⊰⊹ 24: Posible obsesión
—Ahora sí quiero jugar.
SooBin acepta el beso de YeonJun con un gemido, pero nuevas ideas se aferran a su mente como garrapatas.
Separándose, SooBin arruga el rostro.
—Sigo sin entender por qué no interactuamos antes.
YeonJun se queja con un gimoteo, tratando de atrapar los labios de SooBin.
—¿En serio quieres hablar de eso ahora?
—Mi familia y la de BeomGyu han sido muy unidas desde hace años. —El pelinegro frunce el ceño—. ¿Por qué nunca te vi en alguna cena o evento?
YeonJun tuerce los labios, enderezándose sobre el regazo del contrario.
—No estoy muy involucrado en los negocios ni relaciones de la familia.
—¿Por qué?
Haciendo una mueca, YeonJun lleva sus manos a los pectorales de SooBin nuevamente para jugar con su camiseta.
—Soy, prácticamente, el secreto a voces de mi papá. —Suspirando, YeonJun baja la cabeza—. Basta con decirte que mi madre tuvo que amenazar con demandarlo por manutención si no me compraba este departamento cuando entré a la universidad; él tuvo que hacerlo para evitar el escándalo. Digamos que no soy su hijo favorito.
SooBin toma las muñecas de YeonJun con suavidad y las acaricia distraídamente.
—No sabía que tenías hermanos.
—Ni yo lo sé, en realidad. —YeonJun se encoge de hombros—. No sé de mi padre la mayoría del tiempo; se divorció de mi madre hace años. Pero ¿por qué estamos hablando de mí? —Sacude la cabeza y se deshace del agarre en sus muñecas—. Hay cosas más importantes que hacer.
YeonJun se inclina una vez más para besar a SooBin, pero este no corresponde con la misma intensidad. Bufando, YeonJun se aparta para mirarlo, y la expresión preocupada de SooBin apaga un poco las llamas que envuelven su cuerpo.
—YeonJun —SooBin aprieta su agarre en las muñecas del contrario—, ¿estás seguro? Te deseo, no sabes cuánto —Su mirada gris se posa brevemente en el torso de YeonJun cubierto por la ropa—, pero no quiero que se forme otro malentendido por esto.
—No fue tu culpa —murmura YeonJun, frotando su nariz contra la de SooBin en un pequeño beso esquimal.
Pese a sus palabras, una ráfaga de pesadumbre ensombrece los ojos de SooBin.
—Lamento haberte empujado a hacer algo que te lastimó de alguna manera antes.
—No se trata de eso, de verdad. —YeonJun une sus frentes y suspira con pesadez—. Te dije que no soy un santo. Es sólo que Anderson me dijo todas esas estupideces y todo encajó, pero —Se endereza y sonríe de oreja a oreja— ahora todo está bien.
SooBin no dice nada, sólo mirándolo con ojos vacilantes. Ante el silencio, YeonJun llena de aire sus pulmones, tratando de obtener un poco de valor.
—En realidad —habla YeonJun con voz pequeña, apartando la mirada—, me gustó.
—¿Eh?
YeonJun regresa a mirarlo, con la convicción inflando su pecho esta vez.
—Esa noche, en la fiesta, me gustó.
Es entonces cuando la expresión de SooBin cambia. La sonrisa triunfante de YeonJun se extingue antes de siquiera aparecer al notar cómo los matices grises de la mirada de SooBin se oscurecen hasta que sus ojos lucen casi negros. La inmediata sensación de peligro envía una ola de excitación por la columna vertebral de YeonJun.
—Bueno —SooBin sonríe por fin, con lascivia latente en su mirada—, en ese caso, está bien. Pero tendrá que ser rápido porque tengo que asistir a una aburrida cena en un rato.
YeonJun asiente frenéticamente, dando leves saltos en el regazo de SooBin de pura euforia. SooBin jadea, riendo también, antes de tomar la nuca de YeonJun para atraerlo a un beso profundo y dedicado que hace explotar la temperatura a su alrededor.
