⊰⊹ 21: Punto de no retorno

Con el oxígeno empezando a escasear a su alrededor, BeomGyu se siente un poco mareado.

Se apoya de espaldas en su puerta, llevando su mano a su pecho para presionar como si eso fuese a hacer que sus pulmones funcionen correctamente de nuevo. No lo hace. Verifica la velocidad de sus latidos entonces, pero los golpes que siente contra su palma son cosquillas en comparación con los repetidos martilleos dentro de su pecho.

Maldice mentalmente un millón de veces al reconocer la situación, con el corazón latiéndole en la garganta y las lágrimas corriendo hacia sus ojos tan rápido que su vista se nubla por completo incluso tras cada agresivo parpadeo para evitarlo. El ruido de su sangre circulando resonando en sus oídos lo aturde en demasía. El suelo empieza a moverse de un lado a otro de repente.

Sus piernas se debilitan de un momento a otro, dejándolo caer contra la puerta con un golpe seco. BeomGyu se rinde ante el pitido sordo que lo rodea tras el dolor explosivo en su nuca, y sostiene su cabeza entre sus manos, deslizándose hacia abajo sin cuidado. Muerde su labio inferior, tratando de contener los sollozos que se acumulan en su garganta, pero lo hace con tanta fuerza que pronto siente en su lengua el sabor metálico de la sangre.

Con la mirada desenfocada y constantes pinchazos en su corazón, BeomGyu determina que esto es su culpa.

Si tan sólo pudiera aceptar que SooBin ahora quiere a YeonJun, todo sería mucho más fácil.

Pero convencer a su débil corazón de que los toques y las sonrisas que SooBin le entregaba no significaban más que diversión no es una tarea sencilla. Y siente rabia, rabia hacia sí mismo por lo estúpido que es, por ser un completo idiota que no pudo controlarse y ahora está tan metido dentro del oscuro poso de la decepción que no tiene ni la más mínima idea de cómo salir.

Había logrado distraerse hasta hace poco.

Pese a que había tenido la tentación, jamás se había atrevido a revelar sus bajas pasiones de esa manera y participar en las singulares actividades recreativas que tenían lugar en aquellas fiestas que Kai organizaba. La música demasiado alta, el ligero olor a marihuana que apesta el lugar, los cuerpos sudorosos yendo de aquí para allá, las bebidas alcohólicas de mala pinta: no es su ambiente.

Sin embargo, aquella noche hubo algo distinto. Tal vez, fue el hecho de que SooBin había estado parloteando sobre lo emocionado que estaba por intervenir a YeonJun por fin y luego se alejó apenas llegaron precisamente para ello, o el hecho de que cada vez que cerraba los ojos podía ver a SooBin seduciendo a YeonJun con esos encantos tan suyos que fueron exactamente los que pusieron a BeomGyu en medio de esta encrucijada.

Tener sexo con alguien frente a una multitud no es la mejor opción si lo que quieres es mantener tu dignidad y tu imagen intactas, pero la oportunidad estaba ahí y BeomGyu necesitaba algo que hacer. Necesitaba dejar de pensar, necesitaba olvidar.

Luego, en el acto, todo tomó un rumbo sorprendentemente diferente, y quizás esa es la razón por la que se permitió a sí mismo caer en ese juego tan absurdo.

No sabe si fue el imponente porte de TaeHyun, su hosca presencia, su voz grave, sus coqueteos evidentes, su insólita posesividad o sus caricias tan íntimas, pero, antes de poder procesarlo, todo el cuerpo de BeomGyu pedía a gritos a TaeHyun, con el alrededor perdiendo importancia a cada segundo.

Es impactante sólo recordarlo. Dejarse colmar de la combinación del placer carnal con el dulce cariño que una mirada puede transmitir, incluso si es una vil mentira, no debió haber sido tan gratificante.

Soltando un dificultoso sollozo, BeomGyu sabe que no va a resistir mucho más, aunque no sabe qué exactamente: si la angustia que le perfora el alma o su precipitado acercamiento hacia la hiperventilación.

