– ¡Ya estoy harto!, contigo no se puede llegar a nada sin que estés gritando mujer - El azabache discutía con la rosada en su habitación.

Sus gritos podían escucharse por toda la casa,  sus tres hijos siempre terminaban despertándose ante los gritos de sus padres. Silver el hijo mayor se encargaba de entretener a sus hermanos con otra cosa.

- ¡¿Y creés que yo no?!,  ¡Estoy igual de cansada!, de ti, ¡de toda esta mierda que haces! - La eriza miraba como el azabache rodaba los ojos sin darle importancia,  estaba cansada de su repentino trato indiferente.

De las ya pocas muestras de amor, de el sentimiento que ya no estaba siendo correspondido y de la poca atención.

– ¡Me voy!, ¡Y me llevo a mis hijos!, no volverás a vernos nunca mas - Sentenció la Rosada.

Sin escuchar al azabache,  abrió el armario sacando una mochila, metiendo poca ropa de ella y un poco de dinero que tenía ahorrado. Salió del cuarto con rapidez aun recibiendo los gritos del azabache.

Entró al cuarto de Silver donde encontró a sus tres hijos juntos, se dirigió a los demás cuartos,  Silver y Patrick observan como su madre empezaba a guardar ropa de ellos y de White. ¿Que estaba pasando?.

La rosada volvio a ingresar al cuarto, cargó la mochila en su espalda para luego cargar a White. Estiró su mano para que el menos la agarre y eso hace.

Le hace una seña a su hijo albino que la siga, bajan por las escaleras y en la puerta principal el azabache la mira frunciendo su ceño.

– No te los llevarás - La voz ronca del erizo era de advertencia.

– Son mis hijos también, van a venir conmigo, ya no tienen nada que hacer contigo - Sentía su voz romperse, el azabache no quería apartarse.

Rose invoco su martillo y con este apartó bruscamente a su esposo de la puerta, decidida abrió la puerta y camino a la salida cuando el repentino jalón en su mano la hizo detenerse.

Miro a su hijo Silver. Intentaba detenerla usando su habilidad, ella negó con la cabeza, el pequeño comenzó a llorar, no quería irse, aun por la insistencia de su madre el quería quedarse con su padre.

Patrick miraba a su hermano y a su padre levantarse del suelo, el azabache cargo a Silver y una mirada fría e indiferente apareció en él. La eriza molesta se alejo de la casa con sus dos hijos.

Silver intentaba tomar de nuevo a su madre, pero las emociones estaban al borde,  lloraba mares de lágrimas y sus dos hermanos veían la casa a la que no iban a volver.

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Días después, Silver no paraba de llorar y esperar frente a la puerta el regreso de su madre y hermanos, ¿Dónde estaban?, ¿Por qué su madre no regresaba por él?

Días antes, había escuchado la voz de su madre al teléfono, su padre discutía nuevamente con ella,  diciendo que no se llevaría a Silver, que podía llorar todo lo que quería, pero que también era su hijo.

El no entendía muy del todo,  era tan pequeño y tenía la esperanza que sus padres volvieran a estar juntos.

Pero no fue así, y al día siguiente pequeños toques en la puerta se escucharon, el pequeño miro curioso desde las escaleras como su padre abría la puerta. Un hombre con traje elegante y lentes entro a la casa junto con un maletín.

Los espió desde la cocina,  como el señor y su padre hablaban sobre darle la noticia a su mujer primero, que si estaba seguro de hacer este paso, una vez echo no había vuelta atrás.

El azabache ascendió y con una pluma firmo el papel,  quedando así a la espera de la firma de la mujer.

Silver regreso a su cuarto,  no tenía idea de lo que era esa cosa. Cuando escucho la puerta cerrarse sabia que el hombre de traje se había ido. ¿Pero cuando volvería mamá?.

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Patrick miraba a su madre desde el umbral de la puerta, hace días que estaban en casa de su tío Tails, pero ya quería regresar a casa.

Observo a su madre llorar de nuevo al leer el papel que tenía entre manos. No le gustaba ver llorar a su madre, y sabia que el causante era su padre y eso le molestaba.

Comenzaba a creer que su padre era un hombre malo por hacerla llorar de esa forma.

Entró al cuarto abrazando a su madre con calidez, la mujer ante tal gesto correspondió limpiando sus lágrimas. No quería que la viera así, derrotada.

El pequeño Patrick leyó el papel "Divorcio" no entendía lo que era. 

– Mamá, ¿Qué es el divorcio? - La mujer sintió un dolor en su corazón, como si se partiera en pedazos y lo estrujaran aun mas. 

Se echo a llorar de nuevo sin importarle que su hijo la mirara, él quería llorar,  quería volver a su casa,  jugar con Silver y regañar a su padre por hacer llorar a su mami.

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Con todo el dolor de su alma, la rosada firmó el papel y dos semanas después. Ambos fueron a un juicio. La mujer llevaba a sus hijos junto con Knuckles y Tails, necesitaba todo el apoyo posible o iba a desmoronarse frente a todos.

El azabache llegó con una Rogué molesta y su hijo Silver, venia vestido con traje formal al igual que la rosada.

Al encontrarse, sus miradas eran diferentes, no tenían el mismo brillo de hace años, no demostraban esa cercanía de antes ni el amor.

El juez y los abogados comenzaron a llegar a un acuerdo con la pareja,  compartiendo los bienes y entregando unos a la mujer y otros al hombre, luego llego la peor parte. La custodia

Sentía que iba a desmayarse,  el azabache quería quedarse con Silver y cambiarse de país.

Sin poder evitarlo se echo a llorar cuando la custodia llego al acuerdo. White y Patrick se quedarían a cargo de su madre, y Silver se quedaría con su padre.

Tenían la oportunidad de visitarse, de ver a sus hijos. Pero ella sabia que no podría hacerlo, porque él se ocultarlo como antes.

Al terminar el juicio, la rosada limpio sus lágrimas y cargo a White en busca de consuelo, su pequeña hija limpiaba sus lágrimas con sus manitas. Y Patrick no se separaba de ella. Aun cuando su padre estuviera cerca,   no querían acercarse.

Amy sabia que tenía algo por que seguir viviendo, y eran sus hijos, debía luchar por ellos, se aseguraría de no dejar que Shadow se acercara. No importaba que.

Jaló la mano de Patrick para seguir caminando, Knuckles y Tails la seguían hasta llegar a la camioneta.

– ¡MAMA! - El gritó  de Silver la hizo detenerse al estar enfrente de la puerta,  sentía ganas de llorar de nuevo. No quería despedirse de él, de su pequeño hijo por que sabia que ya no podía verlo.

– Silver... - El pequeño aprovecho cuando Rouge lo soltó y corrió en busca de su madre y hermanos. Al verlos casi entrar a la camioneta sin dudarlo se acercó abrazando a su madre con fuerza.

No quería soltarla, no quería irse, no quería no verla mas.

La mujer correspondió al abrazo con fuerza,  acariciando la espalda del menor y diciendo que todo estaría bien, que iría a visitarlo cuando pudiera.

El pequeño no podía evitar su llanto, ahora entendía lo que era un divorcio, que no vería a su madre ni a sus hermanos en la casa de nuevo. Y que sus padres ya no se querían. Y aunque le rogara a su padre, sabia que no iba a funcionar.

¿Por qué?, no lo sabia con certeza, pero la vida con su padre se volvió fría y solitaria, extrañaba a su madre. Pero su padre ya no sentía lo mismo que ella.

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