Las traviesas manos de YeonJun dejan de fingir ser discretas y ahora sus dedos están atormentando ambos pezones de SooBin por sobre la ropa. SooBin, sin poder contenerse, gime bajito y su cadera empieza a moverse hacia arriba en falsas embestidas para tratar de obtener contacto. YeonJun se lo brinda con gusto, llevando una de sus manos hacia abajo para acariciar su miembro por sobre la ropa.
—Oh, YeonJun. —SooBin intenta mantener los ojos abiertos, sacudiéndose levemente—. Eres un...
Otra risilla del pelirrosa lo interrumpe, aunque no tenía nada que decir, de todas maneras. Las palabras se esfuman de su mente cuando una ola de excitación azota contra él al ver la sonrisa pícara de YeonJun y la forma en la que pasa su rosada lengua sobre sus dientes.
—¿Qué te parece si vamos a la cama? —YeonJun parpadea con fingida inocencia—. Quiero verificar qué tan bueno eres jugando.
SooBin ríe, tomando los muslos de YeonJun entre sus manos para apretarlos a su antojo.
—Ya lo has hecho. ¿No confías en mis habilidades?
—Lo hago —YeonJun jadea, sonriendo—, pero tómalo como una supervisión de rutina.
SooBin suelta una carcajada, encogiéndose de hombros.
—Si tú lo dices.
YeonJun chilla cuando SooBin lo levanta como si no pesara nada, y la sorpresa está injustificada, tomando en cuenta que el deportista casi alcanza los dos metros.
Envuelve sus piernas alrededor de su cadera y abraza su cuello por reflejo. La sonrisa burlona que SooBin le dedica entonces hace que el pene de YeonJun palpite.
Con premura, YeonJun vuelve a besarlo. SooBin corresponde con gusto mientras trata de caminar, pero se separa riendo.
—Sé que soy irresistible, precioso, pero vas a tener que esperar si no quieres que nos estrellemos con algo. No conozco tan bien tu casa.
YeonJun, en cambio, sólo señala el pasillo y baja por la mandíbula de SooBin hasta su cuello, dejando besos y mordidas sin vergüenza. SooBin ríe una vez más y estira el cuello para dejarle más espacio antes de dirigirse en esa dirección.
Cuando siente que se detienen y SooBin desciende, YeonJun no espera para volver a tomar su boca entre los dientes, tragándose su jadeo necesitado con avidez y recibiendo con nada más que euforia las caricias que las manos fuertes y grandes de SooBin dejan en todo su cuerpo.
SooBin lo acomoda en su regazo nuevamente y se hunde en la humedad de la boca del contrario, dejándose llevar por la pasión que hace vibrar cada célula de su ser, alimentada por el calor de YeonJun fundiendo hasta la más mínima pizca de voluntad que le resta a en el cuerpo. Y justo cuando un hilo de saliva baja lentamente por las comisuras de sus boca unidas, los espasmos de su cadera retoman su intento de obtener siquiera un poco de alivio para su creciente erección presionándose contra el trasero del pelirrosa.
YeonJun ronronea alguna incoherencia, separándose para empujar el pecho de SooBin hacia abajo y recostarse sobre él. Mirándolo hacia abajo, con sus bocas apenas a centímetros de distancia, respirando contra la otra sus suspiros de deseo, cree que podría volverse adicto a la adoración en los ojos grisáceos de su caliente futbolista. Entonces, con la urgencia hirviendo bajo su piel, mueve sus caderas sobre SooBin; la sensación del duro roce lo obliga a dejar caer su cabeza en su hombro, jadeando de placer. El hecho de que está demasiado sensible después de sólo un par de besos y toqueteos pierde relevancia entre todas las deliciosas sensaciones que lo envuelven de pies a cabeza.
Por su lado, SooBin cierra sus manos en la cintura de YeonJun, ayudándolo con el movimiento seco y brusco. La bella imagen de YeonJun encima de él, ansioso y complacido al mismo tiempo, iluminado únicamente por la luz del atardecer, hace cosas raras en su estómago.
—Basta, precioso. —SooBin sostiene fuertemente las caderas del contrario, deteniéndolas para empujarlo y sentarlo de nuevo—. Podemos intentar corrernos en los pantalones después.
