El libro
𝓟𝓻𝓲𝓶𝓮𝓻𝓪 𝓹𝓪𝓻𝓽𝓮
— ¿Algo nuevo? - Silver deja apilados los libros encima de la mesa central, hablando de manera tranquila y constante con su compañera de turnos.
— Hay una caja de comics para la sala de niños, sólo eso - contesta haciendo inventario de las cajas y paquetes nuevos.
— Perfecto - Soba su espalda al sentirse cansado, el peso de cargar tantas cajas lo lastiman y no es nada bueno — Deberían pagarnos más por hacer estas cosas, no basta con trabajar en la biblioteca de la universidad, además abrieron la zona infantil para la escuela de al lado. ¿Cómo dejan a niños de primaria pasar por un Campus?.
— A mi me agrada la idea, no hay que detener su capacidad de aprendizaje, además, adoro a los niños - Sonríe contenta, le agrada la compañía de esas pequeñas masas que sólo hablan con ella en el trabajo, incluso puede aprovechar para leerles sus historias favoritas.
— Dios, tú eres como un trozo de azúcar, los niños te aman, los maestros te adoran, en cambio, conmigo solo buscan hacerme bromas y reprobarme - Deja reposar su cabeza sobre la pila de libros en la mesa, está muy agotado para seguir desempacando.
— ¿Puedes creer que nos mandaran esto?, ¿no es algo demasiado... tonto? - Silver observa a la eriza, sus mechones de cabello caen como cascada hacía delante cuando abre la caja y saca un gran libro de color negro — Fantasmas, hechizos, ¡Por favor!.
— ¡Tal vez sean mi solución!, voy a hacer que Blaze se enamore de mi, esa mujer no cae ante éste encanto - Se señala el rostro, sonriente con arrogancia.
— ¿La hija del Decano?, no lo sé Silver, parecen muy falsos y además, si el Decano se entera que sales con su princesa...
— ¡Para eso está el libro!, si se mete en la relación voy a lanzarle un hechizo para que me adore como yerno, Blaze y yo nos casaremos y tú serás la madrina de mis tres hijos - Llega a su lado, tomando de sus manos para practicar los pasos de su imaginaria boda.
A pesar de parecer un par de tontos en medio de toda la biblioteca central, Amy se deja llevar ante la felicidad de su mejor amigo.
— Si funciona, dime y voy a realizar un hechizo para no dormir jamás, quiero leer toda la colección de libros que aparté - Bromea risueña sin dejar de bailar con Silver.
— Disculpa, ¿dónde puedo encontrar este libro? - La gata saca de su bolso un pequeño papel con el nombre de los libros sobre derecho, historia de la política entre algunos más que ya se encuentran tachados.
Amelia lo sostiene y lee el título, sonríe cuando sabe donde se encuentra, piensa en la mala suerte que tiene su amigo albino por no haber querido llegar temprano a trabajar. De lo contrario, pudo ayudar a Blaze.
—Sección de política, en los estantes del final - Explica mientras señala a lo lejos el camino, Blaze alza una ceja, forma una mueca de desagrado como si Amy le hubiera mentido.
— Ya lo he buscado más de cinco veces en ese lugar, ¿estás segura de que se encuentra ahí? - Amelia le entrega el pequeño papel, extrañada de Blaze, completamente, por que ella no es tan tonta como para no haberlo encontrado.
— Estoy segura de que debe estar ahí - suspira con pesadez acomodando sus anteojos — en todo caso, déjame revisar,
Blaze parece tener algo de prisa, sé nota que lo necesita con urgencia.
Amy busca en la computadora central la lista de los libros prestados en los días anteriores, incluso colocando el título, todo indica que el libro sigue en la biblioteca, posiblemente en otra sección.
— Alguien más debió dejarlo mal acomodado en otro estante, tendrás que esperar a que haga limpieza - Dice y Blaze achica los ojos con enojo — de otra manera será como buscar una aguja en un pajar.
— No será necesario - Silver aparece con un carrito lleno de libros, incluyendo el que Blaze necesita. Amy queda boquiabierta, ni siquiera lo vió entrar — Parece que lo necesitas - le extiende el libro a la gata.
Ella lo toma con ilusión y cierta felicidad, incluyendo las facciones de su rostro que antes se veía más irritadas y serias de lo normal, ahora es resplandeciente.
— Dios, gracias - Suelta aliviada — no sé que hubiera hecho sin el libro, gracias, ¿Silver, verdad? - El erizo asiente, ella rápidamente se despide de él y como agradecimiento, besa su mejilla y se retira a paso apresurado.
Perplejos, no pueden creerlo, uno más que el otro, Silver celebra con felicidad absoluta, sacando de la parte de abajo del carrito el libro gastado de los supuestos hechizos.
