esas palabras atraviesan el pecho de Silver con ira.
Speed se arrepiente de decirlo, no tenía por qué decirle esas cosas a su mejor amigo.
La verdad, es que los tres están cansados, hambrientos y asustados por la oscuridad.
Un fuerte estruendo los hace voltear, Tara ha golpeado un par de árboles dejándolos caer, sus púas largas se mueven a los lados y una figura pequeña aparece entre la abertura de los troncos.
Tragan grueso al notar que no es una figura pequeña, Tara retrocede para estar al lado de sus compañeros, instantáneamente Silver hace encender el aura verde de sus manos y Speed coloca a Tara detrás de él para protegerla.
— ¿Quién eres? – Musita Silver.
— Solo soy una abuela, por favor, no me hagan daño – Asustada, la mujer se revela, tiene un pequeño suéter color marrón y el cabello totalmente blanco.
Al instante imaginan a la bruja, ¡debe ser ella!, por que es imposible que una mujer mayor camine por el bosque con tremendo peligro.
— ¿Pueden ayudarme a encontrar mi casa?, se los suplico – Sospechosamente, la señora quiere encontrar su casa en medio del bosque.
Dudosos de aceptar, Silver intenta atraparla con sus poderes y lo logra con éxito.
— Perdón que la tratemos de esta manera, pero no confiamos en usted – Le dice sincero mientras la levanta con cuidado — La llevaremos a su casa, pero a cambio, tiene que ayudarnos – La anciana lo observa, el niño habla con seriedad.
— ¿Quiénes son ustedes? – Sonríe amigable, Speed duda de la abuela, y Tara aprovecha el momento.
— Somos la nueva generación de héroes en la tierra – Orgullosa, señala a sus amigos con una gran sonrisa, está emocionada de encontrar a la bruja, es la única puede ayudar a que los padres de Silver tengan un final feliz.
— ¿Y si me niego a ayudarlos? – Ríe con sorna.
— Yo tendré que intervenir – Desde las ramas y arbustos, un bulto se hace más y más grande hasta formar el fuerte echidna.
— ¡Knuckles!.
— ¿Perdona? No, no y no Antony, no puedo dejar que el evento se quede sin flores – Se recarga en la barra extremadamente cansada — ¡Entonces consigue flores amarillas!, ¡Y te prometo que si mañana no llegan al salón, voy a arrancarte ese cabello morado que tienes! – Cuelga el celular antes de que conteste.
Lo deja caer sobre la barra con fuerza, un presentimiento pasa por su mente, son más de las siete y Knuckles aún no ha llegado.
Aún tenga tanto trabajo, Silver siempre va a ser su primer y única prioridad, al igual que toda su familia.
Pero últimamente, se siente decaída, triste, adolorida y molesta, probablemente es el estrés. Su espalda le duele, sus ojos se vuelven cada vez más pesados al escribir en el computador por las noches.
Ni hablar de las discusiones con Shadow, cada vez se han vuelto recurrentes.
Como extraña la época en la que ambos salían en pocas ocasiones, las misiones con el equipo que incluían a la tierra, significaba ver a Shadow todos los días hasta que terminaran el trabajo.
Eso los hizo más cercanos, llegando a trabajar juntos, todo se volvió un sueño.
Pero algo ocurrió, y todo cambió.
— ¿Ocurre algo? – Voltea.
Shadow no oculta la botella de vino, su mano la sostiene fuerte y parece ir a menos de la mitad.
— Lo de siempre, trabajo – Ignora el hecho de saber que él está con la cabeza entre las nubes.
Callada, se limita a acomodar sus púas hacía atrás reteniendo las ganas de llorar.
Sentirse destrozada no ayuda, los recuerdos del pasado caen en su espalda y mente cada mañana.
— Siento que... – Llama la atención del azabache — estamos en un punto en el que ninguno de los dos hace nada, o no quiere hacer por temor a perdernos.
Se acerca con tristeza, un nudo en su garganta se acumula hasta sentirlo doloroso.
Tiene que decirlo, y aunque el mar de lágrimas salga y se revele ante él, y eso le moleste, no va a evitarlo más tiempo.
Por que fingir un amor y creer que todo está bien, no es la mejor manera de arreglar las cosas.
Se sienta en el sofá, juntando ambas manos y apretando sus dedos como una niña pequeña.
Shadow se acerca con duda en el rostro, el presentimiento de saber que todo puede desvanecerse aparece.
— Quiero gritar... por arruinar esto– Con una mano en su rostro, cubre sus ojos ocultando las lágrimas que comienzan a salir.