Entonces, oye pasos acercándose rápidamente hacia su posición mientras se encoge sobre sí mismo, con escalofríos bajando por su espalda. De inmediato, golpes firmes suenan en la puerta, y él se detesta a sí mismo por tener la fugaz esperanza de que sea SooBin quien ha venido a ayudarlo.

—¡¿BeomGyu?! —La voz de TaeHyun se oye fuerte y distorsionada detrás de la puerta—. ¿Qué sucede? ¿Estás bien?

El rubio trata de tomar aire para responder, pero sólo consigue un mareo más intenso.

—BeomGyu, me estás preocupando. Abre la puerta. Déjame ayudarte.

Con los pensamientos revueltos, el rubio levanta el brazo lentamente y tantea sin fuerzas la manija para quitarle el pestillo y dejar pasar a TaeHyun, sintiendo que su corazón podría explotar si se acelera un poco más.

Su cuerpo es impulsado hacia adelante y cae al suelo como un saco de papas cuando TaeHyun empuja la puerta para entrar a la habitación. Pronto, BeomGyu oye una exclamación lejana, como un chillido. Trata de reincorporarse, pero sus brazos se sacuden como gelatina.

BeomGyu, con la visión borrosa, identifica vagamente el pánico en la expresión de TaeHyun, pero está demasiado mareado para preocuparse por ello mientras toma una gran calada de la ráfaga de masculino perfume que TaeHyun trae consigo al agacharse frente a él.

Un hormigueo particular le recorre el vientre y un gemido sale de su garganta, porque le fascina el aroma de TaeHyun. Es entonces cuando se rinde, inclinándose hacia TaeHyun, quien parece entender el mensaje, pues lo abraza al instante.

BeomGyu quiere llorar de alivio, cuando el necesitado toque consuela su piel helada. Y, de repente, como por arte de magia, incluso bajo el toque delicado pero ardiente de TaeHyun, se siente tan contenido que cree que fácilmente podría desmayarse por fin entre la comodidad del pecho firme y el olor adictivo de TaeHyun.

Entonces, como una predicción cumplida, el sueño lo atrapa hasta que todo se vuelve negro, pero, esta vez, después de mucho tiempo de sentir su frío e indiferencia, los brazos de Morfeo son insólitamente cálidos y acogedores.

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Mirando a BeomGyu descansar pacíficamente, tendido en su cama ridículamente grande, TaeHyun se siente raro.

La dureza que se forma en sus músculos cuando no tiene tiempo para desestresarse con un par de cervezas o algunas más, hace nudos en su cuello y hombros, y TaeHyun resopla, moviendo los hombros con una mueca. No había desviado su camino hacia la casa de Kai para relajarse antes de venir a la de BeomGyu en pro de la comodidad del rubio: no tiene idea de si a BeomGyu le desagradaría el olor a marihuana que se habría impregnado en su ropa o el toque de alcohol que quedaría en su aliento.

Ahora se arrepiente. Esta tensión en el ambiente lo irrita, sobre todo porque él mismo aún no puede calmarse, incluso cuando BeomGyu parece un ángel divino mientras duerme, con su pecho subiendo y bajando a ritmo sereno después de que cayó desplomado contra él.

Por un momento se arrepintió de no estudiar Medicina como sus padres querían, aunque no cree que el pánico que sintió antes de verificar que BeomGyu todavía estuviera respirando haya sido extraño: cualquier persona normal se habría asustado si una persona se desmayara en sus brazos, sobre todo cuando no tiene idea de a quién llamar si la situación empeora.

Eso no significa que esté enamorado de BeomGyu.

En realidad, TaeHyun siempre creyó que YeonJun había exagerado sus sentimientos por BeomGyu después de que TaeHyun le confesó su atracción por el bonito rubio del que todos hablaban. No se molestó en corregirlo, de todos modos.

Sin embargo, al recordar el dolor agudo que le atravesó el pecho como una daga cuando BeomGyu lo rechazó hace solamente unos minutos, TaeHyun cree que podría reconsiderarlo.