— No me digas que hiciste algo estúpido - Amy comienza a entender lo que pasó.
— ¿Estúpido?, leí el capítulo del amor de esta belleza y Blaze me besa, ¡apenas me dirigía la palabra!, si no es magia definitivamente no sé lo que es - Alardea del libro mientras vuelve a su puesto de trabajo.
Justo del lado de Amelia, abre el libro y le muestra capítulo tras capitulo sobre remedios, hechizos, maldiciones e incluso, invocaciones...
— Veamos, ¿Qué quieres hacer primero?, ¿y si intentamos hechizar al jefe?, ¡mejor aún! al Decano - el erizo luce emocionado por probar cada parte del libro, pero Amy logra arrebatarlo de sus manos.
— No voy a dejar que esta tontería del libro te tenga pegado - Dice autoritaria, dejando el libro en su cajón de cosas lo cierra con llave, impidiendo que el erizo pueda agarrarlo.
— ¡Pero...!
— ¡A trabajar! - interrumpe, los demás estudiantes comienzan a llegar y deben mantenerse callados y ordenar los libros faltantes — Un grupo de niños de la primaria viene hoy, quedan dos horas para preparar todo para su visita. Ven y ayúdame.
Tras las quejas de Silver, y un par de minutos después, él y Amy terminaron las pequeñas decoraciones y bocadillos para los niños en su sala especial.
Silver se encargaba de la recepción mientras Amelia revisaba las tarjetas de la biblioteca y los horarios con los libros prestados de ese día hasta que el bus con los niños llegó, ella los recibió y explicó cada parte del edificio.
Todo eso hasta que se hizo tarde y el grupo regresó a su escuela, Silver terminó lo que tenía que hacer y se despidieron, pero le tocaba organizar la pila de libros de intercambio para el fin de semana.
Prefería terminarlo rápido, decidió quedarse todo el turno de la tarde, la mayoría de los estudiantes no iban a esas horas, así que por su seguridad, cerró las puertas con llave y regresó a la recepción a leer uno de sus tan secretos, libros eróticos.
Amor apasionado, aventuras peligrosas, el chico narcotraficante malo y peligroso, los clichés son sus libros favoritos.
— Oh, Rico, eres un hombre sucio y grosero - Repetí las mismas palabras de la protagonista del libro, una ama de casa engañada por su esposo, se enamora del hombre equivocado en un bar, Rico, un narcotraficante que intenta seducirla y poco a poco cae en sus brazos.
Sus tatuados brazos fuertes, su posible aspecto perfecto, que gran suerte tienes María, te envidio.
Contenta, coloqué el separador en el libro y lo dejé sobre el escritorio, cuando escuché el vibrador de mi celular en el cajón.
Lo abrí metiendo la llave, al sacarlo y encender la pantalla, me di cuenta del mensaje de Silver en notificaciones.
" ¿Todo bien?, dime que no estás haciendo invocaciones sin mi. "
Sonreí mientras contestaba, la verdad, ese libro parece una farsa inventada por cualquier loco que quiso conseguir algo de dinero.
Me sorprende que la Universidad haya permitido el ingreso de este tipo de libros estúpidos.
Al dejar nuevamente mi celular en el cajón, el libro parece lucir bastante empolvado. Lo saqué, quitando el polvo de la portada y de algunas hojas.
Bueno, veamos que tonterías dice.
Lo abrí, hay varias advertencias en los pequeños dibujos y partes explicando lo que se debe hacer en hechizos, pero lo que más me llamó la atención fueron unas páginas totalmente negras con escritos en color blanco.
Símbolos extraños y dibujos de círculos que comienzan a ponerme la piel de gallina.
— Y del deseo aparece, como ilusión se desvanece, el pecado más grande encerrado se encuentra, quien recite las palabras con anhelos se libera - Dije en voz alta, sintiendo como unas uñas largas recorren mi espalda baja como cierto cosquilleo, es horroroso.
¡Estoy imaginando todo!, eso debe ser.
Cuando menos lo esperaba, las palabras y símbolos del libro se iluminaron y levantaron.
Instantáneamente solté un pequeño grito y mis manos soltaron el libro dejando que se cayera al piso.
Me levanté de la silla y me escondí en uno de los estantes más cercanos. La luz se hizo más fuerte hasta el punto de que mirar, era imposible.
Giré mi cabeza tras escuchar el sonido sordo de una diminuta explosión, parecido más a un chasquido de dedos. La luz se fue, pero temía ver lo que era.
— Por favor, ¿esto es lo que lee la gente de ahora? - Me sobresalté al escuchar la ronca y gruesa voz de un hombre en el edificio, definitivamente nadie más puede entrar.
Asomé un poco la cabeza, para mi mayor sorpresa, un erizo azabache, muy apuesto, estaba en mi lugar de trabajo, detrás de la recepción.