Instantáneamente, Shadow se apresura para estar a su lado, sentándose frente a ella para hablar lo que sea necesario.
— Si por esto te refieres al traje, yo...
— No es solo el traje, Shadow – Alza la cabeza totalmente devastada, con un ligero sonrojo apenado, su rímel se ha corrido completamente y ella misma sabe que su aspecto no es el mejor.
El azabache, abrumado, toma sus manos y las aprieta con un poco de fuerza para sentir lo frías y secas que se encuentran.
— Rose – Temerosa aparte la mirada como reflejo — Lo lamento... – Acaricia sus dedos, el dedo anular donde se encuentra su anillo de compromiso brilla con el reflejo de la luz en el techo.
Un pequeño grabado llama su atención, él hizo que el hombre de la tienda lo grabara dos días antes de pedirle matrimonio.
— No me importa el traje, no me interesa que lo hayas rechazado... ese día de la reunión pedí que fueras conmigo por que necesitaba ayuda, un poco de apoyo era suficiente – Lo observa esperando alguna señal de preocupación.
— Sé que eres fuerte y pensé que podías hacerlo por tú cuenta sin necesidad de asistir. Estaba cansado y enfadado por el tema de convertir la empresa en un edificio más grande.
— Debiste decírmelo antes de insistir...
— No fue tu culpa y la razón por perderme momentos inolvidables en tu vida, es por tratar de hacer que mi trabajo y mi familia funcionen – Dice — Por más que lo intento, no puedo manejar ambas cosas.
Perpleja, se queda sin palabras, sabía de alguna forma que era complicado, difícil, pero no imposible.
— No-
— Muchas veces me puse a pensar, ¿Qué nos mantiene juntos, además de Silver? – Al punto de querer desgarrar el nudo de su garganta, Amy no hace más que escucharlo atenta.
— Y creés que eso es lo único que nos mantiene unidos...
— No, pero pienso que si te amo, debería dejar de actuar como un idiota y apoyarte más de lo que te mereces – Su espacio disminuye — Dejar que el trabajo fluya y no estancarme en preocupaciones menores, que sé que alguien más puede hacer por mi.
— Shadow... – Una tremenda alegría inunda su cuerpo y alma, sus mejillas sonroja das representan lo avergonzada y alegrará que está por escuchar esas palabras.
— No voy a dejar que esto arruine nuestra relación, ni a nuestra familia – Atrevido y confiado, rompe la distancia para robarle varios besos, al rededor de sus mejillas, en su nariz, y por último en sus labios.
No está acostumbrado a darle mimos, pero de vez en cuando puede permitirse expresar tanto amor de esa manera, forma que a ella le encanta.
— Yo tampoco voy a dejar que nada, ni nadie nos separe – Contenta y aún con lágrimas, se levanta del sofá para sentarse en las piernas del azabache, acurrucándose en pecho mientras recibe caricias en la espalda.
Su mirada demostraba tranquilidad, de aquella que sentía que había perdido, por que perderse en los ojos de su amada esposa era una de las mejores cosas en el mundo.
Y aún con las peleas, gritos, pero jamás golpes. Ambos saben como arreglar las cosas de una y mil maneras, separarse no es una opción.
Al menos no para ellos.
— ¡Papá!, ¡Mamá! – Eufórico, entra por la puerta cubierto de tierra, lodo y algunas hojas en sus púas, pero en sus manos sosteniendo una fea flor con tres pétalos.
Detrás de él, Speed es cargado por Tara por lastimarse su tobillo y Knuckles los acompaña. Los tres con el mismo aspecto.
— ¿Papá...? – Asombrado, observa a sus padres preparar lasaña en la cocina, su madre con una gran sonrisa y su padre sonriendo de medio lado con un aire contento.
Ambos sonriendo y riendo mientras cuentan anécdotas.
La felicidad es contagiosa, y por ende, él también deja salir una gran sonrisa.
Observa la flor en su mano, sin chiste alguno, la guarda sin cuidado dentro de su mochila para mañana tirarla en el cesto de la basura.
— ¿Qué haces? ¡Eso iba a ayudar a-
— No lo necesitan – Le responde a Speed una vez que ellos se acercaron — Mis padres no necesitan ningún hechizo para estar juntos.
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— ¿Niños? ¡Dejenme salir de aquí! – Apretada entre los troncos, la bruja se mueve en todas las direcciones buscando salir de la trampa que el echidna y su hija prepararon para ella — Demonios....
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