YeonJun tiene un leve déjà vu cuando SooBin baja sus manos desde sus caderas hasta sus muslos para apretarlos un poco antes de subir a su cinturón y trabajar en la hebilla. Regresa a verlo y traga grueso, insólitamente nervioso por la traviesa mirada de coquetería de SooBin cuando saca su miembro de sus confines antes de tomar las gotas de presemen de la punta para lubricar el camino.
El gemido que se le escapa es demasiado vergonzoso para soportarlo, así que, en un impulso, aunque en contra de su deseo de mantener el alucinante toque de SooBin sobre él, se levanta para escapar de su escrutinio, dirigiéndose hacia su mesita de noche para tomar el lubricante y los condones. Con manos trepidantes, se quita los pantalones y la ropa interior de una vez antes de armarse de valor para volver a colocarse encima de SooBin.
La imagen de SooBin lamiendo sus labios con deseo cuando ve la polla de YeonJun abofetear su estómago hace que el pelirrosa abra más las piernas instintivamente, en una explícita invitación a que lo devore por completo de una vez por todas. Suspira pesado cuando SooBin vuelve a poner sus manos calientes sobre él, pero sólo recibe un par de caricias superficiales.
—SooBin —se queja YeonJun.
El pelinegro alza una ceja, sonriendo de lado.
—La impaciencia es un defecto, precioso.
Con el aliento atrapado en la garganta, YeonJun enrojece.
—Cállate.
SooBin suelta una leve risilla antes de tomar el sobre de lubricante que YeonJun le ofrece para abrirlo y esparcirlo en sus dedos. Atrae a YeonJun a su pecho para un beso particularmente lento que deja a YeonJun laxo y dispuesto sobre él, pero aun así se tensa cuando siente los dedos tanteando su entrada. No es un problema por mucho tiempo, sin embargo, pues las manos de SooBin son amorosas, proporcionándole caricias tranquilizantes a su cadera en pequeños círculos.
El arrastre de adentro hacia afuera apenas es satisfactorio con un sólo dedo en su entrada ansiosa. YeonJun, entonces, se relaja contra SooBin, chupando y mordiendo sus labios perezosamente. Luego, SooBin agrega un dedo y la sensación cambia. La presión contra la pelvis de YeonJun aumenta y el ligero escozor lo hace estremecer con cada lento empuje, aumentando sus ansias en cada nervio, pero la boca de SooBin es más entretenida.
Cuando son tres dedos, en lugar de ir a la mejor parte, SooBin se toma demasiado tiempo preparándolo. YeonJun se retuerce ligeramente en su intento de no explotar, deseando obtener más de la generosidad que SooBin le ofrece. Su mano trata de tomar su pene aprisionado entre sus cuerpos, pero SooBin se lo impide.
—SooBin —exige YeonJun una vez más, la cohibición abandonando su ser como una segunda alma.
Entonces, SooBin por fin saca sus dedos. YeonJun se irgue, haciendo una mueca ante la sensación de vacío.
—Si tanto lo quieres —SooBin sonríe de lado, limpiando sus dedos en la sábana antes de tomar las caderas de YeonJun nuevamente—, consíguelo tú mismo.
—¿Eh?
YeonJun lo mira con el ceño arrugado y la mirada perdida, pero se ruboriza por completo cuando entiende lo que SooBin quiere decir.
—Sé que lo quieres: no te contengas. —SooBin cruza los brazos debajo de su cabeza.—. Soy todo tuyo.
YeonJun maldice en un susurro y se rinde así de fácil, retrocediendo con urgencia en el regazo de SooBin para abrir su cremallera y sacar su enrojecida erección, sin molestarse en bajarle el pantalón por completo. La risa de SooBin oscilando en sus oídos trae más color a sus mejillas, pero el bochorno no mengua el anhelo burbujeando en su interior.
El condón baja con un fácil desliz y un siseo de SooBin. YeonJun gime entre dientes cuando la punta roma roza su entrada, y se inclina hacia adelante para apoyar su mano al lado de la cabeza de SooBin y tener un poco de equilibrio mientras presiona hacia abajo. El ardor de la intromisión lo hace apretar la mandíbula y detenerse, pero el suave gemido que SooBin emite le provoca un escalofrío que lo empuja más abajo, repitiendo el proceso hasta que SooBin está enterrado hasta el fondo dentro de él. La sensación es gloriosa, empujándolo hacia el abismo de la lujuria a pasos agigantados.