Pero es que ni siquiera conoce bien a BeomGyu. Pese a su imagen tierna y gentil, BeomGyu había sido desinteresado e incluso frío en sus interacciones anteriores con TaeHyun, que habían sido escasas, aun cuando la cantidad de veces que parecían toparse por obra del destino con BeomGyu y SooBin en el campus era incontable.

Era incluso sospechoso, porque es con SooBin con quien más roces ha tenido, en lugar de con BeomGyu, con quién TaeHyun realmente quería interactuar, pero justo tras esa línea de pensamiento, sacude la cabeza. Ya se ha desviado demasiado, perdido en sus pensamientos, con su mirada fija en la etereidad de los rasgos de BeomGyu. Aparta la mirada; seguramente luce como un acosador. Tal vez debería dejar de pasar menos tiempo con YeonJun.

TaeHyun ríe ante esa idea. Se alejará de YeonJun cuando el jodido mar se seque.

Se debate entre irse y quedarse. Probablemente BeomGyu se asustará al verlo cuando despierte. ¿Quién no lo haría al ver a alguien mirándote cuando despiertas de un desmayo? Pero es precisamente ese colapso lo que hace que los pies de TaeHyun se sientan como anclas al piso. ¿Qué pasó?, ¿por qué?, ¿es normal?, ¿qué tan seguido le pasa esto a BeomGyu?

Con un pesado resoplido, TaeHyun supone que no va a conseguir respuestas pronto, pero se cruza de brazos y espera de todos modos.

BeomGyu se despierta poco después de que TaeHyun fuera a la cocina por un vaso con agua. TaeHyun lo saluda en voz baja, con una sonrisa torcida que seguramente no oculta bien su tono vacilante.

El rubio sólo lo mira un buen rato, con la mirada desorientada. TaeHyun piensa fugazmente que es un bonito gesto suyo.

—¿Quieres —TaeHyun carraspea— un poco de agua?

El rubio se sienta en la cama, tocándose la cabeza con un largo quejido. TaeHyun está a punto de repetir la pregunta cuando BeomGyu alza la cabeza, y TaeHyun se congela al instante: la hermosura de los ojos BeomGyu lo sumerge en la vastedad del mar azul de su mirada. La frialdad aumenta mientras más profundo va, pero TaeHyun sospecha que no es sólo él quien siente que se hunde, pues un mal presentimiento le hiela la sangre al ver la expresión resentida de BeomGyu.

—¿Por qué sigues aquí? —BeomGyu lo mira con una mueca y ojos severos—. ¿Qué es lo que quieres?

TaeHyun boquea, buscando una respuesta, pero BeomGyu no le da tiempo ni para pensar.

—Por si no has podido darte cuenta —Sonríe con ironía, sin gracia en absoluto—, no estoy en la mejor condición para follar justo ahora.

Los pulmones de TaeHyun fallan por un momento, viendo cómo BeomGyu sacude sus rizos, notoriamente malhumorado. Ni siquiera parece que esté consciente del verdadero peso de la insinuación en sus palabras, como si negarse a tener sexo fuese un concepto que maneja al derecho al revés, y TaeHyun se pregunta qué fue lo que llevó a BeomGyu hasta ese punto.

Las ideas que se le vienen a la mente le generan náuseas, pero las patea lejos. Ni siquiera quieren pensar en ello.

BeomGyu da la vuelta para darle la espalda, como queriendo esconderse, pero parece más una señal de despido. TaeHyun lo entiende: probablemente ahora no puede mover más que un brazo, incluso mantenerse erguido parece representar un esfuerzo sobrehumano también, pues, pocos segundos después, BeomGyu se deja caer en el amplio colchón, soltando un suspiro de cansancio.

Más preguntas se acumulan en la mente de TaeHyun, pero las ignora.

—Puedo irme si quieres. —TaeHyun se encoge de hombros, apretando los labios con una pequeña sonrisa—. Sólo quería asegurarme de que estuvieras bien.