Parece que está leyendo la parte del libro donde me quedé, cuando Rico y María se esconden en el baño de la discoteca para tener sexo.
De pronto, él alza la mirada, sus ojos carmesí se clavan en mi rostro, su aspecto luce peligroso, dominante, insaciable y me preocupa. Cierra el libro al instante dejándolo a un lado.
Siento una punzada en el corazón cuando comienza a caminar, rodea el escritorio y sale, solo para acercarse con lentitud.
Mi pecho se levanta y baja con rapidez, siento un calor extraño en toda la parte de mi pecho hasta el abdomen que no me agrada.
— ¡No te acerques! - Advierto, pero mis palabras no surten efecto, sus ojos son tan... tan penetrantes que siento como mi cuerpo se vuelve sumiso ante su presencia.
Siento la necesidad de querer alejarme, retrocedo un poco pero el estante y los libros me lo impiden. Maldición.
Trato de buscar otra salida, tal vez si corro hacía el siguiente estante pueda llegar al pasillo con la puerta de seguridad. La alarma se activaría y la seguridad del campo vendría a...
— ¿Quién eres? - Puedo escucharlo claramente, observo de reojo como se encuentra de pie recargado en la esquina del estante donde me encuentro.
Trago grueso, con temor a que me haga daño, lo primero que hago es agarrar uno de los libros pesados de historia para golpearlo.
Pero sus reflejos son impresionantes, me ha sujetado del brazo mucho antes de que pudiera levantar el libro para cometer mi acción.
Me jala hacía su cuerpo, lo suficiente para que mi mano soltara el pesado libro, me saca de mi pequeño y tonto lugar.
— Hueles muy bien - Suelta con lujuria, mis ojos se abren anonadados mientras lo tengo tan cerca, su rostro es perfecto, parece devorarme con la mirada.
Observa lascivo mi cuerpo mientras se aferra a mi pequeña cintura.
¡Por dios Amelia, despierta!. Me grita mi conciencia.
Aunque mi mente me dice que debo separarme, alejarme lo más rápido posible del erizo, mi cuerpo parece sumido en una profunda calma apacible.
— ¿Q-quién eres tú?, ¿qué haces aquí? - Logro decir, puedo sentir su mano masculina en la parte baja de mi espalda, acariciando de forma circular el botón de mi falda. Maldita sea...
— Shh, no arruines el momento - Inclina su cabeza, instantáneamente giró el rostro con temor, mi cuerpo tiembla entre sus brazos, ¿por qué no puedo hacer nada más?.
Esconde su rostro entre mi cuello y mi hombro, puedo sentirlo aspirar el aroma de mi perfume combinado con el suavizante de mi suéter.
Gruñe, aferrándose a mi cuerpo como si fuera lo único a lo que pudiera mantenerse.
Un pequeño quejido sale de mis labios cuanto siento sus labios húmedos rozar mi piel.
Inclino mi cabeza hacía atrás, le dedica un tiempo a mi cuello para olfatearlo antes de dejar una pequeña mordida cerca del hombro.
Me estoy sintiendo tan bien... tan incorrectamente bien.
— Basta... - Ruego por un poco de aire, pero parece ignorar rotundamente mi petición.
Sus manos comienzan a descender por detrás, no entiendo quién es, no comprendo por qué el libro ha brillado de tal forma y luego, él surgiera.
Junto todas las fuerzas posibles negándome a su seductora presencia.
Mis manos se forman en puño para alejarme de su pecho, y aunque mi cuerpo se encuentra aún encerrado, puedo sostenerle la mirada.
— ¡Suéltame o llamaré a la policía! - Amenazo con cierta inseguridad.
Sus manos parecen dejarme libre mientras una carcajada sonora sale de sus labios, me deja totalmente petrificada al ver la forma que adopta.
Una extraña masa negra cambiante que luego, se transforma en un humo y regresa al escritorio, solo para regresar a la forma de erizo.
— Me gustan las mujeres difíciles - Levanta el libro viejo del suelo, limpiando incluso el polvo de la cubierta, sus ojos se clavan nuevamente en mi cuerpo. Tan oscuros y a la vez, brillantes y deslumbrantes por la pasión.
Mis piernas flaquean, me cuesta tanto mantenerme de pie cuando su mirada me recorre, es difícil.
— No me interesa saberlo, ¿quién eres y qué es lo que quieres? - Mi cuerpo logra mantenerse de pie gracias al apoyo de una de las mesas más cercanas.
Mis manos se recargan sobre ella mientras pido una explicación racional, sin embargo, puedo sentir un fuerte calor cerca de la mordida que me acaba de dejar.
Un calor... tan exquisito.
— Soy la lujuria, cariño.
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