OO2

Enzo.

─ Este trabajo practico vale un setenta por ciento de la nota, Enzo ¡Un setenta por ciento! ¿Sabes lo que significa eso? ¿No? Bueno, Que no te voy a dejar ir de joda ni mucho menos tomar nada durante toooodo el fin de semana, hasta que terminemos la tarea. ─ Dijo Julián realizando movimientos a cada palabra que decía. Rodeé los ojos.

Julián siempre había sido tan perfecto. Me refiero a perfeccionista.

No sé...

Creo que su nombre en realidad debería ser "Julián las cosas tienen que salir perfectas o te castro Alvarez"

─ Que gede. ─ Mascullé.

Ambos continuamos caminando hacia mi auto por el estacionamiento de la escuela.
Había muchas personas y eso era algo que detestaba. El día simplemente había cursado con naturalidad. Nada nuevo. Sólo ese puto trabajo de ciencias sociales.

─ ¡Yo no soy gede! Lo que pasa es que me preocupo por nuestro futuro. Además no te voy a dejar desaprobar nene. Si lo haces, me quedaría solo y sin amigos. No puedo dejar que te alejen de mí. ─ Sonreí y pellizqué su mejilla.

─ ¡Aww que trolo sos, Ju! Yo también te quiero. ─ Dije sin dejar de apretar su mejilla ahora roja. Julián quitó mi mano de su cara e hizo una mueca.
─ No te burles imbécil. Hablo en serio, no me podes dejar. ─ Dijo con seriedad. Reí.

─ Tranqui, todo va a salir joya. ─ Dije.

Aunque muy seguro no estoy.

Tengo que ponerme las pilas en todas las asignaturas para no ir a diciembre. ¿Cómo pretendo sacar un diez en dos cortas semanas, si no lo saqué en un trimestre entero?

─ Lo decis como si fueras a hacer algo. ─ Masculló. Sonreí. Julián puede ser muy pesimista. Pero lo quiero.

─ ¿Podes cerrar el culo un rato? ─ Reproché. Julián rodó sus ojos café dándome la victoria de la conversación.

Julián.

─ Yo voy a hacer la investigación, el reporte y todo lo que tenga que ver con hacer el trabajo correctamente y vos... vos podes ponerle color y transcribir. ─ Dije sacando los libros y los cuadernos para comenzar a trabajar. Enzo me miró y alzó sus cejas.

─ Siempre lo estupido al burro de Enzo. ─ Se quejó.

─ Cada quien hace lo que puede. ─ Dije. Enzo negó con la cabeza y yo no pude evitar soltar una carcajada.

─ Puedo aunque sea hacer un resumen o algo así ésta vez... ─ Sugirió. Recargó sus brazos en el respaldo de la silla, tensando los músculos de sus brazos. Yo estaba sentado y él de pie.

─ ¿Sabes cómo? ─ Cuestioné curioso. Es decir... es Enzo, a él podes hablarle de sexo, alcohol y putas y te entenderá perfectamente, no de las ciencias fácticas porque te ignorará olímpicamente.

─ Sí. ─ Dijo obvio. Sonreí con burla y mirándolo con incredulidad. ─ Sé hacer muchas cosas que vos no sabés. ─ Remarcó al ver mi expresión.

─ ¿Ah, sí? ¿Como pensar y respirar al mismo tiempo? Tranquilo boludo, no agotes fuerzas eh. ─ Me burlé. Enzo entrecerró sus ojos e hizo una mueca. Reí.

─ Conoces sólo el 80% de Enzo Fernandez ─ Murmuró con misterio y superioridad.

─ Llevamos seis años de amigos gil, te conozco hasta los huevos. ─ Dije con obviedad. Enzo sonrió y soltó una enorme carcajada, pero luego negó.

─ Mis huevos son parte del 80%.

─ ¿Y el otro 20%? ─ Cuestioné con una ceja alzada. Enzo sonrió de una manera extraña, fue casi una sonrisa depredadora, además sus ojos parecieron tomar una tonalidad más oscura.

─ El 20% no interesa. ─ Murmuró.

─ Pero soy tu mejor amigo, me interesa. ─ Dije fingiendo indignación.

─ Tal vez algún día lo sepas. ─ Murmuró. Suspiré.

─ ¡¿Tenes un secreto y no me dijiste nada?! ─ Exclamé sorprendido. ─ ¡Enzo! Vos sabes todo de mí, es injusto. ─ Enzo se encogió de hombros con una sonrisa habitual. Esa sonrisa que mataba a cualquiera que lo viera.

Sí... mi amigo tiene una linda sonrisa.

─ No es un secreto... es más... una reservación... personal, sólo para... mí y... nadie más... que yo...

─ Lo que acabas de decir no tiene sentido. ─ Aseguré con el ceño fruncido. Enzo sonrió.

─ No importa... un día de estos te vas a enterar.

─ ¿Y por qué no ahora? Yo quiero saberlo ahora. ─ Exigí. Enzo sonrió ampliamente, tal cual alguien ocultando algo, pero no estaba seguro de qué.

─ ¿Te quedas a dormir hoy? ─ Me preguntó intentando desviarme del tema.

─ No intentes cambiarme de tema, Fernandez. ─ Advertí. Enzo sonrió.

─ Eu, ¡Cálmate! No es la gran cosa, posta. ─ Se excusó. Lo miré con las cejas alzadas. Enzo se sentó junto a mí y tomó uno de mis cuadernos y una lapicera.

─ ¿De qué páginas hago el resumen?

─ Es un secreto. ─ Dije fingiendo enojo. Enzo alzó la vista y me miró serio. Pero una sonrisa graciosa se pintó en sus labios.

─ Se supone que tengo que rogarte ¿O?...

─ No. Se supone que tenes que decirme tu secreto.

─ Julián, dale... deja tu necesidad. ─ Dijo soltando un suspiro.

─ Vos deja la tuya.

─ ¿Por qué? Es mía.

─ Si te la robo sería mía.

─ Si evito que me la robes seguiría  siendo mía.

─ Pero si... ¡Ah, dios! ¡Me haces quedar como un pelotudo! ─ Me quejé, poniendo mis manos en mi cabeza y sintiendo como la risa de Enzo inundaba la habitación.

─ Pelotudo naciste. Ahora decime las páginas.

Bufe y renuncié facilmente, a lo del secreto claro, por qué no iba a dejar que el burro de Enzo toque nuestro trabajo. En eso tenía razón

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