BeomGyu mira el techo durante un par de segundos. TaeHyun puede ver las vueltas al mundo que el otro da en tan sólo unos segundos, aunque no sabe si es porque aún está mareado o porque la conciencia regresa con rapidez a él. Entonces, agradece que sea la última opción cuando BeomGyu voltea la cabeza hacia él, con más lucidez en sus bonitas facciones.

No obstante, empieza a creer que podría arrepentirse de haberse quedado.

BeomGyu parpadea lentamente, con sus brillantes ojos hipnotizándolo con destellos azules que se vuelven cada vez más seductores. Después, se gira sobre su costado y presiona su codo en el colchón para apoyar su cabeza en su mano y alzar la otra mano hacia TaeHyun, pidiendo con voz perezosa:

—Ven aquí.

TaeHyun traga grueso, sin moverse un solo centímetro.

—¿Necesitas algo más? Puedo ir por...

—TaeHyun —BeomGyu resopla a modo de risa—, no muerdo. Ven aquí.

Con una fuerza sobrenatural tirando de él hacia la puerta, susurrándole al oído que la magnitud del error que cometería si cediera sería más grande de lo que puede manejar estando en medio de su estado cegado por la belleza angelical de BeomGyu, TaeHyun se contiene.

BeomGyu estira más su brazo hacia él. La luz de su habitación hace brillar sus ojos como si fuese a llorar nuevamente, mientras que un suave puchero se forma en sus labios rosados.

Otra voz aparece entonces, susurrándole a TaeHyun al otro oído que simplemente se deje llevar, que no debería ser tan rígido, que tiene derecho a tomar lo que quiere a veces. TaeHyun siente su cuerpo calentándose ante la mera idea, pese a que aparentemente esa es la intención de BeomGyu. Pero le da el beneficio de la duda al rubio, incluso tras sus propios pensamientos.

Entonces, como adivinando la razón tras el silencio y la quietud del contrario, BeomGyu sonríe de una manera demasiado pícara para lo celestial que luce con sus rizos rubios y facciones tiernas, pero no deja de ser tan hechizante. TaeHyun tiene una sensación insólita recorriéndole el cuerpo, como una fuerza que tira de él hacia adelante hasta que, más pronto de lo que le gustaría admitir, se halla moviéndose hacia la cama, atraído por la sublimidad en cada uno de los rasgos de BeomGyu, en la perfección de sus curvas y la persuasión de su mirada.

Y no sabe por qué se sorprende tanto cuando, al tomar la mano de BeomGyu, este tira de él hacia la cama y se posa encima de TaeHyun con una agilidad felina, atrapando sus muslos con sus rodillas y su cabeza entre sus manos.

—Hola —murmura BeomGyu con una sonrisa maliciosamente inocente.

Con los ojos bien abiertos y su lengua adormecida dentro de su boca, TaeHyun casi teme por su integridad. De alguna manera, el peso de BeomGyu sobre él se siente como algo más allá que sólo su cuerpo caliente aprisionando el suyo contra el mullido colchón. El sentimiento de que acaba de cometer un gravísimo error se asienta en su interior como concho de un vino demasiado dulce.

Luego, sin embargo, TaeHyun nota que su cuerpo está muy a favor de la erroneidad, y la vergüenza arde en su interior cuando siente una repentina tensión en sus bóxers mientras admira la forma en la que los rizos de BeomGyu caen por los lados de su rostro, haciéndolo ver más femenino.

—Ho... —TaeHyun traga grueso—. Hola.

La sonrisa de BeomGyu, sin perder ese toque coqueto, se agranda, acercándose mucho a una risa tentativa, pero TaeHyun no le halla la gracia al asunto.

Esto no es correcto: TaeHyun lo sabe. Ni siquiera se trata de que BeomGyu lo haya acorralado de esa manera tan comprometedora, sino de que, pese a que podría manejar el cuerpo de BeomGyu como a una pluma, TaeHyun no encuentra en él mismo la voluntad suficiente para apartarlo, porque se siente bien.

Y en un resquicio de cordura, apenas permitido por la densa bruma de excitación que lo envuelve, percibe que todo esto es más grave de lo que pensó.

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🌻Nhara

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