Respira pesadamente mientras trata de apartar las chispas de colores de su vista, pero cuando se mueve un poquito para mejorar el ángulo, el hinchado glande choca directamente contra su próstata. YeonJun gime, sacudiéndose por completo antes de perseguir la sensación una vez más, comenzando un vaivén que toma velocidad sin dificultad.
Pronto, pese a sus esfuerzos por evitarlo, YeonJun está luchando contra él mismo en su mente para contener el inminente placer, retorciéndose con cada movimiento.
—¿Vas a correrte tan rápido, YeonJun? —La voz de SooBin se vuelve ronca y baja, deteniendo sus movimientos para presionar las caderas de YeonJun contra las suyas para mantenerse enterrado profundamente en su interior—. Pues, te lo prohibo. Si lo haces, te azotaré tan fuerte que no podrás sentarte durante tres días.
YeonJun abre los ojos en grande antes de jadear una risa.
—¿Eso es un castigo —Recostándose en el pecho de SooBin otra vez, YeonJun roza sus labios contra su barbilla— o un premio?
—Ya sabes que me gusta usar armas de doble filo, precioso.
Ambos ríen suavemente, pero el sonido muere dentro de sus gargantas tras una nueva embestida. La vista de las caderas de YeonJun moviéndose una y otra vez para tomarlo por completo dentro de él hace que las manos de SooBin piquen por presionar, apretar y empujar a YeonJun a aceptar todo lo que tiene para darle.
Es entonces que la necesidad que lo arrolla como un auto a toda velocidad de repente lo pasma de tal manera que el diminuto lapso de confusión lo patea fuera de la bruma de la excitación, aunque apenas unos centímetros.
—No hemos hablado —SooBin aprieta los dientes, enterrando los dedos en los muslos de YeonJun— de los límites.
—No tengo idea de por qué estás diciendo eso ahora, SooBin. —Jadeando y temblando sobre él, YeonJun mueve sus caderas en círculos—. Sólo fóllame, por favor.
—Hablo en serio, YeonJun.
El pelirrosa se endereza sobre él, mirándolo con los ojos apenas abiertos, pero el gesto rebosante de libido no es la respuesta que SooBin busca. Pese al rayo de electricidad castigadora que lo atraviesa cuando toma las caderas de YeonJun para detenerlas, SooBin endurece lo mejor que puede du expresión.
—El dolor es excitante para mí —confiesa SooBin, frunciendo el ceño—. Y realmente quiero azotarte, pero quiero que me digas con palabras si lo quieres también o no.
YeonJun parpadea, sin aliento. SooBin espera una respuesta más avergonzada tratándose de YeonJun, pero, en cambio, abre hasta más no poder los ojos cuando el contrario toma sus manos y las guía hacia las mejillas de su trasero. Encajan a la perfección, y el cuerpo de SooBin se tensa de pura anticipación.
—Es mi turno de decir —YeonJun habla con firmeza, aunque entre suspiros esforzados— que puedes hacer conmigo lo que quieras.
—Oh, mierda. —SooBin gime, su cuerpo sacudiéndose por entero.
El primer golpe es seco y suave, pero aun así YeonJun se queja con un dulce sonido ahogado y empieza a moverse de nuevo, apoyando las manos en su pecho para empezar a saltar sobre él. SooBin contiene un fuerte gemido, apretando a su gusto la carne bajo sus manos.
Las sensaciones se vuelven abrumadoras de pronto mientras YeonJun lo empuja contra el colchón, su pulso parece estar a punto de explotar con su flujo sanguíneo disparándose, pero SooBin continúa con los golpes, incluso cuando el peso de YeonJun sobre él se vuelve aún más nítido. Pronto, SooBin gime, la sensibilidad de su cuerpo alcanzando su pico. El placer se agudiza tan rápidamente que, pocos minutos después, se sorprende a sí mismo estallando con un fuerte quejido entre los labios.
Todo el cuerpo de SooBin se retuerce mientras se corre en abundantes chorros, con el aliento atrapado en su garganta, viajando a través de su orgasmo explosivo. Entonces, los movimientos de YeonJun se detienen sobre él, y SooBin regresa a la realidad de golpe.
—Oh, por Dios. —SooBin abre los ojos como platos, intercalando su mirada entre sus cuerpos aún unidos y la cara de YeonJun—. Oh, por Dios. Oh, por Dios. No es lo que parece.
—SooBin, está bien.
—No soy precoz, lo juro. Simplemente me gustas mucho, de verdad.
YeonJun ríe y se agacha para picotear sus labios.
—Está bien, no hay problema.
—¡Por supuesto que sí lo hay!
SooBin sale de su interior de un tirón. YeonJun vuelve a hacer una mueca, con su pene cediendo en su dureza poco a poco, pero no tiene tiempo de lamentar el vacío dentro de él, pues pronto es empujado hacia la cama, cayendo de espaldas contra las mullidas almohadas. Él chilla por la sorpresa, pero un latigazo de excitación vuelve a endurecer su pene por completo cuando SooBin toma sus rodillas y abre sus piernas al máximo.
El miembro de YeonJun se sacude, abandonado e indefenso.
—Eso fue increíble, YeonJun. —SooBin besa brevemente los labios abiertos del contrario—. Ahora voy a devolverte el favor a mi manera. ¿Quieres eso?
YeonJun respira profundamente para tratar de calmar a su corazón alterado, pero SooBin no colabora, pues aprieta la lozana piel del interior de sus muslos con exigencia.
—No escuché una respuesta.
—Sí —jadea YeonJun—, sí quiero.
—Así me gusta, gracias.
SooBin suelta un pequeña risa antes de tomar el pene de YeonJun en su boca hasta el fondo de su garganta, enterrando su nariz en el rastro de vello recortado. YeonJun grita, sucumbiendo al impulso de tomar las oscuras hebras del cabello de SooBin y tirar de ellas, sin tener en claro muy bien si quiere alejarlo o presionarlo más abajo.
Sin perder tiempo, SooBin inicia un vaivén veloz que le impide a YeonJun contener sus pecaminosos sonidos delatores. SooBin chupa con fuerza antes de detenerse sobre la punta para envolverla con su lengua en círculos y bajar justo después. Sólo un insensible resistiría al implacable ritmo que SooBin establece, y YeonJun es sólo un hombre común y corriente con demasiada sensibilidad a las caricias casi inexistentes en sus muslos.
YeonJun tiembla de pies a cabeza mientras el clímax lo golpea intensamente, y, con una sonrisa extasiada plantada en su rostro, deja ir su esencia caliente en la boca de SooBin con un largo gemido. Puede sentir el movimiento de su garganta tragando, y se tensa de sólo pensarlo. Puede que SooBin esté un poco obsesionado con eso.
Con la respiración acelerada y el corazón a mil por hora mientras SooBin lo maneja de aquí para allá, YeonJun siente paz, en medio de un hermoso valle lleno de tranquilidad y armonía.
—Bebería leche todo el día si viene de ti.
Y así, el valle se esfuma y YeonJun cae a la realidad estrepitosamente. Abochornado y cansado, cierra los ojos, sin la energía suficiente para cubrirse la cara con las manos.
—Cállate.
SooBin ríe, acomodándose a su lado para atraerlo hacia él y dejar un suave beso en su coronilla.
—Me callaré solo si aceptas tener una cita conmigo mañana.
La sonrisa de YeonJun se hace más grande.
—Haz silencio, entonces.
SooBin sonríe antes de meter su rostro entre el hueco de su cuello y hombro para empezar a morder y chupar la palida piel. YeonJun piensa en la lejanía de la somnolencia que posiblemente SooBin también tiene una obsesión con eso.
Cuando está quedándose dormido después de un rato, con el corazón lleno y su cuerpo satisfecho, SooBin se aleja de su cuello.
—Qué bueno que no hubo una cámara grabándonos esta vez, ¿verdad?
—¿Pero qué...?
—A menos que lo quieras la próxima vez.
—¡SooBin!
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🌻Nhara
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